2.

—¡Alay e Ilay están peleando! —gritó un chico, pero a nadie le sorprendía.

En la secundaria solían pelearse con todos como si nada. Aunque era siempre Alay quien comenzaba todo e Ilay se esforzaba en que su hermano terminará la peleas porque luego sabía que iban a tener que estar castigados.

Los profesores llegaron para intentar separarlos. Eran cuatro, así que dos contra dos estaban peleando. Cada uno tomó a uno intentando poder sacarlo. Alejar a Ilay no les tomó mucho esfuerzo porque entendía rápido, pero sacar a su gemelo era otro problema mucho peor. Con diecisiete años, ya había perdido la cuenta de cuántas veces se había peleado con alguien.

Golpeaba el rostro del chico sin la más mínima gota de culpabilidad y, lo peor de todo, es que tenía una sonrisa en el rostro mientras veía como la sangre salpicaba para todos lados.

El único momento en que se apartó fue porque se aburrió y ya.

Como siempre, fueron enviados a la dirección donde tuvieron que esperar a sus padres para que fueran por ellos y, en menos de un año, habían sido expulsados de otra secundaria y los comentarios de ellos rondaban por todos lados.

Que los gemelos se peleaban.

Que los gemelos molestaban a otros.

Que los gemelos le quitaban los Omegas a otros y más, aunque lo último, más que molestarlos, los hacía sentir orgullosos y lo hacían con muchas más ganas para fastidiar a todos esos Alfas que se creían mejores que ellos dos.

Cuando sus padres llegaron, ambos se fueron de la secundaria con sus cosas. Obtuvieron el regaño de sus vidas y, a la semana siguiente, estaban en otra secundaria. Nuevas personas, nadie los conocía y llamaron la atención de muchos. Caminaban por el pasillo como si fueran los reyes del lugar y nada les importaba. No buscaban amigos porque tenían un mejor amigo en el otro y eso les bastaba.

Comían los dos en una mesa donde nadie se atrevía a acercarse a ellos. Y, después de dos meses de no hacer nada malo, Alay centró su mirada en alguien mientras Ilay intentaba terminar sus ejercicios para luego hacer los de su hermano. Él era bueno en matemáticas, así que siempre hacía los trabajos de ambos y Alay era bueno en inglés, por ende ambos tenían buenas notas en esas dos materias.

Se quedó mirando a una mesa donde había un chico que indudablemente era Alfa y otro que era Omega. Ambos hablaban felices, pero, para la desgracia de ese Alfa, compartía clase con los gemelos y había cometido el gran error de hacerle una broma al peor de ambos.

Soltó una sonrisa viendo al Omega porque era lindo.

—Listo, ya los terminé —anunció Ilay soltando un suspiro.

—Genial, más décimas.

—¿Qué miras? —inquirió mirando en su dirección.

—Nada, solo que me dieron ganas de probar algo nuevo. Ese imbécil me hizo la jodida broma de moverme la silla cuando me iba a sentar, así que ahora, ¿qué tal si nosotros le movemos a su lindo Omega?

Ilay lo quedó mirando. El Omega era de piel morena y cabello negro. Sonriendo se veía lindo y era más pequeño que ellos.

Ninguno dijo algo y los vieron como salían fuera. Entre ellos no era muy necesario el hablar para saber lo que el otro pensaba, así que nada más se pusieron de pie también. Los vieron a donde se iba y como entraba a un aula porque las clases estaban por empezar otra vez.

No dijeron nada, solamente observaron pensando en lo que iban a hacer y, cuando llego la hora de irse a casa, salieron con un objetivo más que claro. Los fueron siguiendo hasta que cada uno se fue por un camino diferente y, para buena o mala suerte del Omega, ellos no tardaron en acercarse a él.

El chico se quedó esperando a que un semáforo en rojo cambiara a verde cuando vio como dos personas se ganaban a cada lado de su cuerpo. Solo siguió mirando al frente cuando escuchó:

—¿Qué hace un Omega tan lindo como tú caminando solo?

