De camino al pueblo Lucí le contó un poco como era y todo lo que podía encontrar, le divertía ver la sonrisa de Esmeralda, parecía una niña pequeña. Aunque le daba lástima todo lo que había pasado, ya que el emperador antes de salir le explico un poco y le pidió que la ayude en todo, ya que ella sería su dama personal, lo que le alegro mucho, ya que la veía tan frágil.
Llegaron al pueblo y era hermoso, había tantas cosas que los ojos de Esmeralda brillaban aún más.
-Señorita porque no vamos primero por los vestidos así puede usar uno que le guste mas y se sentirá mas cómoda al pasear.
-Siii
Los soldados la seguían y se emocionaban con ella.
Entraron a una boutique muy exclusiva pero nada de eso le gustaba. Al salir se encontraron con la prometida del emperador, Lucí hizo una reverencia, pero Esmeralda no, lo que molesto a la chica.
-Oye ¿quién te crees que eres para no inclinarte ante mí? ¿Acaso no sabes quién soy?
-Lo siento, pero no la conozco, además no puedo hacerlo ante nadie.
Esmeralda siguió caminando sin importarle lo que le decia. Los guardias de inmediato la rodearon y siguieron su camino. Lucí tampoco explicó nada y siguieron caminando. Encontraron otro boutique más sencilla y entraron, había vestidos hermosos pero más sencillos y eso sí le gustó, compró algunos y otros debían arreglar el talle asique pidieron los enviaran al palacio ya modificados. Se cambió su vestido por uno más sencillo y uno de los guardias llevó las compras al carruaje. A todos los que veían tal escena les llamaba la atención que guardias personales del emperador estén custodiando a esa mujer.
Lizbeth por su lado estaba tan enojada por la situación que había vivido que se subió a su carruaje para ir directo al palacio a quejarse con su prometido. Pero al llegar le dijeron que estaba en una reunión y que no podría recibirla. Claro que no pensaba irse hasta verlo, pero ya había pasado una hora y no podía verlo por lo que decidió hablar con la emperatriz madre.
Se dirigia a su palacio cuando se cruzó con una de las doncellas que había atendido a Esmeralda quién se quejaba con otra de haber sido reprendida por el mayordomo por haberla tratado mal.
-Oye, ven.
Ambas doncellas hicieron reverencia y una se retiró.
-Cuéntame que paso. De quién hablabas recién.
-Yo.... Señorita, sé que es la prometida del emperador y lo lamento, pero no puedo hablar de más.
-Solo dime lo que necesito saber, nadie sabrá que fuiste tú.
-Bien, El emperador trajo a una mujer bastante herida y la instalaron en el palacio principal, ni siquiera en el de invitados. Además, ella habla con mucha confianza no solo con los caballeros, también con el capitán y hasta con el emperador. A todos los llama por su nombre y no se inclina ante ellos. La verdad es que me molesto así que no la trate correctamente y el emperador se enteró por eso hizo que nos reprendieran.
-Es por eso que ahora está en el pueblo con los guardias personales del emperador. Esa Maldita, ¿de dónde habrá salido? Retírate.
-Como ordene alteza.
Lizbeth siguió caminando hasta el palacio de la emperatriz madre. Y fue anunciada.
-Querida ven.
-Buenos días, alteza, que alegría verla.
-Siéntate conmigo pediré te.
-Alteza no quisiera molestarla pero hoy...
-¿Qué ha pasado mi niña? Cuéntame
-Es que al ir por mi vestido me ha pasado algo un poco desagradable, una plebeya me ha ignorado y tratado mal. Pero ese no sería un problema si no fuera que estaba acompañada de una doncella del palacio y la custodiaban los guardias personales del emperador.
Lizbeth se veía tan afligida y sus ojos cristalinos.
-¿Qué? ¿Su escolta principal custodiando una plebeya?
-Además, escuché que se hospeda en el palacio principal.
