Camboy

Camboy

Capítulo 1.

La cabeza me dolía, sentía mis piernas flaquear y mi estómago achicarse ante la falta de comida; esta era mi tercera dieta en el mes y ya estaba cansada de no poder lograr ningún cambio, aunque me esforzara, además de todo eso, la preocupación de pagar las cuotas del hospital en el que se encontraba mi padre me dejaba sin dormir, trataba de encontrar un lugar en el que pudiera trabajar y me pagara lo suficiente para poder ayudar a mamá a pagar las cuotas del alquilar y las medicinas de él.

Mi padre se encontraba enfermo desde hace mucho tiempo, la leucemia lo había acabado y llevado al hospital, era como un milagro que él siguiera con vida a pesar de todo lo que ha sucedido, a pesar de todo lo que ha tenido que soportar. Yo había decidido estudiar idiomas, pensando en que eso me ayudaría a encontrar un mejor trabajo cuando me hubiera graduado, no puedo mentir al decir que no es una buena elección, el problema es cuando hablamos de poder aprender el idioma en sí, todas esas cosas que implica la gramática, en ellas soy muy mala; lo peor de todo no es eso, lo peor es cuando te quedas dormido en la clase, era una de las cosas que me solían pasar muy a menudo, en el momento menos indicado y en la clase menos indicada.

La clase de la profesora Bladel era de las que más trabajo me costaba y más odiaba, y sí, era en la que más me quedaba dormida; no era el primer llamado de atención que podía recibir de ella, no era la primera vez que me dejaban fuera de la clase, así que no me sorprendía (y a nadie más) el hecho de que la señorita Bladel me haya dicho que reprobaba por quedarme dormida.

Pero algo como eso no lo podía dejar pasar, mi madre se mataba para poder pagar la universidad y no iba a dejar que algo como reprobar echara a perder todo lo que ella había hecho por mí. Sin embargo, no pude evitar dejarme vencer por el sueño, así como tampoco pude evitar el regaño y la amenaza de la profesora.

—¡Rachell Jhonson! —el grito fue estruendoso, haciendo sobresaltar a todos los alumnos y haciéndome sobresaltar con ellos, ella se acercó a mí, enojada— ¿Qué significa esto, señorita Jhonson?

—Yo… lo lamento mucha señorita Bladel, es que…

—No me importan sus escusas baratas que siempre son las mismas.

¿Entonces para que me pregunta?

—¿Si sabe que esto puede derivar en ser expulsada de mi materia? Puede reprobar.

—Deme otra oportunidad, profesora, le prometo que esto no volverá a suceder, sólo deme otra oportunidad.

—Le he dado muchas prorrogas, señorita. —ella me observó atentamente, y supe que tenía una idea cuando me sonrió de manera no muy amigable— Verá, si aprueba el examen que viene con una B+ o calificación superior, no la echaré.

Aquello podría sonar una buena idea para alguien más que no fuera yo, el que aprobara el examen con una nota como esa significaba que no me tendría que haber dormido en todas las clases anteriores, cosa que hice, por lo que aprobar dicho examen sería bastante complicado. Su sonrisa indicaba que le agradaba el hecho de que yo reprobara, pero no le iba a dar el gusto… estudiaría.

—Hecho, es un trato profesora, si yo apruebo el examen usted no me echará.

—Muy bien, le aconsejaría que se consiguiera un tutor porque si le soy sincera, no creo que lo pueda lograr sola.

—Señorita Bladel —se escuchó una voz al fondo del salón— Yo puedo servir de tutor para Rachell.

La cara de la profesora se convirtió en una mueca de molestia, no le desagradaba el que hubiera conseguido tutor tan fácilmente, lo que no le agradaba era el quien. El que se encontraba levantando la mano era Mark Muller, un amigo mío de la infancia… más bien un conocido, ya no éramos tan amigos como antes; era un estudiante bastante aplicado a la materia, podría decirse que era el mejor estudiante que la señorita Bladel tenía en su clase, así que no le agradaba que él se haya ofrecido de tutor mío.

