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Camboy

Capítulo 1.

La cabeza me dolía, sentía mis piernas flaquear y mi estómago achicarse ante la falta de comida; esta era mi tercera dieta en el mes y ya estaba cansada de no poder lograr ningún cambio, aunque me esforzara, además de todo eso, la preocupación de pagar las cuotas del hospital en el que se encontraba mi padre me dejaba sin dormir, trataba de encontrar un lugar en el que pudiera trabajar y me pagara lo suficiente para poder ayudar a mamá a pagar las cuotas del alquilar y las medicinas de él.

Mi padre se encontraba enfermo desde hace mucho tiempo, la leucemia lo había acabado y llevado al hospital, era como un milagro que él siguiera con vida a pesar de todo lo que ha sucedido, a pesar de todo lo que ha tenido que soportar. Yo había decidido estudiar idiomas, pensando en que eso me ayudaría a encontrar un mejor trabajo cuando me hubiera graduado, no puedo mentir al decir que no es una buena elección, el problema es cuando hablamos de poder aprender el idioma en sí, todas esas cosas que implica la gramática, en ellas soy muy mala; lo peor de todo no es eso, lo peor es cuando te quedas dormido en la clase, era una de las cosas que me solían pasar muy a menudo, en el momento menos indicado y en la clase menos indicada.

La clase de la profesora Bladel era de las que más trabajo me costaba y más odiaba, y sí, era en la que más me quedaba dormida; no era el primer llamado de atención que podía recibir de ella, no era la primera vez que me dejaban fuera de la clase, así que no me sorprendía (y a nadie más) el hecho de que la señorita Bladel me haya dicho que reprobaba por quedarme dormida.

Pero algo como eso no lo podía dejar pasar, mi madre se mataba para poder pagar la universidad y no iba a dejar que algo como reprobar echara a perder todo lo que ella había hecho por mí. Sin embargo, no pude evitar dejarme vencer por el sueño, así como tampoco pude evitar el regaño y la amenaza de la profesora.

—¡Rachell Jhonson! —el grito fue estruendoso, haciendo sobresaltar a todos los alumnos y haciéndome sobresaltar con ellos, ella se acercó a mí, enojada— ¿Qué significa esto, señorita Jhonson?

—Yo… lo lamento mucha señorita Bladel, es que…

—No me importan sus escusas baratas que siempre son las mismas.

¿Entonces para que me pregunta?

—¿Si sabe que esto puede derivar en ser expulsada de mi materia? Puede reprobar.

—Deme otra oportunidad, profesora, le prometo que esto no volverá a suceder, sólo deme otra oportunidad.

—Le he dado muchas prorrogas, señorita. —ella me observó atentamente, y supe que tenía una idea cuando me sonrió de manera no muy amigable— Verá, si aprueba el examen que viene con una B+ o calificación superior, no la echaré.

Aquello podría sonar una buena idea para alguien más que no fuera yo, el que aprobara el examen con una nota como esa significaba que no me tendría que haber dormido en todas las clases anteriores, cosa que hice, por lo que aprobar dicho examen sería bastante complicado. Su sonrisa indicaba que le agradaba el hecho de que yo reprobara, pero no le iba a dar el gusto… estudiaría.

—Hecho, es un trato profesora, si yo apruebo el examen usted no me echará.

—Muy bien, le aconsejaría que se consiguiera un tutor porque si le soy sincera, no creo que lo pueda lograr sola.

—Señorita Bladel —se escuchó una voz al fondo del salón— Yo puedo servir de tutor para Rachell.

La cara de la profesora se convirtió en una mueca de molestia, no le desagradaba el que hubiera conseguido tutor tan fácilmente, lo que no le agradaba era el quien. El que se encontraba levantando la mano era Mark Muller, un amigo mío de la infancia… más bien un conocido, ya no éramos tan amigos como antes; era un estudiante bastante aplicado a la materia, podría decirse que era el mejor estudiante que la señorita Bladel tenía en su clase, así que no le agradaba que él se haya ofrecido de tutor mío.

—¿Está usted seguro, joven Muller? —preguntó con duda y con un tono de voz que quería decirle a Mark que desistiera de la idea, sin embargo, él no lo hizo.

