Cap 4

Cuando estaba en mi mejor momento de cosas viscosas, sudor y una mujer debajo de mí, alguien tocó la puerta pero a pesar de la música elevada lo escuchaba todo, los gemidos agudos, el dolor de las uñas acrílicas en mi espalda y el típico olor del sexo. Pero me importaba un carajo que alguien me viera en tal acto, es solo una actividad física llena de un aire lujurioso que el ser humano está acostumbrado a hacer desde los tiempos de piedra. La mujer escondía sus pechos con mi cuerpo y sábanas húmedas mientras el tótem entraba y echaba un vistazo rápido a la peli roja. Cerró los ojos en el instante de mi última embestida y me señaló que saliera para ver algo que me interesaría lanzándome un celular que logro capturar en el aire con buenos reflejos, parecía que hoy iba a ver diversión con un nuevo repartidor de pizzas. La tía permanecía tendida esperando a que su respiración tomara su rumbo normal y que su cuerpo dejase de temblar, yo retiré el condón lleno de fluidos y al cabo de minutos salí de la habitación al escandaloso fiestón de la sala.

¿Qué mierdas de suponía que era esto? ¿Pegasus? ¿Un unicornio multicolor? ¿Hermafrodita? Su rostro me hizo acordarme una vez cuando mi interés en secundaria tomó rumbo en la mitología griega, no lo comparaba por su belleza, si no por su forma andrógina y rasgos esculpidos con delicadeza extrema. Asustado me mira, asustado de mí y de todos los que a su alrededor se encontraban. Había entrado en la boca del lobo, en su primera experiencia con las fiestas de seguro. Ojos vírgenes agrandados por la sorpresa, ojos vírgenes que no han visto diversión me observaban con cautela y algo me olía mal, esas manos de seda sin relieves montañosos de callos no son las manos de un trabajador o repartidor de pizzas, su piel era en extremo pálida, anémica, debe de odiar mucho el sol.

Definitivamente no se trataba de ello cuando vi un bulto grande de maletas en la entrada del departamento, mi tan esperado compañero de cuarto, ¿era esta niña? Pero decidí no acabar este embullo, algo de mi quería hostigar algo de él, de esa figura andrógina, y con mis manos llenas de todo lo que no ha visto este niño toco su rostro, su mentón extra suave confundiendo mis sentidos solo por pequeños segundos. Saco mi lado sádico, mi lado de querer ver personas llenas de humedad en ese rostro por las lágrimas y sin dejarle opciones lo inicié en nuestra familia, cosa que no pensaba hacer en un principio pero me hizo cambiar de parecer. Siempre acertando que mi día estaría lleno de colores chillones desde que le conocí.

Pero lo cierto es que días más tarde después de la iniciación me picaba el cerebro porque el polvo de princesa no había asomado su cabeza ni para dar el visto bueno. El último día que vi su cabello de calabacín estaba dando traspiés con sus maletas a rastras, tratando de ir a la habitación vacía. Desde esa noche no dio señales de luz.

Respecto a la familia, Tótem y el resto de la pandilla se la pasaron de curiosos, el tema candente de esta semana fue “la cereza del pastel”, el chico que recibió un elogio del tótem y se ganó mi trato especial, no paraban de hablar de ese alguien con un atuendo lleno de ponis cagando arcoíris multicolores, con su cara de aspecto fino y su frente con un letrero en letras fosforescentes diciendo “soy una gran nena”.

Sin extender esto más por mi capacidad de poca paciencia o mecha corta decido actuar. Hoy era lunes, llegó el día en que iba sacar esa conclusión de mi cabeza, iba a verificar si el colorido compañero de habitación todavía seguía con vida o las ratas se lo habían violado. Le mandé un SMS al tótem para que me echara una mano por si tenía que sacar el cuerpo apestoso y lleno de gusanos.

-¿La nena está muerta?-El tótem rompe el silencio.

-Creo que sí, es un poco sensible.

-¿Que le hiciste esa noche?

Hablando con el calvo frente a la habitación de mi compañero, pegamos narices a la puerta para oler algún que otro hedor y contesto:

-Me asusta tu preocupación calvo.

