Andrew lucía más relajado de lo normal mientras conducía. Nos seguía un auto de la marca Mitsubishi de color azul marino. Era un auto viejo, pero en buen estado. Yo soy un amante de los autos antiguos, aunque no sé mucho de ellos. En mi sincera opinión, los autos más antiguos son los mejores. Soy una persona más optimista cuando se trata de autos antiguos. A unos cinco metros de nosotros, nos percatamos de que nos seguían. Andrew se hizo el de la vista y yo solo sonreí con un suspiro de burla al mirar al espejo. Apoyé mi brazo en la ventana y también mi cabeza en mi brazo. Observé atentamente el paisaje de la ciudad y sentí la brisa fresca y contaminada. Así es, está totalmente contaminada. El aroma ya no es natural y es distinto a la brisa de un bosque. Algo en común que tenemos con el joven Andrew Marques es que nos gusta la brisa natural, un lugar tranquilo y distante de todo, un libro de nuestra preferencia y algo para beber.
-¿Qué libro te gusta, Andrew? -le pregunté para poder obsequiarle uno.
Andrew me miró confundido y me dijo:
-¡En este momento! ¿De la nada me haces esa pregunta? ¿Por qué?
-Me dio curiosidad nada más. Además, no es agradable este silencio profundo, señor Marques.
-Es verdad. Lo del libro, pues te lo diré mañana. Dime, ¿qué te gustaría tomar y en dónde?
-Eres tacaño con las respuestas siempre. Eres cerrado al igual que aquel año y aun así te soporto.
Sacudí mis dedos en señal de negación y me toqué los cabellos como si fuera una actriz.
-Me merezco un trofeo de oro puro por ser la persona que más te aguanta.
-¿¡De verdad!?, creo que es buena idea.
Andrew sonrió y giró a la izquierda en dirección a una calle poco alumbrada que daba a un pequeño pueblo de la ciudad. Se detuvo frente a un árbol, sacó un arma y se puso unos guantes negros. Cargó en el bolsillo un peine lleno de balas y me acarició el mentón y me besó la frente.
-¿A dónde vas? -le sostuve del brazo derecho preocupada.
-Voy a parar a esos idiotas, pero según ellos, voy a orinar. Estaré bien -me sonrió levemente y se bajó.
Yo estaba preocupada por ambos, por mí y por él. En sus ojos, en esos ojos verdes fríos y sombríos, en los que raramente veo vida y esperanza, en ese exacto momento había sed de matar. Y no solo porque nos matarían si nosotros no los matábamos primero. El problema era que Andrew se volvía un psicópata de la sangre. El delirio de matar lo consumiría. Si matara a dos de ellos, ya sería incontrolable. Y yo sola, no sé qué podría hacer.
La noche estaba acercándose rápidamente y ya la luna empezó a alumbrar aquel callejón casi inaccesible. Para mí, los minutos no pasaban. Oí unos ruidos de pasos y gritos de dolor. Entonces, decidida, rebusqué en todas partes algo para usar contra ellos y para evitar que Andrew se enloqueciera. Al fin, encontré una pistola plateada. La revisé y tenía todas las balas. Di un suspiro y salí despacio y cuidadosamente del auto. Vi a cinco hombres rodeando a Andrew. En ese momento, tan solo pensé que él moriría. Y disparé a los tres que estaban frente a Andrew. Aunque no me gustan las armas y menos matar, fui obligada a hacerlo. Por él, por mí misma. Pues si perdíamos, sufriríamos. Y yo sería violada por ellos y luego muerta. Pero más por él, por esos ojos verdes y mi anhelo de verlo sonreír otra vez.
Al dispararles, le di a dos uno en el cráneo y al otro en el brazo izquierdo, debido a que estaban de lado. Me escondí entre los arbustos y Andrew también. Los enemigos gritaban y estaban asustados sin saber quién les disparó. Su compañero cayó de espalda ante Andrew y el otro cayó de rodillas mientras le sangraba la boca. La escena me causó pena y me tragué las ansias de llorar. Respiré profundamente para no llorar y entrar en shock.
-¿Estás bien? -preguntó Andrew agachándose detrás del árbol.
-Sí, por el momento -miré mi mano temblar con la pistola.
Los ruidos de los enemigos al pisar las hojas y ramas secas eran tormentosos para mí. Son escenas que solo veía en películas. Apoyé hacia mi pecho la pistola y me concentré en oír en qué dirección se acercaban, mientras Andrew ya tenía todo un plan en su mente.
Obviamente, Andrew no se quedaría solo agachado esperando que ellos se acercaran. Al momento oí un ruido fuerte y varios pasos acercarse hacia mi derecha, que era la dirección de Andrew. También me dirigí temerosamente hacia allí. Al momento vi lo que los otros dos enemigos veían. Fue algo horripilante para mí. Allí estaba un sujeto colgado de los hombros con el Isipo (planta medicinal colgante muy resistente), con una rama de árbol seca atravesada en su garganta. Mientras balanceaba, retrocedí y me escondí detrás del árbol que estaba justo detrás de ellos. Apunté a la cabeza del otro y disparé con duda y miedo. Al momento, el otro giró hacia mi dirección y yo quedé apuntándole y él apuntándome. De repente, vi un bulto y el enemigo ante mi dejó caer su pistola. Oí una voz maliciosa y satisfecha:
-¡Qué pena que ya mueres!
Era Andrew que le clavó un puñal en el cuello del lado izquierdo. Mientras detrás del sujeto aparecía macabramente con una mirada asesina y la mano manchada de sangre, yo seguía apuntando hacia él. Andrew quitó el puñal y el sujeto cayó sosteniendo su cuello que chorreaba sangre. Andrew me miró y sonrió:
-¡Ya podemos irnos! Estoy cansado.
Yo bajé la pistola y Andrew la agarró. Al mirarme, le disparó al sujeto:
-Para que no agonice y despierte a los animales de este lugar.
Andrew sonrió y me besó la mejilla izquierda. Me abrazó sin tocarme con sus manos y me sentí segura. Di un suspiro y asentí con la cabeza mientras mi corazón trabajaba sin parar y sentía que se me saldría por la boca. Nos fuimos al auto y Andrew revisó el auto del enemigo. Encontró dinero en un sobre negro con nuestras fotos. Eso me dejó aterrada y él se puso muy preocupado. También encontró la pulsera de su madre y unas lágrimas salieron de sus ojos. Girando, entró al auto. Yo entré también y condujo en silencio hasta la cabaña de Dyor. Quedaba a dos barrios de mi casa y era un lugar tranquilo y tenía de todo, incluyendo un sótano secreto lleno de armas y todo tipo de cosas posibles.
Nos bañamos en nuestras habitaciones y yo salí a preparar la cena. A unos minutos llegó Dyor (primo de Andrew) con su amigo y le relaté lo sucedido. Estos dos se volvieron serios y entraron a la habitación de Andrew, donde hablaron por unas horas. Luego cenamos.
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