Dimensión 0: Multiverso Desconocido
Hace siglos llegó a la Tierra una muy extraña civilización asemejada a la humana, pero con la excepción, de que esta era superior en muchos aspectos, tales como la apariencia, habilidades o con el simple hecho de observar su tecnología y medios de transporte, pues eran demasiado avanzados para la época de ese entonces. Tenían por nombre "Byckeii": individuos alternos a los humanos ordinarios, provenientes del vasto multiverso; cada uno de ellos con poderes extraordinarios y únicos en su especie. Tras dar sus primeros pasos sobre la Tierra, se percataron de la riqueza que poseía y de lo tan atrasado que estaba, ya que los humanos que residían ahí, no eran más que seres rezagados y débiles a comparación de ellos. El líder de la flota Byckeii, Odyrrag, del clan Oscura, quien poseía habilidades dimensionales y oscuras, era el responsable de transportar a sus hombres, junto a él, hacia nuevos horizontes, abriéndose paso entre mundos y dimensiones, con la finalidad de cumplir una misión impuesta desde su planeta natal: Keii. Sin embargo, algo se salió de control, y lo que había iniciado como una simple exploración, se había convertido poco a poco en una desmedida conquista y destrucción. Odyrrag era alguien perverso, el ansia de poder lo había corrompido a tal punto de asesinar a sangre fría sin importar de quién se tratara; todo lo contrario a su mejor amigo, Norab, del clan Luzuru, quien era su "mano derecha". Él era muy bondadoso e inteligente, debido a que poseía la habilidad de electricidad, un poder de luz que le quedaba como anillo al dedo. No obstante, conforme pasó el tiempo, Norab perdía cada vez más la confianza que le tenía a su amigo, por lo que cada método o decisión que este quería tomar, era contradecida por él. Odyrrag planeaba someter a la humanidad, de la misma manera como lo había hecho con los habitantes de otros planetas, pero, esta vez, sería diferente, puesto que el portador de luz se había comenzado a familiarizar con los humanos, algo que nunca se atrevió a hacer antes. Se dio cuenta de la bondad y humildad que caracterizaba a las personas de corazón noble, además del largo camino que tenían por recorrer en busca de experiencia y sabiduría.
Fue en ese lapso que conoció a una hermosa mujer de nombre Yuuki, de la que rápidamente se enamoró. Ya en tal situación no sabía qué hacer, el temor de enfrentar a su amigo lo superaba y un miedo inmenso, aunado a una gran timidez, eran sus principales impedimentos. Estaba consciente de que debía actuar e impedir a toda costa el plan de Odyrrag, pero de igual manera sabía, que estando solo, no iba a llegar a ningún lado. Así que exponiendo sus inconformidades a los Byckeii renegados y amigos cercanos, terminó por convencerlos de unirse a un grupo rebelde; acción cuyo efecto, desataría una inminente y terrible guerra, de la cual muchos estaban seguros, no saldrían con vida. Al día siguiente de la reunión y sin ningún tipo de plan, se encaminaron hacia el centro de operaciones de Odyrrag, quien al verlos llegar se confundió notablemente, pues se suponía y debían estar en sus respectivos puestos en espera de órdenes. Tal desobediencia provocó su enojo, pero esa emoción cambió de repente al ver a Norab surgir de entre la multitud. Fue en ese preciso momento en el que dedujo de qué se trataba todo, por lo que, ya sabiéndolo, no hizo nada más que esperarlo. Cuando Norab llegó con él, lo que sucedió después fue lo evidente: una última plática entre amigos, debatiendo sobre sus ideales y puntos de vista acerca de las decisiones tomadas; sin embargo, pese a lo extenso de la discusión, Odyrrag no dio de su parte, no recapacitó y no tenía la intención de hacerlo o de parar. Norab quiso convencerlo, intentando una y otra vez que entrara en razón, mencionándole que lo que hacían estaba mal y que debían ponerle un alto; pero le fue inútil, ya que cada palabra que este arrojaba al aire, se desvanecía sin ser escuchada. Ya no hubo vuelta atrás después de eso, y Norab lo tenía muy presente, por lo que no tuvo más remedio que confrontarlo, pegando un intenso grito de enojo y frustración, liberado desde lo más profundo de su corazón, que denotaba los sentimientos reprimidos y el descontento que lo aquejaba desde hace mucho tiempo. Odyrrag, tras escucharlo, permaneció en silencio unos instantes, para luego culminar el encuentro con una desafiante frase: "Si lo que quieres es que me detenga, que pare mi objetivo... Deberás derrotarme... Y asesinarme".
