Cuando él se giró para saludar a Lucas, me arreglé un poco, quizás lo hice por instinto, no lo sé. Sara me miraba y con sus manos me dio a entender ¿Qué haces? Realmente ni yo lo sé. Luego de saludarlo se ha girado nuevamente hacia nosotras, entonces nos miramos fijamente.
—Hola, Frankie ¿Qué sorpresa? No me lo esperaba. —han sido mis palabras, unas que salieron temerosas porque estaba nerviosa.
—Hola, Mile estás ¡Diferente! Sí, esa es la palabra justa. —me ha respondido él.
—Ven Lucas, dejémoslos solos. —le ha dicho Sara a mi hijo, mientras yo la quería fulminar con la mirada.
—No, no es necesario, además ya nos vamos, podemos hablar en casa e incluso no hacerlo. Ustedes deben estar cansados. —dije insistiendo para dejar el tema.
—¡Creo que cometí un error! Mile. —él se acercó exclamando al mirarme a los ojos, mientras tomaba mi mano entre la suya cuando me levanté para irnos.
—Y-yo. —no supe qué responder.
—¿Cuál? Venir, dejarla ir, o estar perdidamente enamorado de ella, ¡Perdón! Olviden lo que dije, era por eso que me quería salir para no entrometerme. —ha dicho Sara mientras se levantaba de la silla.
—¡Sara! No lo hagas más difícil. —le ha dicho él.
—Pensé… que esto era un tema superado, han pasado poco más de dos años ¿Creo? —deseaba que lo sucedido se hubiera quedado en Canadá, pero no, ellos lo tenían que traer en las maletas.
—Sí, pero jamás será un tema superado hasta que no hablemos de todo lo que ha pasado. —me ha dicho él mientras yo quitaba mi mano de la suya.
—Lucas, guarda todo ¡Por favor!… es hora de irnos a casa. —le he dicho a mi hijo mientras recogía mis cosas—. ¡Creo que ahí nos podemos acomodar todos! —he exclamado mirando a Sara.
—Estás ¿Segura? No queremos incomodar. —me ha respondido ella.
—¡Claro que sí! Ustedes son mis invitados, por supuesto que se quedaran en mi casa, realmente no tengo problema con eso. —he respondido a su pregunta.
—Incluso ¿Yo? —ha preguntado Frankie con inseguridad.
—Dije ¡Todos! Y eso te incluye, además, ¿Por qué me preguntas eso? Incluso parece como si nosotros no hubiéramos vivido juntos nunca, cuando realmente lo hicimos por varios años. Acaso ¿Se te olvidó? —le dije pasando por su lado para abrir la puerta de la oficina.
—Bueno, siempre es mejor estar seguro, ¿No crees? —me ha dicho él antes de salir detrás de Sara.
—Sí, lo sé, pero tú también puedes quedarte, ¡No seas tonto! —puse mis ojos en blanco mientras cerraba la puerta detrás de mí.
Caminamos por el pasillo rumbo a la pastelería porque debía hablar con Camile antes de irnos.
—Frankie, ¿Ves esa Toyota? —le señalé desde la puerta la camioneta que estaba estacionada afuera, además le entregué las llaves a él para qué coloqué las cosas en el maletero.
—¿La Blanca? ¡Guao! Has mejorado, ¿Qué ha pasado con el Audi? —Me ha preguntado mientras abría la puerta para salir de la pastelería.
—Sí, la blanca, ¿El Audi? ¡Es una larga historia! Que hoy no te contaré. —le he respondido mientras regresaba al mostrador.
Debo agradecer que ya no tengo aquel auto que tenía hasta hace un año. Realmente era demasiado pequeño, estoy segura de que en él no hubieran entrado ni las maletas.
—Camile, hoy te dejaré a cargo de cerrar la pastelería, además no falta mucho para eso, de verdad discúlpame, pero no los puedo dejar a ellos aquí hasta que cerremos, mañana hablamos para que cuadremos el día, ¿Te parece? —le he dicho, abrazándola.
—Quédese ¡Tranquila! Sra. Mile, atienda a sus amigos, mañana nos vemos aquí como de costumbre. —Camile es lo mejor que nos ha pasado en la pastelería, incluso puedo decir que es la mejor mano derecha que alguien puede tener, además de ser una hermana para mí.