-Eso es inaceptable. Ya mismo hablaré con mi hijo. Vamos.
Así salieron hacia el despacho del emperador quién iba saliendo de su reunión.
-Muchas gracias su excelencia, tomaremos en cuenta sus indicaciones y le aremos llegar los contratos nuevos.
-Muy bien nos vemos en la próxima reunión.
Richard pidió un café y volvió a encerrarse en su despacho, lo que no le duró mucho pues entró su madre y su prometida.
-Buenos días, hijo.
-Saludos al sol del imperio. Reverencia.
-Buenos días, madre. ¿Te sientes mejor? Fui a verte ayer, pero dijeron que estabas indispuesta por lo que no pudimos hablar.
Ignoró totalmente a su prometida.
-Si hijo amanecí muy bien gracias.
-¿A qué debo la visita?
- Richard ¿quién es la mujer que alojas en tu palacio?
-Su Majestad esa mujer me ha faltado el respeto en el pueblo.
-Ahhh ya entiendo, te cruzaste con ella y vienes con el chisme. Creí que las señoritas eran un poco más educadas.
-Richard no le faltes el respeto a tu prometida.
-No lo hago madre. Ella es quien debe respetarme. Ni siquiera estamos comprometidos y me llama por mi nombre. Ahora retírate Lizbeth, luego te mandaré llamar, tengo que hablar con mi madre.
-Pero.... su majestad. yo...
-Y ni se te ocurra salir de aquí llorando como si alguien te hubiera hecho algo malo. O tendrás consecuencias.
-Hijo basta. Me retiro con la señorita Lizbeth
-Madre por favor. Tenemos mucho que hablar.
-Bien.
Una vez que se retiró, ordenó que nadie los interrumpa.
-Ahora sí me dirás ¿a quién trajiste y el porqué?
-Claro que si, por eso fui a buscarte en cuanto llegue, pero no pudimos hablar.
Le relato todo lo que había pasado, todo que vio y todo lo que ordenó con respecto a Esmeralda.
-Madre ella salvo mi vida, salvo a los soldados. ¿Crees que es menos de lo que merece?
-Claro que no hijo. Has hecho bien, lo siento, de haber sabido no te habría hablado así.
-Madre, en emperador de Azul vendrá en un mes, me acaban de avisar. Debemos preparar todo.
-Claro que sí, no te preocupes que yo me haré cargo de recibirlos adecuadamente.
-Gracias madre, sé que lo conoces bien. ¿Crees que por fin se haya casado?
-Lo dudo mucho hijo. No pienso que vuelva a casarse o a ser quien era.
-Tampoco tiene heredero.
-Tal vez nombre al hijo de su hermana, aunque espero que no, es un bueno para nada.
Así siguieron hablando del reino y de todos los tratados que logró en su viaje y todo lo que quiere implementar.
Lizbeth llegó a su casa hecha una furia. Entró al despacho de su padre para contarle todo lo ocurrido, como fue humillada por esa plebeya y como su prometido no la defendió, por el contrario, la echo.
-Entiendo hija, pero debes calmarte, si voy a reclamar al emperador las cosas podrían salir mal. Primero voy a investigar a esa mujerzuela. Después hablaremos con él.
-Papá, si esto se sabe seré la burla de todos. Dirán que el emperador me cambio por una plebeya.
Lizbeth lloraba desconsoladamente aferrándose a su brazo.
-Ya hija, yo lo solucionaré. Nadie más que tú será la emperatriz.
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Updated 102 Episodes
Comments
Lenita
Que bien que Esmeralda sabe darse su lugar, jaaaa/Tongue//Curse/
2024-03-23
1
Griss Romero
Ya empezaron los problemas, las intrigas, los celos y la envidia, veamos como se desenvuelve esta interesante novela
2024-01-04
1
Conny Vílchez
cuentera, por eso no seras la Emperatriz
2023-12-06
1