Norab no pudo evitar sentirse desilusionado, debido a que, por una parte, sabía que era inevitable, pero por otra, tenía la esperanza y la fe necesaria en que no ocurriría de esa terrible forma. Así que, totalmente melancólico, bajó la mirada y comenzó a recordar los mejores momentos vividos con su mejor amigo, aquellas memorias que lo marcaron toda la vida y que permanecerían ahí a pesar de todo. Trataba de pensar en alguna alternativa no hostil de arreglar las cosas, sin embargo, para su suerte, por más que intentó encontrarla, no llegó a nada, ocasionando que aceptara la declaración de guerra, al no tener otra opción. El ahora enemigo asintió con una sonrisa, para luego tras unos segundos iniciar la tan esperada batalla. Ambos bandos: luz y oscuridad, al percatarse de lo que estaba ocurriendo con sus líderes, se abalanzaron hacia sus respectivos enemigos, desatando así la guerra Byckeii; misma, que provocó grandes estragos y muertes a su paso. Todo parecía ir bien respecto a fuerzas, no obstante, los aliados de Norab se dieron cuenta al transcurso del tiempo, que los rivales solo jugaban con ellos, ya que estos habían ocultado sus verdaderas capacidades en combate, dando como resultado la pronta derrota de la mayoría en cuestión de minutos, luego de enfrentar lo que realmente eran. La oscuridad logró vencer el primer encuentro, apagando así la poca luz que invadía sus terrenos. Los hombres de Odyrrag habían hecho un excelente trabajo ante la amenaza rebelde, y como era de esperarse, él también. Norab fue derrotado a manos de su antiguo compañero, por lo que yaciendo boca abajo sobre el frío suelo, totalmente lleno de sangre y sin la fuerza para poder levantarse o defenderse, solo bastaba un movimiento para aniquilarlo, solo se debía dar un golpe de gracia que lo desapareciera de la existencia... Sin embargo, Odyrrag no lo hizo y simplemente se fue. Horas más tarde, Norab despertó en su campamento, donde agotado y malherido, lo primero que notó fue la ausencia de la mayor parte de sus amigos. Y tan pronto lo supo, la culpa cayó sobre él como si de una colosal roca de desgracia se tratara, aunado a una gran pena y arrepentimiento que lo carcomían desde el interior. Se sintió tan abrumado, que la palabra "rendirse" había sido lo primero que había llegado a su cabeza, debido a que ya no quería perder ni arriesgar la vida de su gente, o la de alguien más. No obstante, los pocos que seguían de pie le dieron el aliento necesario para continuar la batalla a pesar de lo sucedido, recordándole que no estaba solo, y que lucharían junto a él hasta poner fin a la crueldad e inhumanidad de Odyrrag.