Le he presentado a Sara, porque Frankie estaba afuera con Lucas esperando por nosotras, entonces ya será mañana que se lo presente a ella.
Al salir me he subido en la camioneta, pero esta vez en la parte del copiloto porque él estaba muy cómodo en mi asiento. Era obvio que sería él quien conduciría, además lo hizo muchas veces cuando estábamos en Canadá, casi siempre conducía mi Audi. Algo que jamás me ha molestado.
—Listo, ¿Nos vamos? —me ha preguntado.
—Sí, ¡Estamos listos! Nos podemos ir. —le respondí a un Frankie que había notado la manera en la que lo miraba.
—Mile, he colocado tu dirección en el GPS para que me sea fácil llegar a tu casa. —me ha dicho mirándome con esos ojos que me matan, no lo negaré, incluso debo decir que hay muchas cosas revueltas en mi mente, ahora que lo tengo cerca.
...༻❁༺...
Durante todo el camino estuve hablando con Camile, por WhatsApp porque en la camioneta nadie habló. Son más o menos 35 minutos de la pastelería a la casa, y realmente nadie dijo ni una sola palabra, incluso Lucas se había quedado dormido, aunque eso es algo que hace casi siempre, y los fines de semana aún más.
Al bajarnos de la camioneta, él lo ha cargado. La señora Nany abrió la puerta y se ha quedado un poco sorprendida, quizás porque no se esperaba esta visita, creo que debí avisarle antes, pero realmente se me olvidó.
Sé que serán unos días difíciles, quizás porque estar tan cerca el uno del otro hará que la convivencia sea algo complicada. Hay demasiada historia entre nosotros. Al pensar en esto he cerrado mis ojos por un instante y cuando los abrí de nuevo miré mi casa. Una que tal vez no es muy grande, o por lo menos no como la que está justo al lado derecho de la mía. Esa realmente es ¡Inmensa!
—Bueno, ¡Hemos llegado a mi humilde hogar! —he exclamado con las manos abiertas—. Sé que por fuera se ve grande, pero no lo es, digamos que esta es solo la fachada. —he suspirado al decirlo, quizás me siento orgullosa de todos los cambios realizados a lo largo de estos meses.
—¿Humilde? ¡Esto es una mansión! Mile. —exclamó ella con sus ojos bien abiertos—. Las casas de Houston son tan diferentes a las de Canadá. ¿Verdad Frankie? —le ha preguntado ella mirando con asombro mi hogar.
—Sí, aunque creo que mi brazo se dormirá, ¡Si no entramos pronto a la humilde casa! —ha exclamado él con Lucas en sus brazos.
Creo que tal vez si me quedo parada un rato aquí y me pongo a admirarla, me daré cuenta de lo grande que es, pero él me odiaría si lo hago justo en este momento.
Sara siempre logra hacerme dudar, incluso hace que me quede pensando en lo dicho, entonces he mirado mi casa por un instante más, y sí, realmente es grande. Además, tiene un patio enorme, sin piscina aún, pero tal vez pronto la tenga, también tiene un porche hermoso el cual he ido acondicionando a mi estilo. Debo decir que adentro es más pequeña de lo que se ve por fuera.
Al entrar te puedes maravillar con su distribución: Tiene en su interior 3 habitaciones grandes, más dos que están cerca de la sala, en una de ellas duerme la señora Nany, incluso cada cuarto tiene su baño. En el pasillo frente a la habitación de Lucas hay otro que es utilizado por las visitas. La mejor parte de toda la casa es la sala, el comedor, y la cocina, quizás porque son todos en un mismo ambiente, y eso me encanta porque se ve todo de un lugar a otro, realmente puedo decir que mi casa es bastante acogedora.
Luego de que les presentara a la señora Nany, entramos a la casa y al entrar ella le ha indicado a Frankie donde quedaba la habitación de Lucas. Él quiso acostarlo, tal vez porque eso era algo habitual en él cuando nosotros vivíamos todos juntos. Aquellos días en Canadá fueron muy importantes para mí, además mi hijo nació allá, e incluso en su mente la única figura masculina con la que creció fue con él, me imagino que lo ve como un padre y él como a un hijo, no lo sé, tal vez me estoy equivocando.
