4: Wolfgang Reindhardt

-Marie, disculpa, pero, ¿me puedes dejar pasar? —dijo con un tono cálido y de disculpa, casi caballeresco.

No podían ver bien su rostro. Tenia una chaqueta larga negra que cubría todo su cuerpo, una bufanda que cubría la mitad de su rostro y un sombrero negro sobre la cabeza. Lo único visible eran sus ojos, que eran azul océano al igual que Lord del hogar.

La señora Banner se hizo a un lado, asustada. Algo que no entendían los nuevos integrantes. El chico fue a la otra punta, en contra de donde estaría su padre y comenzó dejando el sombrero a un costado y la chaqueta sobre la silla.

-También me alegra verte, padre—dijo con tranquilidad pero a la vez con un grado de frialdad. Le lanzó una pequeña mirada al Lord, que por alguna extraña razón todavía estaba en una posición de defensa.

-Viniste antes.

-Los rumores corren rápido. Quería verificarlo por mí mismo—primero puso sus ojos sobre Ryan y luego fue hacia Lae.

Ahora podía verle bien el rostro. Sus ojos azules eran los que más resaltaban. Su cabello era oscuro, negro como la noche, al igual que sus cejas. Tenía una nariz perfilada, en punta, y su mandíbula era marcada, poniéndole forma a sus pómulos.

Era una versión joven y mejorada del señor Reinhardt.

-Marie, ¿me alcanzas un plato, por favor? No he comido nada—la señora sintió y salió por la puerta trasera, hacia la cocina. Lae y él se siguieron viendo fijamente, había una fuerza mayor que no los dejaba cortar la comunicación. El carraspeo del señor Reinhardt había hecho que los dos dejaran su trabajo y volvieran a sus asientos.

-Así que los rumores llegaron hasta allá. Bastante rápido para un día—comenzó a hablar mientras volvía a su puesto. Su humor había cambiado drásticamente, ya no parecía el amable señor cincuentón que se preocupaba por ellos— ¿No te parece?

-¿Asumes que miento?—preguntó con tranquilidad, despreocupado.

-Asumo que buscaste una excusa para irte antes de tu visita.

-Entonces asumes bien.

Ryan y Lae intercambiaron miradas, asustados. El ambiente era tan frío que podían sentir que sus huesos se congelaban. Ambos integrantes de la familia hablaban como si no se conocieran o intentaran evitar tener una discusión frente a ellos.

- ¿Se quedarán mucho tiempo? —volvió a hablar el joven amo de la casa. Antes de que su padre hablara, prosiguió— Le pregunto a ustedes—posó sus miradas sobre Lae.

-Oh... sí—contestó insegura.

Los ojos azules del joven viajaron hacia sus manos, notando los guantes oscuros que llevaba puestos. Respiró profundo y atrajo su atención al plato que ahora tenía.

-Ya veo... -murmuró por lo bajo—Marie.

-¿Sí?

-Comeré en mi cuarto. Por favor, lleva lo demás para arriba—agarró el plato con los cubiertos encima y la copa y salió por la puerta principal, dejando a los demás dentro. Lo único que se escuchó a continuación fue un bufido de molestia por parte del anfitrión.

-Como les dije, chico complicado—soltó— Sigamos con la cena.

📷

Como al igual que hace unas horas, el dúo de amigos se había juntado en la habitación de Ryan. Estaban vistiendo sus nuevos pijamas, el de Lae constaba de un vestido celeste que le llegaba a los talones y cubría su cuerpo hasta las muñecas, y el de Ryan un pantalón largo con camisa. Se encontraba sobre la cama, compartiendo unos chocolates que la señora Banner le había dado como "premio".

-Esto parece una mala novela—comentó él, tirando el papel sobre la mesa de luz— Nos acabamos de meter a una típica relación mala de padre e hijo—bufó.

-Pensé que tendrían una buena relación, es su único hijo—siguió ella, mientras abría otro chocolate— No creo que este muy contento de que estemos aquí.

-Acaba de encerrarse a comer en su cuarto, ¿eso no te lo dice?

-Bueno, no sabemos si ya antes no lo hacía—subió los hombros— Su cuarto esta aquí enfrente.

