Me he perdido en aquella calle mirando en dirección al auto, uno que se alejaba sin entender que era lo que pasaba con aquel hombre que tanto me miraba.
Lucas jugaba en la oficina mientras yo estaba con Camile atendiendo a los clientes. Cada día el negocio marcha mejor, eso me llena de orgullo y también de satisfacción, una que me hace suspirar.
Mientras atendía a un cliente, le he servido aquellos dulces que le gustan a Alfred, y mi mente se ha hecho una pregunta: ¿Por qué vino? Si él dijo que no me quería ver más, ¡No entiendo nada! Entonces me he perdido en mis pensamientos, cuando de la nada sentí la necesidad de buscar a Lucas.
Hace un rato lo había visto salir de la parte trasera de los estantes, y lo he regañado porque debe andar con cuidado entre tantos utensilios que hay. Además, los chicos siempre están entrando y saliendo del almacén o del área de los hornos. ¡Lugar donde tiene prohibido entrar! Me dirigí a la parte de atrás.
—¡Lucas! —lo llamé al entrar por la puerta de la oficina—. Hijo, ¿Dónde estás? —lo llamé y pregunté, pero no lo conseguí, entonces empecé a sentir angustia, mi corazón palpitaba a millón, Camile, ¿Viste a Lucas? —le he preguntado angustiada.
—Sí, hace como media hora en la oficina jugando. —me ha respondido—. Estaba aquí hace un momento, sentado justo ahí. —me ha señalado Camile, acompañándome nuevamente a revisar el lugar. Debo confesar que el pánico se estaba apoderando de mí justo en este momento.
—Dios... ¡Lucas! Hijo, ¿Dónde estás? Camile busca por este lado, yo iré por este, Marcos… quédate al pendiente por si regresa ¡Por favor! —le he pedido a todos que me ayudaran, realmente estaba desesperada, era la primera vez que pasaba algo así.
—Por supuesto, Sra. Mile, ¡Estaré pendiente! —me ha respondido él con rostro de: ¡Cuanto lo siento!
Camile se fue por la derecha y yo lo hice por la izquierda, jamás me he comido las uñas y este no sería ese momento, pero las estaba mirando con deseo de hacerlo. Camine cuatro calles antes de que Marcos me llamara para pedirme que regresara a la pastelería. Al entrar más atrás entro Camile, quien se ha quedado parada en la puerta al igual que yo.
—¡Este jovencito dice que tú eres su Mamá! —exclamó sonriendo—. Acaso eso es ¿Verdad? —me preguntó, mientras yo ponía mis ojos en blanco ante su pregunta y estiraba mis brazos para hacer que Lucas viniera a ellos.
—¡Ven Lucas! Vamos a la oficina que mamá debe hablar contigo. —aquellas palabras habían hecho que cruzara sus brazos sobre su pecho, bajando su mirada. Él sabía que estaba en problemas.
—¡Oye! Mile, se dice: ¡Gracias! ¿No crees? —me ha dicho aquel hombre cuyo nombre no recuerdo, o tal vez no deseo recordar en este momento. Pero no le respondí nada, simplemente tomé a mi hijo y pasé por un lado del mostrador.
En este momento en la pastelería había unos cuantos clientes, unos que miraban todo lo que estaba pasando.
—¡Qué increíble! Ahora resulta que ayudar a la gente es delito. —ha dicho exclamando durísimo. Creo que hasta los empleados de la cocina escucharon sus alaridos.
—Hijo, espera a mami en la oficina, en unos segundos estoy contigo. Camile, por favor, ve con él. —me había puesto a su altura para decirle, y al levantarme me había girado en dirección a él, mi mirada decía todo lo que pensaba justo ahora.
Caminé hasta donde estaba él, lo tomé del brazo y lo jalé hasta llevarlo al almacén. Él iba sonriendo, creo que tal vez porque esto era un juego para él. Al entrar cerré la puerta y al girarme me encontré con sus ojos, unos que me sonreían con picardía, deseo y quién sabe cuántas cosas más que pasaban por su mente justo en este momento.
