CAPÍTULO 3

CAPÍTULO 3.

Por Alexa.

Por la tarde, tal como lo había prometido el Sr. Rinaldi, dos hombres vinieron por mí. Dándole una última mirada a mi casa, Tome mi maleta y me dirigí hacia la camioneta.

Giovanni y Jack, así se llamaban ellos. Por lo que dijeron, son personas de confianza de Alfonso Rinaldi y el hombre los envío a ellos, ya que según les dijo, se trataba de una persona muy importante para la familia. Cuando llegamos, uno de ellos me dijo que me adelantara, que ellos se encargarían de ubicar mi equipaje en la que será mi habitación.

Llegue a la entrada de la mansión y me estaban esperando el Sr. Alfonso y una mujer que por como viste, es una empleada.

—Buenas tardes. —Exclamé.

—Alexa. Me alegra tanto tenerte aquí. Debo darte las gracias por brindarme tu ayuda.

—Bueno... Es difícil negarle algo al hombre que me salvó la vida de niña. —Dije y este solo sonrió con modestia.

—Alexa, quiero presentarte a Rosa. Ella es él ama de llaves de la casa y estará a disposición para lo que necesites. —Dijo él. —Rosa, ella es Alexa Clark, está aquí para ayudar a Derek

—Mucho gusto, señorita Clark. —Dijo la mujer que rondaba los cincuenta años, no demasiado alta, algo robusta y de cabello canoso.

—Solo Alexa. Y el gusto es mío.—Dije, amable.

—Deseo de corazón que pueda ayudar al joven Derek. —Suspiro. —Él ha sufrido demasiado.

—Haré todo lo posible. —Dije amable.

Después de las presentaciones, nos dirigimos al interior de la mansión. Luego de tener una pequeña charla con Alfonso acerca de como sería mi trabajo, él me mostró las instalaciones. En la casa había un gimnasio y también una piscina. Eso facilitará un poco las rutinas para ayudar a Derek a rehabilitarse.

—Quiero que sepas que mientras estés aquí, tendrás mi protección. —Dijo Alfonso. —También siéntete libre de pedir cualquier cosa que necesites, después de todo es una gran molestia para ti estar aquí.

—No se preocupe Señor. Haré lo necesario para ayudarle a su ahijado.

—A Derek lo conocerás por la mañana... Ahora cenemos. —Exclamó.

—¿Él no nos acompañará? —Pregunté con curiosidad.

—Cenará en su cuarto. Como todas las noches. —Exclamo él con tristeza. —Me he esforzado por hacer que Derek vuelva a ser el muchacho que era, pero ya no es el mismo y yo mis intentos han sido inútiles.

—Lo lamento tanto Señor. Imagino lo difícil que es para usted.

—Lo es... Sin embargo, no se puede ayudar a quienes no quieren recibir ayuda. —Debes saber eso, pequeña. —Sabes algo, debo confesar que no pensé que me recordarías.

—Lo hago... Nos ha salvado la vida a mi hermano y a mí. —Digo.

—Eres un ser de luz. No te pareces en nada a tu padre. —Exclamo Alfonso.

—Al Sr. D'amico no le importa en absoluto su familia. Tanto él como Constanza no nacieron para ser padres. Pero la vida es así. Le da a quienes no lo merecen. —Exclamé.

Alfonso me dio una media sonrisa de compasión. Probablemente, este arriesgando mucho teniendo a la hija de su peor enemigo en su casa, pero yo no soy ninguna amenaza para él. No quiero tener absolutamente nada que ver con ese hombre.

Luego de cenar, fui a la que será mi habitación de ahora en más para descansar. Antes le envié un mensaje a Sebastián para avisarle que ya estoy aquí y que todo va de maravilla. Mañana conoceré a mi paciente y me emociona un poco. Es un caso complicado y me gustan los desafíos.

Mi habitación era preciosa, tenía una linda cama en medio, un baño con una linda ducha y un armario que es más grande que mi antigua habitación. Pensando en todo eso, fui cerrando mis ojos. Mañana será un largo día.

******

Por Derek.

Como todas las mañanas, mi querido amigo Franco había venido a verme. Solía despertar temprano, así que él ya estaba aquí, tratando de convencerme para bajar a desayunar juntos.

—Ya, Franco... Aguanta. —Dije.

