Capitulo 2

Luciel de Mohanath era la hija del duque Mohanath una familia hermana de la casa real, por lo que la mayor parte del tiempo la pasaba en el palacio con su padre y su hermano.

La reina la amaba y muchas veces le decía que debería de casarse con su hijo, por lo que ella quería conocer a los príncipes que la mayor parte del tiempo estaban en sus deberes, no hace mucho tiempo se enteró que su hermano se había hecho amigo de un príncipe y Luciel no tardó en pedirle a su hermano mirarlo entrenar por lo que él aceptó.

Cuando llegó al campo de entrenamiento pudo ver a Aleph tirado en el suelo y una espada de madera apuntaba a su cuello. Una bota lustrada se posaba firmemente en el pecho de su hermano y el joven de pie lucia como lo que las canciones cantaban. El príncipe dorado, el hijo de la primavera, la belleza del reino, el corazón del rey.

Era el joven más hermoso del reino, el menor de los hermanos. Grácil incluso para respirar, de cabellos dorados y ojos como los zafiros.

Aleph comenzó a reírse desde el suelo.

—Me rindo, otra vez.

—No puedes solo rendirte Aleph, eres un tipo fuerte—dijo el príncipe.

—Pero tú eres un genio y aunque sea fuerte no te puedo ganar, además le enseñó una buena lección a mi hermana.

Carlos quitó el pie de encima de Aleph y lo ayudó a ponerse de pie, no se percató de la chica que acaba de entrar.

—Mis disculpas si fui algo grosero—sonrió Carlos.

Luciel se sintió nerviosa, una cosa era verlo y otra era que él le hablara y la viera tan fijamente que no sabía que decir.

—Descuide, solo quería ver a mi hermano entrenar, el palacio es tan extenso que es una gran coincidencia encontrarlo su alteza.

—No es tan sorpresivo, tu padre es un viejo amigo del mío y el rey está muy enfermo.

—Lamentamos eso Calos—dijo Aleph.

—Si es así, ¿Quieren acompañarme a comer?

Luciel negó al momento, no quería comer en compañía de la reina, el principe heredero y el principe Carlos.

—No creo que la reina y su alteza heredero se sientan cómodos con nosotros—dijo Luciel.

Carlos dejó la espada y limpiaba su rostro del sudor aparente. Así que cuando escuchó eso sonrió incomodo.

—Yo como solo, comía con mi padre pero desde que enfermo lo hago solo, mi madre la reina come con sus damas y mi hermano no está en el palacio desde hace algunos años, está en el sur con los maestres. 

Debe sentirse solo, pensó Luciel y la simpatía no tardó en aparecer.

—Podemos quedarnos, ¿Cierto Aleph?

—Claro, sería un placer—dijo Aleph.

Carlos sonrió y miró a los hermanos con una sonrisa traviesa que amenzaba el latido de Luciel.

—¿Quieren dar una vuelta por el palacio conmigo?

Carlos no requirió respuesta y los tres jóvenes corrieron rumbo al palacio, para su sorpresa su majestad la reina se dirigía a los jardines.

Carlos se detuvo con una sonrisa.

–Buen dia madre ¿Te encuentras bien hoy?

La reina por su parte asintió sin preocupaciones.

—Estoy bien Carlos, veo que conociste a los jovenes Mohanath—miró la reina a Luciel con una sonrisa.

—Si, iremos a comer—respondió Carlos mirando a su madre con valor—¿Quieres acompañarnos?

La reina solo negó.

—Arioc escribió una carta, necesita algunas cosas y las prepararé, tu sigue con tus deberes y procura no causar problemas, tu padre esta enfermo.

Carlos asintió lentamente, parecía estar acostumbrado a el caracter de su madre. Pero para Luciel fue una sorpresa, la reina siempre era todo amor y abrazos. No esperó que fuera tan severa con Carlos quien era tan encantador.

—Cuidate madre, dile a mi hermano que espero verlo pronto.

Sin responder nada, la reina siguió su camino. Carlos notó la incomodidad de los hermanos y al momento sonrió como la primera vez.

