Angustias

Después de unos minutos, salieron de la habitación. Dyor estaba decidido y Andrew también salió un poco abatido por lo que había sucedido. Yo serví la cena e invité a que se sentaran a cenar, sabiendo obviamente que aún no estaban del todo bien. Pero a pesar de lo que había sucedido hace unas horas, sé que con el tiempo todo quedará explicado y en algún momento de nuestras vidas podré volver a verlos sonreír.

Después de la cena, salimos todos a sentarnos afuera. Todos estábamos aún mal por lo sucedido. Yo, para cambiar el ambiente, empecé a hablarles de otras cosas que me vinieron a la mente. Poco a poco, el ambiente frío y sombrío empezó a ser más cálido y fresco. Empezamos a contar anécdotas e historias de cuando éramos más jóvenes. Así, pasamos dos horas más recordando y sonriendo. Por su parte, Andrew sonrió muy poco; aun así, yo me sentí feliz por él.

Después de la charla, nos fuimos a dormir. Como de costumbre, los tres se quedaron a ver una película y a dormir en la sala. Yo me fui a dormir en mi habitación porque temprano tenía que terminar un manuscrito para entregar antes del mediodía. Así, me retiré. Tomé un remedio para dormir, sabiendo bien que por la preocupación del manuscrito y de lo ocurrido en el camino, no podría dormir. Unos minutos después, me dormí y solo me desperté al día siguiente.

-¡Buen día!- Me dijo Felipe, el amigo de Dyor, quien estaba preparando un café. Luego, me senté en el sofá gris que estaba en un rincón de la sala y, avistando la cocina, pude oír los susurros de Dyor despertando a Andrew. Luego, volteé a ver a Felipe, él aún seguía preparando el café, mientras dejaba calentando el aceite en la paila para preparar unas tortillas.

Di un gran suspiro, me volví a preguntar a mí misma ¿qué es lo que puedo hacer? Ya nada está saliendo bien estos días. ¡Ahs!, ha de ser bien triste vivir la vida a este ritmo. Si fuera yo en su lugar, quizás me suicidaría. Aunque en esos ojos verdes haya una profunda tristeza y un vacío inmenso, él sigue de pie, tal vez por la venganza, la ira, el odio o simplemente por aceptar, como todo un Marqués, que se lo arrebate todo de una manera tan mezquina y estúpida. Sí, así es mi amigo. Aunque no sea de su agrado la situación, aunque le sea un poco imposible continuar luchando contra la marea, siempre él buscará una manera de mantenerse de pie. Es una persona terca y exigente, a decir verdad lo admiro mucho. No sé qué es realmente lo que lo mantiene de pie ante esa marea, ni qué lo incentiva a seguir en esa esfera tan sangrienta y triste.

-¡¡Buen día, gente!! -Voltee a ver y era Dyor, quien soñoliento y con sus cabellos lacios, de color negro, sin camisa, se acercaba hacia mí. Sonreí pues me recordó viejos tiempos. Dyor lucía igual de delgado y despreocupado que a sus dieciséis años. Detrás de él, Andrew también salió con una mirada soñolienta, también sin camisa, y se dirigió a la cocina a beber agua. Dyor se tumbó al sofá a mi lado y me susurró: - ¡Buen día!

- ¡Ah! ¿Por qué debemos despertarnos tan temprano?

- ¡Yo por costumbre, usted no lo sé! ¿No están de vacaciones?, le dije yo

- Sí, pero alguien quiere empezar a tempranas horas algunas cosas.

- Entiendo ¿No sintieron frío? - pregunté yo, pues era una cabaña y el frío estaba empezando.

- Para nada, todo tranquilo.

Me levanté y Dyor me sostuvo del brazo derecho:

- ¿A dónde vas?

- A preparar un jugo de naranja con mixtos, ¿quieres?

- Puede ser.

- Lo haré para ustedes dos, ya que no beben café; ¡hasta hoy no sé cómo me agradan!

- ¿Por qué?

- Porque no les gusta el café.

Me dirigí a la cocina junto a Felipe y Andrew me tocó la cabeza frotando mis cabellos, me dijo:

- ¡Buen día, linda!

- ¡Buen día! Ve a lavar el rostro, yo les preparo el desayuno.

- Mm, que sea delicioso.

- De acuerdo. Sabes que soy buena para eso, digamos que una Master Chef versión humilde.

- De acuerdo.

Media hora después, allí estaban los dos Marques elegantes y listos para causar algo malo. Así es, ellos estaban con un plan en mente y, sin dudas, era para lidiar con alguien. Dyor era su único primo y amigo fiel al que podían contarle absolutamente todo. Y sí, Dyor era de confianza. Además, era igual de siniestro que Andrew, pero la única diferencia entre ambos era que Dyor tenía el nivel del ego al cien, a diferencia de Andrew que solo era cincuenta por ciento egocéntrico.

Me gustaba pensar que Andrew era un poco distinto y diferente de las demás personas; ese era para mí, mi amigo. Era la única persona más diferente y distinguida de otras. No digo en su forma de conquistar, simplemente en su forma de pensar. Era tan distinto que cuando empezaba a contar sus pensamientos y sus historias, cualquier anécdota que salía de él era otro mundo, otra dimensión. Narraba cualquier cosa, cualquier trazo de lo que pudieras imaginar de una manera tan distinta. Cada segundo de mi vida, en una historia impresionante. Si quisiera contar mi vida, no sería tan impactante como lo sería si Andrew lo contara. ¡Ay! Aquí voy de nuevo relatando una historia, la de mi amigo Andrew; el protagonista podría describir cada paso que daba él como un paso de una persona siniestra, psicópata, lunática. La manera en que veían las cosas del mundo, sus pensamientos, era una dimensión completamente diferente. ¿Serán tan macabros? Si solo yo pudiera ver cómo él veía. ¡Tonterías! Mi creencia y la suya son rivales desde siglos.

Unas horas más pasaron y ahí estaba yo en la sala, esperando noticias de Andrew. La situación me perturbaba y me dejaba angustiada. Observaba a Fernando, que estudiaba para una prueba venidera con el objetivo de destacarse. Los dos primos salieron sin decir hacia dónde iban ni a qué hora regresarían. Tan solo se marcharon sin decirme nada. Yo esperaba a un lado del sofá, agarraba y bajaba el celular revisando por si algo malo les hubiera pasado, y miraba cada página de noticias, que eran trágicas por supuesto. No se podía esperar algo bueno de dos personas completamente descuidadas. Media hora más tarde, sonó mi celular. Era una llamada de Julio, el amigo de Andrew.

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