—¿Está usted seguro, joven Muller? —preguntó con duda y con un tono de voz que quería decirle a Mark que desistiera de la idea, sin embargo, él no lo hizo.

—Claro, profesora. Tengo tiempo libre y me gustaría ayudar a Rachell a poder pasar su examen, usted dijo que no podría conseguirlo sola, así que me gustaría ayudarle.

Ella asintió y se dio la vuelta regresando a su escritorio, justo en ese momento, la campana que daba al fin de nuestra clase sonó. Guardé mis cosas y cuando me disponía a salir, él se me plantó enfrente.

—Dulzura, tu no entiendes —dijo con sorna y una sonrisa digna de comercial de crema dental.

—Primero, ya te dije que no me llames así, segundo, no pedí tu ayuda.

—Puedo retractarme aún, no he cancelado mi participación a las actividades escolares y aún estoy a tiempo de poder hacerlo.

—¡No! No te retractes, gracias. Pero no me llames así.

—Hecho, preciosa.

Rodé los ojos ante su comentario.

Mark Muller era el típico chico con pinta de “Badboy”. Todas se mueren por él, todos lo envidian, es un hombre guapo, con carisma, excelente en los deportes y en las materias, todo un “semental” (eso dijeron muchas chicas). Llegó a ser mi amigo por mucho tiempo, en la infancia, con forme fuimos creciendo y él se fue convirtiendo en un Don Juan, nos fuimos distanciando un poco, a pesar de eso, sigo manteniendo una buena conversación con él y tenemos la confianza suficiente como para hacernos bromas.

—Bueno, preciosa. Mi horario ha terminado y espero que el tuyo también, así que procedamos a irnos a tu departamento.

—¿Porqué al mío?

—Porque adoro los sándwiches con queso que prepara tu madre.

—Ella no está en disposición de darte de comer a ti —dije con una fingida molestia.

—Pero me lo debes tú, soy tu tutor y me debes un favor, ¿Qué mejor pago que con comida?

—No te prometo nada, los horarios de mamá están como locos y preferiría no molestarla.

—Siendo de esa manera, me encanta como quedan tus empanadas.

—¿Crees que tengo el tiempo de hacerte empanadas?

—Puedes hacerlas mientras te explico, si yo tengo tiempo tu también.

—Maldito desgraciado oportunista.

—Cuanto cariño —dijo con sarcasmo.

Mark nunca fue una mala persona conmigo, siempre fue esa clase de amigo que te apoya y te ayuda cuando más lo necesitas, en esta ocasión fue así; él nunca se burló por mi situación económica, aún más sabiendo que viene de una familia en donde nunca les ha faltado nada de nada, donde su padre es un CEO de una cadena de hoteles y su madre es una diseñadora bastante reconocida. Tampoco llegó a lanzar comentarios ofensivos acerca de mi peso, al contrario, siempre me defendió diciendo que yo era más bonita que todas esas niñas delgadas, si no fuera por eso, mi autoestima estaría por los suelos, claro que ahora ya no se lo creo tanto siendo que él sólo sale y se acuesta con chicas que parecen modelos.

Al llegar a casa, tal como esperaba, mamá no estaba, había dejado una nota diciendo que había tenido turno de emergencia en la gasolinera y que, además, tenía planeado ver a papá antes de entrar a trabajar. Arrugué el papel y lo tiré al cesto de basura; dejé mis cosas en la sala y fui a mi cuarto a cambiarme la blusa por algo más cómodo y que no me preocupara manchar, encima me coloqué un delantal y fui directo a la cocina. Mark estaba sentado en uno de los sillones de la sala, observando su celular.

—Soy tuyo toda la tarde, preciosa. ¿Por dónde quieres empezar?

—Por la primera clase del semestre.

El se rio, pero accedió y tomó una silla del comedor para colocarla en la cocina y sentarse.