-No quiero cargar a un unicornio muerto.

Rompimos la puerta de una patada después de la corta charla. Me tapé la nariz por instinto, aunque debo decir, quedé maravillado con el aroma a mujer que estaba impregnado en toda la habitación. Decorada con guirnaldas azules en el ventanal, fachosas estrellas y brillantinas pegadas en el techo, las fotos de chinos o coreanos puestas en cada centímetro de pared, la sobrecama bien tendida y de color crema. En mi vida había visto tanto color reunido.

-Un ecosistema de ridiculez.-Dije y el calvo se descojonó de la risa.

Luego dijo:

-Parece que no hay nadie aquí.

-Baño, iré allí, y por tu madre, no le toques nada, esas cosas de su cuarto parecen estar deletreando: hipersensibilidad.

-Miraré debajo de la cama por si está podrido allí.

-Si estuviera podrido debajo de la cama como dices la peste nos estuviera matando.

Como había mencionado anteriormente, abrí la puerta del baño con intenciones de hacer una revisión encontrándome con una toalla azul cielo toda húmeda colgada en las cortinas de la bañera, esa toalla no era mía. Me acerqué a olerla si pensar que este acto pareciese pervertido, ya sabía que era de este nuevo compañero de habitación, un olor que seduciría la nariz de cualquier hombre sano si no supiesen de que se trata de la toalla de un hombre. Con este dato y un suspiro de alivio descarté de mi cabeza que tendría que cargar un peso muerto hasta el elevador. Despedí al calvo diciendo que los días de lunes no se hacían cosas especiales porque los lunes son odiados al igual que los domingos. Los días de lunes te quedabas en casa no pensando en nada, adiós preocupaciones que rondan en tus pensamientos, adornar el lunes de simpleza y nada más.

Me convencí de que todavía tenía el tiempo suficiente hasta que la nena llegase para arreglar la puerta de su habitación pero mi parte baja tenía la prioridad número uno cuando estaba inquieta y deseosa de algo cálido y húmedo, mi teléfono vibró, ya era la quinta vez y en los registros de llamadas y mensajes se encontraba el número de la chica que vivía en el apartamento 12.Mi mente voló de respectiva lujuria por tocar esos cabellos negros, no había más que carne contra carne, placer por placer.

-Mnnn, James, ¿qué hay de una segunda ronda?-Dice empapando mi cara de humo, aspiraba un tabaco más grande que su boca.

Acariciaba la manga de tatuajes de mi brazo derecho, a todas las mujeres con las que he estado les gusta. Dirigí mi atención a su cuerpo, la prenda interior color carmín llena de fluidos provocados por mí, esa intimidad pícara de las mujeres, me volvía loco.

-Aparta ese apestoso olor de mí, ahora mi habitación huele a cigarrillos, sabes bien que no los tolero.

-¿James, y la segunda ronda?

-Ahora no vivo solo.

-¿Y de casualidad eso importa? ¿Desde cuando te preocupa que la gente te oiga o vea?

-Es diferente, ahora vete.

Se regodea de un lado a otro dejando al colchón sin una sola sabana, todas cayeron al suelo. Le dedico mi última mirada, ella ya sabía lo que significaba.

-¿No me escoltaras hasta mi apartamento?

-Camina tu sola, esas largas piernas no son inválidas.

-Que quede claro, estoy insatisfecha, ven por la noche a mi habitación.

-Paso, ahora tengo que hacer de niñera.

