Alejate

Alejate

capitulo 1

‘Táctica y estrategia’ por: Mario Benedetti

Mi táctica es

mirarte

aprender como sos

quererte como sos

mi táctica es

hablarte

y escucharte

construir con palabras

un puente indestructible

mi táctica es

quedarme en tu recuerdo

no sé cómo ni sé

con qué pretexto

pero quedarme en vos

mi táctica es

ser franco

y saber que sos franca

y que no nos vendamos

simulacros

para que entre los dos

no haya telón

ni abismos

mi estrategia es

en cambio

más profunda y más

simple

mi estrategia es

que un día cualquiera

no sé cómo ni sé

con qué pretexto

por fin me necesites.

‘El día que me quieras’ por: Amado Nervo

El día que me quieras tendrá más luz que junio;

la noche que me quieras será de plenilunio,

con notas de Beethoven vibrando en cada rayo

sus inefables cosas,

y habrá juntas más rosas

que en todo el mes de mayo.

Las fuentes cristalinas

irán por las laderas

saltando cristalinas

el día que me quieras.

El día que me quieras, los sotos escondidos

resonarán arpegios nunca jamás oídos.

Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras

que hubo y habrá en el mundo serán cuando me quieras.

Cogidas de la mano cual rubias hermanitas,

luciendo golas cándidas, irán las margaritas

por montes y praderas,

delante de tus pasos, el día que me quieras...

Y si deshojas una, te dirá su inocente

postrer pétalo blanco: ¡Apasionadamente!

Al reventar el alba del día que me quieras,

tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras,

y en el estanque, nido de gérmenes ignotos,

florecerán las místicas corolas de los lotos.

El día que me quieras será cada celaje

ala maravillosa; cada arrebol, miraje

de "Las Mil y una Noches"; cada brisa un cantar,

cada árbol una lira, cada monte un altar.

El día que me quieras, para nosotros dos

cabrá en un solo beso la beatitud de Dios.

 ‘Quiero ser en tu vida’ por: Martín Galas

Quiero ser en tu vida

Algo más que un instante,

Algo más que una sombra

Y algo más que un afán.

Quiero ser, en ti misma,

Una huella imborrable

Un recuerdo constante

Y una sola verdad.

Palpitar en tus rezos

Con temor de abandono.

Ser, en todo y por todo,

Complemento de ti.

Una sed infinita

De caricias y besos;

Pero no una costumbre

De estar cerca de mí.

Quiero ser en tu vida

Una pena de ausencia

Un dolor de distancia

Y una eterna ansiedad.

Algo más que una imagen,

Y algo más que el ensueño

Que venciendo caminos,

Llega, pasa y se va.

ser el llanto en tus ojos,

Y en tus labios la risa.

Ser el fin y el principio,

La tiniebla y la luz,

Y en la tierra, y el cielo;

Y en la vida y la muerte.

Ser, igual que en mi vida,

Has venido a ser tú.

. ‘Mucho más grave’ por: Mario Benedetti

Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo

y eso en verdad no es nada extraordinario

vos lo sabés tan objetivamente como yo.

Sin embargo hay algo que quisiera aclararte,

cuando digo todas las parcelas,

no me refiero solo a esto de ahora,

a esto de esperarte y aleluya encontrarte,

y carajo perderte,

y volverte a encontrar,

y ojalá nada más.

No me refiero a que de pronto digas, voy a llorar

y yo con un discreto nudo en la garganta, bueno llorá.

Y que un lindo aguacero invisible nos ampare

y quizás por eso salga enseguida el sol.

Ni me refiero a solo a que día tras día,

aumente el stock de nuestras pequeñas y decisivas complicidades,

o que yo pueda o creerme que puedo convertir mis reveses en victorias,

o me hagas el tierno regalo de tu más reciente desesperación.

No.

La cosa es muchísimo más grave.

Cuando digo todas las parcelas

quiero decir que además de ese dulce cataclismo,

también estas reescribiendo mi infancia,

esa edad en que uno dice cosas adultas y solemnes

y los solemnes adultos las celebran,

y vos en cambio sabés que eso no sirve.

Quiero decir que estás rearmando mi adolescencia,

ese tiempo en que fui un viejo cargado de recelos,

y vos sabés en cambio extraer de ese páramo,

mi germen de alegría y regarlo mirándolo.

Quiero decir que estás sacudiendo mi juventud,

ese cántaro que nadie tomó nunca en sus manos,

esa sombra que nadie arrimó a su sombra,

y vos en cambio sabés estremecerla

hasta que empiecen a caer las hojas secas,

y quede la armazón de mi verdad sin proezas.

Quiero decir que estás abrazando mi madurez

esta mezcla de estupor y experiencia,

este extraño confín de angustia y nieve,

esta bujía que ilumina la muerte,

este precipicio de la pobre vida.

Como ves es más grave,

Muchísimo más grave,

Porque con estas y con otras palabras,

quiero decir que no sos tan solo,

la querida muchacha que sos,

sino también las espléndidas o cautelosas mujeres

que quise o quiero.

Porque gracias a vos he descubierto,

(dirás que ya era hora y con razón),

que el amor es una bahía linda y generosa,

que se ilumina y se oscurece,

según venga la vida,

una bahía donde los barcos llegan y se van,

llegan con pájaros y augurios,

y se van con sirenas y nubarrones.

Una bahía linda y generosa,

Donde los barcos llegan y se van.

Pero vos,

Por favor,

No te vayas

‘Te amo por ceja…’ por: Julio Cortázar

Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores

blanquísimos donde se juegan las fuentes

de la luz,

te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza

de cicatriz,

voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y

cintas que dormían en la lluvia.

No quiero que tengas una forma, que seas

precisamente lo que viene detrás de tu mano,

porque el agua, considera el agua, y los leones

cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,

y los gestos, esa arquitectura de la nada,

encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.

Todo mañana es la pizarra donde te invento y te

dibujo,

pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese

pelo lacio, esa sonrisa.

Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino

es también la luna y el espejo,

busco esa línea que hace temblar a un hombre en

una galería de museo.

Además te quiero, y hace tiempo y frío.

 ‘Yo canto lo que tú amabas’ por: Gabriela Mistral

Yo canto lo que tú amabas, vida mía,

por si te acercas y escuchas, vida mía,

por si te acuerdas del mundo que viviste,

al atardecer yo canto, sombra mía.

Yo no quiero enmudecer, vida mía.

¿Cómo sin mi grito fiel me hallarías?

¿Cuál señal, cuál me declara, vida mía?

Soy la misma que fue tuya, vida mía.

Ni lenta ni trascordada ni perdida.

Acude al anochecer, vida mía;

ven recordando un canto, vida mía,

si la canción reconoces de aprendida

y si mi nombre recuerdas todavía.

Te espero sin plazo ni tiempo.

No temas noche, neblina ni aguacero.

Acude con sendero o sin sendero.

Llámame a donde tú eres, alma mía,

y marcha recto hacia mí, compañero.

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