—Eres un gruñón. Hasta que terminas, nos quedamos sin desayuno. —Grito este.

—¿Ya vino mi verdugo? —Pregunte.

—Supongo que sí. Aunque no la he visto aún.

Suspire algo frustrado.

—Vamos hermano... Quiero volver a verte de pie, quiero ver al antiguo Derek. —Exclamo mi amigo.

—Lo sé Franquito. —Suspire. —Vamos a desayunar. —Dije golpeando su hombro. Franco salió detrás de mí y ambos bajamos a desayunar con mi padrino y la intrusa.

Al llegar al comedor, vi a mi padrino sentado en la mesa leyendo el periódico. Me acerqué poco a poco y él se sorprendió al verme, ya que raramente bajaba a comer con él.

—Es bueno verte Derek. —Dijo.

—Quería acompañar a Franco. —Dije. Inmediatamente, vi a Rosa corriendo las sillas de la mesa para que entre con mi silla de ruedas y la frustración volvió a mi ser. Odiaba este tipo de cosas, que la gente se tome todas estas molestias por mí. Por eso prefería estar solo. Después de todo, hasta las mujeres se alejaron de mí luego de ese maldito día. Sin decir nada, me acomodé en aquel lugar con visible molestia. Lo que no pasó desapercibido para mi padrino y mejor amigo.

Rosa sirvió el desayuno y cuando me disponía a comenzar a comer, vi una presencia femenina acercarse a nosotros. Es una mujer muy bella, no hay duda de ello.

—Buenos días. —Exclamo ella. —Lamento la demora.

—Alexa. No es ningún problema, por favor siéntate con nosotros. Déjame presentarte a mi ahijado Derek y él es Franco de Bruno. —Dijo sonriendo. —Muchachos, ella es Alexa Clark.

Fruncí el ceño al escuchar ese nombre.

—¿Trajiste a la hija de Antony D'amico a nuestra casa? —pregunte furioso— ¿Acaso te has vuelto loco?

—No es lo que piensas hijo. —Exclamo mi padrino, intentando calmar mi carácter.

—Derek, es la hermana de Sebastián. Puedes estar tranquilo. —Dijo Franco. —Señorita Clark, por favor siéntese. —Dijo él, esta vez dirigiéndose a la chica.

Mi humor había cambiado notablemente. Sé que en algunas oportunidades he realizado negocios con Sebastián, pero no es lo mismo. No sé de qué lado está ella. No sé si está de lado de su hermano o de su padre. No se nada de Alexa D'amico, ni siquiera sabía que existía. La mandaré a investigar luego. No puedo arriesgarme a tener a esta mujer aquí. Puede representar un peligro para todos.

Cuando terminamos de desayunar, Alexa subió a su habitación para lavarse los dientes y le sugirió a Franco que me acompañe para cambiarme la ropa que traía puesta por algo deportivo.

—Ni se te ocurra. —Le dije a Franco.

—Lo harás. —Exclamó este.

—No quiero hacerlo. Quiero estar solo. Estoy cansado de que sientan lástima por mí.

—Si aceptas, prometo investigarla. —Exclamó Franco.

—Mil veces maldito. —Le dije, frustrado por haber adivinado mis intenciones.

—Quiero proponerte algo... Inténtalo. Solo por hoy. Si no te agrada, seré yo, personalmente quien le diga a papá que la despida. —Exclamo mi amigo.

—Hace tiempo no lo llamabas así. —Dije. —Y ya van dos veces seguidas que te escucho dirigirte a el de esa manera.

—Me ha criado después de todo. Pero no me cambies el tema.

—Está bien Franco. Lo haré. Pero quiero la información para esta misma noche. Sin peros.

—Muy bien. Es un trato. —Dijo este y salimos de mi habitación. Él me acompañaría hasta el gym donde comenzaré con mis lecciones.

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Comments

Delfina Del Carmen Henriquez Ruiz

Delfina Del Carmen Henriquez Ruiz

Bájale un poco a tu humor querido Derek

2024-10-05

0

Nena Bastida

Nena Bastida

vera que es muy diferente a ese señor

2024-10-04

1

C Matacruz

C Matacruz

sabrá que está limpia y se sentirá bien 😁☺️🙂😵‍💫😛😏😀😉🤪🙃😐🤔😝😆🤨😜😜😄

2024-10-02

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