PARTE V

Llegó el día menos esperado, el día que Manuel viajaría.

— Bueno, aquí me despido de ti. Recuerda nuestra promesa. Te llamaré diario mi niña.

— Quiero ir contigo al aeropuerto.

— No. Tengo que ir antes donde mi padre. Además, voy escoltado. Mi padre quiere asegurarse que tome ese avión.

— Está bien— le decía entre lágrimas — No olvides que te amo. No olvides nuestra promesa. Yo te esperaré y seré fiel.

— ¿Por qué las despedidas son así? Nunca en mi vida creí que sentiría esto. Te amo y aunque voy obligado, voy a esforzarme por ser el mejor estudiante de Neurociencias. Vendré y me casare contigo. Formaremos una familia.

— ¿Promesa?

— Promesa mi niña— la abrazó fuerte y le dió un beso tan tierno— Ahora si me voy.

•••Manuel•••

Manuel salió de su departamento y se dirigió a casa de sus padres.

— Padre aquí estoy.

— Así veo. Vas con Morgan. No quiero que tu camino se desvíe.

— Recuerda tu palabra. Sabes padre, no había necesidad de viajar tan largo. Aquí también existe esa especialidad. Reconsideralo.

— Manuel es por tu bien. Quiero lo mejor para ti. Soy un hombre de negocios. Voy a invertir en la construcción del más grande hospital del país y adivina quién será el director. Tú. Asi que necesito que te prepares en la mejor universidad.

— ¿Un empresario invirtiendo en un hospital? ¿Y tu empresa?

— El hospital será un negocio y tú cuidarás de el.

— Cuando regrese quiero casarme con mi novia.

— Ella no está en mis planes. Ya te buscaré una mujer digna del apellido Coen.

— No me casaré con nadie, más que con Miriam. Entendiste padre.

— Manuel recuerda que si no sigues mis órdenes, la vida de alguien estará arruinada junto con la de su madre. Si tanto la amas, se un hijo obediente.

— Fuiste un padre ausente, dándome todo lo quería. Pero lo principal no me lo diste. Y ahora quieres decidir con quién quiero hacer mi vida. Me estás chantajeando. Y eso no lo acepto.

— Ya es hora de que te vayas hijo.

— Nunca pensé decirte esto. Pero te odio.

Manuel salió enojado. Tiró la puerta. Ese día viajó a Estados Unidos. Iba con una tristeza, pensando las palabras de su autoritario padre.

Llegó a su nueva residencia. Y lo primero que hizo fue encerrarse en su cuarto, miraba el techo, pensaba mil tonterías.

—Si no hago lo que mi padre dice, la única afectada es Miriam y si hago lo que él dice, ella estará bien. Quiero que ella esté bien, pero quiero estar con ella. Qué injusta es la vida. La amo y tengo que renunciar a ella—ese día lloró tanto como un niño recién nacido.

No salió de su cuarto durante una semana, no probó alimento, ni agua. Su teléfono celular lo apagó. Eliminó todas sus redes sociales. Era como que no existía un hombre llamado Manuel Coen Wassmer en el planeta. Finalmente llegó a un acuerdo con su corazón y su mente. Dejar a un lado a Miriam para que fuese feliz, simplemente iba a desaparecer de su vida.

•••Miriam•••

Miriam sentía que su corazón no podía más, no sabía nada de Manuel desde hace una semana. Estaba con su madre, con su ropa que normalmente usaba. Nunca habló con su madre de Manuel.

No quería comer, la tristeza en sus ojos era notable.

— Miriam te he estado observando y creo que te sucede algo. Puedes decirme.

— No pasa nada. Solo que extraño a mi amiga María— le sonrió.

— Puedes invitar a Lola. Aprovecha las vacaciones para pasar tiempo con ella.

— Tenés razón mami. Mañana la invito.

Miriam no quería hablar con nadie de Manuel. La única que sabía era María. Todo lo que había vivido con él. Qué había dejado el internado y que se había ido a vivir con él a su departamento. No tenía el valor para contárselo a su amiga Lola. Miriam había cambiado un poco.

