Golpeaban a la puerta. Toc, toc, toc. Tres golpes se repetían.
-Señorita Paige- llamaban al otro lado. abrió sus ojos, miro al techo confundida. La habitación se envolvía en oscuridad. Se sentó en la cama y miro alrededor, no veía casi nada. Desconocía donde estaba el interruptor de las luces.
Toc, toc, toc.
-Señorita Paige- la voz de una mujer se escuchaba al otro lado. Sacó sus pies fuera de la cama y se dirigió a abrir la puerta a tientas. De pie se encontraba una señora y con su cabello recogido en un moño. Un vestido a juego color marrón. La mujer hizo una reverencia.
-Buenas noches señorita, soy la señora Jones, soy ama de llaves del lugar. Estoy aquí para asistirla. El señor Lennox la está llamando- sospechó que esta mujer estaba relacionada con el mayordomo. Miró que la habitación, estaba casi a oscuras.
-Señorita- la llamo de nuevo – he dicho que el señor Lennox la espera en su estudio- Despertó por completo. Era hora de enfrentarse aquel hombre, no demostraría cualquier signo de temor o nervios. Cuando realmente era un manojo de estos. Por su parte no quería basarse en simples rumores. Su plan era hacer este matrimonio apacible. Se permitiría hacer a un lado todo comentario que haya escuchado y juzgaría ella misma si este hombre era lo que los demás dictaban.
- Entiendo, entonces me cambiare enseguida- pensó en algún vestido que tuviera en la maleta. Todos estaban desgastados, pero algo debía funcionar.
- No hay tiempo señorita, así como esta vestida luce espléndida- dijo la señora. Su mirada era gentil y Lidia sintió que al menos tendría algo de amabilidad de parte de esta mujer. Miro hacia abajo así misma, su vestido y su amabilidad estaba de más; no tomó un baño cuando pudo y el vestido no era de sus mejores, el color de la tela estaba ya desgastado, el color verde que antes era llamativo ahora solo estaba opacado de tantas puestas que tenía. Sin reparos asintió.
- Está bien, por favor lléveme hasta el- le dijo. La señora prosiguió a caminar y Lidia fue tras ella cerrando la puerta de la habitación. Regresaban por el pasillo que antes había recorrido. Estaba iluminado por lámparas de puestas en la pared, los grandes ventanales estaban cubiertos por grandes cortinas color rojo vino. Bajaron de nuevo por las escaleras, atravesaron la estancia y se detuvieron frente a una puerta color marrón. La señora Jones golpeo dos veces y abrió la puerta.
Ahí estaba el, su futuro esposo. Sentado tras un gran escritorio con documentos apilados a un lado. El estudio era grande; una de las paredes, un gran librero lo cubría. No había ventanas en esta habitación. La luz era dada por las bombillas que se encontraban, la luz era tenue. Como si a este hombre le gustase la oscuridad. Un sofá se ubicaba del otro extremo.
Sin apartar la vista del documento que sostenía en sus manos habló.
-Siéntese por allá. Puede retirarse señora Jones- esta dio una reverencia y salió. Lidia tomo valor y camino hacia el sofá color crema, se sentó con mucho cuidado. No aparto la mirada del señor Lennox que se mantenía ocupado, el parecía no percatarse en ella. Así lo creyó.
- Deberías dejar de mirarme, puedo sentir como casi me perforas con tus ojos- dijo con una voz profunda. Se llenó de vergüenza, pensaba que fue desapercibida.
Dejo los documentos sobre el escritorio, se puso de pie y comenzó acercarse hacia Lidia. Sentía que su corazón estaba a punto de estallar, este hombre era muy intimidante con solo su presencia. Cada paso que daba resonaba en la habitación o así creía. Se detuvo frente a ella. No lo noto anteriormente pero el señor Lennox era muy alto y no solo porque ella se encontraba sentada. Alzo su cabeza para mirarlo a la cara, demostrándole que no era una mujer que se dejaba intimidar fácilmente. Aquella vez, no lo observo detalladamente pero ahora que estaban cerca, la cicatriz que atravesaba parte de su rostro y ojo no afectaba con su atractivo.
