Will ni siquiera me dirigía la palabra desde nuestra discusión, se había desaparecido toda la noche y había vuelto hasta en la mañana. Lo encontré en el granero junto a Chispitas, parecía tener una conversación con él. Parpadeé varias veces para comprobar que no estuviese soñando y aunque increíble que parezca era realidad. Sonreí antes de dejarlos solos
Me encerré en mi habitación para escribirle a Morgana y a mi hermano todo lo que estaba pasando, todos los días les escribía a ellos con la esperanza de que algún día pudiesen responder mi correspondencia. Muy en el fondo me sentía tan triste porque no lograba entenderlo. Aprovechando el tiempo a solas, me dediqué a guardar las Rosas secas que él me había dado en un libro de cuentos que mi Padre me había obsequiado en mi cumpleaños.
Pasé las yemas de mis dedos en la portada del libro y un sentimiento extraño me invadió al pensar en lo que había sucedido el día anterior, la manera en que William me observaba con dolor me había sentido tan miserable conmigo misma. ¿Pero qué podía hacer para que él se sintiera mejor?
Había conocido a William cuando apenas tenía cinco años y el trece, Uno de los sirvientes lo había encontrado tratando de Robar un trozo de pan y desde ese momento, Nicholas lo había acogido y se había convertido en uno de sus grandes amigos. Todo cambió cuando fuimos creciendo y él se fue convirtiendo en un hombre, había dejado de tratarme como su hermanita y me había cogido un resentimiento u odio en particular. Desde entonces había tenido esos cambios de humor que me ponían de punta
¿Por qué tenían que ser tan difíciles los hombres?
Escuche el ruido de sus botas y segundos después el relincho de los caballos y supe que había llevado a darles un paseo. Salí de mi habitación a pasos pequeños y me dirigí al granero donde Chispitas fue la primera en recibirme muy amigablemente.
--¿Qué te decía ese ingrato?--Le dije en voz baja mientras le acariciaba. Estaba empezando a enloquecer, pero había tenido una manía por hablar con los animales o las plantas, pero no podían culparme, está conviviendo con un hombre que apenas y hablaba o gruñía
Al menos ellos me escuchaban atentos y no me callaban o soltaban rugidos de desagrado. Chispitas era la que más atención me prestaba
Ojalá pudiese llevármela al palacio, pero sabía que Madame Bubble iba a morir de un infarto, seguido de la Reina Madre, Alfred y mis damas de compañía. Exhale frustrada, extrañaba mucho mi hogar y mi comodidad, pero también quería mi propia libertad
--Ojalá las cosas fueran tan fáciles
Ella me prestaba atención como si me entendiera, era muy inteligente para ser un cordero, si lo hubiese conocido en otras circunstancias muy seguramente me lo hubiese comido. La vaca a mi lado hizo un sonido que significaba que tenía hambre o algo así y me alejé un poco ansiosa
--Vamos Betty, ¿No querrás asesinar a tu Princesa o sí?
--Ella no, pero yo sí
Solté un chillido asustada, mientras me giraba con el corazón latiéndome al mil por hora, jamás en mis dieciocho años me habían convertido en un cúmulo sensaciones y sustos al mismo tiempo. Nadie pensaría que la princesa en el futuro tendría problemas del corazón por todo lo que estaba sucediendo en Charleston. Me encontré con una Mujer, con una sonrisa mezquina. Era alta, delgada y de buena apariencia pero con una mirada de loca.
--¿Te conozco?--Inquirí repentinamente nerviosa. Ella me escrutaba con la mirada sin ataduras y parecía no ser una persona de buenos modales . Todo en ella causaba miedo, y poco fiable
--¿Quién Demonios eres tú y que haces en esta granja?--Mencionó en un tono bastante brusco que me sorprendió. Mi institutriz estaría horrorizada de su afilada lengua
--Jane Mountbatten--Le dije con naturalidad y casi me doy una bofetada mental, No debería revelarle mi identidad a nadie. Pero ella no parecía reconocerme o saber quien era, porque estaba ocupada mirándome con las cejas fruncidas--¿Usted que está haciendo aquí?
Ella abrió la boca con indignación, alce el mentón con inferioridad como siempre había utilizado cuando me ponía a la defensiva. Si se trataba de la concubina de William no tardaría en echarla a patadas de aquí
Por venganza, claro está
--¿Perdón?--Dijo casi en un tono burlón y me miraba de arriba a abajo como una vil lagartija
--Perdonada--Exprese en una sonrisa poco cortés--¿Ahora me dirá quién es?
--Loís--Espere a que me dijera su apellido, pero no dijo nada más. Ella estaba repentinamente muy molesta. Casi parecía que se me quisiera lanzar encima para morderme --Puedes decirle a William que vendré más tarde, cuando Ricitos de oro no esté merodeando cerca
Alcé las cejas expectante. De todos los insultos ese me había parecido demasiado bajo e instintivamente me llevé las manos al cabello casi como si pudiese protegerlo. Era rubio sí, pero no me parecía desagradable, en lo absoluto. ¿O sí?
