En el presente, sin duda alguna, estaban más grandes, pero no por eso habían dejado de hacer lo que les gustaba.
Ilay nada más estaba de brazos cruzados sobre su pecho mientras miraba si tenía sus uñas demasiado largas o demasiado cortas. No lograba entender cuál era en realidad lo que le pasaba, pero soltó un suspiro. Vio un chico pasar volando frente a sus ojos y como chocaba con unos botes de basura. Ya había perdido la cuenta de cuantas cosas había escuchado quebrarse. Ya no sabía distinguir entre un grito de agonía o un simple grito.
Miro el lugar donde se encontraban y que era bastante abandonado, pero también lleno de ratas. Y no precisamente las ratas de cola larga que eran cazados por los gatos, más bien eran las ratas de dos piernas que iban por la vida creyéndose mejores que otros hasta que realmente encontraban a alguien que era mejor que otros.
Escuchó a su hermano reírse y vio como les repartía un par de patadas a un par que estaban tirados en el suelo. Vio como tomaba a uno para casi mandarlo volando y luego tomar a otro como si fueran simples plumas.
No estaba cansado en lo absoluto y se podía pelear con cien más por puro gusto y para quitarse el estrés.
—¡Vengan de nuevo! ¡Vengan y verán quien es quién!
Los chicos se pusieron de pie como pudieron. Habían cuchillos y armas tiradas en el suelo que ninguno pudo ocupar porque Alay se los había quitado antes de siquiera pensar en utilizarlos. Tenía sus nudillos ensangrentados y su pecho subía y bajaba con fuerza. Los vio corriendo como podían o incluso arrastrándose en el suelo como cucarachas que nunca morían y solo estaban ahí reproduciéndose como una maldita plaga.
Ilay le dio una breve mirada a un chico que estaba en el suelo estirando su mano para tomar el arma que estaba justo a su alcance. No le gustaba mucho pelear, pero se divertía viendo a su hermano hacerlo.
Sin embargo, al ver que el tipo estaba aprovechando un segundo en que su gemelo había bajado la guardia, simplemente le dio una patada en el rostro.
La cabeza del tipo casi dio una vuelta completa y quedo tirado en el suelo mostrando el hecho de que estaba inconsciente. Se agachó para tomar el arma y le quitó el cargador viendo que nada más quedaba una bala y eso podría haber sido mortal. La sostuvo en sus manos por unos segundos hasta que se la tiró al pelirrojo que estaba a su lado.
—La última bala que define todo —habló —. Ya sabes, como el último movimiento antes de que caiga la reina en el ajedrez.
Alay la observó viendo que era de nueve milímetros y la guardó en su bolsillo.
—Nosotros no tenemos últimos movimientos —le recordó.
Siguieron caminando hasta subirse en el auto. Mientras avanzaban por la calle, iban hablando de algunos asuntos. Y, mientras a sus padres y hermano Éley le mostraban una cara, seguían, como siempre, en malos pasos.
Sin embargo, ya estaban a nada de terminarlo todo.
El meterse en temas peligrosos y complicado como las mafias, era difícil y más difícil era el salirse de ellas. Ellos no estaban metidos por completo, pero habían hecho cosas que habían provocado que gente poderosa sintiera enojo y eso no era muy bueno en lo absoluto. Se detuvieron en un semáforo en rojo. Ilay iba manejando y su hermano curando sus heridas con rapidez.
—Hoy va a estar Éley en la casa, Alay.
—Ya sé, por eso, intento quitarme toda la sangre. No quiero que Kaysan y Shiro me vean así —habló con rapidez porque quería a sus sobrinos y no quería darles un mal ejemplo aunque Lukyan siempre le regañaba por lo mismo.
Cuando se bajaron del auto, caminaron hasta entrar a un lugar que solían frecuentar también. Eran conocidos como el Hablador y el Golpeador y no era muy arduo el identificar quién era quién. Nada más bastaba ver sus rostros, las formas en que caminaban y en como miran al resto. Ilay tenía una mirada calmada, sigilosa, pero la mirada de Alay era intensa e intimidante en grandes escalas. Ilay iba por la vida pidiendo permiso, Alay avanzaba como si nada. Ilay solía sonreír bastante, Alay tenía un rostro serio, pero, cuando sonreía, cualquiera podía caer a sus pies.
Dieron unos pasos dentro mirando a todos lados y siguieron avanzando.
Había un hombre en la barra atendiendo a unas personas hasta que los vio llegar y espero hasta que llegaron donde él.
—Ustedes otra vez por aquí. Parece que no temen manchar el apellido de su familia.
Alay sonrió.
—¿Por qué podríamos hacerlo? Nada se nos escapa.
—Porque están unidos —comentó el hombre y soltó una sonrisa—: ¿Qué va a pasar cuando se separen?
Ninguno de los gemelos respondió o tomó en cuenta esas palabras porque le parecían una tontería totalmente.
—¿Si lo saben?
—¿Saber qué? —inquirió Alay de mala gana mientras apoyaba sus brazos en el mesón del lugar para acercarse un poco más.
El hombre sabía que era demasiado fácil hacerlo enojar. Sabía que las cosas diminutas podían provocar que se volviera un incendio y que sus feromonas inundaran todo el lugar, provocándole la sensación de que se quemaban a los Alfas, pero dándole la sensación de que estaban derritiéndose de placer a los Omegas.
Porque, Alay era fuego puro sin duda alguna, pero Ilay podría ser considerado como agua y, cualquier persona inteligente podría saber que, sin importar el nivel de incendio, el agua siempre lo iba a apagar.
—Que al final se van a terminar traicionando y, los gemelos inseparables, jamás se volverán a juntar. Y, en ese preciso momento, uno lo perderá todo y el otro lo ganará.
—Tus palabras son insignificantes para mí —dijo Ilay entregándole una fardo de dinero mirándolo sin emoción alguna —. Solo danos lo que queremos y vete con tus juegos mentales a otro lado. No somos principiantes en todo esto. Somos lo suficientemente inteligentes para no caer en las Navajas Rojas.
El hombre soltó otra sonrisa y le dio lo que estaban pidiendo.
—¿Saben por qué se llaman Navajas Rojas?
—Vete con tus mierdas a otro lado. ¿No tienes algún niñito con cuál divertirte? —preguntó Alay.
—Es porque, a todos los que se unen a esa mafia, le hacen un corte en el brazo derecho y, debido a ese corte, la navaja se llenan de sangre y, de eso, nació el nombre de Navajas Rojas.
Quisieron ignorarlo y nada más caminaron hacia la salida, pero el hombre no tenía intenciones de quedarse callado y, molestar a los gemelos, era su pasatiempo favorito.
—Sería una lástima que uno de ustedes terminara de aquella manera.
Simplemente, salieron cerrando la puerta.
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Holi, ya empezamos con esta historia y espero que les guste mucho😏.
Les garantizo cosas suculentas, pero también tristes y un toque de acción. Espero que los gemelos les gusten😈.
Nos seguimos leyendo en otros cap😊.
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Comments
Por lo que he leído las cosas se pondrán muy intensas 😱. Y en lo personal, me está gustando 😊
2024-06-13
1
Ahhhhh, mafia, navajas, Maverick.... 😍🙊🙊🙊
2024-06-13
1
Omg!!! Tal vez Ilay no lo haga pero Alay... será el inicio de su perdición.
2024-06-13
2