Sara se ha sentado en mi sofá, digo mío, porque es mi lugar favorito al regresar a casa luego de trabajar, pero está bien que ella se siente ahí mientras esperamos que su hermano vaya a buscar las maletas en la camioneta. Me sentía feliz, entonces me he puesto a preparar unas malteadas, creo que es una combinación perfecta para la pizza que hay en el refrigerador.
Frankie ha terminado de entrar con las maletas, y de llevarlas a donde le había indicado la señora Nany, mientras nosotras los esperábamos en la encimera de la cocina para comer algo antes de ir a dormir.
—¡Me gusta tu casa! Mile, está ¡Increíble! Ya son dos cosas que me gustan de esta ciudad. —ha dicho con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Cuál es la primera? —ha preguntado Frankie, mientras se devoraba un slice de la pizza.
—¡La pastelería! Ese lugar realmente ¡Me encanto! —ha dicho Sara quitándole las anchoas a su parte de la pizza, ¡Las odia!
—¡Gracias! Están a la orden ambas, sabes que todo lo mío es tuyo. —le he dicho mientras me tomaba mi malteada.
—¡Chicos! Me quedaría un rato más con ustedes, pero estoy agotada, además ya no me cabe ni la malteada. —al hablar tocaba su estómago.
—Está bien, yo también iré a dormir, mañana debo ir temprano a trabajar. —los he mirado a ambos—. Sara, al final del pasillo hay tres puertas juntas, de frente está mi habitación, a la derecha la de Lucas, y a la izquierda la de ustedes. —le he dicho señalando el pasillo que da a las habitaciones.
—Querrás decir ¡La de ella! Porque yo dormiré en aquel sofá. —me ha señalado en dirección a mi lugar favorito—. ¡Al menos que no se pueda! Dime ¿tú? —me ha preguntado mientras se terminaba su malteada.
Frankie se ha comido todo, incluso lo que ha dejado su hermana, su apetito no ha variado en nada, así como tampoco lo ha hecho su mirada.
—¡Por mí no hay ningún problema! —le he respondido—. Si te sientes más cómodo durmiendo ahí, por mí está bien, pero déjame decirte que hay otra habitación. Está al lado de la puerta corrediza que da al patio, aunque realmente hay dos, la tuya sería la de la mano izquierda, la otra es de la señora Nany. —me miraba con toda la calma del mundo mientras yo le explicaba.
—¡Creo que él estaría más cómodo en tu cama! —se ha reído a carcajadas al decirlo—. ¡Ay! Pero no pongan esas caras, o es que acaso ¿No saben reírse? Mejor me iré a dormir. ¡Hasta mañana! —ha dicho Sara al salir de su habitación por un vaso con agua.
Ella siempre con sus chistes, además sé que ella desea vernos juntos otra vez, pero eso no volverá a suceder.
—¡Hasta mañana! Sara, ¡Descansa! Además, ¡Tú sabes que eso no va a pasar! —le he respondido para que le quedara claro de una buena vez.
...༻❁༺...
Me encontraba recogiendo todo cuando él se fue a la habitación de Sara por sus maletas. Cuando terminé me fui a la mía, y justo en ese momento él ha pasado por mi lado antes de irse a la suya.
—¡Hasta mañana! Frankie, ¡Descansa! —le he dado un beso en la mejilla, uno por el que me tuve que aguantar las ganas de suspirar, porque ni loca lo haría delante de él.
—¡Así será! Mile, ¡Hasta mañana! Que descanses tú también. —estábamos muy cerca, pero ambos sabíamos que había mucho que hablar primero.
Las cosas habían terminado de una manera extraña entre nosotros dos en Canadá, como para que con este reencuentro todo fuera normal.
...༻❁༺...
Amanece muy temprano para mí, como de costumbre, además es día lunes inicio de una nueva semana. Al mirar por mi ventana veo lo hermoso del cielo, aunque aún está de madrugada, se vislumbra a lo lejos como será el resto de la mañana. Lástima que sea día de trabajo y colegio, porque desearía quedarme un poco más en cama.
He salido de la habitación rumbo a la cocina y me he asustado porque no recordaba que él estaba en casa, y lo que menos me imaginaba era verlo despierto tan temprano, aunque es costumbre en el hacerlo, quizás pensé que eso había cambiado en este tiempo.
