El hombre arrancó el taxi esquivando los otros coches que buscaban estacionarse, Richie buscaba el cinturón de seguridad mientras volteaba para ver si nos seguían.
—¿A dónde los llevo? —preguntó el taxista aumentando la velocidad.
—¿A dónde vamos? —le pregunté a Richie mientras terminaba de acomodarme en el asiento.
—No lo sé —contestó buscando en las bolsillos de su chamarra.
—¿Cuál es tu hotel? —le pregunté detenidamente para que me entendiera.
—¿Mi hotel?
—Sí, tu hotel.
—I don't know, creo... ah... Four elements.
—¿El Four elements de Reforma? —intervino el taxista mirándonos por el retrovisor.
Richie sacó un papel de su bolsillo y lo desdobló, lo leyó y después volvió a doblarlo como estaba. El taxista y yo esperábamos a que dijera algo, pero se quedó callado.
—Ese Four elements es un hotel? —le pregunté al taxista.
—Sí señorita, ese hotel está sobre Reforma, en Chapultepec. Es un hotel de cinco estrellas, de los más lujosos.
—Entonces llévenos ahí.
—¿El joven es famoso?
—Mmm... se podría decir que sí.
—¿Es artista? ¿Canta o qué hace?
—Sí, es cantante.
—Lo sabía, se le ve toda la facha.
Richie hacía caras de desconcierto y su pie no dejaba de moverse. Veía por la ventana asustado y se pegaba a mí agachándose cuando creía que lo habían reconocido.
Estábamos detenidos en un semáforo cuando de repente, un limpiador de parabrisas se aventó sobre el carro para limpiar el cristal de adelante, Richie brincó y tomó mi mano, yo sonreí por su sobresalto y porque sostuvo mi mano y la apretó como un niño pequeño.
—Tranquilo, todo está bien —le susurré haciendo el mayor de mis intentos por no aferrarme a su tibia y suave mano.
—Oiga creo que ya lo reconocí. ¿No es el que canta con una voz bien grave y también así bien "chillona"?
—No, lo está confundiendo —respondí sintiendo pánico de lo que pudiera estarse imaginando. Además, ¿qué falta de respeto era esa? ¿Voz chillona? Era una preciosa voz, Richie Evans era uno de los mejores cantantes de todos los tiempos y aunque yo apenas lo había descubierto la noche anterior, nadie podría negar que era sumamente talentoso.
El taxímetro ya iba en 86 pesos y apenas íbamos a la mitad del camino, estábamos cerca del centro y empecé a pensar en si Richie traería dinero en efectivo porque yo no llevaba ni siquiera el celular.
Me dio pena preguntarle y preferí esperar hasta que llegáramos, tal vez tendríamos que salir huyendo de nuevo.
—Luna —dijo de pronto apretando más mi mano—, ¿puedo confiar en ti?
Yo solo esperaba el momento de despertar y darme cuenta de que nada de eso estaba pasando en realidad.
—Sí, puedes confiar en mí —le contesté con el corazón derretido.
—¿No me dejarás solo? —preguntó acercándose un poco más a mí.
—No, no lo haré —respondí sin saber que estaba eligiendo mi destino.
Me alejé un poco por toda la timidez y la inseguridad que me estaba invadiendo, él tenía un aroma tan peculiar, su ropa, sus manos, hasta podía distinguir el olor de su cabello a pesar de la gorra. Yo no usaba perfume y mi ropa no olía a suavizante, al menos mi cabello estaba alaciado porque las noches que mi hermana no estaba lidiando con sus hormonas, me peinaba después de peinarse ella.
Yo usaba un poco de maquillaje por el trabajo, pero él tenía una piel perfecta, apenas y se le veían los poros y no tenía ninguna mancha ni imperfección aún cuando no usaba nada de maquillaje. Los tres lunares bajo su ojo izquierdo y el color rosado de sus mejillas lo hacían guapo, tremendamente guapo.
—Ya llegamos muchachos —dijo el taxista deteniéndose en la entrada de un gran edificio con arcos y banderas en la fachada.
Richie y yo miramos por la ventana y después tuve que hacer la pregunta:
—¿Traes dinero?
—¿Money?
Asentí rogando que trajera efectivo, aunque fueran dólares.
—No —contestó tocando sus bolsillos.
—¡¿Cómo que no traen dinero?! —nos interrogó el taxista molesto cruzándose de brazos.
—Le voy a decir la verdad —dije como último recurso—. Él es Richie Evans, llegó al aeropuerto y hubo un caos, todos gritando y empujándose, ya sabe. Entonces no sé cómo fue que dio hasta el local donde yo trabajo y me pidió ayuda para salir de ahí, tuvimos que salir a escondidas y huir. Gracias a usted lo logramos, pero yo no pude sacar mi cartera y él no trae nada y...
—No señorita, pero es mi trabajo, no puedo andar fiando los viajes así sea el presidente de Inglaterra.
—Por favor, le doy propina extra —dijo Richie con inocencia.
—Así me han hecho varios, no es que desconfíe, pero yo vivo de esto.
—Ya sé, le puedo dar mis aretes.
—No se ofenda señorita, pero no creo que sean de oro.
—¿Quiere mi reloj? My watch —propuso Richie mostrándole el reloj en su muñeca.
Se veía demasiado caro como para pagar un viaje de taxi, creí que el taxista no lo aceptaría porque eso ya iba a ser un abuso, pero el hombre no tardó en aceptar el trato con cara de indignación como si hubiera salido perdiendo.
Bajamos del coche y caminamos unos pasos hacia la entrada.
—Siento que hubieras perdido tu reloj —le dije con pena.
—¿Cómo? ¿Mi reloj? Oh, don't worry, tengo otro muy parecido.
—Ah.
"Cosas de ricos" pensé mientras nos deteníamos frente al famoso hotel.
Nunca había oído hablar de ese lugar, quizá alguna vez había pasado cerca de ahí, en el metro o el autobús, solo eso. Era muy elegante por fuera y seguro por dentro lo sería aún más.
—Creo que yo me quedaré aquí —dije antes de que él comenzara a avanzar.
—¿Cómo? —me preguntó arrugando la frente.
—Yo aquí me quedo —le repetí haciendo ademanes.
—Dijiste que no me dejarías solo.
Me miraba de una forma tan extraña que solo le seguí el paso sin pensar en lo que estaba haciendo.
Entramos al gran recibidor que llevaba a la recepción, mi inseguridad creció cuando vi lujo por todos lados.
Por el contrario Richie caminaba seguro y con más confianza, tal vez tenía la sensación de que ya estaba a salvo, en un lugar más adecuado a lo que estaba acostumbrado.
"Siento que algo hará explosión, como si mi corazón supiera exactamente a dónde ir. Seguirlo hará que mi vida cambie y quizá no sea un cuento color rosa".
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Comments
Griss Romero
Aagghhh que historia hasta yo estoy nerviosa, 😀
2024-07-16
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