—¡Escúchame! No sé si te lo encontraste por casualidad, si te lo llevaste o x, no me interesan los detalles. Él está aquí y es eso lo que realmente me importa, pero quiero dejarte algo bien claro. —tomé aire, antes de continuar mi discurso, me di cuenta de que estaba molesta, y tal vez demasiado—. No quiero, ¡Escucha! Bien esto, no quiero que te acerques a mi hijo, o a mí nunca más, ¿Entendiste? —lo miraba a los ojos, y por un segundo me perdí en ellos.
—¿Por qué me tratas así, con tanto odio? Si se te nota que te pasa lo mismo que a mí.
—Y que se supone ¿Qué te pasa a ti? Porque a mí no me pasa nada, yo solo quería encontrar a mi hijo, y bueno, tú lo trajiste hasta aquí, ahora te marcharás y nunca más nos volveremos a ver. —mantenía mi firmeza ante él, porque yo sabía por dónde quería llevar esta conversación, tampoco soy tonta.
—¿Es en serio? Debo decirte que me hace gracia tu pregunta. Además, es que acaso ¿¿Anoche no te ha quedado claro?? —me ha cuestionado seriamente mientras se acercaba un poco a mí.
—Sr. sé que debo agradecerle, y créame que lo haría, ¡Si usted no fuera así! Como es… —le dije sin dejar de mirarlo, además estábamos muy cerca el uno del otro.
Él me miraba sumergido en mis ojos con deseo, mientras yo estaba nerviosa por su mirada, una que me consumía en suspiros tan secretos como mis pensamientos.
—¿Sabes? ¡Eres Increíble! La química entre ambos se nota a años luz, ¿No crees? —insistía en nosotros como si tuviéramos algo.
—¡No entiendo a qué se refiere! Y realmente ahora no tengo tiempo para sus juegos, además lo único claro que tengo con respecto a usted es que es un abusador, uno que cree que por tener dinero puede humillar a la gente como yo. —le he dicho cada palabra sin importar lo cerca que estaba, incluso lo peligroso que era el momento, donde casi podía rozar mi cuerpo con el suyo.
—¿Abusador? No, ¡Admirador! Sí, además lo soy sin querer porque no es mi culpa desear ver la belleza que hay en ti. —sonreía al decir cada palabra, lo peor es que tiene bastante poder para halagar a una mujer.
—¿Sabe algo?… ¡Lo odio! —exclamé cruzando mis brazos para poner una separación entre ambos, sé que me veía infantil y más al poner mis ojos en blanco, pero no logro entender qué me pasa cuando estoy junto a él.
—¡De donde yo vengo, el odio suele ser amor! —exclamó acercándose más a mi cuerpo.
—¡Y de donde yo vengo! Odio es odio, pero con ganas de darle una cachetada y sacarlo de aquí a patadas. —mi corazón estaba como un caballo desenfrenado, incluso aquellos sonidos en mi pecho se podían escuchar a kilómetros.
Con cada respiro él se acercaba más, mientras que yo daba un paso atrás, no me quedaba mucho espacio y estaba consciente que de un momento a otro me tendría contra los estantes que hay en el almacén.
—¡Mile! No te resistas a mí, regálame una noche solo una y te demostraré, que lo único que deseo es enseñarte lo que siento por ti. —me decía esas palabras, mientras apoyaba sus manos a cada lado del estante que estaba justo tras de mí, eso me dejaba entre sus brazos.
—Sabe contar ¿Verdad? No cuentes con eso, esa historia ya me la sé, nos embriagaremos para luego tener una noche loca de sexo desenfrenado para después dejarme sola y embarazada. —sin querer había dejado salir mis recuerdos, unos que aún por lo visto me atormentaban.
—Acaso ¿Fue así que tuviste a Lucas? ¿Es esa tu experiencia? —su rostro había cambiado, y nuevamente me confundía su actitud y aún más esas preguntas que me acababa de hacer.
—¡No! —exclamé, intentando escapar de sus brazos—. Además, eso no es asunto suyo, ¡Apártese! —forcejé con él empujándolo con mis puños sobre su pecho, aunque fue algo inútil porque soy demasiado pequeña ante él.
—¡No te voy a dejar ir! Aún no. —exclamó mientras acercaba su rostro nuevamente al mío. Sentía su respiración demasiado cerca, esa cercanía me producía miedo y nervios a la vez.