Llegó año nuevo. Y Manuel no contestó ni una sola llamada de Miriam. Miró todos sus mensajes los leía una y otra vez. Era una tortura. Bajó tanto de peso.

— Señor Coen. El joven Manuel me tiene preocupado. Casi ni come y ha perdido mucho peso.

— Déjalo. Solo se está convenciendo de que es lo mejor. Eso fortalecerá su espíritu.

— Está bien señor.

•••Miriam•••

Llegó un nuevo año escolar. Miriam viajo a la ciudad. Habían pasado 2 meses y Manuel no se había comunicado con Miriam.

Miriam fue al departamento de Manuel. Ahí tenía sus cosas, su ropa, zapato, libros.. Además Manuel le había dejado el departamento a ella, igual que una tarjeta con mucho dinero para solventar sus necesidades.

— Buscaré un trabajo. Para mientras recojo dinero para rentar un lugar donde ir, estaré aquí.

ring...ring...ring

— Hola Miriam. ¿Dónde estas?

— María. Te extrañé estos meses. ¿Estas en el internado?

— Si. Ven y vamos juntas a la facultad.

— En un momento llego.

Un rato después. Miriam llega al internado y en cuanto ve a María, corre y la abraza.

— ¿Qué te sucede Miriam? ¿Por qué lloras?

— Solo te extrañé mucho.

— ¿Qué pasó? Dime. No creo que estés llorando por mi.

— Manuel, Manuel se fue a Estados Unidos y tiene dos meses y no se ha comunicado conmigo. No contesta mis llamadas.

— Tal ves está muy ocupado. Una especialidad no es un juego. Solo espera. ¿Dónde dormirás está noche?

— En su departamento, tengo la contraseña. El me dijo que podía vivir ahí durante él estuviese fuera. Pero buscaré un trabajo y me marcharé de ahí. No me siento cómoda estar ahí y él no me contesta mis mensajes.

— Mmmm.. si él te dijo que te quedes, quédate. Por ahora vamos juntas a la facultad. Ahí veremos cuál será nuestras aulas. Ojalá seamos vecinas— Sonrió.

Llegando a la facultad, Miriam tuvo un mareo.

— ¿Estás bien? ¿Desayunastes?

— No. No tengo mucho apetito.

— Debes vitaminarte y alimentarte bien para aguantar este año.

— María, siento que todo me da vuelta— se desmayó.

María pide ayuda. La llevan al hospital.

Le hacen unos exámenes y lo ponen un suero vitaminado. Después de unos minutos Miriam despierta.

— Amiga que buen susto me diste. Debes comer tus tres tiempos. No puedes ponerte así solo por un hombre. Yo sé que lo amas, pero tienes que alimentarte para resistir estos tres años de espera.

— Tienes razón. No iré a clases por hoy, me justificaré después con el maestro. Tú puedes ir a clases. No te preocupes.

— No te voy a dejar sola.

Al final Miriam convenció a María que fuera a clases.

Dos horas después le retiran el suero. Una enfermera le dice que pase en el consultorio número 2, con la doctora para que le extienda una receta y la lectura de los exámenes de sangre.

Miriam va al consultorio 2.

— ¿Puedo entrar? La enfermera me dijo que viniera.

— Si, entra. Eres Miriam Flores. ¿Qué edad tienes? ¿Estudias o trabajas?

— Si soy Miriam Flores. Tengo 18 años. Soy estudiante de Medicina.

— ¿Qué año cursas?

— Voy a mi segundo año.

— ¿Andas sola o acompañada?

— Ahorita estoy sola, mi amiga me trajo pero se fue a clases.

— Bueno, pregunto por qué es algo de rutina. Aquí tengo tus exámenes. Y tienes anemia. Tienes que alimentarte mejor. Además estás embarazada.

Miriam abrió sus ojos sorprendida, no podía creer lo que la doctora estaba diciendo.

— Eso es imposible. Yo estaba tomando anticonceptivos. Siempre fui puntual.

— Seguro algún día se te pasó. Necesito realizar un ultrasonido para ver exactamente la fecha de posible parto.

— Doctora eso es imposible— acercó sus manos a su cara y comenzó a llorar desconsoladamente— No puedo estar embarazada.

