Enamorando Al Emperador
En una carretera desierta van un grupo de soldados escoltando el carruaje del emperador cuando ven salir del bosque a una muchacha quien era perseguida por algunos hombres, a simple vista se veía que estaba sucia y con sus ropas rotas. El capitán de la guardia manda algunos soldados a ayudarla y atrapar a los hombres. Se enfrentaron, pero uno de ellos logró escapar. La muchacha estaba nerviosa y asustada. El capitán se acerca y nota algunos golpes en su rostro y cuerpo. El emperador baja, le dijeron solamente que espere arriba del carruaje, pero él vio lo que sucedió y no estaba tranquilo.
-¿Cómo te llamas? Interrogó el capitán Christopher.
-Yo soy... soy... no lo sé. Dijo la muchacha aún más nerviosa.
-Tranquila, mi nombre es Christopher.
-Muchas gracias señor Christopher por ayudarme.
Christopher se encontraba delante de ella y el emperador comenzó a caminar alrededor de ella para mirarla bien y le hizo un gesto a este para que se acercara. Notando que tenía sangre en la cabeza.
-Seguro debió recibir algún golpe fuerte. ¿Por qué no la llevamos con nosotros Richard? Al menos para hacerla ver con un médico en el siguiente pueblo.
-Bien, no me gustaría que le pase nada malo otra vez.
-Hola señorita, mi nombre es Richard. ¿Te gustaría viajar con nosotros hasta el pueblo?
-Gracias, señor, tal vez, alguien sepa quien soy en el pueblo ¿verdad?
-Si, tal vez. Vamos.
La ayudaron a subir al carruaje y marcharon. No hicieron más que un par de kilómetros cuando fueron atacados. Les lanzaron flechas con fuego al carruaje por lo que debieron salir. El emperador era hábil con la espada y lograba desviar los ataques. La muchacha se encontraba escondida.
-¡Christopher atrás! Grito ella evitando que sea sorprendido.
Algunos soldados iban cayendo, ya que eran muchos. De repente estaban rodeados. Colocaron a la muchacha en medio de los que quedaban para protegerla. Volvieron a atacarlos cuando en un descuido la tomaron de la mano y la arrastraron para llevársela, los soldados, el capitán y hasta el emperador quisieron ayudarla, pero no podían salir. Ella logra zafarse del agarre y cuando quiere volver con los soldados ve como lanzan una lluvia de flechas hacia ellos.
-Quédate aquí y déjalos morir.
-Nunca.
-Bien, ve a morir con ellos.
Esa simple muchacha corre hacia el emperador y se coloca delante de él evitando que lo atraviese una fecha, ya que ellos no podían defenderse de las espadas y las flechas al mismo tiempo.
Una flecha atravesó su hombro y la lluvia de flechas se detuvo en el aire, abrió los ojos y eran de color violeta, todo a su alrededor se volvió violeta, un aura que logró mantener las flechas lanzadas por el enemigo en el aire e hizo explotar a todos los bandidos. Menos al jefe al que se le acercó y le dijo.
-No los podrás lastimar.
Luego se desmayó, todos estaban en shock. No entendían que había pasado. La cargaron en un caballo, ya que el carruaje lo habían perdido. Al jefe también se lo llevaron, pero este iba directo a la capital.
Ellos se dirigieron al próximo pueblo, ya que la flecha parecía tener veneno. Llegaron a una posada y uno de los soldados fue en busca del médico. Le indicaron una habitación y pidieron agua limpia para limpiar la herida mientras esperaban.
El médico llegó enseguida y pidió ayuda a una muchacha para quitar la ropa y curarla. Pudo controlar la herida y el avance del veneno, pero debían vigilar que baje la fiebre. Al examinarla noto los múltiples golpes y las marcas en la espalda eran mucho peor, la habían azotado con látigo por mucho tiempo.
Tanto el emperador como el capitán e incluso los soldados estaban afuera esperando noticias. Cuando salió el médico les explico la situación y les entrego las medicinas que debía tomar. La muchacha que era hija del posadero le trajo un vestido y se lo colocó. Les ofreció comida y aunque se negaban a abandonarla el emperador les dijo a los saldados que bajaran a cenar. Él junto al capitán entraron en la habitación y pidieron les llevarán la comida.