Creo que aún no me ha visto, entonces estoy a tiempo de desaparecer, y de ir a cambiarme de ropa porque estoy en pijama, una que lo favorece a él, pero a mí me deja casi que en la calle. Aunque mejor no lo haré porque él me ha visto en situaciones peores. Nah, mejor me quedaré así.
¡Qué terrible son las hormonas! Porque lo veo y lo deseo; cuando antes no lo veía de esta manera. Incluso verlo sentado tomándose una taza de café sobre la encimera es algo que jamás me imaginé, quizás porque discutimos la última vez que nos vimos y cada quien se fue sin mirar atrás. Realmente estos momentos me traen tantos recuerdos, unos que me hacen pensar de más.
Aún sigo parada del otro lado de la sala, y creo que todavía no se ha dado cuenta de que lo observo. Realmente él es bastante guapo, y creo que ahora lo, es más, o quizás será que lo veo así por el tiempo que tengo sin mirarlo.
Ha pasado un poco más de un año desde que nos vimos la última vez, y dos desde nuestro último beso. Acaso, será que él ¿Me gusta? Aunque quizás sea costumbre, realmente no lo sé. No puedo negar que me ha hecho falta todo este tiempo.
¡Míralo! Mile, como no lo vas a desear, si está sin camisa y solo trae puesto un bóxer, eso debería ser un delito, incluso la manera en la que se ve justo ahora, además es una tortura para mí porque él no es para nada feo. Realmente no pasaría desapercibido ante ninguna mujer, de eso estoy completamente segura. Lástima que yo nunca pude verlo como mi novio, mientras él siempre me ha visto de la manera que lo hacía anoche antes de irnos a dormir.
Hoy me duele recordar que me fue imposible sentir algo por él, y no creo que pase en algún momento porque aún sigue estando en mi mente el padre de Lucas, y la imagen de una daga en la ingle. Es triste porque esa es mi única pista, entonces pienso que tendría que acostarme con miles de hombres para revisar a cada uno hasta hallarlo a él, algo que no haría jamás, y que en realidad es imposible.
Lo he mirado una vez más antes de acercarme a aquel hombre que tiene un buen perfil, uno que está sentado en mi encimera bebiendo de mi café, y sin nada de ropa en la mitad de su cuerpo, dejándome ver sus músculos, los cuales me han atrapado muchas veces.
—Buenos días, Sr. Seductor, ¿Qué hace usted de esa manera a estas horas de la madrugada en la casa de una mujer soltera? Pero con un hijo que ama más que a nada en este mundo, además debe saber que es un pecado estar así, incluso para su cuerpo. —cada palabra me salió tan natural, una tras de otra, que me dio miedo la respuesta a tanta sinceridad que había salido de mí.
—Buenos Días, ¡Bella dama! Madre de un niño que también amo como si fuera mío. —me ha respondido con una sonrisa y levantándose de la silla—. Usted sabe que cuando quiera puede cometer pecados conmigo. —me estaba tentando, pero yo tenía la culpa por lo que le había dicho antes.
—Acaso estás ¿Recordando viejos tiempos? —pregunto—. ¿De cuándo nos seduciamos a diario? —sigo preguntando antes de sentarme en la silla, mientras él hacía lo de costumbre servir me mi taza de café.
—No, Mile, esto es algo real, no lo estoy recordando, quizás porque tú estás aquí justo enfrente de mí, y yo con estas ganas y deseos intactos me encuentro frente a ti. —cada palabra salió con la seriedad del momento, pero con su sonrisa seductora que además me trae muchos recuerdos.
Estaba de espaldas a mí, cuando ha tomado una taza para servir el café, mientras yo me deleitaba con su espalda desnuda. Luego de servirla se giró sobre sus talones, quedando frente a mí; nos miramos fijamente, sonriendo, y justo en ese momento ha colocado sobre la encimera la taza de café, mientras sigilosamente ha caminado en mi dirección, colocándose en mi espalda para luego rodearme con sus brazos. Mi corazón estaba acelerado por su cercanía, quizás ha pasado mucho tiempo desde la última vez, creo que debí imaginarme que esto pasaría. De repente ha girado mi silla para que quedara frente a él, y con su mano derecha ha acariciado mi mejilla hasta llevar su dedo pulgar al borde de mis labios para luego acariciarlos, mientras lo hacía lentamente ha acercado su rostro al mío tanto que estaba a punto de besarme.