— Tranquilizate niña. El padre del bebé tiene que saber.

— Él no está aquí— agachó su mirada, las lágrimas no dejaban de salir— él se fue hace dos meses a Estados Unidos y no me contesta los mensajes. Él no se ha comunicado conmigo. Mi madre se decepcionará de mí.

— El joven se fue. Tienes que ser fuerte por ese bebé.

— ¿Qué voy a hacer? Mis sueños y todas mis ilusiones están pérdidas. Tengo que dejar la facultad y buscar un trabajo. ¿Por qué él no me contesta? Solo quiero morir.

— Tranquilizate por favor. No vas a morir. Aunque ahora todo pinté gris, algún día sale el arcoiris. Tantas historias que he escuchado de jóvenes donde los padres desaparecen y sabes que, ahí están ellas fuertes y luchando por sus hijos. Asi que tú puedes.

— Como llegué a pensar que él me amaba. Un joven rico que se iba a enamorar de mi.

La doctora sintió una punzada en su corazón.

— Sabes Miriam, tu historia se parece a mi historia de juventud. Nací en cuna de oro. Me enamoré de un joven de mi igual estatus, solo que estaba comprometido. Estamos enamorados. Y aun sabiendo que él tenía un compromiso, yo acepté la relación. Él se casó y yo quedé embarazada de él. Mi familia me obligó a abortar para no manchar el apellido.Y me mandó a estudiar al extranjero para tapar el desastre. Ahora eso solo es un recuerdo. Me casé y ahora tengo una familia hermosa. Un hijo espectacular de tu misma edad. Casualmente estudia medicina.

— Doctora siento que mi mundo se está cayendo en pedazos. Vine de mi pueblo con muchas ilusiones y aquí termina ese sueño.

— ¿Puedes ir a esta clínica por la tarde? — le extendió una tarjeta— Ahí es mi clínica privada. Quiero llevarte el control de tu embarazo, no te voy a cobrar nada, tómalo como una acción buena de mi parte.

— Está bien.

— Te espero, no faltes.

Miriam salió del consultorio con los ojos rojos, con lágrimas, con un sentimiento de pérdida.

Se fue al departamento de Manuel. Ahí lloró amargamente. Escribió un mensaje.

📱 Manuel, solo te escribo para decirte que te extraño y que te necesito más que nunca. Por favor respóndeme.

Como siempre el mensaje no fue respondido.

Llegando la tarde, se dirigió a la clínica de la doctora.

— Hola doctora, estoy acá. Tengo un poco de vergüenza después de lo de esta mañana.

— Estás más tranquila. Eso es bueno. Cómo te había dicho, tengo un hijo que estudia su segundo año de medicina al igual que tú. También recuerdas que te dije que viví algo parecido como tú.

— Si recuerdo lo que dijo. Gracias por compartir conmigo algo tan personal. Es difícil aceptar que estoy embarazada, y que tendré que dejar mis estudios.

— Quiero ayudarte Miriam. Trabaja para mí, por las tardes. Cómo mi secretaria. No harás tanto esfuerzo, solo organiza mis citas. Te pagaré por eso. No dejes de estudiar.

— ¿Está segura?

— Si. Puedes empezar mañana. Por los momentos te haré el ultrasonido—le realiza el ultrasonido— tienes 10 semanas de embarazo. Y posiblemente tu parto sea el 02 de agosto.

— 10 Semanas.

— Si. ¿En qué universidad estudias?

— En la universidad de Briggs.

— Mmmm ahí estudia mi hijo. Y mi amigo es el director de la facultad. Hablaré con él para que tus prácticas de profesionalización la realices acá. Y así descanses un poco, te parece.

—¿Por qué hace todo esto por mi?

— Ya te lo dije. Es mi acción del año. Mi hijo se llama Esteban Marín.

— Esteban es su hijo— lo dice bastante sorprendida— él es mi compañero de clase.

— Entonces mejor aún, estoy ayudando a su compañera de clase. Otra razón para ser buena.

Miriam salió del consultorio un poco más tranquila, pero aún así tenía que hablar con su mamá. Decidió hablarlo con ella ese fin de semana.