Ya no era momento de hacer las cosas sin pensar, por lo que la mejor alternativa que tenían era la de trazar un plan que los llevara a la victoria, uno que sirviera de apoyo contra los oponentes más poderosos. Pero las ideas fueron escasas, ellos no eran lo suficientemente fuertes como para derrotarlos, y cualquiera que fuese la estrategia, perderían por lo mismo. Norab estaba consciente que luchar de frente contra los hombres de Odyrrag era muy arriesgado, y un grave problema para el entorno, ya que sus maneras de pelear dejaban como resultado una evidente destrucción. Por tal motivo, tenía que pensar muy bien lo que iba a hacer, con el fin de evitar cualquier posible daño hacia las personas o terreno; y fue en sus constantes pensamientos que finalmente pudo dar con la respuesta que necesitaba. Recordó una técnica que le había contado su madre cuando era niño, una habilidad creada en gran parte por el clan de la luz, la cual podía extraer el alma de todo ser que la tuviera, logrando así el confinamiento eterno de la misma. Un método antiguo denominado "Cadenas de Esperanza", establecido por las familias Luzuru y Makina, para encerrar a aquellos que osaran utilizar sus poderes de manera errónea; el recurso definitivo contra los peores criminales y asesinos Byckeii. Les contó a sus compañeros lo que había pasado por su mente, y como era de esperarse, la idea fue bien recibida por todos los miembros del grupo, sin embargo, había un pequeño problema, y este era que, él no podía crear las "prisiones" por sí solo, sino que ocupaba la ayuda de un miembro de la familia Makina. Aquel contratiempo casi los arruina, pero de repente, un soldado, de hecho el único hombre que había salido con vida de la anterior batalla y que pertenecía a los Makina, se ofreció como voluntario. Arreglado el problema, solamente quedaba trabajar juntos en la fabricación y preparación de las Cadenas de Esperanza; labor que no era sencilla, pero que ambos pudieron cumplir tras demostrar un arduo valor, coraje y esfuerzo sin igual. De este increíble modo fue que se crearon los dispositivos, cuya funcionalidad serviría de apoyo en su lucha por erradicar la oscuridad, y obtener así, la tan anhelada paz en el mundo.
Los frutos de la técnica familiar, Luzuru y Makina, se les fueron confiados a los guerreros de la luz más fuertes, con el objetivo principal de ser usados en contra de los enemigos acordados. Semejante estrategia no solo detendría, de una vez por todas, la incontrolable devastación generada por los seguidores de la oscuridad, sino también la inminente destrucción de la Tierra, a causa del excesivo poder Byckeii. Con el plan finalmente terminado, solo quedaba ponerlo en marcha; lo cual no tardó mucho en ocurrir, pues al día siguiente, los aliados de la luz ya estaban preparados y mentalizados para la batalla final, cada uno de ellos, demostrando sobre sus rostros una determinación y valentía sin precedentes, cualidades difíciles de obtener ante la situación por la que atravesaban, pero que en aquel caso eran necesarias si querían llegar a la victoria. De ese modo fue que partieron por última vez a las tierras enemigas, sin embargo, algo inesperado sucedió a medio camino, y fue que los humanos, quienes apoyaban a la luz, se hicieron presentes con el propósito de ayudarlos en su pelea. Norab, tras verlos y hablar con ellos, les pidió casi a súplicas que se marcharan, debido a que la amenaza que enfrentaban era demasiado peligrosa, y más que ayudar, solo serían una carga. Pero fueron palabras vacías, ya que las personas no lo escucharon y permanecieron defendiendo su idea: ayudar sin importar qué sucediera. Por lo que no tuvo más remedio que aceptar la ayuda que le brindaban, denotando una grata sonrisa... Esa gente de verdad quería entrar a la guerra y luchar a su lado por la causa, personas de buen corazón e intención, quienes únicamente anhelaban volver a contemplar sus tierras en paz. Gracias al valiente gesto de las personas, ya no eran solo unos cuantos guerreros, sino un ejército completo, donde ahora cada uno de los humanos, podía defenderse usando armas fabricadas por el miembro de la familia Makina, mismo que les dio armamento de gran calibre y potencia elemental, que tenían la oportunidad de herir o incapacitar a los Byckeii enemigos. Cuando el momento de la verdad arribó al campo de batalla, ambas fuerzas opuestas se alistaron para lo peor. Ya no era tiempo de hablar, ni de convencer, sino de acabar con el problema desde la raíz de una vez por todas. La guerra comenzó a los pocos minutos y la destrucción originada por sus poderes arrasó con el entorno en un abrir y cerrar de ojos, debido a que la energía liberada en forma de ola arrancaba del suelo a los árboles circundantes, así como también rocas de gran tamaño y edificaciones cercanas, las cuales cedían ante los impulsos e impactos dados por el inmenso poder de la luz y oscuridad.
