Capítulo 5...Ni en tus sueños.

★Santiago.

“Ella se acerca y toma mi camisa y la saca de mi cuerpo. Mi respiración está muy agitada, ¿Qué rayos está pasando conmigo y mi razón?

Veo como el color sube a su cara en un tono rojizo y mi pen* empieza a tensarse. ¿La pongo nerviosa? Quisiera saber que está pensando.

Se acerca a mí y me rodea con sus brazos por mis hombros y solo escucho.

Elizabeth: maldito eres un eres un golfo que piensa que puede tener a cuánta mujer le da la gana, sabes que púdrete tú y tu maldito puesto no me interesa acostarme con alguien tan hueco como tú, deberías de revisarte quiza tengas alguna enfermedad ya que eres capaz de abrirle las piernas a una desconocida.

Ella tiene razón, aún que no me acuesto con nadie que no sea Mil.

Esta mujer me da un golpe con su rodilla en mi pen* ya estaba crecido a sí que duele como el infierno, me inclino llevando mi mano a mi miembr*. Ella toma su bolsa y agarra mi ropa y sale de mi oficina.

Estoy muy molesto, ¿Cómo se atrevió? ¿Qué se cree?

Cuando recuperó el aliento me doy cuenta de que a pesar del golpe en mi miembr* no ha bajado su volumen ni su grosor tengo que meterlo en alguien o esto no bajara.

Trago saliva y le grito a Mil.

Santiago: SECRETARIA MIL ¡!!!!!!! Ven acá _ Grite muy molesto

¿Estaba realmente molesto como se atreve esa maldita mujer hacerme esto?, me las va a pagar, cuando vuelva a verla más le vale que la tierra se la trague por qué yo me la tragaré completita.

Secretaria Mil: Si sé… señor di… Dígame que es lo que de… Desea.

Dice la secretaria entre cortante viendo mi protuberancia, la cual ya está mucho mas crecida y desarrollada, no se por que pensar en esa joven hace que se me ponga más dura... A pesar del desaire aún sigo muy parado, apesar de ser una desconocida no puedo olvidar esa sensación cuando la bese.

Santiago: ¿y bien secretaria Mil, qué propone hacer con este asunto?

A punto con mis manos directo a mi pen*, ella se pone totalmente roja y se acerca a mí y trata de besarme.

Santiago: no ponte de rodillas y ya sabes qué hacer _ Le ordeno al ver qué ella venía directo a besarme, odio que me besen, no después de aquella mujer que acabo conmigo.

Secretaria Mil: lo que usted ordene jefe

La tengo frente a mí de rodillas… Con su mano agarra mi pen*, empieza a jugar con él subiendo y bajando… debo confesar que por algo sigue siendo mi secretaria… Antes solía darme muy buen Sexo oral, aún que ahora ya está mujer se está volviendo aburrida, ya ni siquiera se me antoja, solo la uso para una emergencia, como está, a ella no le molesta, su prometido la dejo plantada y se fue con su su hermano, si le salio guey el novio. creo que ambos nos usamos de cierta manera.

Llega el momento de ver qué tanto puede resistir con mi miembr* en su boca empieza a jugar primero con la punta y con su mano masajea, yo cansado de los juegos de niños lo meto con brusquedad a su boca, agarró su cabello entre mis manos enrollandolo y comienzo a mover su cabeza más y más rápido, ella solamente se queja al parecer la estaba ahogando… la tengo un buen rato en esa posición y de pronto la levanto, la pongo de espalda contra mi escritorio, alzó su falda que por cierto le exijo que la use demasiado corta para así facilitar mi trabajo le bajó sus bragas y meto unos de mis dedos en su intimidad siento como está tan mojada qué hace que mi amigo se vuelva más duro y grueso… La inclino en mi escritorio y se la meto por detrás mientras con mis dedos no dejó de acariciar su vagi** llegando hasta su punto G ella explota mientras yo la embisto bruscamente por detrás me vengo en ella.

Santiago: Ya cámbiate y vete de mi oficina Mil, me acabas de quitar las ganas. _ Aunque tuve que pensar en esa mujer para correrme.

Las mujeres siempre me buscan para sacar un provecho de mi, y más en mi estado económico, donde solo buscan fortuna, todas son iguales, interesadas hasta el riñón, que tarde o temprano te demuestra quienes son en realidad, unas interesadas que terminan traicionando hasta con tu mejor amigo, como Isabel, solo de recordarla me hace odiar su existencia, ¿Como pude enamorarme de ella?

No sé por qué alguna extraña razón, siento que esta mujer ya no me satisface, estaría bien cambiar de secretaria, todo esto se ha vuelto tan aburrido para mí, al principio disfrutaba mucho penetrar a mi secretaria era ajustada, pero ahora es tan aburrido, es tan ancha… Y de pronto llega a mi cabeza Elizabeth, esa mujer que se salió con la suya, no solamente me debe un carro el cual rayo descaradamente, sino también me debe una gran cogida, y mi ropa que por cierto era de diseñador.

Pongo mi mano en mis labios recordando ese beso, "esa mujer".

Tomó la ropa que tengo en el armario de mi oficina por alguna emergencia.

Escucho que tocan la puerta.

Santiago: Pasen

Secretaría Mil: Señor ha llegado su padre…

Maldición, ese hombre no debería de venir aquí

Siempre que viene no es para algo bueno, siempre planea algo, veremos qué nueva tragedia trae entre manos.

Tomo asiento en mi escritorio.

Santiago.: Dile que pase.

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