Llegó el fin de semana. Viajó con María a su pueblo. Miriam le había contado todo a María.

— Hola mamá. Te presento a María, una amiga..

— Hola. Un gusto conocerte.

— Mamá podemos hablar algo.

— Si dime.

— María puedes quedarte aquí un momento— le dijo Miriam.

— Vamos a mi cuarto mamá.

— ¿Por qué tanto misterio Miriam? No me digas que ella es tu novia.

— Mamá estoy embarazada.

Su madre le dio una cachetada.

— A eso te mandé. Eres una chica estúpida. ¿Acaso no viste como tu padre me abandonó contigo cuando apenas estabas en panza? Todo mi esfuerzo tirado a la basura. No aprendes.

Miriam lloraba.

— Miriam, aquí termina mi ayuda contigo. Ve lo haces con tu vida. Aquí no te quiero. ¿Qué van a decir los vecinos? Vete, no te quiero ver — entre lágrimas lo decía.

Miriam salió del cuarto llorando, con su mejilla roja. María se levantó y la abrazó.

— Mi mamá no quiere verme. Vámonos. Yo sabía que esto iba a ocurrir.

— Vámonos. Tu sabes que tienes mi apoyo. No todo es malo. Tienes un bebé en tu vientre, ese bebé debe de ser tu motor para salir adelante.

Esa misma tarde regresaron a la ciudad.

•••Manuel•••

Manuel inició sus estudios. Había perdido mucho peso. Tenía un semblante diferente. Su padre había viajado a verlo.

— Manuel ¿Qué es esta estupidez?

—¿ A qué vienes?

— Por negocios. Quise ver con mis ojos, lo que Morgan me había dicho.

— No me molestes. No quiero verte. Ya estoy acá, haciendo tu voluntad. ¿Qué más quieres?

— Qué carácter más terrible— le dio una cachetada— Soy tu padre, respétame.

— Como si con sólo decir respétame es suficiente.

— Manuel algún día verás que todo lo que hago por ti es lo mejor.

Asi pasaron los meses. Y el parto de Miriam estaba cerca. Solo le faltaba un mes. Aún vivía en el departamento de Manuel. Tenía el apoyo moral de María y de la madre de Esteban. Miriam y Esteban se habían hecho tan cercano, el se había transformado en un amigo indispensable en su vida.

📱— Señor Coen, en el departamento del joven, aún vive la chica.

— Como pude dejar pasar por alto a esa muchacha. Saca las cosas de esa arribista.

— Está bien. Llamaré a un especialista para cambiar la contraseña. También hay algo que decirle.

— ¿Qué tienes que decir?

— La joven está embarazada. Y anda con un joven siempre.

— Aparte de arribista, es una desvergonzada. Todas las chicas pobres son de la peor calaña. Saca sus cosas. Y en cuanto llegue, tráela. Tómale fotos con el muchacho. Y también tráeme los estados de cuentas de todas las tarjetas de Manuel.

— Como ordene señor.

Miéntras Miriam estaba en clases, los sirvientes del padre Manuel, cambiaron la contraseña del departamento, y sacaron todos las cosas de ella.

En la tarde cuando llegó, vio que dos maletas estaban fuera de la puerta. Quiso entrar pero el acceso era denegado. Dos hombres la tomaron de la mano, y la subieron a un auto junto con sus cosas.

—¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren Voy a llamar a la policía— Ella gritaba.

Unos de los sirvientes le puse un sellador en la boca y le amarró las manos. La llevaron a la oficina del señor Coen.

— Señor aquí está la joven.

— Asi que tú eres la sinvergüenza de la que Manuel está enamorado— sacó las fotos donde estaba caminando con Esteban—¿Qué vas a decir? Que ese hijo es de Manuel.

— Este es mi hijo, solo mío— le dijo Miriam.

— No quiero verte nunca más, menos que molestes a mi hijo. Si lo haces ese bebé sufrirá las consecuencia.

— Viejo maldito Usted es lo peor— le dio una cachetada.

— Estúpida. Lo pagarás caro— le regreso la cachetada— No quiero verte nunca más. Si vuelves a buscar a Manuel, tu hijo correrá las consecuencia.