Llegado a la mitad del conflicto, ambos ejércitos daban todo de sí en cada movimiento que ejercían, en cada ataque que acertaban y en cada desgarrador grito que pegaban al estrepitoso aire, no obstante, los humanos comenzaron a mostrar signos de cansancio momentos después, esto a causa de las armas que llevaban consigo, pues eran demasiado toscas y de un tamaño considerable gracias a la magnitud de sus potencias de fuego, lo cual dio pie al posterior retroceso de los hombres; sin embargo, los seguidores de la oscuridad, al darse cuenta de ello, empezaron a darles caza. Fue en tales movimientos enemigos que uno de los compañeros más cercanos de Norab, llamado Argel Fuergus, se encaminó velozmente para apoyarlos y cubrirlos de cualquier ataque con sus habilidades de fuego, pero esto no sería tarea fácil, debido a que uno de los combatientes de Odyrrag, quien pertenecía al clan Sombra, hizo su aparición con el fin de impedir que los salvara, suceso que a pesar de complicar las cosas, abrió paso a una nueva batalla, siendo ahora entre fuego y sombra. La interminable lucha parecía no llegar a ningún lado, pues todo era tan parejo en cuestión de poder, que era imposible saber cuál bando sería el ganador; aun así, los guerreros de la luz tenían un importante as bajo la manga. Por lo que, tan pronto y se percataron del daño ocasionado hacia el entorno, decidieron aminorar la destrucción usando de una buena vez las Cadenas de Esperanza. Las almas enemigas fueron aprisionadas en su interior, para luego salir disparadas en dirección al cielo junto con el dispositivo a una velocidad sorprendente. Podía apreciarse cómo las "estrellas fugaces" surcaban por los aires hasta ser dispersas en distintos puntos del planeta, dejando atrás su ya vacío contenedor corpóreo, sin ninguna señal de vida y totalmente inerte, volviéndose uno con la nada a consecuencia de su desintegración cósmica. Muchas personas buenas perdieron la vida aquel fatídico día; padres quienes querían un futuro lleno de prosperidad para sus hijos e hijas, hermanos que buscaban la protección de sus familiares y amigos, soldados cuyo deber era el de cuidar de los inocentes, y guerreros quienes estaban dispuestos a dar sus vidas por cada uno de ellos en busca de la verdadera paz.
Norab, pese a ser un soldado, tenía bien definidos sus principios morales, mismos que se hallaban muy por encima de las órdenes militares o de las misiones impuestas por los altos mandos de su planeta. Él no estaba de acuerdo con lo que tenían pensado hacer, él lo que de verdad anhelaba era detener las invasiones y esclavitud de parte de su gente, ya que según sus propias palabras: "no es justo intervenir en vidas ajenas para nuestro bienestar", frase que le recalcaba a su amigo en la charla que habían tenido antes, pero que este ignoró por completo. La inimaginable lucha entre ambos ideales no solo logró desatar el asolamiento del entorno, sino que de igual forma liberó los sentimientos más profundos y reprimidos de la mayoría, esto debido a que no era una guerra cualquiera de personas desconocidas, sino que se trataba de una pelea entre camaradas con distintos puntos de vista sobre la situación, lo que ocasionaba una inmensa tormenta ciclónica de recuerdos y emociones; como era el caso de Odyrrag y Norab, cuya amistad se había forjado desde mucho antes que el resto, tras haberse conocido a una edad temprana, años previos de estar en el ejército... El conflicto de por sí era duro, y aunado a ello, lo hacía aún peor. Llegado a la cumbre del combate, Norab no se encontraba en una buena posición, ya que su fuerza y energía se habían agotado casi en su totalidad, por lo que nuevamente temía que sucediera lo mismo: ser acabado por su amigo de la infancia. La derrota se veía venir desde lejos, cuando a causa de un intenso golpe, fue enviado al suelo, lugar en el que azotó de una manera violenta y estruendosa, en espera de su final. Solo era cuestión de recibir un último ataque que acabaría de una vez por todas con su vida, pero, Odyrrag prefirió hacer algo más antes de terminar su lucha, algo que le daría las peores sensaciones a Norab, quien únicamente lo observaba sin saber lo que estaba por ocurrir. Yaciendo boca abajo sobre la desolada tierra, contemplaba atónito lo que posteriormente sería una escena digna de una película de horror, pues a los pocos minutos, fue testigo de la desenfrenada masacre cometida por su antiguo camarada hacia los humanos que lo apoyaban. Estos no pudieron defenderse por más que lo intentaron, ya que como había sucedido antes, sus fuerzas se habían ido al igual que sus energías. Inevitables consecuencias que repercutieron en sus terribles y dolorosas muertes.
