Decir que no pude siquiera recordar que fue lo que me había dicho el chico ojos de cielo era poco, no porque él me hubiese hecho olvidar sino porque la llamada de Chris movió todo mi mundo. Después de meses lo volvería a ver, volvería a estar entre sus brazos y aunque sea solo un pequeño instante estaría tocando el cielo con las manos, a pesar de que las cosas entre nosotros no venían bien últimamente, pensar que en horas estaría a su lado borraba todo lo malo que envolvía mi cabeza.
Muchas veces creí que terminar sería lo mejor o simplemente ignorarlo cuando él estuviese en la ciudad sería lo correcto, pero la verdad era otra, yo jamás podría alejarme de él ni dejarlo para siempre, aunque los últimos meses solo estuve derramando lágrimas por su culpa.
Chris era mi primer amor, mi primera ilusión y si bien era muy diferente como yo había soñado vivir mi primera historia de romance, él era mi todo. Yo lo amaba, no tenía certeza si realmente eso era amar pero así lo sentía y nada me importaba mas cuando él estaba cerca.
Christopher Draxler era el chico más popular de la ciudad, no solo por venir de una familia adinerada y porque ya a sus veintidós años él era el dueño de una multinacional empresa maderera, motivo por el cual últimamente viajaba mucho, sino que su fama de mujeriego era conocida por todos, cuando comenzamos un año atrás eso a mí no me importó, yo estaba convencida que él conmigo no era así y que si seguía a mi lado por algo era.
-¡Fritzz!-Llamó la profesora de gimnasia- Es la tercera vez en la clase que te explico la actividad ¿Se puede saber por qué estás tan distraída el día de hoy?-
-Lo siento profe, estoy pensando en nuestra graduación- Mentí agachando la cabeza.
- La fiesta de graduación lo dejan para después de clases. Tres vueltas más- Gritó enojada la profesora.
-y sus compañeras también.
-Pero yo no hice nada- Protestó Lauren.
-El trabajo es en equipo. Por una pagan todas. No volveré a hablar, se ponen a correr ya-
Anunció batiendo sus palmas.
-Te dije que era mejor que no vinieras a clases-
Se quejó Annie mientras se adelantaba en el trote.
-¿Y cómo justifico la falta con mi mamá?-
-Ahora dile a Chris que nos debe un helado- Acotó Lauren siguiendo el ritmo de Anahí.
Una vez finalizada la clase le rogué a mis amigas que me cubriesen las espaldas para poder ir a verlo, mi mamá no estaba enterada y si llegaba a mi casa sin ellas me mataría.
-¿No vendrás a ver los vestidos?- Me interrogó Lauren sin sentido del humor, además ella nunca había tolerado a mi novio.
El sentimiento entre ellos era mutuo.
-¡Vamos Lora! Dejémosla que disfrute su amor. Hace mucho no se ven. No seas así.-
La sacudió Anahí tratando de convencerla.
-¡Por fis.! Necesito verlo aunque sea un ratito y prometo que el fin de semana vamos de nuevo con la modista.- Supliqué poniendo mis manos en posición de plegaria.
-Está bien, andá, nosotras te cubriremos-.
-¡Las amo!- dije dando saltitos y abrazándolas a ambas.
Nos despedimos y concordamos vernos a las seis en la parada del colectivo para irnos juntas. Tenía exactamente tres horas para poder estar con mi novio y los nervios me traicionaban casi como la primera vez que lo ví.
Mientras estaba perdida en mis pensamientos un BMW blanco paró frente a mis narices, del mismo descendió alguien.
Cuando mis ojos hicieron contactos mi mundo se paralizó. Ahí estaba él con su cabello negro un poco mas largo que la última vez que lo ví por ello tenía algunas ondas, su tez blanca como la nieve resaltaba en su abrigo rojo y sus ojos me miraban tan intensamente que me derretí al instante.
Era algo raro verlo informal pero debo decir que esos jeans le quedaban perfectos, las zapatillas le deban un toque casual y despreocupado.