—Solo si tú quieres lo haré, además, un no, bastará para qué pare. —susurró en mis labios.
Aquellas palabras eran lejanas a mis oídos en este momento, nada en él me es indiferente, esa es la realidad. La calidez de todo su cuerpo la conozco desde hace mucho, y aquel roce de sus labios me es familiar, aunque hoy parece hacerme falta.
—¡Bésame! —le dije cerrando mis ojos y olvidándome de todo mi entorno, además creo que aquella palabra ha salido sensualmente con el deseo de la primera vez, y el recuerdo que había de sus labios en los míos.
Me dejé llevar por el instante, incluso por el deseo de volver a besarlo, pero antes de que aquellos labios se unieran a los míos, reaccione diciendo la palabra mágica.
—¡No! —he gritado a tiempo, incluso puse mi mano derecha sobre su pecho—. Esta vez no me harás caer ¡Lo siento! Debo irme a trabajar. —lo miré a los ojos sonriendo. Él es un seductor increíble.
—Debo entender que si no tuvieras que ir a trabajar nosotros podríamos ¡Tú sabes!… ¿Besarnos? —me ha preguntado sin soltar mi cintura aún, pero lejos de mis labios.
¡Tal vez! No lo sé, es muy pronto para saberlo, ¿No crees? —me he apartado de él.
—Mile ¡Eres mala! Además, me estás rechazando, sabes que esto te puede costar mucho, incluso es injusto para mi cuerpo y mis sentimientos ¡Que me dejes así! Tú estás viendo como ¿Verdad? —me ha dicho tomándome de la mano, realmente dramatizada el momento.
—¡No sé de qué me hablas! Mejor me iré a duchar, hablamos luego, ¿Te parece? —le dije sonriendo mientras me puse en puntillas para darle un beso en su mejilla.
— ¿Y ahora me provocas de nuevo? Sabes que puedo caminar esta noche hasta tú cuarto y ahí no tendrás escusas, ¿Verdad? —me miraba con deseo y cada palabra lo decía claramente, sin contar con todo lo demás.
—¡Atrévete! —le dije en forma amenazante, pero a modo de juego.
Él me ha mirado fijamente, al decirle que se atreviera, mientras yo pasaba por su lado para dirigirme a mi habitación, y de la nada me ha tomado nuevamente por la cintura, justo en ese momento he vuelto a gritar un ¡No! Para qué dejará de hacerlo, incluso agradezco que todos estén durmiendo porque son un poco más de las 5:00 a.m. pero todo está en silencio, y mis gritos se deben escuchar.
—¡Si vuelves a gritar, harás que todos se despierten! Y no queremos eso, ¿Verdad? —ha exclamado muy cerca de mi oído izquierdo, uno que se deleitaba con sus susurros.
—¡Entonces deja de hacerme cosas! —exclamé, mientras él nuevamente estaba junto a mí.
—¡Imposible! Porque yo deseo hacerte mucho más que esto. —besaba mi cuello al decirme eso.
—¡Me debo ir a duchar! —susurré mientras estaba perdida en aquellos besos que recorren mi piel en este momento.
—¿Puedo ayudarte? —me ha preguntado al oído dejando besos en él.
—¡Aja! —le dije. Y sin decirme nada me ha cargado para llevarme al baño, no le ha importado que pataleara como una niña para que me bajara, realmente era algo imposible.
Al entrar al baño y cerrar la puerta me ha bajado y hemos quedado uno frente al otro, entonces mirándome tomo un mechón de mi cabello y lo ha pasado detrás de mi oreja derecha, nos mirábamos intensamente. Él no me es indiferente, no lo es, eso lo sé, pero mi mente desea otra cosa para mi vida.
—Mile, te deseo tanto, además me has hecho mucha falta, no sabes cuanto, hoy estoy completamente seguro de que cometí un error al haberte dejado ir de mi casa aquella vez, realmente no he podido olvidarte. —sus palabras iban cargadas de sinceridad, además su mirada me decía cuanto me ama, pero yo soy una idiota que no quiero entenderlo.