Las desconcertantes y aborrecibles imágenes salidas de aquel terrible escenario, eran súbitamente traumáticas e irracionales al punto de convertir a la persona más cuerda, en un ser trastornado y temeroso de por vida. Odyrrag asesinaba de un modo tan cruel y sanguinario a cualquiera que observaran sus ojos, sin importar sus géneros o apariencias, debido a que su principal intención solo era la de hacer sufrir a Norab como jamás lo había hecho antes. Los desgarradores gritos resonaban a través del aire, viajando gracias a él hasta los oídos del guerrero de la luz, quien solo veía perplejo lo acontecido a la lejanía sin siquiera poder impedirlo, totalmente impotente e inútil. Sin embargo, el exterminio no se detuvo ahí, puesto que al momento de volver con su adversario, para finalmente aniquilarlo, aconteció el suceso más doloroso y remarcable que podría haber experimentado nunca. Acercándose a paso adelantado y en total decisión, de sus manos comenzó a emanar una siniestra energía oscura, la cual poco a poco se intensificó a tal grado de materializar lo que se apreciaban, eran unas largas cadenas, tan negras como una noche libre de estrellas. Estas danzaban en total sincronía, golpeándose la una con la otra, y produciendo el tan característico sonido de los metales tocándose entre sí. Era obvio lo que haría con semejantes armas, y aún más aprovechando la situación de Norab, mismo que permanecía tendido en el suelo sin la oportunidad de contraatacar. Cuando el momento de la verdad finalmente llegó, Odyrrag alzó ambas manos en dirección hacia su amigo para de una vez acabar con su tormento, pero, antes de que accionara tal habilidad, la joven Yuuki se interpuso entre los dos a brazos extendidos. Semejante acto de valentía era propio de reconocer, y más sabiendo, lo que sería capaz de hacerle el dictador de la oscuridad. Aun así, a ella no parecía importarle lo que le fuese a ocurrir, puesto que le preocupaba más lo que le sucediera a su querido amado, y por tal motivo, fue que estaba dispuesta a todo para protegerlo o ayudarlo. Norab le insistió en numerosas ocasiones que huyera, que no fuera tonta y que se marchara, pues lo que sucedía estaba muy lejos de su alcance; no obstante, Yuuki no lo escuchó y continuó de pie frente a él, contradiciendo todas sus palabras y sermones. Odyrrag tomó la tan inesperada intromisión con humor, reflejando sobre su rostro una sonrisa de oreja a oreja, seguido de una ligera carcajada, tras apenas saber de su presencia. Se le hacía gracioso que una simple humana tuviera tanto coraje y deseos de confrontarlo, a sabiendas de su insignificante existencia e intrínseca debilidad.
Tal encuentro no perduró, culminando después de unos minutos con un sutil movimiento por parte de sus manos sobrecargadas de oscuridad, mismas que liberaron a una sorprendente velocidad las incesantes cadenas de tono abismal generadas por su poder. Estas armas, letales y afiladas cuán alfiler, viajaron de un punto a otro, dejando a su paso una densa nube y estela de naturaleza oscura, para luego llegar hasta su trágico destino: el delgado cuerpo de la joven Yuuki. El filo de cada punta logró atravesar de un modo tan precipitado y grotesco su piel, penetrando de esta forma la carne sobre distintos puntos aleatorios, dando como resultado una macabra escena, salida de la más profunda pesadilla de cualquiera que la observara. La pobre chica permaneció de pie sin la capacidad de poder moverse, consecuencia del oscuro metal de las cadenas que traspasaban su cuerpo, a causa de que estas jamás cayeron al suelo tras el impacto como normalmente pasaría, sino que se mantuvieron levitando justo por detrás de su ahora desgarrada y curva espalda, moviéndose lentamente de un lado a otro, como si gozaran de una consciencia propia. Ante lo sucedido, el entorno se vio inmerso en un abismo de silencio total, un silencio tan extremo y repleto de sufrimiento, que fácilmente le daría a quien estuviese dentro, la facultad de escuchar el tenue sonido de sus lágrimas siendo arrastradas por encima de sus mejillas. La sangre no tardó mucho en tomar la distintiva forma de un charco justo por debajo de sus pies, uniéndose de esta horrible manera con la tierra y convirtiendo su característica tonalidad en una más oscura y desagradable. El fluido sanguíneo proveniente de sus entrañas parecía no tener fin, ya que los finos ríos carmesí, situados en las extremidades de la joven, expulsaban un sinnúmero de gotas, las cuales caían una tras otra, logrando así crear el efecto de onda, tras apenas tocar la superficie del líquido. La mirada de Norab era digna de recordar, debido a que su rostro no denotaba más que tristeza en toda la definición de la palabra, dejando a relucir las claras señales de tan atroz emoción: llanto e impotencia. A sus ojos el mundo comenzaba a dibujarse de manera distinta, puesto que desde su perspectiva, las imágenes que veía comenzaron a tornarse opacas y carentes de color, para luego a los pocos instantes desaparecer por completo, sin dejar siquiera algún rastro o indicio de un posible regreso.
