Tres horas les tomó llegar a la mansión Lennox. Atravesaron el centro del pueblo donde solía dedicarse vender la cosecha, ambos lados del camino se localizaban puestos donde personas vendían sus mercancías, la nostalgia se hacía presente cada que se alejaba.
Al detenerse el carruaje, fue traída de vuelta a la realidad. Unas enormes puertas de reja color dorado, eran abiertas por dos personas que jalaban de ellas. “deben ser empleados” pensó; sintió que el carruaje se movía de nuevo, un camino parecía guiarte hasta la entrada, era un largo camino. Se detuvo nuevamente y nervios se arremolinaban en su estómago. La puerta del carruaje fue abierta; fuera un hombre vestido elegante, de traje negro alargaba su mano para que se sostuviera al bajar. Lidia ignoró la ayuda que este hombre le brindaba, bajó sin reparos sosteniendo su única maleta.
Se sorprendió dando un pequeño salto al escuchar la puerta detrás de ella cerrarse. El carruaje se alejó al ser tirado por dos caballos.
Frente a ella la gran mansión Lennox, reconocida por el poder de quien la habitaba se alzaba majestuosa. Enormes puertas de madera con un diseño sencillo, que la hacían lucir elegante, eran abiertas. Un hombre salió, vestía un traje de un color azul que a lo lejos fácilmente se confundía con un negro. Era el mismo hombre que le dio el aviso, el mismo que acompaño al señor Lennox. Se acercó deteniéndose al lado de Lidia. No apartó la mirada de las puertas esperando que el señor Lennox saliera por estas, pero no apareció.
-Señorita Paige- saludó el hombre con una ligera reverencia, lo que la sorprendió tal acción. – Bienvenida a la mansión Lennox- por favor sígame, la guiare hasta su habitación- el hombre avanzó dentro, seguido de ella.
Solo al entrar, una enorme estancia le daba la bienvenida; el suelo era cubierto por una alfombra, solamente de verla sabía que el material del que estaba echo era más costoso que toda la vestimenta que tenía en su maleta, incluida la que poseía. La llevó hacia una escalera que se encontraba a un costado, grandes paredes blancas hacían que dentro luciera majestuoso mejor de lo que se veía por fuera. Lidia se sentía incomoda. Miro el vestido que tenía puesto y por supuesto la hacía desentonar, era obvio que no pertenecía ahí.
Al finalizar la escalera se encontraba un largo pasillo. De un lado, grandes ventanales daban paso a la luz del día, de otro, todo lucia de un material echo con madera que estaba lustrado, tan solo el camino de la entrada hasta aquí el pasillo, Lidia se peguntaba cuantas veces cabía su casa.
La encamino derecho en el pasillo, al pasar la tercera puerta. El hombre se detuvo.
Abrió una puerta que daba a una habitación, el hombre se hizo a un lado cediéndole el paso. Esta continuaba en el pasillo.
-Por favor, señorita Paige, pase. Esta será su habitación por el momento- desconcertada, Lidia le preguntó
- ¿Por qué solo por el momento? - el hombre sonrió.
- Señorita Paige, pronto se convertirá en la señora Lennox, compartirá aposentos con su esposo- tomó desprevenida a Lidia. Hasta este momento, no pensó en lo que un matrimonio conllevaba. Al convertirse su esposa, parte de ella misma le pertenecería. Avanzo con eso en mente. La habitación estaba adornada de una gran cama, y un tocador en un rincón, una gran luz entraba por la habitación de una gran ventana que daba a un balcón. Lidia deseo observar todo desde arriba. Estaba entretenida viendo cada detalle que había en la habitación.
- Señorita Paige, el señor Lennox la vera más tarde, siéntase cómoda, puede descansar hasta el momento, un baño se encuentra de este lado de la habitación- señalo a la izquierda– le sugiero tome un baño para su relajación. Si necesita algo pregunte por el señor Jones, su servidor. Mi posición es ser el mayordomo, espero pueda encontrar este lugar cómodo. - salió de la habitación después de hacer una reverencia, cerrando la puerta.
Lidia se encontraba sola en una gran habitación. Me gustaría mis hermanas pudieran ver esto, pensaba, pero de hacerlo había un camino por recorrer. Miro la cama, y se arrimó a ella. Dejo la maleta que aún sostenía, en el suelo y tocó con ambas manos el colchón. Era tan suave, estaba relleno de plumas, se fue a por la almohada, esta era igual de esponjosa. Se sentó sobre la cama y dejo caer su espalda, recostándose. Miraba el techo, la cama era enorme, “fácilmente cabemos mis hermanas y yo juntas” pensó. Una tristeza la inundo, deseaba que ellas experimentaran estas comodidades. Giro su cabeza hacia el gran ventanal que daba salida al balcón, se levantó y se dirigió fuera; la vista era esplendida, un enorme jardín rodeaba la entrada, todo tan bien cuidado. Esta casa es de ensueño.
La inquietud comenzó habitarse. El señor Jones le dijo que el señor Lennox la vería después, ¿Cómo sería su trato? Anteriormente cuando se presentó ante ellas, su presencia lucia intimidante, su porte era serio. Aquella vez, soporto su presencia debido a sus hermanas, esta vez estaría ella sola junto a él. ¿Sería capaz de soportar? Debo hacerlo se contestó, había llegado muy lejos como para retroceder. Regresó a la habitación; un enorme closet se ubicaba al lado de la puerta que daba entrada al baño, miró la inmensidad de este y volteo a ver su única maleta. Definitivamente ese lugar no era adecuado para ella. Se acostó en la cama, y el cansancio del viaje comenzó afectarle, sus ojos comenzaron a cerrarse lentamente y se dejó llevar por el sueño.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 37 Episodes
Comments
Liliana García
Me va atrapando esta historia!!
2023-09-20
3