-¿Qué crees Richard? ¿Cómo pudo hacer algo así para protegernos, pero no se protegió antes ella?
-No lo sé, en verdad no lo entiendo. ¿cómo puede estar así de golpeada teniendo semejante poder?
Los 2 hombres se quedaron a su lado toda la noche, colocando paños de agua fría para bajar la fiebre. En un momento de la madrugada empezó a delirar, hablaba en un susurro y ellos se acercaron para escuchar que decía. El emperador tomó su mano y ella se aferró muy fuerte.
-No me dejes, no puedo soportarlo más, llévame contigo.
-Tranquila, estás bien, ahora todo está bien.
Le decía acariciando su cabeza hasta que aflojó el agarre, pero aún no lo soltaba. Se escucharon unos golpes en la puerta y el capitán salió a ver que pasaba. Era uno de los saldados.
-Perdone capitán, pero queríamos saber como sigue la señorita. Ninguno de nosotros puede dormir sin saber de ella.
-Tranquilo soldado, va a estar bien, la fiebre ya está bajando.
-Si necesita que nos turnemos para cuidarla lo haremos con gusto. Le debemos la vida.
-Gracias, pero es mejor que descansen. Mañana luego que la revise el médico partiremos.
-Bien capitán.
A la mañana siguiente el médico volvió a revisarla, ella ya se encontraba despierta. Le hizo un par de preguntas, pero ella no tenía recuerdos de que era lo que había pasado. Tampoco recordaba quien era.
-Dime niña, ¿te duele mucho la cabeza?
-Si doctor.
-Bien, no te preocupes te daré un remedio para que ya no duela tanto. Cuida bien de tu herida y te recuperarás muy pronto.
El médico salió.
-Majestad, el golpe sufrido en la cabeza de esta señorita le ha causado amnesia, podría ser solamente temporal, deberían evitar hacerle demasiadas preguntas para que no se sienta nerviosa, ya que eso puede alterarla y podría bloquear más sus recuerdos. Tendrá dolor de cabeza por un tiempo, pero le receté algo para el dolor. También debería evitar agacharse o levantarse bruscamente, ya que podría sufrir desmayos. Debe cambiar su vendaje cada día.
-Muy bien doctor, ¿algo más?
-No su majestad.
-Muchas gracias por su ayuda. Sé que anoche también atendió a todos los saldados.
-Es mi deber como médico.
-¿La señorita está en condiciones de viajar?
-Sí.
Y así partieron rumbo a la capital. Por supuesto viajaron en un carruaje que compraron en el pueblo, ya que no podían llevarla herida en un caballo. Ella viajaba con Richard.
-Dime, ¿recuerdas lo que pasó cuando nos atacaron?
-Recuerdo que me atraparon y me pude escapar pero después nada.
-Me cubriste con tu cuerpo y recibiste una flecha por mí. Gracias, salvaste mi vida.
-Supongo que era lo mínimo que podía hacer, ustedes me salvaron primero. ¿Pero por qué no lo recuerdo?
Era una pregunta más para ella misma que para él.
-Entonces si no sabes tú nombre ¿por qué no te llamo Esmeralda?
-¿Esmeralda?
-Tus ojos son de un verde muy bonito, me recuerdan a una esmeralda.
-Me gusta. Creo que es un lindo nombre. Gracias. ¿Por cierto a donde vamos? Pensé que me dejarían en el pueblo.
-Te llevaremos a mi casa, ahí podrás recuperarte y descansar. Hasta que vuelvan tus recuerdos.
-Yo te lo agradezco Richard, te serviré en lo que necesites.
-No quiero que me sirvas, quiero que mejores. Pero mejor descansa, el médico dijo que debes descansar. Todavía falta para llegar. Duerme.
-Bueno, lo intentaré. Aunque no sé si pueda.
-Apóyate en mí y descansa.
-No creo que sea correcto.
-No te preocupes, solo descansa para que no duela.
Después de unos minutos Esmeralda se quedó dormida.
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Comments
MARIA YOLIMAR RUIZ
me encanta la novela
/Smile/
2024-06-15
1
Rosa Bonarchera
no
2024-04-18
1
Rosa Bonarchera
muy buena y interesante me gusta
2024-04-18
1