Edgar decide que ahora si hará lo que se planteó desde un principio y eso es robar las botellas mejor añejadas de la amplia colección de su padre y que probablemente y apenas se dé cuenta de que alguna de ellas hace falta.
Lo siguiente que hace es ir a buscar a su primo, que por supuesto ya ha empezado la fiesta sin él.
Finn Wingrove a diferencia de su hermano, no tiene sus niveles de moralidad tan altos, que no tiene reparos en acompañarlo en cada locura que se proponga, siendo en todo momento su cómplice, algunas veces incluso Bastien se les ha unido, pero no tantas como con Finn, que lo puede considerar su confidente, al único que no dudaría en confiarle su vida incluso, pero si bien le tenía gran cariño a su primo, había algo que no le gustaba de él, o en realidad envidiaba y eso era la relación con sus padres.
Su madre y la de Finn son hermanas mellizas, pero sus diferencias no son tan ligeras como la gente piensa cuando las ve, las diferencias radican en su personalidad y sobre todo en la educación que les han dado a ellos como sus hijos.
Su tía Rosalie era mucho más amable, que, aunque también le importaba mucho el qué dirán, no era tan estricta a la hora de corregir las actitudes de Finn, quien creció siendo mucho más consentido que cualquier otro niño que conociera.
Tanto su tío como su tía estuvieron presentes en cada cosa que él hiciera, mala o buena, era muy distinto a él, que siempre era su madre quien estaba ahí y solo en casos que sobrepasaban el límite era cuando su padre aparecía con el mismo semblante.
Decepción, en realidad, ya era más cansancio, completamente harto de tener que limpiar sus desastres.
Eso solo hizo que la envidia hacia su primo creciera con el pasar de los años, el rencor hacia la indiferencia que sus padres sentían hacia él, no podía ser fingida ni por el mejor actor.
Por eso quiere olvidar, fingir que no es el heredero del emporio Cumberland, de cada una de sus obligaciones, convertirse en un completo loco, antes de atarse a un matrimonio, que solo se compara con ir directamente a prisión por voluntad propia, pasar el resto de su vida a lado de una mujer que lo único que tenían en común, era su amor por el dinero y la seguridad de mantener todas sus comodidades, su compatibilidad era la misma que la de un ave y un pez, es decir nula.
Llega hasta donde su primo se divierte, con una chica en cada brazo, Finn le saluda, su altura es considerable, que es inevitable que no resalte en medio del grupo que ha empezado una competencia improvisada, que consistía en hacer que una pelota de ping-pong entrara dentro de uno de los vasos, el castigo de fallar más de tres intentos era beber lo que ese caso desechable contuviera.
Decide unirse al juego, que solo eran gritos, risas, y apuestas a punto de cumplirse, los demás lo recibieron de buna gana, sobre todo cuando trae una ofrenda, que no son más que las dos botellas que tomo de la cava.
Pronto él ambiente cambia de forma drástica a su alrededor, haciendo que esa aburrida reunión de gente snob, se convierta en una verdadera fiesta, muy a pesar de que la razón de esta sea una situación lamentable para Edgar.
A Edgar ni siquiera le importo no volver a ver a su prometida, ni siquiera pensó en ella en un solo momento, estuvieron juntos el tiempo suficiente tras dar el anuncio de su perfectamente planeado compromiso, que también era para dar a conocer la fecha estimada de la boda, esperaba que, en algún punto de la fiesta, ella
también encontrará la forma de divertirse, así no tendría nada que recriminarle cuando todo terminara y tuvieran que volver a su papel de pareja enamorada.
Luego de un par de rondas más, el alcohol ya había hecho efecto en el sistema tanto de Finn y Edgar, aunque ambos por razones diferentes, Finn estaba ebrio, no porque fuera mal en el juego, de hecho, era obvio su destreza, porque estaba prácticamente invicto, la razón era que en su acto de caballero seductor se tomaba la bebida de las chicas en las que estaba interesado, como parte de su juego de ligue y al parecer un par ya había caído, por su parte Edgar era pésimo, apenas y había ganado una vez, las demás perdió y tuvo que beber, pero nada de eso lo desanimo, más alcohol, era aplazar el volver a la realidad.
Luego de un par de rondas más, el alcohol se acabó, además de que Edgar se aburrió, por lo que arrastro a su primo lejos de ahí, ganándose un reproche en el camino por despegarlo de los brazos de la despampanante rubia con la que se besaba como si quisiera chuparle el alma.
Egdar necesitaba encontrar su siguiente objetivo de distracción, que fuera lo suficiente para mantener los ánimos al máximo.
––Edddddddddd~,
Edddddddd~ ––canturreo Finn con la voz rasposa a causa de haber gritado durante todo el juego.
Si bien Finn podría ser del doble de tamaño que Edgar, disfrutaba ser infantil de vez en cuando, sobre todo cuando estaba ebrio, porque le parecía divertido, molestar a su primo, como cuando eran niños, porque sabía que Edgar nunca le negaría nada.
––¿Qué quieres ahora?
––No te cases, ese matrimonio es como si fueras a enlistarte o peor tomaras los hábitos, cuando siempre te escabullías, cuando la tía te llevaba a la misa de los domingos––dice Finn quejándose como si a él le afectara, eso hizo sonreír de medio lado a Edgar. ––¿Cuál es el beneficio de acostarte con la misma mujer toda la vida?
Edgar no sabe cómo ha podido caminar sin caerse al tener Finn colgándole del cuello, a veces quisiera ser un mejor primo y medir los niveles de alcohol ingeridos de Finn, pero sabe que sería hipócrita de su parte, aun cuando cargar con su primo menor fuera una molestia.
Entonces pasan cerca de los jardines traseros, y Edgar ve a una joven dirigirse a la zona menos iluminada, por el uniforme que traía, sabía que era uno de los tantos empleados que contrataron para esa noche, pero lo que le llamo la atención fue otra cosa, el parecido con una fotografía que su padre guarda con cariño, pero que ha sido un veneno que ha mermado en la relación de sus progenitores.
Puede tratarse de una simple ilusión generada por su estado etílico, pero lo cierto es que no tiene duda de lo que ve y por ende no se arrepiente de la locura que está a punto de hacer y eso es tener la alocada noche que no pudo concluir a causa de su querido hermano, porque siempre obtiene lo que quiere, sea como sea.
––¿A dónde vamos Ed? ––pregunta Finn.
––A cerrar la noche con broche de oro.
––¿En serio?
––Si y acabo de ver justo lo que necesitamos.
Finn deja de colgarse de su primo y sigue a donde se dirige su mirada y al ver a aquella chica, ninguno se los tiene más que decir, ambos comparten una sonrisa socarrona y van a donde aquella chica se dirige, abordándola justo antes de que pudiera regresar.
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