—Frankie, ¡Tú me gustas! Eso es algo que no puedo negar, pero sabes que es solo química lo que siento por ti, ¡Realmente no es amor! Y no deseo ilusionarte para luego hacerte daño al rechazarte. Aunque es verdad que también te he extrañado mucho, incluso me agrada tu compañía y si fuera tan simple te diría que, sí, a todo lo que me pides, pero ¡No lo es! —le he dicho con el corazón en las manos, jamás había sido tan franca, y menos con él.
—¡Déjate llevar! Solo por esta vez—me jalo contra él al tomarme por la cintura—. ¡Solo una vez más! Te prometo que no habrá otra vez, esta será la última, digamos que ¡Será como nuestra despedida! Una mejor que la anterior. —acariciaba mi rostro con la punta de su nariz mientras lo decía.
¡Demonios! Realmente lo deseo tanto, quizás no lo desearé más de lo que él a mí, pero lo deseo, y eso no lo puedo negar. En este momento sus ojos y los míos se estaban diciendo cosas sin hablar, creo que hablaban más los de él que los míos, pero eran muy claros en lo que expresaban y ambos nos entendíamos.
Se fue acercando a mis labios lentamente y de esa misma manera me estaba quitando el pijama. Mi corazón estaba acelerado ante lo que sentía con aquel roce de sus manos en mi piel. Unos cuantos segundos después, entre cosquillas y risas, entramos a la ducha, al hacerlo me ha tomado por la cintura, ambos estábamos sin ropa y aquel contacto hacía que mi piel se erizara por completo; de repente, con su dedo índice, ha trazado el contorno de mi nariz hasta llegar a mi labio superior; deseaba tanto que tomara mi rostro en sus manos y me robara un beso, quizás porque extraño sus labios.
—¿Quieres? —él acariciaba mi piel expuesta cuando ha vuelto a preguntarme, como si no fuera bastante evidente todo lo que mi cuerpo dice.
—¿Qué crees? —le he preguntado en vez de responderle.
—No sé qué pensar porque aún no te he besado para saber si realmente ¡Quieres o no! —me ha susurrado a milímetros de mis labios.
—Entonces ¡Que esperas! Mira que me congelo mientras espero. —le he respondido mordiendo su labio inferior con los míos.
Aquel momento fue un detonante para que él se apoderarse de mis labios, mi boca, e incluso de todo mi cuerpo. Debo confesar que extrañaba cada instante, cada momento, cada segundo y cada caricia. Lo deseaba hace tanto tiempo, esa es la verdad, solo que me lo había estado negando a mí misma para que no me doliera al recordar todo lo que hemos vivido juntos, incluso lo que había pasado en aquel momento cuando discutimos antes de terminar.
Lo veo a los ojos mientras nos enjabonamos y me doy cuenta de que no lo amo, y sé que eso es verdad por las cosas que siento, pero lo que sí tengo claro es que lo deseo… es algo que no puedo negar.
Sin terminar de enjabonarnos, ha tomado nuevamente mi rostro entre sus manos para luego bajar lentamente el suyo hasta quedar a milímetros de mis labios, y susurrando en ellos, me ha dicho: “Te amo, Mile”. Antes de besarme tan sutilmente que me ha hecho cerrar los ojos al instante. Debo decir que sus besos me enloquecen, además son, como los recordaba; suaves al principio, pero intensos a la mitad, con un final que me deja temblando y sin poder ni siquiera respirar.
Al dejar de besarnos sus manos comenzaron a recorrer mi piel desnuda, aquel contacto me estaba haciendo cuestionar hasta mis pensamientos, incluso cada beso dejado en mi cuerpo hace que me pregunte una y otra vez si realmente deseo volver con él o no.
Unos cuantos besos después mis pensamientos se perdían con cada movimiento de nuestros cuerpos, haciéndome perder la noción del tiempo.
Estar con él es realmente mágico porque te quita todo lo malo y te deja la sensación de estar flotando entre las nubes.
