El Ojo Del Huracan

El Ojo Del Huracan

“La Calma Antes de la Tormenta”

La mañana había amanecido tranquila. El sol se asomaba tímidamente entre las nubes, y una leve brisa mecía los árboles del parque. Era un día perfecto para salir a caminar, disfrutar del aire fresco y olvidar las preocupaciones del mundo.

Lucía había decidido hacer precisamente eso. Después de varios días encerrada en su apartamento, necesitaba salir a tomar un poco de aire fresco y alejarse de la rutina. Puso su música favorita en los auriculares, se puso los zapatos deportivos y salió a la calle con una sonrisa en el rostro.

Mientras caminaba por el parque, sintió que algo la observaba. Al principio, pensó que eran sus nervios, pero no pudo evitar sentir una extraña sensación de incomodidad. Algo en el ambiente le indicaba que algo no estaba bien.

Intentó ignorar la sensación y seguir adelante, pero cuando dio la vuelta en una de las esquinas del parque, vio algo que la dejó helada. Al otro lado de la calle, un hombre la observaba fijamente desde la entrada de un callejón. Era alto, de cabello oscuro y barba tupida, con una mirada fría y calculadora.

Lucía sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. No sabía por qué, pero algo en ese hombre le hacía sentir que estaba en peligro. Sin pensarlo dos veces, dio media vuelta y empezó a caminar con rapidez en dirección contraria. No quería saber qué planes tenía ese extraño con ella, pero no iba a quedarse para averiguarlo.

Caminó con rapidez, pero no corrió. No quería llamar la atención del hombre, pero tampoco quería quedarse a su alcance. Miraba constantemente por encima del hombro para ver si él la seguía, pero por suerte, parecía haber desaparecido. Lucía se sintió un poco más tranquila, pero no del todo segura.

Decidió acortar el camino y volver a su apartamento. Necesitaba estar a salvo, encerrada entre cuatro paredes y lejos de cualquier peligro. Caminó por las calles con la misma sensación de peligro que la había invadido en el parque. Se sentía vulnerable, expuesta, como si cualquier cosa pudiera pasar en cualquier momento.

Cuando llegó a su apartamento, suspiró aliviada. Por fin estaba a salvo. Cerró la puerta con llave y se dejó caer en el sofá. Todo parecía normal, pero algo en su interior le decía que la calma no duraría mucho tiempo.

La tarde transcurrió con normalidad. Lucía se dedicó a hacer las tareas del hogar, ver una película y navegar por internet.

Pero no podía quitarse de la cabeza la sensación de peligro que había sentido en el parque. Era como si el hombre de la barba tupida la estuviera observando desde la distancia, esperando el momento oportuno para atacar.

Cuando llegó la noche, Lucía decidió acostarse temprano. No quería estar despierta cuando el peligro acechaba en la oscuridad. Se metió en la cama, se arropó con las sábanas y cerro los ojos, tratando de dormir y olvidar sus preocupaciones.

Pero el sueño no llegaba. Lucía se revolvía en la cama, tratando de encontrar una posición cómoda. Cada vez que cerraba los ojos, veía la imagen del hombre de la barba tupida observándola fijamente desde la oscuridad. La sensación de peligro seguía presente, como si estuviera esperando el momento para atacar.

De repente, Lucía escuchó un ruido en el pasillo. Se quedó quieta, tratando de escuchar con atención. ¿Había alguien en su casa? El miedo la invadió de nuevo, haciéndola sentir vulnerable y expuesta. Trató de calmarse y pensar con claridad. Tal vez solo era su imaginación, o tal vez había una explicación lógica.

Pero el ruido se volvió más fuerte y constante. Alguien estaba moviéndose en el pasillo, acercándose cada vez más a su habitación. Lucía se puso en alerta, buscando algo que pudiera usar como arma en caso de necesidad. Pero no encontró nada. Solo tenía sus manos y su voz.

El ruido se detuvo justo delante de su puerta. Lucía contuvo el aliento, esperando lo peor. Pero la puerta no se abrió. El silencio volvió a reinar en la habitación, haciéndola sentir aún más nerviosa.

Después de unos minutos, Lucía se armó de valor y decidió salir de la cama para investigar. Caminó con cautela hacia la puerta, tratando de no hacer ningún ruido. La abrió con lentitud, y al asomarse al pasillo, no encontró nada fuera de lo común.

Sin embargo, cuando regresó a la habitación, se dio cuenta de que algo había cambiado. La ventana estaba abierta, y el viento frío de la noche entraba en la habitación. Lucía se sintió estremecer de frío y de miedo. Alguien había estado en su habitación, y había escapado por la ventana.

La sensación de peligro era cada vez más fuerte. Lucía se dio cuenta de que la calma que había experimentado en la mañana no era más que la calma antes de la tormenta. Algo estaba por pasar, y ella no estaba segura de estar preparada para enfrentarlo.

Se acurrucó en su cama, tratando de calmarse y pensar con claridad. Necesitaba estar alerta, lista para cualquier eventualidad. La noche iba a ser larga y peligrosa, pero no podía permitirse dejarse vencer por el miedo.

Con esas ideas en su cabeza, Lucía cerró los ojos, decidida a esperar lo que viniera con valentía y determinación. La calma antes de la tormenta había pasado, y era hora de enfrentar lo que la noche tenía preparado para ella.

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Comments

Eudoro Morales Duarte

Eudoro Morales Duarte

hasta ahora parece una buena novela

2023-05-08

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