capítulo 16

Pasó un tiempo en el que Alma y el doctor eran más frecuentes clientes. Alma, por un lado, sentía amor por él, pero por otro lado se sentía más agradecida, ya que las noches que él pasaba con ella, ya no tenía que estar con otros hombres y se sentía más tranquila. Por ese lado, el doctor era alguien limpio, alguien que no la lastimaba y trataba de ser lo más cariñoso posible con ella. Alma se repetía constantemente que el amor no existía y que solamente era sexo y nada más. Se acercaba el cumpleaños de Alma y estaba feliz, ya que había planeado con Vanessa que saldrían a comer ese día o si ya habría fiesta, ninguna de las dos trabajaría.

Vanessa: Ay amiga, ya casi es tu cumpleaños, ¿es la próxima semana verdad?

Alma: Sí, es la próxima semana, pero pues vamos a ver si nos dejan entrar a algún antro y pasarla bien.

Vanessa: Sabes, a lo mejor no es igual que un antro, pero igual hay música y alcohol y sí nos podría dejar pasar porque yo conozco al dueño.

Alma: ¿Así? Y dime, ¿qué lugar se trata?

Vanessa: Se trata nada más y nada menos que de un table. ¿Te acuerdas del table que está cerca del centro?

Alma: Sí, ¿en donde entra la gente de traje?

Vanessa: Sí, ese justamente. El dueño lo conozco. Creo que no habrá problema que nos deje entrar, solamente festejar tu cumpleaños y estar tomando, siempre y cuando no nos metamos en problemas con las bailarinas de ese lugar.

Alma: Pues habla con él y ya me dices qué te dijo. Yo la verdad sí quiero tomar, pues ya he tomado en otras ocasiones. Creo que mi cumpleaños es la mejor época para festejar.

Vanessa: Esta noche iré a hablar con el dueño a ver qué dice. Pero yo te voy a regalar mañana lo que quiero que te pongas para que te mires bien preciosa.

Alma: Lo que tú digas, Vanessa. Pero recuerda que solamente vamos a ir a divertirnos, nada de trabajar, nada de pensar en eso, ¿okay?

Vanessa: Okay, amiga. Pero vamos a divertirnos a lo grande, ¿okay? Sin ponernos a llorar y recordar cosas tristes.

Pasó una semana. Alma tenía una cita para irse con el doctor. Fue el día más doloroso para ella, ya que ese día el doctor cortó con ella todo tipo de comunicación. Le dijo que sería la última noche que se verían, ya que el doctor planeaba casarse con una amiga de la familia. Alma, aunque le dolió, le dijo que solamente era negocio.

Alma sentía que en lo profundo de su pecho algo se apachurraba, más que nada era la costumbre que tenía con ese doctor. Pero sabía que él se merecía una mujer completamente para él, no una mujer que se dedicaba a la vida de la calle. Alma sabía que desde que había tomado esa decisión, ella jamás conocería el amor y jamás conocería un hombre que la amara. Así pasaron los días hasta que llegó el cumpleaños de Alma, en el cual ella se puso un bello vestido pegado al cuerpo, color rojo, junto con unas zapatillas en tonalidades rojas y negras. Todo eso fue regalado por su amiga Vanessa, la cual la había vestido, maquillado y preparado para su fiesta. El amigo de Vanessa les había dicho que sí, que estaba bien, podían festejar ahí siempre y cuando no causaran problemas con las bailarinas del table dance. Al ingresar Alma a ese lugar, le encantó, pues era un lugar que tenía mucha música y se sentía un buen ambiente. Había demasiada gente, hombres con trajes muy elegantes que tenían a su lado a chicas muy guapas y refinadas. Aunque a Alma esto le parecía llamativo, trataba de hacer menos contacto posible con los hombres, ya que no quería causar problemas con las bailarinas. Pasada la noche, sucedió algo en lo cual Alma empezó a cambiar un poco su vida.

Dueño del table dance: Vanessa, ocupó tu ayuda. Yo sé que dijiste que hoy no trabajarías en nada, pero en serio ocupo tu ayuda.

Vanessa: Dime de qué se trata y ya veremos si te ayudo o no te ayudo.

Dueño del table dance: Mira, resulta que las chicas que estaban por bailar ahorita no van a poder subir porque todas están apartadas y no tengo a nadie que baile. ¿Qué les parece a ti y a tu amiga? Yo les pago 1500 la noche solamente por bailar y las bebidas corren por mi cuenta.

Alma, al escuchar esto, le pareció que era un buen trato. Así que se apresuró a contestar antes de que Vanessa pudiera decir algo.

Alma: Perfecto, yo le participo. Nunca he bailado, pero me gusta la música y quizás pueda sacar mis mejores pasos.

Vanessa: No dijiste que no íbamos a trabajar, que nada de eso.

Alma: Esto es bailar y simplemente me van a pagar por bailar.

Claro que participo, solo que me gustaría ver a alguien que baile para más de uno saber cómo tendría que bailar.

Vanessa: ¿Qué te parece si bailo yo primero? Ya lo he hecho, pero pues como soy chica trans, casi nadie me pone atención. Algunos hombres sí se van con la pinta de que esa mujer, pero otros no se dan cuenta.

Alma: Ok, perfecto.

Dueño del table dancé: Me parece excelente, chica.

Que se te animen a participar. Te prometo que se la van a pasar de lo mejor.

Suban al camerino, ahí hay ropa, zapatillas y todo lo que pueden ocupar.

Alma: Ah, ya hasta camerino hay. Ay, no, qué emoción. Ya me quiero subir a bailar.

Vanessa: Aunque siempre lo he pensado, creo que es mejor trabajar en un lugar como este que trabajar en las calles.

Alma tomó un disfraz de enfermera, se lo puso. Vanessa trató de maquillarla y arreglarla para que se viera mejor, junto con unas zapatillas blancas para que combinaran con su disfraz.

Escogió tres canciones, las cuales eran dos rápidas y una lenta, así le dijo Vanessa que se tenían que hacer las cosas para andar o mejor, show.

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