Caebran.
Después de aquella noche en el cuartel, me la paso en algunos de mis bares tratando de desencadenar un maldito orgasmo o algo, he estado intentando yo mismo, pero no puedo y eso está colmando mi paciencia.
Nunca, jamás en mi vida he tenido frustración sexual. Ahora sé lo que se siente.
Me encamino a mi Ferrari negro y manejo a toda velocidad para mi propia tienda.
Tengo demasiadas herencias, tiendas, bares, hoteles, edificios, centros comerciales, mis padres que murieron trabajaron duro para conseguir todo eso y heredarlo a su único hijo. Y ahora soy el rey de la mafia Rusia, me crie aquí con mis padres, pero yo nací en Rumania. Mi madre era rumana y conoció a padre en un viaje que el hizo a Europa.
Mi teléfono suena en mi bolsillo y trato de sacarlo como puedo.
—¿Sí?
—¡Viejo!
—¿Qué quieres Kyle?
—¡Vamos a salir esta noche!... ¡¿sí?!
—No lo sé déjame pensarlo… No.
—Viejo, no seas aburrido, mira que tratar mal a tu mejor amigo.
Lo pienso un momento, y creo que necesito un buen polvo que pueda darme un orgasmo.
—¡Como me das dolores de huevos Kyle!...está Bien te veo a las ocho en el Lumbrox—. Cuelgo sin recibir respuesta.
Me dirijo hacía unos de mis centros comerciales favoritos, para comprar algo de ropa, me gusta elegir mis propios trajes y ropa casual, también iré porque necesito supervisar mis ganancias.
Uno de mis bares el Lumbrox, es el más visitado aquí, en Rusia.
Kyle es mi amigo desde la infancia, y desde siempre ha estado para mí y yo para él. Es como el hermano que nunca tuve.
Llego y me bajo rápidamente, abro las puertas y veo demasiada gente para mi gusto, algunas personas se me quedan viendo y otras solamente me ignoran.
Entro a la única tienda que me gusta supervisar. Versace. El aroma de perfumes mezclados hace una buena combinación con el ambiente. Recorro los pasillos observando sutilmente a las personas eligiendo prendas, perfumes, bolsos, un poco de todo.
Termino de examinar y veo a una chica muy bonita de cabello rizado color negro, ella se da cuenta que la observo y me regala una sonrisa coqueta, hago lo mismo y me acerco a ella. Necesito un buen polvo que calme la frustración.
Pensaba ir al bar a hacer lo mismo, pero ahora…no lo creo.
—Hola… ¿Tu nombre es…?—Ella se sonroja. Patético.
—Ho-la… mi nombre es Íngrid ¿y el tuyo?
Tengo que contener una risa para no burlarme de ella, esta tan nerviosa, que creo que le va a dar un ataque o algo.
—Caebran…mi nombre es Caebran—. Voy al grano— ¿Oye quieres ir algún lugar más privado? —Ella iba a decir algo más, pero una voz femenina la interrumpe.
—Te he estado buscando, he encontrado algunas cosas que te gustaran.
Volteo hacia la dueña de esa voz y aprieto los puños en mis bolsillos, ¿de dónde demonios salió esta diosa? Joder. Ella es de pelo negro azabache largo y lizo. Su cuerpo. su maldito cuerpo es hermoso, pechos grandes, cintura pequeña observo disimulado su culo y… ¡que culo!, un culo redondo y generoso, lleva puesto un vestido color negro
que hace que se vea peligrosa.
Maldita sea.
Ella se da cuenta que ha interrumpido nuestra conversación con su amiga.
—Lo siento por interrumpir —Por primera vez desde que llego me ve, tiene unos ojos color miel preciosos. Su voz es fuerte y clara, ella no se sonrojo.
¿Por qué no lo hace como su amiga?, ¿No le guste?
¿Y porque diablos me importa?
Le lanzo una mirada intensa y ella me sonríe mostrando su dentadura perfecta.
Joder, esta mujer emana poder y fuerza, nunca había visto algo así en cuanto a una hembra.
La voz de Íngrid me saca de mi ensimismamiento.
—Dalilah él es Caebran… Caebran te presento a mi mejor amiga, Dalilah. —La observó inquisitivamente, esperando una reacción o algo, pero nada, le doy la mano y ella la toma.
Una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo y siento una sensación indescriptible al sentir su suave tacto.
No me jodas. Parezco un maldito puberto. Hablo para romper el incomodo silencio y la suelto de la mano.
—Mucho gusto señorita Dalilah.
—El gusto es mío —voltea ver a su amiga y… — ¿Nos vamos?
—Yo me iré con él. — Joder si, lo necesito para bajas estas ganas.
—Bueno… yo los dejo, toma.
Dalilah le iba a dar unos cuantos vestidos y en el momento que agarro uno en especial cae algo a mis pies.
Ay Dios mío.
Una vedetina. En mis pies. Diminuta, tengo que suspirar silenciosamente y controlarme.
Cuenta hasta tres Caebran.
Me agacho y las levanto, son de seda, las empuño discretamente y se las doy, su mano roza con la mía, y no veo signos de vergüenza.
—Toma—. Se despide con una sonrisa y la veo irse moviendo ese cuerpo exquisito.
—¿Nos vamos? —Me preguntan a mi lado, y ¡Oh! casi lo olvido, Íngrid.
—Hum, si — contesto dudoso.
Nos encaminamos hacia la salida y salimos de allí. Nunca olvidare este maldito día, aunque creo que la he visto antes.
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Comments
Liseht aurora
Ya se enamoró el mafioso jejej
2023-01-21
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