Todo es tan confuso, tenía siete años cuando escapamos y aunque mis padres digan que nos mudamos porque a mi papá le llegó una mejor oferta de trabajo, no es cierto. Lo que recuerdo y pude comprobar posteriormente, al escucharlo de ellos mismos, es que huimos en medio de la noche como cobardes. No los critico, mi padre es quien se expresa de esa manera, ¿por qué? No lo sé, quizás algún día me atreva y le pregunté, ¿quizás?
Lo cierto es que hace ocho años que llegamos a este pueblo, que no es pequeño, pero tampoco es una ciudad. En él he crecido tratando siempre de encajar, pero por alguna razón nunca lo he logrado. Quizá porque soy la rara hija del guardabosques. Afortunadamente, algo cambió y en solo estos dos últimos años he logrado entrar en un círculo de chicas, quienes tenemos como amor el estudio. En resumen, lo más extraño que vamos a hacer como grupo, es conversar sobre algún trabajo inacabado. Expresar nuestros sueños acerca de las universidades a las que deseamos asistir o ver películas.
Por esa razón, aunque se me hayan negado mil veces las salidas de noche y debido a esto siempre he sido la anómala, (ya que a todo lo que me invitan debo decir no), voy a intentarlo. Sí, bien, es hora de perder la saliva para encontrar algo de libertad. Avanzo decidido hacia la cocina en busca de mi madre, pensando en que realmente me enoja que haga lo que haga, (como ser la mejor del aula), no hay forma de que ceda y eso me tiene muy molesta. Tan pronto como entro, ella ya levanta una ceja, sabiendo de seguro a qué he venido.
—¡Mamá, por favor!
Le ruego con las manos en forma de rezo.
—Ya dije que no irás a ninguna fiesta o reunión o lo que sea. Aún no tienes edad suficiente para andar en celebraciones que de seguro traerán alcohol.
—¡¿Alcohol?!
Mi padre ha bajado el televisor, ahora solo escucha lo que hablamos, pero para rematar de seguro embutirá su cuchareta en algún punto.
—Mamá no habrá nada de eso, solo vamos a ver películas y comer mucha comida chatarra.
—De seguro va el joven ese que vi el otro día hablándole en la escuela.
“¡Ah, sí! ¡Ahí está! Agregando información innecesaria”. Pongo los ojos en blanco al recordar que soy de las adolescentes que llevan y recogen sus padres, qué vergüenza.
—No, papá, es una fiesta solo de chicas en casa de Amanda, no habrá ni alcohol ni chicos. Por favor, ya me ven como rara porque vivo en el borde del bosque lejos de los demás.
Mamá alzó una ceja y sé bien como terminara la frase siguiente.
—Eso no tiene nada de raro, tu padre trabaja como guardabosque y vivimos aquí para que cada noche pueda regresar a casa con nosotros. Endereza tu columna, es muy feo que una dama tenga los hombros caídos.
Ruedo los ojos esta vez, porque estoy cansada de que no entiendan que por culpa de ambos estoy sufriendo. Y quien se preocupa tanto de la postura o lo que dice o como habla una adolescente, eso me saca más de mis casillas. Todos se burlan de la chica del bosque por hablar como niña fina y remilgada, es bastante agobiante tener que pasar por eso. Entiendo que han perdido a mi gemelo y temen también perderme a mí, sin embargo, olvidan algo importante. No existe nadie mejor que yo para saber y sentir cuánto duele su partida. La cual, por cierto, muchas veces no me parece real, porque para mí sigue estando vivo, puesto que lo siento aquí en mi pecho. Solo que he dejado de decirles a ellos porque eso los hiere y de todas formas no me creen. Igual, debo seguir viviendo sin saber dónde está, quizás algún día logre irme de aquí para buscarlo. Por ahora solo necesito sobrevivir a este encierro para no ahogarme con tanto y ellos no me lo facilitan, lo cual me pone a hervir mi sangre.
—¡Bien! No me dejen ir, total, qué más da que estén haciendo mi vida cada vez más difícil.
Dije enojada a más no poder, pues la verdad es que mis padres me agobian con su sobre protección. Por una vez quiero que me dejen rasparme una rodilla y no que me pongan en una vitrina como si fuese de adorno. Quiero correr mis propios riesgos y abrir mis alas al viento. Bueno, ojalá hubiese entendido en ese momento que quizás no debí pedir tanto. Camino hacia mi cuarto con la intención de lanzar la puerta con todas mis fuerzas, pero un disparo me detiene en seco. Asustada le pregunto a mi madre que fue eso y esta viene corriendo hacia mí mientras mi padre maldice como nunca lo vi hacerlo. Mi mamá me toma por los hombros y me hace centrar mi atención en mirarla a sus ojos azules.
—Escucha, corre a todo lo que den tus pies, no te detengas hasta estar a salvo. No mires atrás, no confíes en nadie, ¿me escuchas?
—Si… pero ¿qué está pasando?
—Hija, te amamos mucho, no pierdas el collar que llevas, no se lo des a nadie y no lo muestres hasta que este te indique que debes hacerlo. Creeme, este te dirá que hacer. Otra cosa, no dejes que cualquiera vea tu marca de nacimiento en tu omóplato derecho. Sé que no entiendes nada de lo que digo, pero lo harás. ¡Ahora corre!
No he parado de correr desde que mi madre me dijo que lo hiciera, tampoco he podido detener mis lágrimas. Con tan solo quince años acabados de cumplir he vivido tres de los momentos más extraños y fuertes de mi vida. Mi hermano fue raptado, mi hogar y mis abuelos fueron exterminados provocando que perdiera mis recuerdos. Y ahora mi casa ha sido asaltada por unos hombres que no conocemos. Los cuales, sin un aparente motivo, han escogido hacernos daño. ¿Por qué? No lo sé, nada más puedo decir que mi madre me ha empujado hacia el bosque y me ha pedido que corra.
Llevo un tiempo corriendo, estoy agotada y tengo hambre, pero los gritos de mi madre aún resuenan en mi cabeza. Si pudiese volver el tiempo, solo desearía que volvieran a protegerme hasta el cansancio y que el destino del que una vez escapamos, nunca nos hubiese alcanzado. Pienso así, porque algo me dice que han muerto, un vacío en mi pecho golpea, duele, me siento algo mareada y aunque trato de saber qué hacer no puedo concentrarme. Siento una voz que me habla, de hecho, hay dos voces en mi cabeza, pero es demasiado, no logró abrir mi mente y canalizar su mensaje. Lo intento una y otra vez hasta que terminó agotando mis fuerzas y solo pierdo el sentido cayendo como un saco de papa en el medio del bosque.
Entonces una nueva voz me trae de vuelta y cuando logro fijarme en quien es, me siento animada. Ver a Robert, el chico que me gusta de la escuela me llena de esperanza. Hasta que escucho que dice: “lo siento”. Entonces no entiendo por qué me dice que lo siente hasta que comienzo a ver con quienes anda y conectó los puntos. Es parte de aquellos que nos han atacado y hecho daño a mi familia, solo le puedo preguntar por qué, mientras escucho a los otros burlarse y sus ojos pedirme perdón. Lo que vino después, bueno, digamos que por eso sí que quería tener amnesia. Fue un año para volverme loca y desear constantemente desaparecer por completo del mundo.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 76 Episodes
Comments
Viviana Bustos Aldana
La han mantenido en un cristal y no le enseñaron ni a defenderse 🤦♀️🤦♀️
2024-11-30
1