Capítulo 3

«9 años atrás...

Fueron dos meses, dos... En los que cada hombre de aquel lugar me había violado una y otra vez cuando, donde y como quisieran.

Agradezco no haberme vuelto una maldita adicta al sexo.

Cada vez que requerían mis "servicios" acudía a ellos con vestidos cortos sin nada debajo... Si tenía suerte, solo uno me tocaba, si no, dos, tres... Una multitud.

A mis 12 años supe lo que se sentía ser una esclava sexual...

Sin embargo, de todos esos hombres, había uno al que le gustaba violarme en privado, y lo hacía cuando tomaba de más, eso lo hacía también hablar de más.

Supe que era mi oportunidad de sacar a Fri de ese lugar, ya que no le habían hecho daño siempre y cuando yo sirviera con esmero al señor Schmidt y sus hombres.

Cada noche le emborrachaba y le sacaba información: dónde estamos, horarios de los vigilantes, quienes vivían en la casa, etc. Todo me lo contaba antes de caer rendido en el sueño. Nunca sospechó porque al día siguiente lo desvestía y le hacía creer que cumplió con su cometido.

Solamente así obtuve la información que necesitaba para salir de ese infierno...

¿Quién diría que después de nueve años estaría en la misma situación?»

El señor Schmidt lanza un alarido de placer cuando al fin lo he hecho llegar al éxtasis.

Le veo cerrar los ojos ante mis caricias.

Me levanto y él me toma de mi cintura —¿A dónde vas?

Sabía que no podía ser tan fácil...

Me siento encima de él y sonrió cuando jadea al sentir que no llevo nada por debajo de este asqueroso vestido.

—Eres una Zorra de primera...

—Usted me hizo lo que soy... —le sonrió haciéndole creer que concuerdo con su afirmación pero por dentro quiero matarlo y despedazarlo.

Sus manos exploran con impaciencia mi cuerpo mientras yo me mantengo neutral ante su toque —Eres una puta zorra.

Si, ya lo había dicho antes, pero entiendo sus ganas de creer que aún tiene dominio sobre mí —Soy tu puta zorra... —le digo sensualmente al oído, sabiendo lo que eso puede crear

Él me toma del cuello y me besa con fuerza, con exigencia y yo me dejo hacer sin esforzarme en devolverle el beso —Lo dije una vez... —habla al separarse de mí —Eres la puta zorra perfecta... —sonríe antes de arremeter con mi boca de nuevo —Vamos puta zorra... dame todo... —me suelta

Me levanto y me quitó el resto del vestido.

Su mirada me dice que está contento con lo que ve al haberme devorado ya con los ojos... Así que empiezo a bailar... Como hace nueve años, bailo, porque la vida de Fri depende de eso.

Cuando termino, me siento de nuevo a horcajadas en él lista para terminar con este asqueroso ritual. —¡Ah! —jadeo falsamente

Nada... Eso es lo que siento cuando él me toca y juega conmigo, hace 9 años, deje de sentir placer por el sexo cuando cada hombre del señor Schmidt al igual que él, me usaban como simple muñeca de trapo.

Pero si algo aprendí es que debía hacerlos creer lo contrario o no dejarían de torturarme hasta dañarme.

Cuando pensé que no sentiría nada... Apareció Adam.

Sacudo la cabeza para no pensar en él de nuevo y me limitó a terminar mi trabajo.

Cuando el señor Schmidt llega al orgasmo sisea de placer y cae encima de mí pero antes de abrazarlo me toma de las muñecas.

Astuto, sabe que no puede dejarme acercar a su cuello o sino...

Él levanta la mirada hacia mí y besa mi cuello —Tres meses... —jadea con dificultad —Te lo ganaste puta zorra...

Sonrió —Gracias amo.

¡Juro matarte!

.

.

.

Tengo mi maleta y las llaves de mi moto así como mi boleto.

Me he bañado con todo tipo de jabón y esencias para alejar todo rastro de su asquerosa esencia.

Pero eso no bastará para los nuevos traumas que vienen.

Salgo de aquella casa con la promesa de regresar en tres meses o morir en el intento.

Espero que la condición de Fri no sea una jodida broma o juro que me los cargo a todos...

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