°Cinco°

Leonor fue llamada a los aposentos de Henry, no sabía a qué venía esta invitación pero tomando el consejo de su hermana Elvira asistió, al contrario de Enola que le aconsejó no ir. 

–¿Llamó por mi?  —Entró mirando alrededor, la pequeña mesa repleta de comida y cojines en el suelo para sentarse le daba un toque un tanto… romántico a los aposentos. 

–Toma asiento.  —Henry estaba en ropa para dormir, una camisa blanca suelta dejando ver un tercio de su pecho y un pantalón de tela fina verde, estaba sentado en uno de los cojines comiendo una fresa de aquella mesa pequeña. 

Leonor tomó asiento a su lado, ella tenía el pelo amarrado hacía un lado bajando por su hombro izquierdo, un vestido verde Lima con mangas blancas y diseños de plata en los bordes, no traía corona, ni aretes solo un pequeño y sencillo collar en su cuello blanco nieve y un tanto de curiosidad del porque estaba en los aposentos de Henry. 

–¿Por qué me envió a llamar? 

–Come antes de que se enfríe. 

El silencio no era tan incómodo como Henry pensaba que sería, esto era mejor que tener que soportar la aguda voz de Enola sonar en su cabeza todo el día, comieron a gusto sin necesidad de decirse una palabra plato tras plato, Henry le dio una pequeña mirada a Leonor con la esquina de su ojo izquierdo y la vio tomar un poco de pastel de crema con su dedo y llevarlo a su boca. 

–¿Eres una niña?  —Dijo poniendo su dedo pulgar en los labios de Leonor, deslizarlo hacía un lado suavemente y llevarlo a su boca, esto dejó desconcertada a Leonor ¿Que pasaba? ¿que era toda esa amabilidad repentina? Eso le daba la idea equivocada pero no quería arruinar el momento, lo estaba empezando a disfrutar de cierta forma. 

–Mi señor ¿ha disfrutado la cena?  —Tratando de buscar un tema de conversación para hablar con Henry Leonor preguntó lo más obvio tomando en cuenta que Henry acabó todo en su plató, era claro que disfrutó la cena.

Henry se levantó y ofreció su mano ayudando a Leonor a levantarse también, con las manos agarradas se dirigieron al balcón donde un pequeño mueble, cojines y velas enormes se encontraban, Leonor se sentó en un cojín y Henry en dicho mueble. 

–Siempre que las cosas sigan así, podremos llevarnos bien.  —Dijo Henry mirando las estrellas. 

–Al menos deseó eso su alteza, al menos eso.  —Respondió Leonor en voz baja. 

–Recibirás un regalo mañana en la mañana, úsalo para la fiesta. —Leonor asintió levemente con una pequeña sonrisa y los ojos brillosos, tal vez estaba equivocada, pero Henry estaba empezando a notar, la estaba tomando en cuenta. 

Las horas pasaron y aunque no hablaron de mucho, ni pasó algo entre ellos más allá de pocas palabras, se sintieron a gusto al lado del otro, por lo menos en ese momento, uno de los muy pocos momentos que valía la pena atesorar. 

–Que descanse su alteza. —Leonor hizo una reverencia antes de volver a sus aposentos y despedirse de Henry. 

–Antes de irte, quiero que tomes esto.  —Henry tomó una pequeña caja de su escritorio de la cual sacó un collar de piedras moradas, el mismo collar que Leonor le había devuelto un mes atrás— Esto te pertenece.  —Se lo puso en el cuello y deslizó por debajo de su sedoso cabello, acomodado para ella. 

–Gracias su alteza, prometo no enviarlo de vuelta nuevamente —sonrió viendo el collar en su cuello, aun si no combinaba con su vestido se veía hermoso. 

–Solo no lo pierdas de vista.  —A Henry no le gustaba recibir los regalos enviados de regresó, eso le molestaba a más no poder, su orgullo era herido cuando eso pasaba, y Leonor era la primera persona en rechazar un presente suyo. 

Una última reverencia y Leonor desapareció de la vista de Henry, este suspiro y volvió a su escritorio, lidiar con mujeres era un estrés extra para el, pero no se siente arrepentido por haber pasado tiempo con Leonor, si tan solo ella no siguiera todas sus reglas, ni aceptará todo con tanta facilidad, tal vez la podría ver con otros ojos, pero más que una princesa o futura reina parecía una criada, solo obedeciendo órdenes sin pensar por sí misma, eso era lo único que odiaba de ella. 

La mañana siguiente Elvira se presentó con Leonor quien la recibió con una gran sonrisa y un vestido morado con blanco, hecho de las mejores telas, con bordes dorados, botones de diamantes, una brillante corona a juego con los pendientes y el collar que Henry había enviado a hacer para ella. 

–¿Qué es todo esto? —Preguntó acercándose a ella, 

–Es un regalo de Henry ¿no es hermoso? Estoy tan feliz.  —Leonor no dejaba de sonreír y esto no facilitó las palabras para Elvira, ¿cómo podría decirle que su hermana y su esposo han dormido juntos, cuando está que salta de alegría? No podía, así que decidió callar, ya hablaría con Henry más tarde, Enola deberá volver a Ger con ella o contaría todo a Leonor. 

La fiesta se empezaría a llevar a cabo en la tarde, casi al anochecer, mientras tanto los invitados de otros reinos iban llegando, incluyendo a la Reina Letizia, ya que el evento no era tan grande así que invitados solo estaban algunas duquesas y sus acompañantes o hijas, Henry tampoco iba a asistir, tan solo para saludar y volvería a sus deberes, era una fiesta para las damas. 

–Su Majestad. —Leonor recibió el carruaje de la reina al lado de Henry, haciendo una reverencia ante su presencia, la reina le dio la mano y esta la beso como prueba de su respetó.

–"Yo debería estar en su lugar" ¿no es eso lo que piensas?  —dijo Elvira a Enola viendo la escena del saludo desde la puerta principal, a unos cuantos metros de ellos. 

–Pronto estaré allí. 

–siempre le has tenido envidia, ¿no es así? Todos la quieren. 

–¡Cállate! —exclamó en voz baja

–incluso es la favorita de mamá y papá ¿recuerdas? No tienes oportunidad.

Enola entró al palacio, no tenía tiempo para escuchar a Elvira y sus tonterías, tenía que tener todo perfecto ya las duquesas y la reina estaban allí debía mostrar su mejor cara. 

El banquete de entrada, la música, el baile de las criadas, el vino, todo estaba perfecto, la fiesta se disfrutaba alegremente y las sonrisas no faltaban. 

Pero de un momento a otro, se escuchó un fuerte estruendo del cual Enola fue protagonista, al desmayarse en medió del banquete.

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