-¿No vas a Saludarme?- sonrió sacándose los lentes de sol y acercándose a mí.
Me adelanté unos pasos y lo envolví en un abrazo. Él me sacaba como dos cabezas por ello quedé sobre su pecho y me dejé embriagar por su perfume que lo recoradaba intacto. Entonces él me levantó del suelo y me besó.
-No sabés cuanto te extrañe chiquita- Me susurró cuando volvió a dejarme en el suelo.
-Y yo a vos Chris. Pensé que no te volvería a ver más-.
-Siempre tan drámatica Melody. Solo fueron tres meses- Enlazó sus dedos con los mios y me condujo a su auto.
Una vez dentro pregunte.
-¿Por qué no me contaste nada que cambiaste de auto?-
-Era una sorpresa. Quería que lo vieras personalmente.
¿Cómo te portaste sin mi?-
-Como siempre- Rodé los ojos porque él sabía que me molestaba su pregunta.
Él sonrió de lado y volvió a sujetar mi mano.
-Sé quién es mi novia Melody-
Ahí casi morí de amor, escuchar esa palabra salir de sus labios me hizo ver que realmente estaba enamorada.
Llegamos a nuestra plaza de siempre y por primera vez caminamos juntos tomados de la mano.
-Estaba pensando que ya es hora de hablar con mis padres ¿No te parece?-
-Ya lo hablamos eso chiquita- dijo suspirando y rascándose la nuca.
-Sabés que soy amigo de tu papá y que tu mamá no me va a aceptar. Además sos menor de edad todavía pero te prometo que en cuanto te gradues todo va a cambiar-.
-Con respecto a eso... ¿Vas a venir a mi fiesta de graduación?-
-Haré todo lo posible por estar. ¿Cuándo es?-
-El veintidós de Diciembre, unos días antes de nochebuena, así que es casi seguro que vas a estar en la ciudad.
Te conté que tenemos que hacernos nuestros abrigos y remeras de egresados, en los cuales puede ir nuestros nombres o sinónimos y yo no tengo ni uno todavía-.
-¿No tenés nombre?- Bromeó él.
-No seas tonto- Me reí balanceándome en sus brazos. -Quiero decir que mi nombre es Melody, no tiene disminutivo y no tengo apodos. ¿Por qué nunca me pusiste uno? Todas las parejas lo tienen-.
-Sos mi chiquita-
-No puedo poner eso Chris- Contesté enojada.
-¡No sé Melody! Que se yo, ponele lo que quieras a tus remeras- Dijo perdiendo la paciencia-.
-Está bien, nunca soy importante para vos-. Dije soltándome de su abrazo.
-¡No empieces otra vez! Hace mucho no nos vemos y no quiero pelear.- Contestó sacudiendo su cabeza.
-Vení para acá.-
Me volvió a abrazar depositando un beso en mis cabellos.
Nuestro tiempo había llegado a su fin, ya era hora de irme nuevamente, yo sabía que eso a él le molestaba y mucho.
-Ya me tengo que ir. ¿Me podrías llevar?-
-¿Ya? ¿Tan rápido?-
Bufó él.
-Sí, ya sabés como es mi mamá con los horarios-.
-Vamos, subí al auto y te llevo.-
Me contestó serio.
El camino de regreso fue incómodo, toda la felicidad se había esfumado en un instante.
Aveces creía que para él solo era importante lo físico y nunca estaba ahí cuando yo quería una simple opinión, pero también sabía que le frustraba que yo no podía ser totalmente libre.
Quedamos en vernos nuevamente pero al despedirse de mi lo sentí frío y distante, su beso me supo amargo, muy diferente al del comienzo de nuestra tarde juntos.
No quise contarle nada a mis amigas pero ellas ya lo supieron con el solo hecho de verme ya que toda mi alegría estaba por el piso.
Prometí que al otro día las pondría al corriente si Lora no intentaba cortarle las pelotas, ahora solo necesitaba una ducha y escabullirme a la terraza para hablar con una sola persona que siempre tenía las palabras justas y sabía como levantarme el ánimo, mi mejor amigo Ariel.
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