Su realidad no solo perdió el intenso brillo y sentido que la acogía, sino que el tiempo mismo también se vio afectado por el acontecimiento, ocasionando así su repentina pausa. La mirada le tambaleaba a tal grado de paralizarse, pues lo único que observaban sus ansiosas pupilas era la silueta casi inerte de su amada, con su espalda cubierta de sangre y de la que emergían las punzantes cadenas repletas del tan escalofriante fluido corporal. Sin embargo, aquello que terminó por romperle el corazón fueron unas inaudibles, pero a la vez claras palabras salidas de la boca ensangrentada de Yuuki, a quien se le dificultaba demasiado lanzarlas al aire, a causa de su penetrado y latente pecho. La aguda voz de la chica rozó el viento frente a sus labios, dirigiéndose poco a poco hacia los rehusados oídos de Norab, quien tras recibir el mensaje, no pudo aguantar más y quebró en llanto. Dicho mensaje contenía sus últimos alientos, así como también una pendiente declaración de amor que ambos habían pospuesto gracias al conflicto. Le mencionaba que todo estaba bien y que no se preocupara, que ella era consciente de lo que hacía desde un inicio, y que lo que sucediera, pese a ello, no sería más que culpa suya. Norab, devastado, le pidió perdón por haber llegado a la Tierra, por crear semejante problema y por entrar a su vida, solo para darle fin. Imploraba a súplicas que lo perdonara, diciéndole entre lágrimas que si hubiese alguien a quien culpar, él sería el principal responsable. No obstante, la respuesta que esperaba por parte del amor de su vida resultó ser totalmente distinta, pues ella terminó por cerrarle la boca con una emotiva frase: "La culpa no es de nadie, la vida en ocasiones es impredecible e injusta, pero eso no quiere decir que esté equivocada, más bien tiene un propósito, y en esta ocasión llegaste gracias a la vida para ser mi propósito... Sea injusta o no, acepto este destino... Por ti y por mí. Jamás olvides que la vida es buena, y que mi amor hacia ti nunca se acabará... ¡Te amo!". Liberando sus últimas fuerzas, giró como pudo para verlo a los ojos y, tras regalarle una sonrisa... Comenzó a desaparecer entre la penumbra que emanaban las cadenas.