-¿Qué? Bromeas—la chica le miró de soslayo— Maldita sea, ¿tengo al señor carismático de vecino? Otra adorable cosa para agregar a la lista—quedo en silencio— Un segundo, ¿Cómo sabes que su cuarto es el del frente?

Silencio.

-Laetitia que carajos hiciste ahora.

- ¡Nada! Solo trataba de evitar que me vieran. Así que entré al primer cuarto que vi y bueno... resulta que es el de él. ¡Pero no te preocupes! Es imposible que sepa que estuve ahí—los dos saltaron en sus lugares cuando escucharon un golpe en la puerta—Mierda...

-Ocúltate en el baño. Iré a ver quién es—la chica asintió y fue corriendo hacia el cuarto del baño, ocultándose detrás de la puerta y dejando un poco abierta para ver sobre quién se trataba.

Ryan abrió la puerta, y tanto él como Lae se sorprendieron al encontrarse con el hijo del señor Reinhardt. A diferencia de ellos aun no estaba con su pijama, sino con la camisa que llevaba puesta horas atrás pero más desarreglada y sin corbata.

-Oh, hola... -el joven amo se metió al cuarto sin previo aviso— Si, claro. Puedes pasar, tranquilo—cerró la puerta.

-Dile que salga del baño.

-¿Disculpa?—su sangre se había congelado, ¿Cómo sabia que ella se encontraba ahí? ¿La habilidad de los Reinhardt se basa en el calor sensorial? Tenía que habérselo preguntado durante la cena, fue una tonta.

-Necesito hablar con ella. ¿Podrías pedirle que salga del baño?

-No esta en el baño.

-Claro que si. Puedo sentirla, así que deja de mentir y pídele que salga. Tenemos que hablar— Ryan alzó las cejas, estaban más que jodidos. Tenían que cancelar sus visitas si no querían que el niño malcriado utilizara eso en su contra. Pero, ante el ambiente tenso, prosiguió— Bromeo. Los escuché en el pasillo, traten de no hablar tan alto para la próxima—los dos lanzaron un suspiro.

-Podría estar en el closet.

-No hay espacio suficiente. Hay cajas—levantó sus cejas oscuras, indicando la obviedad. Al ver que no había salida, decidió llamar a su amiga.

-Lae, ya sal.

Al salir del baño se encontró con la mirada penetrante del hijo del Lord. Y, por otro lado, a Ryan que parecía un pollo mojado que estaba temblando del miedo.

-Aquí estoy, ¿Qué necesitas?

-Estuviste en mi cuarto—aseguró.

-Esa es una fuerte acusación. ¿Tienes alguna prueba de ello?—cruzó sus brazos sobre su pecho e intentando imitar una expresión de furia.

Su expresión se fue por completo cuando lanzó una de sus manos y mostró algo casi invisible: un cabello largo oscuro.

-Vaya, eres muy meticuloso—dijo al instante. ¿Cómo rayos había visto un cabello? Eso era casi imposible, o ella pasaba mucho tiempo en las nubes. Además, jamás se le había caído el cabello, ¿tenía que hacerlo en ese momento? — Puede no ser mío.

-La única mujer que vive aquí es Marie. Y sus canas son bastante presentes—Lae buscó a su amigo con la mirada, buscando ayuda— ¿Qué hacías en mi cuarto? Nadie entra en mi cuarto.

-Uy, es de esos... -murmuró Ryan como espectador.

-Entré por equivocación. Relájate—contestó ella— Estaba aquí y cuando salí tus sirvientes estaban viniendo y no querían que me vieran.

-Eso es imprudente.

-Bueno, nos vamos conociendo—levantó los hombros.

El chico del clan Reinhardt hizo una mueca. Soltó el cabello y se limpió las manos con su camisa. Después, miró por dentro de la habitación, deteniéndose en una silla. La agarró y tomó asiento.

-Papá aun no me ha dicho porqué están aquí. Y tampoco lo hará—dijo seguro— Pero estoy seguro que vivirán por lo resto de sus vidas conmigo. Así que... -suspiró— Wolfgang Reinhardt, un gusto.

-Laetitia McDonald

-Ryan Müller—prosiguió— Tu padre dijo que ayudaría a Lae con su habilidad porque solo él la conocía. ¿Tú la conoces? —el chico alzó sus cejas oscuras.

-Los guantes, ¿por qué los tienes?