Deja la puerta semi abierta despidiéndose con una sonrisa llena de picante. De nuevo tenía que arreglar la cochiquera llena de lápiz de labio, sabanas húmedas y estrujadas. “Más tarde arreglaría”, pensé. Nadie entra a este cuarto a no ser mujeres con intereses similares a los míos. Pero, si entrase ese chico, pagaría por ver su rostro. ¿Qué me respondería? De seguro me diría que soy un cochino vulgar, era mejor recoger ahora. Fui directo a las ventanas de la habitación para abrirlas, el cuarto necesitaba ventilarse, recojo el desastre de esa mujer y observo la caja de madera en forma de ataúd que yacía en un rincón del cuarto. El día siguiente de haber conocido a mi compañero sus padres ya estaban acosando mi teléfono, tuve que decir que todo estaba correctamente bien y que había llegado sano y salvo del viaje, fue pan comido, los padres de este niño eran tan tontos como él. Ellos me habían pagado una buena suma de dinero por dejar a su hijito quedarse en la única habitación vacía del edificio, en mi compañía. ¿Compañía, eh? Quien diría que después de años tendría un compañero de cuarto. Mientras recogía lo que podía del cuarto la tranquilidad del apartamento se vio forzada a desaparecer tras un melancólico grito agudo, la madera del pasillo traqueo con fuerza y resulta ser que había dejado caer sus rodillas de forma dramática en el suelo.

-Ups-Digo acerándome al desastre.-La puerta tiene arreglo.

- ¿P…Por qué? M…Mi privacidad.-Comienza a llorar.

-O…Oye, esto tiene solución, estas exagerando, ¿sabes?

No había manera de detener el mar de lágrimas, era estresante.

-Oye, ya está bien, eres un hombre, no llores, esto tiene arreglo.-Agarro los pedazos de bisagra y la puerta.- ¿Vez? Mírame, yo arreglo esto, es mi responsabilidad.

Siempre dije que aquellas personas que se pasan las 24h del día rompiéndose el culo tratando de complacer a alguien son los llamados payasos ciegos sin remedio. Es irónico, pero ahora, por primera vez en mi vida estaba desesperado por complacer a esta nena, como un payaso.

-¿Podrías dejar de llorar? Si quieres puedes dormir en mi cuarto, déjamelo todo a mí.

-No quiero tu cuarto, quiero el mío, arréglalo ahora, en este mismo instante, ¡ahora!

-Si tienes miedo a que te roben tus cositas de gays deberías de saber que a ninguno de nosotros nos gusta eso.-Digo ya algo irritado.

-Yo no soy gay, deja de estar insultándome cada vez que te plazca, estoy cansado, voy a explotar, se acabó, me mudaré de aquí aunque tenga que tomar un tren y esperar dos o tres horas para llegar a la universidad, aunque me tenga que levantar y darme el mayor madrugón de mi vida para ir a la Uni, yo me mudaré a otro edificio, no importa que sea en el fin del mundo mientras esté lejos de ti, basura.

-Aghhhh!-Tiro las bisagras al piso con furia.-No te vayas, escucha.

-¿Escuchar? Tu escucha, nunca en mi vida he pasado trabajo, desde que vine aquí he probado el infierno con mi propia lengua, mi chándal preferido es el objeto erótico de un cachalote, mi orgullo se fue por la borda y no he podido hacer un solo amigo en mi clase porque no hay señales de cerebro en el grupo de machotes donde me ubicaron momentáneamente porque se equivocaron de beca y me pusieron en una de deportes llena de animales con feromonas macho cabrío y ahora, después de una extenuante y rica vida universitaria vuelvo al inframundo para encontrarme con mi puerta echa tricitas y un demonio como tú tratando de limpiarse diciendo que milagrosamente arreglará esto, porque tú bastar…

Se me escapan las carcajadas interrumpiendo su especie de mantra religioso y digo:

-Pjajaja, esto es descojonante!-Mi risa le deja sin habla y abre la boca.

-No me lo puedo creer, ¿tengo cara de mono o estoy hablando en otro idioma?

-No, es…es que…-Sigo con las carcajadas.-Dios, mi estómago.

-Habla, satán-Haciendo pucheros enojones

-Nunca había oído a una persona quejarse tanto en solo un minuto, dijiste tanta mierda que mi casete fue reseteado varias veces.

-¿Y eso te da el derecho de reírte?-Cruza sus brazos y me tritura con su mirada.

-Mira, está bien, has tenido un mal día, pero no te sugiero que te vayas, este edificio tiene la mejor ubicación para las universidades, te arrepentirás una vez que pongas los pies fuera. Quédate.

-Esto me da mucho miedo, ¿por qué quieres con tantas fuerzas que me quede?

