capitulo 2

Ayer visité el cementerio de mi pueblo

y me detuve en la tumba de la cruz vacía

yo he pasado por allí muchísimas veces

pero nunca la miraba y tampoco la veía.

Hay un nombre de mujer escrito en ella

y con hermosos caracteres en relieve

que se mantienen con el paso de los años

con sus lluvias, temporales y su nieve.

Pero ¿Quién es esa mujer que habita allí?

¿Cuál es la historia de la vida que vivió

habrá quedado en recuerdos del pasado,

quedarán vestigios de la vida que llevó?

¿Disfrutaste el aroma perfumado de las flores

y el zigzagueante volar de bellas mariposas,

admiraste el curvado brillar del arcoíris

y el pálido rosado que pinta algunas rosas?

¿Fuiste parte directa de incontable historia

de pasión desenfrenada, innoble y cruel

escrita en grandes letras de color blanco

sobre un trozo pequeño de blanco papel?

¿Muy radiante en tu vestido de novia

ramo en mano, llegaste hasta el altar

y al soez comentario malintencionado

tu pureza nadie pudo nunca mancillar?

¿Conquistaste el inicio de la aurora,

cultivaste los suspiros viriles a tu paso,

laboraste bajo soles inclementes

cuando vagan caminando hacia su ocaso?

¿Disfrutaste el amor y los placeres,

degustaste el elixir de la dicha

o viviste en continuos padeceres

bajo el lóbrego reinar de la desdicha?

¿Te cruzaste algún día en mi camino

o pasaste simplemente por mi lado

recubierta con un manto de tristeza

caminando con tu paso acompasado?

¿Nos hallamos una tarde frente a frente

Y en tus labios floreció bella sonrisa

Y en pudor ruborizadas tus mejillas

Te escapaste de mi lado a toda prisa?

¿Tu sonrisa acarició algún vagabundo,

repartiste tu sonrisa por el mundo

o tu mano fue esparciendo la cizaña

con acciones de vileza y artimaña?

¿Te entregaste al hombre equivocado

y tu vida se hizo invierno desbocado,

o te diste a quien amaste con pasión

todo henchido de gozo el corazón?

¿Te quedaste dormida un día dulcemente,

te olvidaste despertar sencillamente

o tu vida se ...

Hablé de ti a mi humilde corazón, Y aunque se negaba a escucharme, decidí hablarle a la fuerza, le dije que eras así como un ángel, así de tierna, así perfecta. Le dije que eras mi sueño más lindo y mi entera devoción… también le advertí que no se fuera a enamorar porque mirar tu rostro era como tener al frente la felicidad… le anticipe que no fuese a pensar que eras una mentira porque te describiría tan bella o tal vez mejor que a una verdad.

En eso me miro escéptico, pues, aun nada creía, entonces le mostré tu nombre grabado en el confín más remoto, de la memoria mía. Por consiguiente, le Dije: descubrí que ella no es hermosa como las rosas, sino que las rosas son hermosas como ella, y aumenté que eras mi insaciable antojo… le dije que tus ojos no son como estrellas sino más bien que las estrellas son bellas, pero solo porque son como tus ojos.

Y fue como si hubiese encontrado su aliciente a lo que le dije que si conocía una perla fina… Entonces ya frecuentaba tus dientes. Le dije además que no sé si lo entendía, pero desde que empecé a leerte a ti, no volví a leer más poesía.

Y para ese entonces mi corazón estaba como un niño en medio de un mundo todo lleno de golosinas.

Y para ese entonces mi corazón estaba como un hombre arrodillado ante una majestuosidad divina.

Y para ese entonces mi corazón por ti ya se aferraba a la vida.

Pues no es casualidad que sea el quién pregunta hoy por ti.

Me dice que te busque y que te encuentre, que jamás sintió un deseo tan intenso y fuerte como el que siente ahora por verte. Que si estar sin ti es vivir; Entonces que mejor prefiere tenerte en un efímero instante, tocarte y más tarde morir, tocarte y más tarde morir, tocarte y más tarde morir…

Porque desde que le hable de ti; ya puede vivir tranquilo.

Porque desde que le hable de ti; lo embriagaba la sangre cuál si fuera vino.

Porque desde que le hable de ti; ya no encuentra otro camino.

En tal caso yo digo a mi corazón amigo, vivimos igual, pues con vehemencia yo la espero.

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AMOR VERDADERO

Enviado por doblezeroo  Seguir

****

Con el ruido del eclipse

la noche quitó su enagua,

la luna del gran silencio

nuestra azotea palpaba

y mientras cubría tu rostro

el lucero de su andanada

yo te tenía en mis brazos

en el balcón de la playa.