—Mi madre es muy seria, siempre esta ocupada porque mi hermano esta enfermo, por suerte mi padre siempre esta disponible.

Tal como dijo Carlos, durante la comida la guardia real anunció la entrada de su majestad el rey.

Carlos fue quien corrió a su encuentro y lo apoyó en su brazo.

—Padre, creí que no vendrias...

—¿Y dejarte comer solo mas días? Me siento mucho mejor.

Cuando el rey se percato de los chicos en la mesa los distinguió rapidamente.

—Pero si son los hijos del duque, tu debes ser Aleph, tal como dice tu padre, eres grande y fuerte.

—Es un honor majestad—saludó Aleph con orgullo.

—Tu debes ser Luciel, eres tan linda como tu madre.

—Gracias su majestad.

Durante la comida charlaron muy animadamente hasta que Carlos preguntó a su padre:

—¿Cómo se encientra Arioc? ¿Escribió algo para mi?

—Él no ha enviado una carta en meses, ¿Por qué lo dices?—preguntó el rey.

—...No, por nada—respondió Carlos asumiendo la mentira de su madre, ¿Qué era tan desagradable en él que su madre ni una sola vez le había dado un beso?

Ciertamente la reina no recibió carta alguna, es solo que no quería comer con Carlos, desde que él recuerda a los ojos de la reina solo existía Arioc.

La comida terminó rápido y el rey se retiró a sus aposentos a descansar, Aleph salió en busca de su padre y Carlos se dispuso firmemente a acompañar a Luciel a su carruaje.

—Mi padre dice que eres un gran príncipe—dijo Luciek rompiendo el incómodo silencio.

—Tu padre tiene mucha razón—coincidió Carlos.

—Fue un honor conocerte—dijo Luciel a media sonrisa.

—En realidad yo ya te había visto hace un par de años—comentó Carlos,  pesar de ser un joven talentoso, le resultaba incómodo hablar con las doncellas—, durante el baile de primavera, tu tenias un vestido precioso.

Luciel dejó de caminar sorprendida.

—¿Hablamos esa noche?—preguntó.

—No—sonrió Carlos—, no es bien visto en los príncipes bailar solo porque si.

—Oh, ya veo...—respondió Luciel.

—Aunque, si te sirve de consuelo suplique bailar contigo.

—¿Por qué sería un consuelo para mi bailar contigo?—le preguntó Luciel con el mismo tono altivo, podrá ser un príncipe, pero Luciel era una noble orgullosa de igual forma.

—Soy consciente de mi increible carisma por no mencionar mi rostro.

—Si te sirve de consuelo—dijo Luciel—, no está tan mal.

Las bromas siguieron hasta llegar al carruaje, Carlos se despidió de los hermanos de una forma muy formal, el chico bromista ahora no estaba presente.

Para sorpresa de todos, justo cuando partieron, el carruaje se sacudió de un lado y un sudado Carlos se sujetaba de los lados y pisaba el borde de las escaleras.

Había corrido una distancia no tan grande pero si costosa.

—Lady Luciel, perdona mi atrevimiento pero debo preguntar si te pareceria bien recibir mis cartas—jadeó Carlos—, sería un placer deleitarme con sus palabras.

Luciel y Aleph se quedaron mudos por un momento mientras el carruaje seguía su rumbo y el principe se sujetaba a un lado.

Luciel fue la primera en reirse.

—Deseo hablar con su majestad—aceptó.

Carlos sonrió aliviado.

—Me alegra... Debo bajarme aquí...

—¡No!—gritó Luciel—, este es un lago y mas alla es zona montañosa...

—Debes saltar ahora—dijo Aleph.

Carlos lo dudó al ver el río, pero era mas complicado ver las montañas que se avecinaban entonces solo respiró para prepararse.

Sin esperar mas Carlos saltó del carruaje cayendo directamente en el lago.

Las risas de los hermanos Mohanath fueron un eco en el camino.

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Comments

thannv♡゙ ᵎ

thannv♡゙ ᵎ

Estoy amando a Carlos peroooo yo había leído la novela anterior de esta vez te diré te amo no se si valla a cambiar algo

2023-02-02

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