Sin lograr despedirse y con el corazón hecho añicos, no dudó ni un solo segundo en pegar un desolador grito al cielo, seguido de unos constantes y desesperados golpeteos sobre la tierra, dados por sus temblorosas, ensangrentadas y heridas manos. Fue en aquel momento de frustración que los lamentos pasaron a convertirse minuto a minuto, en señales obvias de enojo; una abundante sensación de rabia e ira hacia quien en su tiempo consideraba como un gran amigo. Frunciendo el ceño y secándose las lágrimas lo divisó a la lejanía, para luego tras unas palabras ser víctima de algo sorprendente. Un increíble y devastador relámpago de tonalidades cósmicas cayó de forma precipitada en su ubicación, trayendo consigo un fuerte resplandor cuya luminosidad cegó temporalmente el entorno. A la hora de que el brillo empezó a desaparecer, la silueta del guerrero eléctrico podía apreciarse cada vez más ante la vista de todos, como si de un milagro divino se tratara. La mayoría de ellos estaba sorprendido, mientras que otros denotaban una tremenda confusión, ya que era algo que nunca habían presenciado antes, algo tan inusual y extraño que no tenía respuesta alguna. Segundos después, cuando la tan esperada figura del bondadoso líder era completamente visible, fue que se percataron de otra inimaginable cosa, de un evidente y radical cambio. Lo que cientos de ojos notaron sobre el horizonte, lugar del anterior impacto, se trató de Norab, quien ahora se hallaba de pie optando una postura suelta y tranquila, sin embargo, lo curioso yacía en su apariencia, puesto que la mayor parte de su cuerpo había sido envuelto por un blanquecino velo de orígenes siderales. La clara piel que antes lo abrazaba se tornó blanca cuán luz en su totalidad, al igual que su cabello y vestimenta, logrando de esa manera reflejar su innata pureza. Era fascinante la nueva imagen del guerrero, pero lo raro llegó cuando la vista centraba su atención sobre los brazos, ojos y pecho, debido a que estos poseían un distintivo color universal, adornados de pequeños puntos similares a estrellas, como si fuese una galaxia interna. Al pasar los segundos, bajó la mirada y comenzó a contemplar sus lumínicas manos, estaba totalmente confundido por lo que había pasado, que de pronto su mente se vio repleta de una inmensidad de preguntas; sin embargo, tales interrogantes fueron contestadas gracias a una voz dentro de su cabeza, la cual le mencionó unas palabras: "Mis creaciones se han visto amenazadas gracias a tu necio compañero, por ello he decidido ayudarte con el fin de someter el problema. Te otorgo parte de mi poder, te otorgo la transformación Dimeru". Despejado de toda duda, aceptó el apoyo que le habían brindado, para, posteriormente, reanudar la batalla contra de la oscuridad.
Al final, quien resultó victorioso fue sin lugar a dudas Norab, a causa del poder que se le había conferido, el cual lo dotó de habilidades alucinantes e imparables, mismas que Odyrrag no pudo enfrentar por más que lo intentó y dio todo de sí. Los papeles se vieron inversos al poco tiempo de la última confrontación, dejando al salvador frente a un duro dilema: perdonar la vida de su amigo o asesinarlo. Sin embargo, no fue ni una ni otra, sino que prefirió optar por el confinamiento de su alma dentro de las Cadenas de Esperanza, con el fin de brindarle un eterno castigo. Entre gritos de rabia, le mencionó que regresaría, que tanto la Tierra como su gente sufrirían las consecuencias de sus actos y traición. Norab, extrañado, frunció el ceño ante las amenazas, debido a que no lograba entender aquellas últimas palabras escupidas de la boca de su antiguo compañero; de verdad no estaba seguro de cómo podría regresar, a sabiendas del verdadero destino de las Cadenas. Tan inesperado y profético mensaje, había sido el detonante de su próxima decisión, una en extremo drástica, pero a la vez astuta. La única opción que tenía era la de encerrar de igual manera su alma, para que en un futuro, si algo llegara a suceder, estar ahí ante cualquier amenaza. Pero, no se iría solo, sino que sus amigos más allegados, de hecho, los pocos Byckeii que permanecían con vida, lo siguieron hasta la muerte, al saber de un posible y venidero ataque a manos de la oscuridad. Las personas, totalmente aliviadas por el fin de la guerra, se acercaron a donde sus salvadores se hallaban, para luego agradecer sus heroicas acciones, ya que si no hubiera sido por ellos, sus vidas hubiesen corrido con la misma suerte que la de muchos quienes la perdieron. Norab, al ver todo lo que había logrado, las vidas que había salvado y la esperanza que les había otorgado, soltó una ligera carcajada, seguida de una amistosa sonrisa... La última que daría, antes de que su cuerpo se uniera con la nada, desintegrándose en el aire y siendo disperso gracias a la ventisca, mientras su alma partía hacia una dirección desconocida, en espera de un potencial retorno.
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