capítulo 4

Ya acabando de platicar con mi amigo, me dirijo a la oficina de don Antonio. Al tocar, una voz gruesa contesta:

-Adelante.

-Muy buenos días, don Antonio. Vengo a entregarle mi carta de renuncia.

Don Antonio me mira fijamente de arriba a abajo, sorprendido. Nunca se había imaginado que yo fuera al día siguiente a entregarle mi carta de renuncia. En ese momento, se sorprende y me dice:

-¿Estás segura de darme tu carta de despido? Una vez que la reciba, no habrá vuelta atrás. ¿Estás segura de lo que vas a hacer?

En ese momento, no me siento más segura en mi vida que en ese momento, estando frente a él con una gran sonrisa. Me dirijo y se la entrego en sus manos, diciéndole que estoy más que segura de querer dejar mi empleo. Él me felicita y me dice que siempre voy a tener las puertas abiertas en su restaurante. Agradezco por todos los servicios que hice ahí, le dedico una pequeña sonrisa al despedirme de él y de mis demás compañeros.

Ya saliendo del gran restaurante, me dirijo lo más rápido que puedo a mi nuevo empleo, tomando un taxi, ya que el tiempo es muy corto y hay mucho tráfico. Parece que va a haber una gran tormenta, ya que el día está muy nublado. Lo único que hago es observar mi reloj. Estoy preocupada, ya que mi entrada tiene que ser a las 7 en punto. No puedo fallar, y siendo mi primer día de trabajo, en ese momento empiezo a sudar y me siento estresada. No veo la hora de llegar.

El taxista pone su vehículo en movimiento y al ver que ya estamos en camino, me da un poco de tranquilidad. Ya estando al frente de la gran empresa, me sorprendo sin poder creer que ahí voy a trabajar. Al bajarme del vehículo, me dirijo al chofer para pagarle su carrera. En ese momento, tomo mi bolso y me dirijo a la recepcionista. Al ingresar, lo primero que me informa es que mi uniforme ya está listo y que tengo que utilizarlo, ya que son las políticas de la empresa que cada trabajador debe tener su respectivo uniforme.

Tomo mi uniforme y me dirijo a uno de los baños, colocándome el pequeño uniforme. Sorprendida, miro ese uniforme.

Nunca pensé que fuera tan revelador, ni en mis pensamientos lo había imaginado así. Yo pensé que me iban a dar un pantalón muy discreto con una camisa, y en cambio, me dieron una falda con una chaqueta de color blanca. La falda no me agrada mucho, ya que es muy corta y muy reveladora. Me da vergüenza verme en el espejo así. Lo que hago es intentar bajar la falda lo más que puedo, ya que tengo piernas pronunciadas y un buen trasero.

Ya saliendo del baño, me dirijo a uno de los armarios para guardar mis pertenencias. En ese momento, me dirijo a la secretaria, quien me hace firmar unos documentos de mi contrato.