Tantas las razones que tenía para que no se marchara, pero entre ellas había una muy peligrosa que es la que me trituraba el cerebro cada vez que este chico salía del edificio. Esta princesa ya formaba parte de un grupo, de mi familia, y los otros clanes ya deben de saber algo, si lo dejo desprotegido no cuento con que sobreviva un segundo alejado de mi mano y sería un golpe bien bajo en nuestra casa si dejamos que uno de los nuestros salga lastimado. Porque la mayoría de los clanes de los distritos cercanos me temían u odiaban al no conocer mi rostro y supuestamente hacer lo que me plazca pasándome las reuniones mensuales de todas las pandillas por el forro. La otra razón trataba sobre la abundancia de dinero que gestionaba su familia en mi bolsillo por dejarlo quedarse aquí aunque la nena estuviese ajena de que sus padres me bendigan económicamente y me rogaran aclamando mi comprensión sobre mantener el acuerdo en secreto.

-No duraras ni dos segundos tratando de buscar un edificio en donde establecerte aunque pienses que eres muy capaz, me preocuparías, otra de mis razones es que eres un buen compañero.

-¿Seguro? ¿Buen compañero?

-Muy seguro.-Le muestro una sonrisa amplia de negocios.-Yo haré la comida y si quieres preparo los desayunos, también, espera unos minutos, esto se arregla fácil.

Este niño se lo había creído, ¿tan ingenuo me había salido?

Después de sonarse la nariz con el pañuelo que saca de su mochila dice:

-S…Si, e…estaré en la sala.

Me tomó más de lo esperado, estaba que no cabía en mi propio cuerpo, sudado y con tremenda hambre, mis manos llenas de grasa y mi orgullo un poco herido. Tener que rogarle a alguien por que se quede junto a mí, nunca imaginé que tuviera que pasar por esto, sinceramente o estaba envejeciendo o me estaba ablandando como boniato al vapor durante horas.

Hice una consulta rápida con el lavamanos y rocié un poco de agua en mi rostro, dejando atrás las herramientas de trabajo me dirijo a la cocina para poner en marcha la cena, el espacio era silencioso, no se sentía su presencia, como un fantasma, pero me vi obligado a cambiar de opinión cuando veo un regordete y flácido trasero levantado oscilando de un lado a otro, alguien tarareando en idioma coreano y robando aperitivos del refrigerador, la música se filtraba a través de sus audífonos, ¿qué tan alto tenía que estar el volumen? La toalla que traía en mi cuello se resbala de la conmoción, este nenita sí que sorprendía. Aún no se daba cuenta de mi presencia y siguió haciendo un intento de baile, devorando un panqueque y cantando a todo pulmón, la primera sonrisa que vi desde que puso pie en esta casa, cruzo mis brazos y reclino mi espalda en la pared, mis ojos recorriendo su evidente región glútea, tenía buena retaguardia para ser chico.

-Dios, permíteme grabar esto.-Dije, pero resultaba un inconveniente que mi teléfono se encontrara en modo avión por la cabecera de mi cama. Esto era demasiado entretenido, pero el hambre e estaba picando, quito el audífono derecho y le susurro bien pegado a su oído:

-Tengo que cocinar. Asique mueve tu culo a otro sitio y déjame vía libre en el refri.

Se le cayeron todo los bocadillos e hizo el intento de empujarme. Gritó por todo el recorrido hasta su recamara y allí con un portazo enojón me maldice.

-La puerta no tiene la culpa, acabo de ponerla.-Digo aguantando el ataque de risa.

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Comments

Faty Kaneki

Faty Kaneki

okay ,okay ,me sangran la nariz !! jajaja James,James ,el bichito del interés te pico y no solo a ti !! sin darte cuenta asta lo vas a consentir !
pero nuestro bebé es tan escurridizo que ,para captar su atención tendrás que aprender a bailar K-pop jaja

bebé sin darte cuenta estás creando una revolución en las bestias jaja serás la nena en la mente de muchos pero el niño de solo uno ,quien será el afortunado/a solo lo sabrá el futuro !!

2023-05-04

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