Miró a su derecha, viendo a Alay que le regaló una sonrisa llena de perversidad.

—¿Ese novio tuyo no te acompaña a casa? —preguntó Ilay a su otro lado —. Eso no es bueno, las calles son peligrosas, debería cuidarte más y mucho más debido a que eres tan bonito.

Al mirar al otro lado, se quedó pestañeando un par de veces. Había visto a los gemelos en la secundaria, pero verlos de tan cerca y grandes lo dejo atónito y más por el parecido tan enorme que ambos tenían. Era como estar viendo un espejo y ya. Y no supo qué hacer. Nada más se quedó ahí en medio, sintiendo la presencia de ambos.

—¿Cuánto llevas con ese chico? —inquirió Alay acercándose un poco.

El Omega quiso retroceder y chocó con Ilay.

—Eh..., tres meses.

—Que feo, me imagino que, en tres meses más, ni siquiera te enviará un mensaje —susurró Ilay detrás de él.

—¿Cómo te llamas? Yo soy Alay y él es Ilay.

—Soy Sam.

—Que lindo, ¿no crees que Sam y Alay suenan bien?

—O, tal vez Ilay y Sam —siguió diciendo el otro.

El Omega no supo que decir sintiendo que su cabeza estaba dando vueltas, pero los gemelos eran inteligentes y lo acompañaron a casa comportándose de buena manera donde el Omega quedó más que embobado.

Al otro día, ellos siguieron igual que siempre. En las clases no hablaban con nadie, pero siempre hacían sus tareas. Los profesores no tenían mucho que decirles porque, a pesar de que se podían considerar unos diablillos, eran malditamente inteligentes y nada se les escapa. Siempre eran los primeros en terminar.

Llevaban dos meses sin darle problemas a sus padres, pero eso estaba por cambiar muy pronto.

Al llegar al comedor, se sentaron solos igual que siempre. No tenían tarea alguna, así que nada más estaban comiendo cuando vieron pasar al Omega. No lo vieron con el Alfa y lo vieron haciendo la fila para tomar su bandeja. Se quedaron sentados unos segundos hasta que vieron como el Omega miraba a todos lados. Ellos ya habían terminado de comer, pero no dudaron en ponerse de pie.

—Hola, y, ¿tu novio? —preguntó Alay tomando su bandeja para ayudarle.

—Tiene entrenamiento de fútbol —contesto sintiendo como Ilay apoyaba su mano en su espalda.

—¿Es más importante el fútbol que venir a dejarte sentado? Eso no es muy caballeroso de su parte —comentó Ilay mientras todos se sentaban en una mesa.

No dijeron nada más y solo lo quedaron mirando.

—Y..., ¿ustedes no tienen novio?

—No, pero tendremos pronto —respondió Alay mientras estiraba sus brazos detrás de su cabeza.

Sam asintió y comió un poco.

—A propósito, te trajimos un regalo.

—¿Regalo a mí?

Ambos asintieron.

El Omega vio una enorme caja de chocolates donde no era necesario preguntar para saber que eran los más caros de todos.

—Oh, gracias.

—Vimos que estás en tercer año de secundaria, ¿no tienes problema con alguna asignatura? Nosotros somos buenos en todas. Podríamos ayudarte.

—¿Ayudarme? ¿Por qué querrían ayudarme?

—Porque nos gustas —dijeron ambos al unísono y Sam no supo a cuál de los dos mirar tras oír aquello.

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Comments

kelly_Amaeltaekook.💗

kelly_Amaeltaekook.💗

HAKDHSKSH nada que ver con Dan, no entiendo a la gente de aquí.

2024-12-30

0

Adaleska Amaya

Adaleska Amaya

está loco alay pero me gusta jajajaja

2024-12-10

0

Toto

Toto

el juan chuchin

2024-11-03

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