capitulo 8

Monserrat vio como las luces de la habitación de sus padres se encendía tomo de la mano a Diego y lo llevo hasta una de las cabañas.

—Me gusta este lugar me recuerda mucho cuando eras niña, siempre jugabas con tus muñecas y decías que yo era el padre— dijo Diego mientras tomaba una de la muñecas de Monserrat.

—Ya deja eso y dime qué haces aquí — dijo Monserrat mientras le arrebataba la muñeca.

—No lo sé, por más que trato de decirle a mi cuerpo que no te busque el no me obedece se a puesto en mi contra —

—Es mejor que te retires estás diciendo muchas incoherencias—

—¿Por qué Monserrat no me di cuenta antes?, Esto que estoy sintiendo me está volviendo loco—dijo Diego mientras la abrazaba con fuerza.

—Suélteme, en unas horas te vas a casar—

—Sabes me voy a casar por mi hijo, María José está embarazada y no puedo dejarla sola, soy un tonto al no darme cuenta antes de lo que sentía por ti, ahora que te estoy perdiendo se que te amo, quizá si te hubiera alejado de mi y no me hubieras acosando no te hubiera sentido tan segura—

—Ya es tarde para el hubiera— dijo Monserrat entre lágrimas, Diego la beso y ella no opuso resistencia siempre soñó con ese momento y ahora era mucho mejor de lo que imaginaba, su cuerpo temblaba ante aquella labios, Monserrat quería resistir ante lo que estaba sintiendo pero el deseo y la excitación era mucho más fuerte que siguió correspondiendo aquellos besos, fue quitándole la ropa a Diego y ella hizo lo mismo , el comenzó a deslizar las yemas de los dedos por su cuerpo, ella sonreía estaba demasiada nerviosa, para Diego era como un sueño tenerla frente a él

—Hazme el amor— susurro Monserrat, Diego fue besándola con suavidad, ella sentía derretirse común hielo al sol, era demasiada la excitación, en los ojos de Diego se podía ver la pasión y el deseo que sentía por ella, Monserrat sabía que no era correcto lo que estaba haciendo pero su amor y las ganas de estar con la superaron, ella tenía miedo pero era más fuerte el deseo, Diego la acomodo en la cama de aquella cabaña, beso sus piernas ella fue cayendo a un abismo de seducción, el retiro aquel mechón de cabello que cubría su rostro, Monserrat sabía que no era momento para los arrepentimientos, estaba tan dispuesta para el, y Diego que aunque sabía que no era correcto lo que estaba haciendo siguió, los dos unieron sus cuerpos en un vaivén de sensaciones y aunque al principio fue doloroso para Monserrat el placer predominó, los dos llegaron al éxtasis del placer llegaron al orgasmo, los dos se quedaron dormidos abrazados entre si.

El sol del día golpeaba los ojos de Diego, tocó la cama y al sentirla vacía abrió los ojos, al principio pensó que solo fue un sueño pero al verse en aquella cabaña, lo dejo mucho más confundido pensando que solo fue un hermoso sueño, él estaba dispuesto a cancelar la boda no podía nadar contra corriente con eso que comenzaba a sentir.

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