— Saquen a este mujerzuela de aquí. Ella cree con el hijo de otro hombre iba a lograr dinero— le dijo el señor Coen a uno de sus empleados.

En la calle, con sus dos maletas, embarazada, ahí estaba Miriam. Caminó un poco y llegó a un parque. Se sentó. Perdidamente miraba a la gente, veía que venían e iban. Veía a las parejas, a los niños con sus padres... Todos parecían felices. Por un momento quiso desaparecer. Cerró sus ojos y las lágrimas salían de sus ojos.

— ¿Dónde voy?— sacó su celular y miraba a todos sus contactos, una y otra vez— Nadie es responsable de mis cosas. Ya no quiero ser una carga. Mi madre me dió la espalda, Esteban y María han sido muy buenos conmigo y siempre me andan consintiendo con mis antojos y la madre de Esteban (la doctora Clara de Marín) ha sido como una madre. Pero no puedo seguir siendo una sinvergüenza, como dice ese señor. Pensé tontamente que podría, pero no puedo.

ring...ring...ring

📱—¿ Dónde estas?— preguntó Esteban— Mi madre compró unos mamelucos para tu bebé y se le olvidó dártelo. Ven a la casa a la hora de la cena.

— ¿Dónde estoy?— se puso a reír con histeria, llorando— Que importa donde estoy.

— Te sucede algo. Dime dónde estás. Voy a ir por ti.

— Humm... Me duele el vientre— lo decía con dolor.

— ¿ Dónde estas? Dímelo ya— le gritó.

— Estoy en un parque cerca del edificio Coen.

— ¿Qué haces allí? No me digas que fuiste a buscar al estúpido de Manuel. Llegó en un instante.

Miriam sentía tanto dolor. Aunque faltaba un mes para su parto, debido a todo lo que había pasado, su fuente rompió. Las contracciones eran fuertes, iban y venían.

Nadie la ayudaba, era como si era invisible.

Esteban llegó.

— Aquí estás. Vamos a la clínica.

— No puedo moverme. El dolor es insoportable.

La tomo en sus brazos y la llevó al auto, igual sus cosas las subió. La llevó a la clínica. La cargó hasta una camilla.

— Madre, Miriam entró en labor de parto.

— Llévala a la habitación Nº 13. Esto puede dilatar. Tenemos que esperar a que dilate los 10 CMS.

Esteban hizo lo que dijo su madre.

La labor de parto duró 10 horas. Miriam estaba exhausta, adolorida. Había dado a luz a un hermoso niño. Se quedó dormida.

— Mamá, ella fue donde los Coen. Y estaba con sus cosas en un parque cerca.

— ¿Con los Coen? ¿Qué hacía con ellos?

— Madre nunca te conté nada, porque no quería ser un chismoso. Si alguien tenía que contarte era ella. Pero creo que es hora que sepas algunas cosas. El hijo de los Coen es el padre de ese bebé.

— El hijo de los Coen. ¡Qué desastre!

— Es un idiota. La fama es de un mujeriego. Usa a las mujeres a su antojo.

— Pobre Miriam. Ella me contó que el está en Estados Unidos.

— Si. Asi es. Se fue a estudiar una especialidad. Según me contó ella.

— No entiendo porque no se comunicó ni una sola vez, él no sabe que en estos momentos se convirtió en padre.

— Madre, él es un patán. Y me siento impotente, porque aprecio mucho a Miriam.

Hora después Miriam despierta. Y a su lado estaba un hermoso bebé. Lo vió con dulzura.

Miriam tuvo todo el apoyo de la madre de Esteban. La llevó a su casa, ella se encargó de sus estudios, le había tomado cariño a ella y al bebé. Esteban le tenía un cariño especial a Miriam. Pero nunca dijo nada.

El tiempo pasó en un parpadear. Ya habían pasado cuatro años. El niño ya tenía 3 años. Miriam estaba en su último año, al igual que Esteban.

•••Manuel•••

Tiempo que también pasó para Manuel. Pero por alguna razón todavía seguía en Estados Unidos. Condicionado por su padre, estuvo un año más.

