Reencuentro

De repente, en un mes ajetreado entre la multitud en la hora pico del viernes diez, salí apresurado de mi trabajo y, a unos pasos de la parada del autobús, estaba un hombre elegante con cabello rizado que le llegaba hasta los hombros. Su rostro lucía radiante y parecía un autor de telenovelas, el villano para ser sinceros. Su auto era un Lamborghini Veneno de color lila, de dos puertas de tijera biplaza, con motor central-trasero, motor de seiscientos noventa (690) N•m, quinientos nueve (509) b-pie, doce a sesenta atm (V12 a 60°), seis mil cuatrocientos noventa y ocho (6498) cm³. Además, llevaba un traje negro con su chaqueta desabotonada, dejando ver su camisa blanca y su corbata azul con finas rayas negras, dándole un toque elegante. Con su pie derecho sobre su pie izquierdo, lucía sus lentes de sol redondos de marco fino de color plata y su reloj de oro con diamantes.

Al volver a verlo después de dos meses, sentí alivio porque al menos no se había deprimido como las anteriores veces. No niego que me carcome el hecho de que me llegara a preguntar si pensé en su pedido. ¡Ah!, tal vez exagero, pero solo pensar que un amigo se vuelva mi novio y que me bese repentinamente y otras cosas más me ponen mal, aunque él también esté mal con la espera. Ya no sé qué hacer para terminar con todo esto.

-"Ella aún no salió", pensó Andrew.

Sacó un cigarrillo y, llevándolo a sus labios con la mano izquierda, sacó el encendedor con su mano derecha para encender el cigarrillo. Vio a una mujer parada ante él con el rostro de desagrado. Aun así, Andrew pensó que ella lucía bien para el mes de la moda, con medias finas, una falda negra y su blusa blanca, sin mencionar sus tacones negros y un broche de la empresa. Su sonrisa era inevitable al verla.

Andrew se quedó quieto mientras ella caminó hacia él y le quitó el cigarrillo de un golpe, lanzándolo al basurero verde que estaba a su lado.

-¡Qué molesto! -hizo muecas.

Dijo al mirar a Andrew mientras ordenaba su cabello que cayó y cubría su rostro. Andrew sonrió y la abrazó sin decir nada, la besó la frente dulcemente. Algunas personas se detuvieron a ver tal acto, ella lo evadió con la cara de puchero y cruzando sus brazos le habló:

-Ya te dije varias veces que dejes el tabaco, es dañino para el cuerpo. Pero lo primero que veo después de mucho es un pabilo de cigarrillo en tus labios.

Andrew sonrió y la abrazó fuerte y susurró en su oído izquierdo:

-Te extrañé mucho, viajé por negocios el mes pasado y regresé ayer. Apenas pisé suelo paraguayo vine a verte, ¿estás bien?

Preguntó entusiasmado y sin saber qué gestos hacer ante la persona que en verdad apreciaba y estaba dispuesto a arriesgar más allá de su límite. Desde la pérdida de su madre, Andrew evitaba sentir algún sentimiento especial por alguien más. Las barreras creadas por él eran más firmes en cada dolor que sentía. Aumentaba su distancia de relacionarse con las personas.

-Sí, ¿y usted señor Marqués?

-No te dirijas a mí de esa forma. Estuve bien, aunque eché de menos tu presencia.

Andrew la separó despacio y sosteniendo sus hombros volvió a sonreír y le acarició la mejilla izquierda.

-Vamos a comer algo, me muero de hambre.

-De acuerdo, ¿dime el motivo del cambio repentino de vehículo?

-Tenía que cambiar de look, nuevos aires y dar una nueva visión a mi estilo. ¿No te gustó el cambio?

-Me agrada, solo que el auto llama mucho la atención.

-Entiendo, deberías de haberte acostumbrado ya a ser el centro de atención. Eres peculiar, señorita rara.

-Ja ja lamento decepcionarlo, pero prefiero ser gris en algunas ocasiones o momentos.

-Está bien, para la próxima vez vendré en un Kia S10, ya que la madan es discreta.

Ambos se suben al auto y se van.

El investigador que contrató el detective observó desde la ventana del edificio de la empresa en donde trabaja Larissa y al ver que Andrew llevó a una mujer, notificó al detective de inmediato. Luego se retiró del lugar y no dejó vestigio de su presencia.

En la mesa del restaurante "Pan Caliente" de la ciudad de Hermanarías, estaban sentados seis personas cerca de la ventana de vidrio del lado derecho en dirección hacia la calle, un ángulo perfecto para observar sin ser observados. Desde allí, Andrew no solo podía observar todo el restaurante, sino también la entrada, el estacionamiento y el reflejo de la lámina polarizada de la divisoria que tenía el salón entre el patio de comida y el patio de recreación para niños, lo que le ayudaba con la vista de la parte de atrás de ellos, evitando así ataques sorpresivos.

-Podría ser un blanco difícil en este lugar, mejor entre mucha gente así puedo localizar y saber quiénes son mis enemigos enviados de esta vez.

-Ella no está muy a gusto con el lugar, ¿habrá sospechado de alguien?

Andrew sonrió y me mostró su celular, era un mensaje que decía lo siguiente: "A dos metros de la segunda ventana tenemos a dos invitados, una mujer de vestido amarillo y su acompañante con ropa deportiva azul, y en frente nuestra tenemos otro con camisa blanca y short jeans."

Yo sonreí y, después de unos segundos, agarrando mi celular, le respondí por mensaje de texto en WhatsApp diciéndole que no se preocupara, pues yo actuaría según él indicara o dijera. Comimos y salimos sin problemas. Apenas pasamos dos calles del restaurante, ya nos seguía la pareja y nos cerró el paso el tercer sujeto. Andrew dio un suspiro y yo sostuve su mano que tenía sobre la pistola cerca de la palanca y le dije en tono firme y confiante, aunque para ser sincera, me dio mucho miedo. No sabíamos qué nos harían. Andrew avanzó un poco más y se detuvo a unos metros del auto enfrente nuestro, y se nos acercó el otro, parando a tres dos metros de nosotros.

-Estaremos bien, dame un arma. Le miré fijamente y me desabroché el cinturón de seguridad.

-¿Un arma? ¿Estás segura? Me miró sorprendido Andrew y levantó la ceja.

-Sí, ¡rápido dime dónde está!

-En la guantera, y las municiones están en una caja gris.

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