Tal vez no diría que Mark era mi mejor amigo, pero tal vez, sí que era el único, siempre he sido alguien bastante marginada, tal vez se debía a mi falta de confianza y lo poco sociable que era, en la universidad me conocen como la que se duerme en la clase de la señorita Bladel y la que siempre está a punto de reprobar su materia. Si bien, no me molestan como solía ser en la escuela elemental, si que me dirigen miradas de burla y sueltan comentarios casi inofensivos, pero con doble sentido.

He vivido por tanto tiempo con esa clase de comentarios y miradas que ya no me importa tanto como antes, claro que esa clase de cosas siempre lastiman, pero ya no lo hacen tanto como antes.

Cuando dieron las ocho de la noche, Mark decidió regresar a su casa, lo acompañé hasta el estacionamiento y lo vi marcharse en su motocicleta, el mismo transporte en el que él me había traído a casa. Suspiré de cansancio cuando regresé a mi departamento, recogí mis cuadernos y los guardé en mi mochila; Mark me había ayudado a lavar los platos sucios, por lo que sólo tenía que darme un baño e ir a mi cuarto a hacer la tarea que tenía pendiente, mamá no regresaría esa noche.

Después de tener todo listo y estar a punto de quitarme la ropa para comenzar mi momento de relajación al tomar un baño, la puerta del departamento fue golpeada de manera brusca, sabía quien era la persona que se encontraba fuera, pero no quería abrirla.

Corrí hacía ella, suspiré antes de abrirla y cuando lo hice, coloqué mi mejor sonrisa al ver el rostro del casero al que le teníamos que pagar la renta del departamento.

—¡Buenas noches, señor Smith! —saludé con entusiasmo al señor con cara de poco amigos que se encontraba detrás del umbral.

—Tienes dos rentas atrasadas, Jhonson. No me importa porque no me lo has pagado, pero quiero ese dinero a fin de semana si no quieres que te eche ¿de acuerdo?

—¿¡Qué!? Pero usted sabe que no tengo el dinero para pagarle todo lo que debo en una semana.

—Eso a mí no me importa, Jhonson, pero necesito ese dinero en mis manos para el fin de semana.

—Deme un poco más de tiempo, y le pago todo lo que le debo en la siguiente renta, se lo juro.

—Acaba de inicia el mes, Jhonson, eso me dijiste el mes pasado y ya no confío en ti.

—¿No quiere todo ese dinero junto de una vez? Las dos rentas atrasadas y la de este mes ¿le parece? —lo vi a los ojos y coloqué mi mejor sonrisa, esperaba que me diera el plazo para poder pagar todo lo que le debía—. No se usted, pero a mí me parece una oferta genial.

El señor Smith suspiró y me señaló con el dedo índice de su mano izquierda en advertencia, pero al mismo tiempo, queriéndome decir que me daba el pase para entregarle la renta en la fecha que le dije.

Ese era un problema de todos los días, no de todos los meses; el señor Smith era alguien muy avaro que nos llegaba a pedir la renta antes del tiempo acordado. No me puedo quejar, no pide mucho por la renta del departamento, siendo que es un buen lugar, además, la renta no la pagamos semanalmente sino, mensualmente. Alboroté un poco mis cabellos, el simple hecho de saber que tendría que pagarle todo al señor Smith el mismo día en el que le pagaría las rentas atrasadas me provocaba estrés.

Mamá se mataba todos los días por trabajar turnos extras para conseguir más dinero del que conseguiría normalmente, papá y yo valorábamos mucho su esfuerzo, a pesar de eso, yo quería ayudarla pues no quería que siguiera sufriendo de dolor de pies; ella siempre me dice que lo que debo de hacer es estudiar y que cuando consiga trabajo, será el día en el que yo podré ayudarle, si bien es un trato, no me agrada, preferiría ayudarle desde ya.

Cuando terminé de bañarme, me acosté en mi cama, aún con el cabello mojado. Me esperé unos momentos en lo que se me quitaba la pereza para poder levantarme y terminar mi tarea.

Cuando me disponía dormirme, la pantalla de mi celular se encendió, lo tomé de mi buró y revisé que podría ser, siempre lo revisaba, pues podía ser un mensaje de mi madre con algo importante. Pero o, era Mark, molestando como solía ser su costumbre.