Nicholas también era Rubio, pero jamás le habían dicho apodos terribles como a mí, Nunca me había simpatizado que me dijeran Mantequilla o aureola amarilla o el Sol andante, trate que no me afectase y me recordé que yo era la Princesa y futura Reina de Wimbledon.
*****
Pasadas las ocho de la noche, Me había dedicado a leer algunos de los aburridos libros de William todos ellos de guerra, pero como no tenía nada que hacer de igual forma lo hice, también le había ojeado sus álbumes del servicio militar y me juré que iba a burlarme de él más tarde
Escuche el sonido de la puerta abrirse y me desperté del sueño que había estado teniendo. Me había quedado dormida mientras había estado esperando a William en la mesita. Él me miraba desde el marco de la muerta, mientras se pasaba una mano por el cabello
--¿Qué haces despierta?--Fue lo primero que dijo, antes de quitarse la chaqueta y dejarlo en el perchero
--Estaba esperándote
William se quedó un momento expectante, antes de volver a retomar lo que estaba haciendo. Me preguntaba, como funcionaba la mente de Will, ¿Qué cosas pasaban por aquella mentecita?
--Pues ya estoy aquí, ahora ve a dormir--Expreso con el mismo tono agrio de siempre.
Asenti y estaba dispuesta a irme, hasta que recordé que tenía que hablar de lo que había pasado el día anterior pero recordé que Will muy probablemente no lo haría y terminaría en otra discusión. Así que opté por cambiar de tema
--Will--Empece dudosa. Sabia que se enfadaba si titubeaba o alargaba mucho el tema
--Princesa--Respondio sin quitarle la mirada a lo que estaba haciendo, En este caso quitándose sus botas
--¿Te gusta el amarillo?
--¿A qué viene eso?--Contesto confundido y me miró como si me hubiese vuelto loca. Su nariz se arrugó provocando que un montón de pecas se juntaran y me dejara apreciarlas más
--Curiosidad--Dije restándole importancia cuando en realidad me estaba muriendo por saber su respuesta
--No me desagrada--Fue lo único que dijo mientras encogía sus hombros como cualquier cosa
Me preparé lo que diría a continuación. Carraspeé un momento antes de pensar bien lo que iba a decir, y busqué las palabras para hacerlo más ameno y natural
--¿Te gustan las Rubias?
--¿Qué?
Su cara se había vuelto un poema.
interesante
--¿Si te gustan las Rubias?--Repetí una vez más para ver su reacción. Asintió confundido y ladeé la cabeza analizando si decía la verdad
--¿Por qué dices eso?
--¿Crees que soy bonita?--Mencione con una sonrisa pero al ver su cara se me borró instantáneamente
William se quedó estático, y tardo mucho tiempo pensándolo, su silencio me lo había confirmado, Entonces me di la vuelta molesta. ¿No entendía por qué me importaba tanto la opinión de William? ¿Desde cuándo un simple comentario me había afectado tanto? Se supone que soy una de las más grandes bellezas de Westminster, entonces ¿Por qué me afectaba?
--Jane espera--Me tomó del brazo con suavidad, Algo muy impropio en él--No quise que pensaras eso
--¿Ah no?
--Eres lo más hermoso que mis ojos han visto-- Mis defensas se bajaron al escuchar esas palabras salir de su boca. El cosquilleo en el estómago había regresado y la sensación molesta en el pecho también. Observe a Will con asombro, esperando que estuviese bromeando,, pero él estaba muy serio --¿Eso querías escuchar, no?
Lo miré fijamente y él me sostuvo la mirada. Es ahí, cuando noté que sus pupilas estaban dilatadas, su iris estaba aún más grande. Mi valor se estaba reduciendo al ver como él rompía la distancia y se acercaba a mí sin ningún pudor.
--Tus manos son mi caricia, mis acordes cotidianos, las mismas que he visto acariciar con adoración a un cordero o las rosas que tanto te fascinan y no lo dices en voz alta.--Expreso en un tono de voz desesperante, como si decirlo fuese un alivio--Tus ojos son mi conjuro contra la mala jornada y tu mirada solo me pertenece a mí.--Mi corazón estaba latiendo muy rápido y la boca se me había secado al verlo acariciar mi pómulo como cualquier cosa--Tu boca es tuya y mía, tu boca no se equivoca, tu boca sabe gritar a rebeldía e injurias que tanto me ha vuelto loco estos días.
Sus palabras me habían conmovido a tal punto de que mis ojos picaban, pero al mismo tiempo me sentía extraña, No sé que había pasado, pero estaba mareada, no sabía si era por él o por todo lo que me había soltado de momento. No tenía palabras para describir el cúmulo de emociones que estaba sintiendo y al mismo tiempo el manojo de nervios en el que me había convertido, Muy en el fondo no quería arruinarlo, pero tampoco quería que esto se acabara. William era un plebeyo, y yo era una princesa que estaba comprometida y próximamente sería la monarca del país vecino, las oportunidades eran nulas y casi inexistentes, entonces. ¿Qué iba a hacer?
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Comments
Mercy Vic
poema de;
Mario Benedetti "te quiero"
2023-03-06
1
Yessenia Kimberly Santivañez Guadalupe
pero que cosas no ..
2022-12-10
0