-Es por eso. Resulta que puedo desintegrar cosas o algo así. ¿Conoces algo sobre esto? —alzó sus manos— Porque es muy incómodo estar todo el día así, hasta para dormir—sonrió.

-Para tu desgracia no. No he conocido a nadie con ese don—frunció levemente el entrecejo— ¿Dijiste que desintegras cosas? — la chica asintió— Es una habilidad muy poderosa... -se llevó el puño al mentón— Tendría que ser de una familia de nobles, como nosotros. Pero no conozco ninguna así.

- ¿Existen algo así como sociedades ocultas o exterminadas? Como en las teorías cospiranoicas—Ryan decidió meterse en la conversación al sentirse sutilmente dejado de lado. El hijo de Lord le miró de soslayo, seguramente se había olvidado de su presencia— Eres adorable—soltó con disgusto cuando sus miradas se encontraron.

-Igual que tu—irguió su espalda— No es una mala idea, pero no tendría sentido que una comunidad poderosa se esté escondiendo—miró a Lae— Y que dejen a una de ellos entre tantos mundanos ordinarios.

Lae quedó en silencio, mirándose por unos minutos con Wolfgang. No sabía que decir. Estaba teniendo muchas preguntas y muy pocas respuestas. El hecho que el señor Reinhardt fuera tan misterioso la irritaba. Y que, su pequeño clon, no sepa nada al respecto todavía más.

- ¿Me estás diciendo que no tienes ni una ligera sospecha de por qué tu padre nos quiere vivos y coleando? No me jodas—soltó ella, cansada. El chico de ojos azules alzó las cejas al escucharla mientras que Ryan infló sus cachetes, desviando su mirada— ¿Cuál era la habilidad de tu madre? Tal vez soy tu prima perdida. Y ustedes lo saben. Y estas tratando de obtener nuestra confianza, ¿no es así?

-Lae

-No he terminado Ryan—se acercó al hijo del Lord— Asi que es mejor que sueltes la verdad de una antes que nosotros la descubras de una u otra forma. Y si no quieres cooperar, ¿por qué mejor no te vas a la...?

-¡Lae!—comenzó a reír nervioso Ryan y fue corriendo hacia ella, llevándosela unos pasos atrás— Primero que nada, cierra el pico y déjame hablar a mi. Segundo, analiza lo que estas diciendo y la situación. Tercero, no hables mal a un tipo que puede matarnos, ¿okay? Perfecto. Calladita te ves más bonita—le susurró rápido cerca del oído y posó sus ojos sobre Wolfgang— Lo que Lae quizo decir es...

-Sinceramente siempre he pensado que mi padre me ha estado ocultando algo—interrumpió en el momento. Ryan lo quedó mirando en silencio, parpadeando varias veces - Tiene una puerta oculta en su oficina, jamás me ha dejado entrar ahí.

-Oh, de donde lo vimos salir cuando llegamos-agregó la chica.

-Espera, ¿Tu no sabes que hay ahí?-se atrevió a preguntar el chico de ojos oscuros- Supuse que debía ser una especie de cámara de la tortura-Wolfgang negó.

-En todo caso, si lo fuera. No torturaría por cuenta propia. Obligaría a algun sirviente que lo haga, los nobles no manchan sus manos.

-Ulalá, "nobles"-susurró Ryan, irritado- ¿Entonces dices que puede haber algo más ahí?

-¿Y si hay información de mi familia?

-Podría ser-contestó el hijo del Lord— Entonces, ¿Les parece hacer una alianza?

—¿Disculpa?—soltó Ryan con un tono agudo.

—¿Alianza?—interrumpió Lae, intrigada— Explícate mejor.

—Ustedes quieren saber mejor sobre tus orígenes y no quieren pasar el resto de su vida aquí. Por otra parte, yo quiero saber que es lo que oculta mi padre y porqué. Nos ayudamos mutuamente, ambos obtenemos lo que queremos y seguimos con nuestras vidas—levantó los hombros despreocupado.

-Vale—extendió su mano.

-¿Qué?—volvió a chillar Ryan.

-Perfecto. Nos vemos mañana en el desayuno—ambos se dieron un apretón de manos. Wolfgang sonrío y se dirigió a la puerta, caminando como solo un hombre de la alta sociedad podía hacerlo. Cerró la puerta tras de sí, dejando al dúo solo.

