Kimberly
En el campus:
Veo a la misma chica hace una semana, en el mismo lugar, agachada frente a un arbusto cerca de las canchas. Solo voy allí para sentarme bajo los árboles que rodean el sitio, siempre escondiéndome del género masculino. Sí, aunque no lo crean funciona, lo que menos miran es a una empollona bajo un árbol. En fin, volviendo a la muchacha, siempre la escucho como llamando a un gato y poniéndole comida, pero lo gracioso es que la gata, porque es una hembra, nunca se muestra ante ella. Sale cuando se va, toma la comida y regresa feliz la desgraciada. Lo cual me provoca mucha gracia, ya hasta le hice un vídeo y hoy pienso mostrárselo a la chica estafada.
Cuando la veo llegar me presento y le explico lo que pasa, para luego mostrarle la evidencia que la hace reír, es agradable conocer a alguien que tiene buen humor. Comenzó a contarme que es una gata callejera que encontró embarazada y desde entonces la alimentó, luego desapareció para tener sus gatitos y volvió, pero no le muestra dónde están y quiere ayudarla. La verdad es que si el animal no desea que los vea es por gusto, pero igual voy a ayudarla.
—¿Me dejas probar?
—Claro, aquí tienes, ya veo que a mí no me quiere.
Sonrío tomando la lata de comida y me acerco tranquila al arbusto, en donde me siento frente a este. Pongo la comida a mis pies y solo espero, dos minutos después la gata salió a observarme. No me moví, nada más dejé que decidiera si confiar en mí o no. Por suerte lo hizo e incluso me dejó acariciarla, fue cuando le dije a la chica que se acercará. Esta vez sí se ganó su confianza y le permite acariciarla, luego de que le embarre la mano con comida, claro.
—¿Cómo lo hiciste?
—Soy buena con los animales, de hecho, soy veterinaria.
—¡Wow! Es increíble, ¿crees que me muestre donde tiene sus gatitos?
—Por ahora solo sigue ganándote su confianza, cuando los gatitos sean más independientes vendrán a ti.
—Muy bien, gracias. Por cierto, me llamo Sofía.
—Un gusto, el mío es Kimberly.
Fin del encuentro
De ese modo fue que comenzamos a unirnos más y más, hasta el punto en que le conté sobre la pérdida de mi segunda madre. Pero el mundo es tan raro que a veces une a almas que han sufrido las mismas desgracias. Sofía me reveló un día que ella también tuvo una mala experiencia por la que vino a estudiar tan lejos de casa y volver a entrar en la universidad. El hecho es que el mejor amigo de su padre abusó de ella cuando era una adolescente y nunca lo contó, nada más huyó, hasta hace unos años que volvió a intentarlo y entonces lo denunció. Pero el tipo es millonario y salió al final, sus padres para protegerla la alejaron. Lo que demuestra que enfermos malditos hay en todas las capas sociales, con dinero o sin él.
Aun así, lo más extraño es como ambas actuamos después de haber pasado por estos terribles momentos. Mientras que yo evito y me alejo de todo ser masculino, ella decidió no temerles e incluso a enfrentarlos de ser necesario. Como quisiera ser como ella, es un ejemplo de mujer aguerrida que reconoce lo que le sucedió mientras que yo lo entierro.
Medio año después:
Sofí me tenía loca con que me quedara a vivir con ella y le prometí que como ya terminaba la mitad de mi maestría, me mudaría. Pero eso sería después de la fiesta que celebraremos mis compañeros de curso y yo, por habernos graduado de la primera parte para pasar a la siguiente. Es tonto, pero siempre hay que buscar algo porque celebrar, ¿verdad? Bueno, también había otro motivo para que se demorara mi cambio de hogar y era la bendita operación que debía hacer. La cual sería al día siguiente de la fiesta, por lo que no me podría trasladar hasta terminar con esta, puesto que un millonario esperaba a que la esterilización de su perro estuviese hecha.
Apenada, debo reconocer que aún no he podido comprarme un auto por lo que me traslado en transporte público, a mucha honra, por cierto. Sin embargo, tengo una gran amiga que se apiadó de mí y me prestó uno de sus autos. Para que al día siguiente me pudiese mudar sin problemas y, además, fuese a la fiesta sin gastar en taxi. Ella tenía dos carros, según su punto de vista sus padres son unos exagerados y se queja de estos constantemente. Lo cual me hace recordar mi pasado y lo mal agradecida que fui con los míos. Eso hace que le llame la atención de vez en cuando, creo que por no tener a los míos trato de que entienda que los necesita. Lo que lleva a que me abrace y llore por mí como tonta. Después de todo es una bendita alma, es toda una nube esponjosa de amor, además de adinerada, pero hey, es mi amiga.
En fin, que terminé aceptando su oferta, tomé las llaves del auto, lo cargué de combustible y me fui a mi fiesta luego de prepararme para esta. Nada del otro mundo, un pantalón y una blusa cómoda acompañados de un sencillo maquillaje con mi pelo recogido en trenza. No me gusta resaltar, mientras menos se fijen en mí, mejor, más segura me siento.
Cuando llegue a la fiesta, que observe el ambiente, me decidí por tan solo tratar de saludar e ir a una esquina, pero no me dejaron. Y aunque nunca pensé decir esto, me alegro, pues me divertí un montón. Claro, nunca dejé de vigilar el lado masculino claro, pero, aun así, lo disfruté a mi manera. Todos eran muy agradables y siempre había tema para hablar e incluso buena música, aunque no soy de bailar. Como tenía que manejar para regresar de vuelta, nada más tomé algo de ponche y decidí volver a casa a eso de las diez de la noche. No querían dejarme ir, sin embargo, debía acostarme temprano debido a la cirugía del día siguiente. Así que luego de despedirme de un grupo alcoholizado emprendí el camino.
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