-Creo que le gusta mirarme señorita Paige- dijo con una sonrisa burlona. Su voz gruesa hizo que un hormigueo corriera por su piel.
- No se equivoque señor Lennox. Únicamente le estoy mirando en un intento por descifrar porque me escogió, aun no entiendo que trae entre manos-
- No es tan difícil, yo quiero una esposa y sé que usted necesita ayudar a su familia- le habló francamente. Sin ninguna expresión en su rostro. Lidia no podía negar aquello. Había visto a través de ella. Trago saliva, en busca que decir.
- No se preocupe señorita Paige. No estuvo en mis pensamientos que usted aceptara debido a que haya desarrollado sentimientos hacia mí, al menos no dulces. Imagino que ha escuchado todo tipo de rumores que circulan sobre mí. - espero respuesta
- He escuchado algunos-
- ¿Así que estuvo investigándome? - preguntó con curiosidad
- No señor, se escuchan muchas cosas en el centro del pueblo, era inevitable enterarse de alguna cosa de aquí o allá.
- ¿En serio? Dígame, que es lo que ha escuchado- a este punto, el señor Lennox se acercó al otro extremo del sofá y se sentó, girando su rostro para continuar observando cualquier reacción que Lidia hiciera. Prosiguió a contarle lo que reciente escuchó
- No mucho señor, el más nuevo fue que envió golpear a uno de sus empleados por romper un plato- en sus pensamientos esperaba que negara este hecho.
- Era un plato muy fino- respondió, Lidia sintió como la poca esperanza que albergaba en ella de que no fuera real el comportamiento del señor Lennox, se esfumaba. Sintió la pesadez caer sobre sus hombros. No quería estar en la punta de su furia. Se quedó callada.
- Señorita Paige, ¿está segura de casarse conmigo? Si busca un momento donde retroceder es ahora-
- No- contestó rápidamente, sin vacilar- Continuaremos con esto, yo me convertiré su esposa- el Señor Lennox presencio la determinación en sus ojos.
-Así será entonces. Nos casaremos el fin de semana- abrió los ojos desconcertada ante el aviso.
-Señor, ¿el fin de semana? - el asintió – eso será en dos días-
- Exacto, así que sugiero que descanses el resto de la noche, a partir de mañana te mantendrás ocupada con los preparativos- en un intento de contradecir a las instrucciones del hombre sentado a su lado, un rugido se hizo sonar haciendo eco en la habitación. Lidia llevo sus manos hacia su estómago y cerró los ojos con un atisbo de vergüenza, deseando desaparecer. Al abrirlos casi juraba que vio una sonrisa pintada en el rostro del señor Lennox, pero no estaba segura ya que fue instantáneo y la tenue luz de la habitación no la permitía verificar con exactitud.
- Busca a la señora Jones, ella se encargará de alimentarte- se levantó del sofá y regreso al escritorio dando por terminada la pequeña charla.
Lidia se levantó y salió de la habitación, si el señor Lennox esperaba que ella le hiciera una reverencia podía quedarse esperando. En una conversación tan corta pudo ver un poco de la personalidad de este hombre. No negó los rumores; “pero no los aceptó” una voz en su cabeza le dijo, pero desecho tal pensamiento.
En dos días se convertiría en la señora Lennox. En dos días el resto de su vida será compartida con ese hombre.
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Comments
Guadalupe Aviles
dicen por Ai caras vemos corazones no sabemos y a lidia le toca averiguar que corazón tiene el señor lenox en fin sigamos leyendo estoy intrigada
2023-08-03
3
Elizabeth Martinez
Me enamoré de esta historia con sólo el comienzo
2022-08-10
8
Barabara Celene Avila Gomez
me gusta la historia de está mujer valiente
2022-08-09
0