—¿Qué quiere? Acaso ¿Besarme? —le he preguntado cuando sus labios rozaban mi mejilla derecha.
—¡Tal vez! O quizás solo deseo tenerte así ¡Por ahora! Creo que me gusta esta posición, acaso ¿A ti no? —me ha preguntado cínicamente, realmente era de lo peor, pero me tenía entre sus brazos y no podía escapar tan fácilmente.
—¡Debo ir a la oficina con mi hijo! Me debe estar esperando. —le he dicho, mientras él recorría nuevamente mi mejilla con la punta de su nariz. Mi piel se erizaba con cada roce.
—Tu hijo es todo un hombrecito, además de un niño muy inteligente y fuerte. —susurró en mi oído izquierdo.
—¿Tiene hijos? —le he preguntado por qué recordé que algo pasa en él, cuándo le mencionó la palabra ¡Hijos!
Luego de aquella palabra mágica me ha soltado, y mirándome a los ojos me he dado cuenta de que había tristeza en ellos, esa mirada duró unos segundos porque salió del almacén huyendo como si hubiera dicho algo malo.
Este hombre realmente es extraño, creo que jamás lograré comprender lo que le pasa.
Al reaccionar salí al pasillo que da a la oficina y la puerta trasera de la pastelería, porque escuché voces, y al darme cuenta de que eran ellos me he quedado quieta escuchando.
—Lucas, ¡Basta!… —le he dicho, mientras me colocaba frente a ellos dos.
—Tal vez a ti sí, pero ¡A tu mamá! No lo creo, porque hasta lo que sé ella me odia. —sonreía—. ¿Verdad? Mile. —metió sus manos en los bolsillos de su pantalón, mientras yo lo observaba de reojo.
—Lucas, ven, dejemos al Sr. Tranquilo porque él debe irse, de seguro tiene mucho trabajo, además ya lo hemos fastidiado bastante por hoy. —he abrazado a mi hijo para llevarlo a la oficina nuevamente, pero él se ha girado apartándose de mí otra vez.
—Mami, quédate tranquila que debo hablar con el Sr. Tengo algo que decirle. —me ha dicho tiernamente y moviendo sus manos al hablarme—. Déjame arreglar esto, tal vez después de que nosotros hablemos tú ya no estés más triste, además, él sería un buen novio para ti, mami. —sé que no lo decía por mal, pero no lo podía dejar continuar.
—Lucas, hijo… ¡Por favor! No sigas, no es necesario. —lo tomé de la mano nuevamente.
—Lucas, yo quiero salir con tu mami, pero ella no quiere. —le ha dicho a mi hijo, guiñandole un ojo—. ¿Te das cuenta? Hasta él quiere que me des una oportunidad. —me ha dicho sonriendo al mirarme.
—¡Mami! ¿Por qué no quieres salir con el Sr.? Te he visto llorar por su culpa, él te hace poner brava porque no te mira cuando tú lo atiendes. —había tristeza en los ojos de mi hijo, y mi corazón se partía en dos, entendía lo que trataba de hacer.
Sin decir nada, he tomado a Lucas por el brazo, esperando que aquel hombre se fuera al nosotros irnos a la oficina, mientras caminábamos me quería morir porque mi hijo me había dejado expuesta, ante aquel hombre que no me dejaba en paz.
—Lucas, hijo, no puedes decirle esas cosas mías a la gente, eso no es correcto. —le dije mientras estaba de rodillas, ante él para poder verlo a la cara, una que estaba triste y llena de lágrimas—. Yo sé que tú me amas y no quieres verme sufrir, pero no podemos juntar a las personas con otros así nada más.
—Mami, yo sé que a ti te gusta él, entonces ¿Por qué no se puede? Además, yo sé que él te dijo cuando te tenía agarrada en el almacén que quería salir contigo. —¡Por Dios! Nos vio ¡Qué maravilla! Cerré mis ojos ante esa confesión.
—Lucas, ¿Que te tengo dicho? Tú sabes perfectamente que es malo escuchar las conversaciones de los adultos, además, eso no es correcto, ¡Por favor! No lo vuelvas a hacer. —mientras yo le decía esas palabras, él agachaba su rostro, se sentía regañado y con pena.