-¿Por qué rayos has aceptado? ¿Estás demente?—él volteó rápido hacia ella, tratando de regular su voz para sonar de nuevo como un loro— ¿Por qué aceptaste?

-En el comedor ha demostrado que su relación de padre e hijo va en picada—dijo tranquila mientras se sentaba en la cama— Además, es nuestra única opción.

-Eso no lo sabemos.

-Parecía majo.

Silencio rotundo.

-¿Parecía... "majo"?—arqueó una ceja ante la confusión— ¿Y desde cuándo alguien te parece "majo"?

-Tu eres majo.

-Okay. Ahora no sé si estás insultándome o alabándome—la chica puso los ojos en blanco, irritada.

-Tengo buenas vibras sobre él, ¿está bien? Parece ser un buen tipo y de fiar.

-Extraño. A mi me ha dado completamente lo contrario—cruzó sus brazos. Otra vez ambos quedaron en silencio, excepto por el sonido de un caramelo desemvolviendose por Lae— Oh por... ¡Lae!—chilló molesto— ¿Sus ojos brillantes te han encandilado?

-¿Qué? ¿De qué hablas?

-Tienes la misma cara de tonta de cuándo mirabas a Albert Becker jugar al fútbol—desvió la mirada— Que en paz descanse—dijo por lo bajo— En su defensa. Él me caía mejor.

-Te caía pésimo porque una vez te dio un pelotazo en la cara sin querer—Ryan separó sus brazos y levantó un dedo, decidido a defenderse. Pero lo bajo al instante.

-Puede ser. Pero me cae mejor que este Wolftang.

-Wolfgang.

-Como sea. Ese—frunció el ceño— Es mejor tener un ojo sobre él. Y ni se te ocurra mirarlo de aquella manera. Acuérdate que es un noble...—guardó silencio— ... es como ellos—susurró.

Lae suspiró. No tenía nada que objetar porque era cierto. Aunque ahora hubieran creado una alianza juntos, la realidad era que venían de mundos distintos. Y ellos no tenían mucho conocimiento sobre el mundo de los Azules como deberían. Wolfgang se había criado en este ambiente lleno de frialdad y grandeza. Debían tener los oídos y los ojos bien abiertos.

Miró la hora en el reloj que descansaba junto al espejo en el cuarto de su amigo. Ya se estaba haciendo tarde y tendría que volver a su cuarto para no levantar sospechas. Estaba segura que mañana tendría que levantarse témpano. Se levantó de la cama y se despidió de Ryan, ya cerca de la puerta, la voz de su amigo la detuvo.

-Cuídate—le dijo por lo bajo. Para tranquilizarlo, ella le sonrió.

-Tu también. Nos vemos mañana.

📷

-Par Dieu, tu es l'égale de maman—se escuchó una risa masculina— ¿Est-ce que tu vas aussi me gronder ?—otra risa más.

-Laisse-la dormir—ahora era la voz de una mujer que se hacía cada vez fuerte. ¿Qué estaba pasando?— Alexandre, te cherche—sintió que alguien la estaba agarrando. Si tan solo pudiera ver que estaba pasando, todo estaba oscuro, solo podía notar un poco de luz, pero todo era borroso.

Se escucharon unos pasos que iban disminuyendo, y luego el sonido de una puerta.

-J'espère que vous obtenez l'humour de votre père—la mujer rio. Si tío que estaba tocando su rostro—Lae. Tu es belle—una suave caricia surco por toda su mejilla.

La imagen se estaba formando. Podía ver algunos cabellos claros. ¿Tal vez rubios? Y un collar delgado que brillaba frente a ella. Parecía tener una piedra azul en el medio. Sólo podía escuchar su risa, la cua era cálida y sonaba tan amigable. Pero de repente, su voz comenzó a tomar un tono melancólico.

-Je me demande si toi et lui vous entendez...—suspiró con tristeza— ... je me demande aussi si ça va.

Si tan solo entendiera lo que está diciendo. ¿Qué era eso? ¿Francés? ¿Por qué estaba teniendo un sueño en francés? ¿Toi et lui? ¿Qué es toi et lui?

La mujer estaba por seguir hablando pero el sueño decidió terminar antes de lo esperado. O mejor dicho, fue cortado por otra voz femenina que gritaba el nombre de Laetitia, acompañada por unos fuertes golpes.

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