Nos miramos apoyando nuestras frentes por un instante. Nuestros corazones estaban acelerados luego del momento que acabamos de tener con la unión de nuestros cuerpos, una que ha terminado con sonrisas jadeantes de ambos, y con sus manos sosteniendo mi rostro para sellar el final con un beso en mis labios, unos que temblaban al igual que mi cuerpo por el frío, o quizás por lo intenso que ha sido el momento aún no lo sé.
...༻❁༺...
No sé si habíamos logrado bañarnos bien, o si me había sacado el jabón de todo mi cuerpo, pero en este momento no importaba porque ahora olía a él. Unos cuantos minutos después me estaba secando y él aún seguía besando mi cuello. Ya estábamos fuera de la ducha y ambos deseábamos más de cada uno se nos notaba.
—¿Te gustó? —me ha susurrado mientras secaba mi espalda—. ¡Porque eso se notó! Y no puedes decirme que no. —orgulloso del momento me ha dicho esas palabras.
—Realmente ¡No! —le dije, mientras sonreía.
—¿Es que acaso lo has fingido todo? —estaba serio por su tono de voz.
—¡No solo fue que me gustó, sino que también deseo más! Y por supuesto que no lo fingí, ¡Lo viví intensamente! —se lo dije al oído al girarme para secarlo ahora a él, algo que era costumbre entre nosotros cuando vivíamos juntos—. Pero sé que no se puede porque debo irme. —hice pucheros cuando lo dije, él me ha mirado con cara triste.
Nos hemos secado mientras hablamos de lo que había pasado dentro de la ducha, además nos mirábamos con cariño, deseo y mil cosas más.
—¿Mamá estás en el baño? Ven, ¡Tuve una pesadilla! —lloraba—. ¡Quiero que me abraces! —exclamó asustado. Se le notaba en su voz.
Estaba detrás de la puerta del baño, moviendo la manija para abrirla.
—¡Sí, mi amor! Pero no vayas a abrir la puerta, mami, ¡Ya voy a salir! Quédate tranquilo que todo está bien. —me sequé rápido y me coloqué la bata de baño, no sin antes darle un beso a Frankie.
—¡Te amo! —me ha susurrado él entre sus labios.
Me duele no responderle a ese te amo con otro te amo, pero no me nace, puedo decirle que lo quiero porque lo quiero, eso es algo que, si puedo, entonces lo he mirado y salí del baño. Frente a la puerta estaba Lucas llorando, me partió el alma verlo de esa manera.
—¡Ven, mi amor! —lo he cargado—. Vamos a tu habitación, y cuéntame esa pesadilla, tú sabes qué mami está aquí para protegerte ¿Verdad? —le he preguntado.
—¡Sí! —me ha respondido enterrando su cabeza en mi cuello.
—¡Recuerda que tengo superpoderes! Incluso pueden acabar con esas pesadillas. —entonces ha pasado sus brazos por mi cuello—. Abrázame más fuerte para que esos poderes se te pasen a ti también. —le dije al entrar a su habitación.
Entre cariños y abrazos logré que se durmiera un rato más, eran las 6:00 a.m. por lo regular lo despierto a esa hora si es que él no lo ha hecho antes, pero necesitaba que descansara un poco para que se le olvidara aquella pesadilla. Entonces al cerrar la puerta regresé a mi habitación, y me di cuenta de que aún Frankie estaba en la ducha, por lo visto se había vuelto a duchar. Me he vestido mientras él salía del baño; me he colocado algo cómodo y fresco porque estamos en verano y el calor puede ser intenso el resto del día. Al él salir del baño me ha guiñado un ojo, mientras se ha puesto sus bóxers.
—¿Qué ha pasado con Lucas? —me ha preguntado mientras me atrapaba en sus brazos.
—¡Ha tenido una pesadilla! Pero ha vuelto a dormirse. Iré a despertarlo en unos minutos porque debemos irnos, ¡Hoy tiene colegio! —le dije mientras estaba perdida en sus ojos.
—¡Está bien! Iré a vestirme, nos vemos en unos minutos. —me ha dicho dándome un beso en la frente.
Estaba saliendo de mi habitación para ir a la de Lucas y me he puesto a pensar en aquel Te amo, en lo mal que se pone Frankie cuando solamente lo miro y no le respondo nada, pero en los sentimientos no se manda, además no me sale decirle esas dos palabras.