Sé que mi hijo desea lo mejor para mí. Él siempre ha querido que yo consiga a alguien que me quiera, o sea que tenga un novio, pero las cosas no son tan sencillas como él cree, además, ya lo tuve y no terminó nada bien.
Por un momento cerré mis ojos, quizás porque me produce dolor toda esta situación.
—Mami, no lo volveré a hacer ¡Te lo prometo! —me ha abrazado fuerte, yo sé que no lo hace por mal; él desea un padre de la misma manera que desea un novio para mí.
Nos soltamos y él se fue a pintar unas hojas que tenía con dibujos sobre el escritorio, entonces me he puesto a pensar porque debía estar clara en mis emociones, era no, y siempre debe ser no, a esa invitación, además no quiero volver a caer, y él se ve un hombre embaucador, mujeriego y el peor hombre del mundo. Es que no entiendo cuál es su empeño por salir conmigo, ¿Qué es lo que tengo que desea tanto? Bueno, me imagino que lo mismo de todos, pasar una noche conmigo y listo.
He revisado mi móvil y al hacerlo me doy cuenta de que tenía un mensaje de mi mejor amiga en la Universidad, ya habían pasado 3 horas desde que me había llegado y no me había dado cuenta.
Mensaje…
—Hola, hola… adivina quién está a punto de verte?? Bueno, no sé hacer mucho esto, pero te escribo para avisarte que pronto llegaré a Houston, necesito tus direcciones, ambas, pásamelas por mensaje ¡Por favor!… Bye, ¡Nos vemos! TQM
—Holaaa, ¿Quéééé? No puedo creerlo, me muero por verte, pero avísame para ir a recogerte al aeropuerto, te extrañaba mucho, ya te adjunto las direcciones.
Fin de los mensajes…
Me muero de la felicidad, ya me hacía falta ver a Sara, le adjuntaré las direcciones. Ahora, a esperar que me avise, no puedo creerlo de verdad que no me esperaba esta noticia.
—Mami, ¿Por qué estás tan feliz? —me ha preguntado Lucas.
—¡Porque viene tía Sara! —exclame sonriendo—. Aunque no sé cuándo llegará, ok, pero es la mejor noticia del día. Hace un momento cuando revise mi móvil tenía un mensaje en el móvil, me lo había mandado temprano, ¡Qué felicidad! Ya la extrañaba, ¿Y tú? —le he preguntado mientras lo colocaba sobre el escritorio para que quedara más a mi altura.
—Sí, mami, la extraño mucho, además, es bueno que venga tía Sara, porque a ella le quedan mejor las tortillas. —ha tapado su boca para reírse de lo que acababa de decirme, aunque es verdad, ella es una excelente cocinera.
Me ha pedido que lo baje del escritorio mientras aún se está riendo de lo dicho.
—Lucas, corre porque si te agarro te voy a hacer cosquillas. —pero no corrió, solo se reía—. ¡Qué pasado eres! Como me vas a decir eso, ven, hijo, sabes que te amo ¿Verdad? —le di un beso en la frente, mientras ambos estábamos sonriendo, fue nuestro momento gracioso luego de todo el estrés de hoy con aquel cliente.
—Sí, mami, yo también te amo. —me ha dicho mientras yo me agachaba para ponerme a su estatura.
—Hijo, eres lo más importante en mi vida. No importa que mami esté triste a veces, esas son cosas de adultos, pero no es porque me sienta sola, debes saber que eso no me pasa porque te tengo a ti y eso es suficiente. Ven dame un abrazo de oso. —nos hemos abrazado fuerte. Yo sé que también es bueno que ella esté con él, realmente ellos se la llevan bien.
...༻❁༺...
Eran las 16 horas cuando miré mi móvil, y recordé que debía hacer algo antes de irme a casa, además, había bajado un poco la clientela, entonces aproveché y me fui a la oficina para hacerlo; debía revisar algunos pedidos pendientes para mañana en la tarde.