— Ya es hora de regresar joven. Hice la reservación para las 2 PM.

— Gracias Morgan.

Esa tarde Manuel, viajó a su país. Lo primero que hizo fue ir a su departamento. Tal ves tenía la esperanza de encontrar aún allí a Miriam. Pero el departamento estaba lleno de polvo. La ropa y toda las cosas de Miriam no estaban. Muy al fondo tenía una pequeña esperanza. Su amor estaba intacto. Un dolor en su pecho volvió.

Fue a casa a ver su madre. Por desgracia ahí estaba su padre, esperándolo.

— Felicidades hijo por tu logro— le dijo su madre.

— Gracias madre.

— Ven a mi despacho hijo. Tenemos que hablar— Le dijo su padre.

— Está bien— le contestó con mucha frialdad.

— Mañana te presento en el hospital como el director. Ya todo está listo para tu nombramiento.

— Está bien padre. Haré lo que digas.

— Me gusta que vienes con una mente renovada.

— No digas más. Haré lo que digas en cuanto a lo profesional. Pero tú sabes bien cuáles son mis deseos.

Su padre puso las fotos de Miriam con Esteban y un niño paseando por el parque.

— ¿Qué es esto?

— Eres un estúpido. Creías que ella estaría esperándote. Se fue con otro. Te vio la cara de idiota. Todo este tiempo ella solo se aprovechó de tu posición.

Salió de la casa enojado. Subió a su auto.

— Todo esto es mi culpa, fui un cobarde. Caí antes los chantajes de mi padre. ¿Y tu, Miriam por qué no me esperaste?—

Se arrepintió de no haberle contestado ni una sola llamada, ni un solo mensaje— no puedo ser egoísta. Pero me siento molesto. Y ese tipo, era ese chicle que vivía pegado a ella. Soy un idiota.

ring...ring...ring

📱— Hola amigo, mi preciado amigo Antón.

— Hola manuel, ya estás de vuelta. No avisaste para ir por ti al aeropuerto. Hay que festejar tu regreso.

— Si. Podemos vernos hoy a las 6.

— Claro. En el bar de siempre.

— Ahí estaré.

Llegadas las 6 de la tarde..

— Hola amigo— Antón le dio un abrazo a Manuel— que barbaridad te perdiste estos 4 años. Te desconectaste de todo.

— Si. No quería distracciones.

— ¿ Ya viste a Miriam?

— No. Y no quiero verla.

— Ya sabes entonces. Ella la ha pasado muy mal desde que te fuiste.

— Mal. Si está con el estúpido chicle. Y tienen un hijo. Pero es mi culpa.

— ¿Por qué dices eso?

—Llegando a Estados Unidos, nunca me comuniqué con ella. Mi padre me tenía chantajeado. Y preferí la felicidad de ella antes que mi padre le hiciera algo.

— Manuel creo que aquí hay un mal entendido y tienes que saber.

— No quiero saber. Miriam es feliz.

— Escucha amigo. Yo me quedé como maestro de planta después que te fuiste, siempre hice mis prácticas aquí y esa es una ventaja. Aquí mismo saqué mi especialidad. Y vi todo el embarazo de Miriam e inclusive yo fui su maestro.

— Ya Antón. Soy un Coen. Y Miriam ya no es parte de mi vida.

— Amigo, ese hijo es tuyo.

— Eso no es posible. Siempre se cuidó.

—Búscala y habla con ella. El chicle no es nada de ella. Aunque vive con la familia de él, te puedo asegurar que no tienen nada.

— ¿Estás seguro?— sonrió después mucho tiempo.

— Si. Ella vive con los Marín. Después que tu padre la sacó de tu departamento, esa familia la acogió.

— ¿Cómo sabes todo esto?

— Su amiga María me lo contó, le di clases un semestre y aproveché para hablar con ella de Miriam.

— Entonces ese niño es mi hijo— Sonrió Manuel.

Tan pronto termino de hablar con Antón, se fue donde su padre.

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Comments

Julia Cárcamo

Julia Cárcamo

que maldito del padre pero cuando va a pagar todo el mal que hace?

2024-03-23

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