...“Cuestionario a la hora de receso,

...

...quiero ver que tanto aprendiste,

...

... si no, tomaré tu ignorancia como

...

...que no me hiciste caso, y si es así,

...

...castigo, te pegaré una pegatina en el trasero”....

Reí por el mensaje, pero no contesté, apagué el celular y me dispuse a dormir en ese momento. No era la primera vez que Mark hacía esa clase de cosas y me mandaba bromas por mensaje de texto; ese era el tipo de vínculo que ambos poseíamos, no éramos amigos tan cercanos, pero tampoco éramos como desconocidos.

Al día siguiente en la universidad, me sentía un poco confiada con la clase de la señorita Bladel, ya que, aunque mi cerebro no era una cámara fotográfica, si podía recordar las cosas que había visto el día de ayer con Mark. Me senté en mi asiento con una sonrisa en mi rostro a escuchar la clase de la señorita Bladel. A pesar de eso, no pude evitar el nerviosismo que me dio cuando ella me miró y me preguntó algo, yo temblé al momento de hablar, pero aún así, conseguí que ella asintiera y se fuera al frente de la clase.

—Espero que conteste de esa manera el examen, señorita Jhonson, porque no habrá más oportunidades para usted.

Aquello me había alterado un poco los nervios, yo era la clase de persona que al encontrarse nerviosa puede echar a perder varias, cosas, me ha tocado innumerables veces.

Era hora de ese tiempo que os podíamos dar para poder comer, así que yo salí disparada del salón de clases, dispuesta a ir a la cafetería; así que, a paso rápido me dirigí a ese lugar, en un momento a otro, Mark estaba a mi lado.

—¿Por qué corres, preciosa? —caminó a mi ritmo, justo a mi lado izquierdo, sonreía de esa misma manera que cuando se burlaba de mí.

—Porque tengo hambre, y porque me tiene que alcanzar el tiempo para ir a control escolar, me citaron.

—Uy, ¿te portaste mal? —preguntó con sorna.

—No, así que quiero saber porque me están citando.

—De acuerdo, estudiemos mientras comes y yo mismo te acompaño a control escolar ¿Qué te parece, preciosa?

—De acuerdo, pero no presiones, quiero disfrutar tranquilamente mi almuerzo.

Realmente, Mark no me había hecho ninguna pregunta durante el almuerzo, comió conmigo y me hizo reír con sus estupideces, solíamos compartir esta clase de momentos, no era nada raro, el problema era cuando las miradas hacia mi persona se convertían como chuchillas que me querían atravesar, las miradas de las chicas que me odiaban por el simple hecho de compartir la misma mesa que él.

Al finalizar el almuerzo, tal como lo había dicho, él me acompañó hasta control escolar, yo entré a las oficinas y él se quedó fuera; cuando la señorita me recibió, sólo me dio un papel y me dijo que me podía retirar. Cuando salí, ahí estaba Mark, le dije que me esperara unos momentos en lo que abría el sobre que tenía el sello de la escuela.

—¿Qué dice el papel? —me preguntó él.

Lo que decía ese papel me había dejado helada, un problema más.

—Nada, parece que la señorita Bladel la trae contra mí, mando una queja, pero no importa, si apruebo el examen esa clase de cosas van a dar igual.

Daba igual si le ocultaba las cosas a Mark, él no podía hacer nada por mí y además, él no tenía porque enterarse de mis problemas personales, así que guardé el papel en el bolso que me colgaba todos los días del lado derecho de mi cuerpo, y me dirigí a mi siguiente clase, separándome de Mark a quien le tocaba otra clase.

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Comments

Sofia GG

Sofia GG

Me siento enganchada🤭

2023-04-03

0

Eli Sanchez

Eli Sanchez

me encanta tu novela

2022-04-29

1

Eli Sanchez

Eli Sanchez

me encanta el primer capítulo espero el próximo capítulo con ansias de más capítulos porfas

2022-04-29

1

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