Camile había ido con Lucas por unos helados, aunque nosotros aún no los vendemos, pero deseo hacerlo. Sé que tengo que pensar muy bien sobre eso. De repente la puerta es tocada, sacándome de aquel pensamiento. Fueron tres toques los que escuché, los cuales me hicieron creer que era Camile y Lucas quienes habían regresado.
—Adelante, hijo. —pero nadie entró, solo se escuchó otro golpe antes de que abrieran un poco la puerta.
—Hola… —dijo una voz particular, entonces emocionada me levanté de aquella silla, y no lo podía creer, era ella, mi mejor amiga Sara, nos abrazamos y mis lágrimas se salieron al igual que las de ella.
—¡Tía Sara! —gritó feliz al entrar corriendo a la oficina e inmediatamente Sara me soltó para cargarlo a él.
—Hola, Lucas, ¿Cómo ha estado mi sobrino favorito? —se han abrazado—. ¡Estás bastante pesado! Eso significa que has crecido. —exclamo ella sonriendo.
—¡Bien! Tía, ¡Gracias! Mira, estoy así de grande y fuerte —Lucas le ha enseñado sus músculos—. ¡Soy el hombre de la casa! —además de decirle aquellas palabras, él estaba tan feliz como yo, de verla nuevamente.
—¡Guao! Mírate. —dijo ella con asombro—. Bueno, como eres el hombre de la casa, ahora tendré que pensar a quién le daré el regalo que traje, porque en su empaque dice que es para niños. —le ha dicho Sara mientras lo bajaba de sus brazos.
—¡A mí! Tía Sara, alguien debe cuidar a mamá, pero aún soy un niño Tía. —le ha dicho él en su defensa, y dejándole claro que aún era un niño, aunque me cuide a mí.
—Entonces ese regalo sigue siendo para ti, ahora que lleguemos a tu casa revisaremos qué hay en mis maletas, ¿Te parece?
—Sí, tía Sara. —estaba feliz, se le notaba en su rostro.
—Ven, tienes razón, eres el hombre de la casa, pero aún eres mi hijo Lucas, dejemos que la tía se siente y ponga sus maletas a un lado, ¿Deseas algo de tomar Sara? —le he preguntado mientras nos sentábamos en las sillas de la oficina.
—Sí, un café con leche estará bien para mí, ¡Gracias! Déjame decirte que me encantó este lugar, la decoración es: ¡Guao! Increíble, además está lleno de clientes, y eso es una buena señal. —su rostro estaba lleno de asombro mientras me decía aquellas palabras que me llenaban de orgullo.
—¡Gracias! Sara, ya pedí el café. —le dije antes de responder a sus halagos—. Sí, no ha sido fácil, pero tampoco fue tan complicado, entre Lucas, el equipo que trabaja con nosotros, y yo, hemos hecho de este lugar lo que hoy es. —le decía aquellas palabras cuando de repente la puerta se abre, pensé que era Camile quien traía el café, pero no, aquel rostro era de alguien a quien jamás pensé volver a ver, mi ex.
—¿Pidieron dos cafés?… —ha dicho mirándome con aquella sonrisa que extrañaba.
—¿Frankie? —he dicho yo sin dejar de verlo.
—¡Tío Frankie! —dijo Lucas, emocionado antes de levantarse del suelo.
—Sí, hermanito, esos cafés son para nosotras. No sabía que ahora trabajabas aquí. —le ha dicho Sara irónicamente.
Mientras él nos entregaba nuestro café, mi mente recordaba aquella última vez en su casa, una que guarda muchos momentos, al igual que mi habitación de la universidad, pero aquel día fue muy triste, más para él que para mí.
Debí imaginarme que esto sucedería, no entiendo por qué no se me ocurrió pensar que él también vendría, lo que menos me esperaba era verlo nuevamente y menos luego de nuestro último encuentro.
Siempre me ha amado, y me lo demuestra hasta con su mirada, pero yo a él no. No puedo negar que besa bien, entre otras cosas, pero no siento amor hacia él, tal vez porque mi mente solo tiene una meta, encontrar al padre de Lucas.
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Updated 55 Episodes
Comments
Maria Justina Camela Saucedo
pobre Lucas pero ya llegó un metiche
2022-10-13
1
camijb
pobrecito Lukas😭😭😭
2022-06-03
1