Sobre la arena embestían

los toros bravos del agua

y traernos el océano

sus doce olas de plata

por la pampa de mi pecho

tu mejilla quedó varada.

En el mundo de los sueños

tus dos ojitos nadaban,

la brisa cruzó la costa

como una lengua salada

y el frescor de sus caricias

ponía en tus dos pestañas

la veleta de los trigos

y una sonrisa en mi cara.

¡Que alegría!, ¡que dulzura!

emanaba su joven alma,

mi hijo pequeño dormía

y algo bonito soñaba,

que por eso en mis dos ojos

la ternura vino a la fragua,

que tres meses tienen sus muecas

que sus labios son escarlata

y por su piel de alabastro

mi corazón se derrama.

Yo seguía tarareando

de mi garganta una nana

destrenzando pensamientos

en poesías trenzadas

del amor que llevo dentro

versado en notas doradas

cuando una fugaz estrella

con el polvo de sus alas

vino tras mi sonsonete

al ver como te besaba.

Yo dejé de cantar entonces

todavía lejos del alba

y al morir todas las luces

de neón desordenadas

prendió en toda su grandeza

el fulgor de la vía láctea.

El abrazo de la concha

en mis oídos silbaba,

la luna hecha de papiro

sobre ti se desgranaba

y en ese mismo momento

enmudecieron las arpas

de todos mis pensamientos

abriendo paso a las hadas

de ese paisaje de amor

que inconsciente regalabas,

sumiéndome por completo

en la atmósfera de la playa,

sumergiendo mi universo

en los sueños de tu mirada,

sintiendo el placer de amarte

rodeado de la dulce nada.

¡A Dios gracias! La crisis,

el peligro ha pasado,

y la pena interminable

al fin concluyó,

y esa fiebre llamada vivir

fue vencida al final.

Tristemente, yo se

que fui despojado de mi fuerza,

y sin mover un músculo

permanezco tendido.

Más nada importa, yo siento

que al fin me encuentro mejor.

Y tan quieto yazgo

ahora en mi lecho

que cualquiera que me viese

podría imaginar que estoy muerto,

podría estremecerse al mirarme

creyéndome muerto.

El lamentarse y gemir,

los llantos y los suspiros,

fueron aplacados;

y con ellos el horrible palpitar

del corazón.

¡Ah, ese horrible,

horrible palpitar!

Los mareos, las náuseas,

el dolor implacable,

cesaron con la fiebre

que laceraba mi cerebro,

con la fiebre llamada vivir

que quemaba mi cerebro.

Se calmó también la tortura,

de todas la peor:

esa horrible tortura

de la sed por las aguas mortales

del río maldito de la Pasión;

pues para ello he bebido

de un agua que apaga toda sed.

De un agua que fluye

con un murmullo de canción de cuna;

una fuente que yace

pocos metros bajo la tierra;

de una cueva que se halla

muy cerca del suelo.

Que no se diga neciamente

que mi morada es oscura

y angosto mi lecho;

pues jamás hombre alguno

durmió en lecho distinto,

y todos ustedes, para dormir,

dormirán en un lecho idéntico.

Mi espíritu atormentado

descansa blandamente, olvidando,

jamás añorando sus rosas;

sus viejos anhelos

de mirtos y rosas.

Pues ahora,

mientras yace apaciblemente,

se imagina alrededor un aroma más sagrado;

un aroma de pensamientos,

un aroma de romero mezclado con pensamientos,

con las hojas de ruda

y los hermosos y humildes pensamientos.

Y así yace en paz,

sumido en el sueño sin fin

de la verdad y la belleza de Annie,

anegado entre las trenzas de Annie.

Ella me besó delicadamente,

ella me acarició con ternura,

y yo me dormí suavemente sobre su seno,

profundamente dormido en el cielo de su seno.

Cuando la luz se extinguió,

ella me tapó cuidadosamente,

y rogó a los ángeles

que me protegiesen de todo mal:

a la reina de los ángeles

que me guardara de todo mal.

Y tan quieto permanezco

tendido en mi lecho

(sabiendo el amor de ella),

que ustedes imaginan que estoy muerto;

y tan apaciblemente reposo

en mi lecho (con el amor de ella en mi seno),

que imaginan que estoy muerto,

se estremecen al mirarme creyéndome muerto.

¡Pero mi corazón es más brillante

que las estrellas que salpican

en miríadas el cielo,

pues brilla con Annie,

resplandece con el amor de mi Annie,

con el pensamiento de la luz de los ojos de mi Annie!

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