Capítulo 4

Al día siguiente...

Marvin había sido aceptado en la Escuela Primaria Bumi Bangsa, y aunque la escuela estaba bastante lejos, estaba decidido a trabajar duro para ganar dinero y poder comprarse una bicicleta.

Ya entrada la tarde, Marvin vendía los aperitivos caseros de su madre, aunque normalmente solo los vendía hasta última hora de la tarde porque su madre no le permitía vender más allá del anochecer.

La verdad es que la señora Rena nunca había estado de acuerdo con la venta de Marvin, prefiriendo ganarse el sustento ella misma, pero Marvin insistía en contribuir al trabajo de su madre, sin sentir vergüenza alguna, a pesar de que sus compañeros de su edad normalmente disfrutaban de su infancia jugando con amigos.

Contando las ganancias del día, una sonrisa se dibujó en sus labios - había vendido todos sus productos.

"Ciento veinte mil."

"Ciento treinta mil."

"Ciento cuarenta mil."

Había ganado solo ciento cuarenta mil, pero su felicidad era inmensa, ya que rara vez veía una cifra así.

Al ver un puesto de pollo frito en la calle, se le hizo la boca agua a Marvin; había pasado mucho tiempo desde que él y su madre se habían deleitado con pollo frito, lo que aumentó su deseo de comprarle algunos a ella.

"Hermano, por favor, dos piezas de pollo frito", dijo Marvin alegremente, ilusionado con la idea de cenar pollo frito con su madre.

"Claro, chico. ¿Quieres muslos, alas o pecho?" preguntó el vendedor.

"Solo muslos, por favor".

El vendedor rápidamente empacó dos piezas de muslos de pollo y se los entregó a Marvin, anunciando: "Veinte mil en total, chico".

"De acuerdo," respondió Marvin, metiendo la mano en el bolsillo y entregándole al vendedor el billete de veinte mil.

...****************...

Al llegar a casa con el pollo frito destinado a ser compartido con su madre, el hambre de Marvin fue reemplazada por el shock al encontrar la puerta principal abierta de par en par.

Corriendo hacia la casa, llamó: "¡Mamá... mamá!"

La escena que se encontró fue desgarradora; su madre yacía ensangrentada en el suelo. Descartando el pollo comprado, corrió hacia ella para abrazarla.

"¡Mamá!" El llanto de Marvin rompió el silencio; lloró incontrolablemente.

"¿Quién hizo esto, mamá?"

La señora Rena estaba consciente, aunque respiraba con dificultad y sentía dolor, su abdomen había sido apuñalado varias veces por un agresor desconocido.

Presionó un dedo contra sus labios, indicando a Marvin que se callara. Él no podía comprender por qué ella quería que se mantuviera en silencio.

Se oyeron pasos; alguien más estaba en la casa.

"¡Rápido, escondeos, Marvin!" La respiración de la señora Rena se entrecortó al hablar.

Marvin sacudió la cabeza, sollozando.

"Tienes... que... sobrevivir, Marvin. Mi... mi sueño es verte crecer, mi amor. Quiero que seas un hombre exitoso, que vivas feliz con una familia algún día". La señora Rena hablaba entre lágrimas. El dolor de su última noche juntos era insoportable, ya no podía proteger a su hijo y no sabría qué sería de su vida después de esto.

Secándose las lágrimas, Marvin escuchó cómo los pasos se acercaban; tenía que correr, buscar urgentemente ayuda para su madre, aunque su casa quedara lejos de otras viviendas.

Intentando desbloquear una ventana para escapar, fue descubierto demasiado pronto.

Marvin se volvió y quedó paralizado al ver a un hombre parado a poca distancia de la señora Rena, con un rostro desfigurado por una cicatriz que le daba un aspecto temible.

No muy lejos de la señora Rena, el hombre miró a Marvin, a diez metros de distancia, riendo amenazadoramente. "Jajaja... ¿a dónde crees que vas, chico despreciable?" Agitó un cuchillo ensangrentado que podría haber sido usado contra la señora Rena.

"No juegues conmigo, ven aquí". El hombre llamó a Marvin con un dedo torcido; su voz ronca envió escalofríos por la espalda de Marvin.

La señora Rena se aferró a la pierna del hombre para contenerlo, dándole a Marvin la oportunidad de escapar. "¡Marvin, corre rápido!"

"¡Corre, Marvin!"

Las lágrimas caían por las mejillas de Marvin, debatiéndose entre el instinto de quedarse con su madre gravemente herida y no quedar en vano después de su sacrificio.

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