Al abrir la puerta de la habitación de mi hijo me he dado cuenta de que ya me estaba esperando sentado en la cama, he sonreído al verlo. Hoy llegaremos tarde a todo, incluso al colegio. Son casi las 7:00 a.m. y él entra a estudiar a esta hora.
—¿Estás listo mi amor? —le he preguntado, dándole un beso en la nariz.
—Si mami, estoy listo para vestirme, además me he despertado solo, ya me cepillé los dientes y ahora solo me falta colocarme la ropa. —me ha dicho feliz, parece mentira que hace un momento lloraba por aquella pesadilla, ahora está alegre, es lo bueno de ser niños.
—¡Perfecto! Aquí la tienes. —le he dado su ropa.
—¡Listo, ahora si nos podemos ir! —hemos salido de la habitación encontrando a Sara y a Frankie en la sala hablando con la Sra. Nany.
A Lucas no le gusta desayunar tan temprano, prefiere hacerlo dos veces en el colegio, al llegar como los demás y a la hora del descanso cuando todos volvían a comer.
—Buenos días, ¿Cómo han dormido los invitados? —he preguntado haciéndome la tonta para que nadie se diera cuenta de que ya nos habíamos visto.
—Yo ¡Muy bien! Porque he descansado, realmente lo necesitaba, pero al parecer Frankie durmió mejor que todos, lo digo por la expresión en su rostro. —ha dicho Sara mirándonos a ambos.
—Dormí bien ¡Hermanita! Además, me he levantado temprano para beber mi café, entonces estoy relajado ¡Eso es todo! —le ha dicho él mirándola, incluso estaba serio.
—¿Están listos? Porque debo irme, aunque si quieren me pueden esperar aquí y luego vengo por ustedes, ¿Les parece? —les he preguntado para interrumpir sus indirectas, además no quiero agobiarlos con mis horarios.
—¡Tranquila! Iremos con ustedes, así vemos donde estudia Lucas, ¿Verdad? —ha dicho Sara tomándolo de la mano.
—Sí, iremos todos juntos. —ha dicho Frankie mientras me guiñaba un ojo.
Hemos bebimos un poco de café antes de despedirnos de la señora Nany. No quisimos desayunar porque era demasiado tarde para eso, entonces salimos de la casa rumbo al colegio de Lucas, mientras íbamos en la camioneta Sara y él hablaban. Frankie manejaba y yo los observaba. Hemos dejado a Lucas y continuamos nuestro camino, nosotros no hablamos el resto del camino, al parecer se volverá costumbre eso de ir en silencio. Por fin llegamos a la pastelería, estábamos abriendo la puerta mientras nos hemos puesto a hablar.
—¿Cómo vieron a Lucas? Esta grande ¿Verdad? —les he preguntado mientras giraba el cartel para que supieran que ya estaba abierto.
—¡Sí! Es todo un hombrecito, además es bastante inteligente, y no se le escapa nada, lo digo porque se dio cuenta de que ustedes dos se han duchado juntos. —ha soltado Sara sin pestañear.
—Pero ¿cómo? Si no hicimos mucho ruido, además Mile salió sola y él jamás entro al baño. —ha dicho Frankie confesando nuestra verdad.
—¿Te dijo algo? — pregunté asombrada mientras terminaba de encender las luces.
—¡Realmente sí! Además, sabes que él quiere que tú seas feliz, es algo que siempre me cuentas cuando hablamos por WhatsApp, bueno me dijo que estaba contento de que tío Frankie estuviera aquí porque hacía feliz a mami en el baño.
—¿Quééé? —me quería morir, ella me hablaba mientras yo estaba de espaldas terminando de acomodar algo.
—¡Buenos días! —ha exclamado aquella voz detrás de mí.
No me he querido girar porque sabía perfectamente que era ¡Alfred! Aunque justo ahora me quería morir de la vergüenza, quizás porque no sabía cuánto había escuchado de nuestra conversación, además no sé ¿Qué sabe? O ¿Qué es lo que se imagina? ¡Demonios! Esto es bastante incómodo. Suspiré porque sabía que debía atenderlo, así que me fui girando lentamente.
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Comments
Maria Justina Camela Saucedo
esta interesante
2022-10-13
1
camijb
tiene una relación intensa con su ex novio
2022-05-28
1