—Claro, profesora. Tengo tiempo libre y me gustaría ayudar a Rachell a poder pasar su examen, usted dijo que no podría conseguirlo sola, así que me gustaría ayudarle.

Ella asintió y se dio la vuelta regresando a su escritorio, justo en ese momento, la campana que daba al fin de nuestra clase sonó. Guardé mis cosas y cuando me disponía a salir, él se me plantó enfrente.

—Dulzura, tu no entiendes —dijo con sorna y una sonrisa digna de comercial de crema dental.

—Primero, ya te dije que no me llames así, segundo, no pedí tu ayuda.

—Puedo retractarme aún, no he cancelado mi participación a las actividades escolares y aún estoy a tiempo de poder hacerlo.

—¡No! No te retractes, gracias. Pero no me llames así.

—Hecho, preciosa.

Rodé los ojos ante su comentario.

Mark Muller era el típico chico con pinta de “Badboy”. Todas se mueren por él, todos lo envidian, es un hombre guapo, con carisma, excelente en los deportes y en las materias, todo un “semental” (eso dijeron muchas chicas). Llegó a ser mi amigo por mucho tiempo, en la infancia, con forme fuimos creciendo y él se fue convirtiendo en un Don Juan, nos fuimos distanciando un poco, a pesar de eso, sigo manteniendo una buena conversación con él y tenemos la confianza suficiente como para hacernos bromas.

—Bueno, preciosa. Mi horario ha terminado y espero que el tuyo también, así que procedamos a irnos a tu departamento.

—¿Porqué al mío?

—Porque adoro los sándwiches con queso que prepara tu madre.

—Ella no está en disposición de darte de comer a ti —dije con una fingida molestia.

—Pero me lo debes tú, soy tu tutor y me debes un favor, ¿Qué mejor pago que con comida?

—No te prometo nada, los horarios de mamá están como locos y preferiría no molestarla.

—Siendo de esa manera, me encanta como quedan tus empanadas.

—¿Crees que tengo el tiempo de hacerte empanadas?

—Puedes hacerlas mientras te explico, si yo tengo tiempo tu también.

—Maldito desgraciado oportunista.

—Cuanto cariño —dijo con sarcasmo.

Mark nunca fue una mala persona conmigo, siempre fue esa clase de amigo que te apoya y te ayuda cuando más lo necesitas, en esta ocasión fue así; él nunca se burló por mi situación económica, aún más sabiendo que viene de una familia en donde nunca les ha faltado nada de nada, donde su padre es un CEO de una cadena de hoteles y su madre es una diseñadora bastante reconocida. Tampoco llegó a lanzar comentarios ofensivos acerca de mi peso, al contrario, siempre me defendió diciendo que yo era más bonita que todas esas niñas delgadas, si no fuera por eso, mi autoestima estaría por los suelos, claro que ahora ya no se lo creo tanto siendo que él sólo sale y se acuesta con chicas que parecen modelos.

Al llegar a casa, tal como esperaba, mamá no estaba, había dejado una nota diciendo que había tenido turno de emergencia en la gasolinera y que, además, tenía planeado ver a papá antes de entrar a trabajar. Arrugué el papel y lo tiré al cesto de basura; dejé mis cosas en la sala y fui a mi cuarto a cambiarme la blusa por algo más cómodo y que no me preocupara manchar, encima me coloqué un delantal y fui directo a la cocina. Mark estaba sentado en uno de los sillones de la sala, observando su celular.

—Soy tuyo toda la tarde, preciosa. ¿Por dónde quieres empezar?

—Por la primera clase del semestre.

El se rio, pero accedió y tomó una silla del comedor para colocarla en la cocina y sentarse.

Tal vez no diría que Mark era mi mejor amigo, pero tal vez, sí que era el único, siempre he sido alguien bastante marginada, tal vez se debía a mi falta de confianza y lo poco sociable que era, en la universidad me conocen como la que se duerme en la clase de la señorita Bladel y la que siempre está a punto de reprobar su materia. Si bien, no me molestan como solía ser en la escuela elemental, si que me dirigen miradas de burla y sueltan comentarios casi inofensivos, pero con doble sentido.

He vivido por tanto tiempo con esa clase de comentarios y miradas que ya no me importa tanto como antes, claro que esa clase de cosas siempre lastiman, pero ya no lo hacen tanto como antes.

Cuando dieron las ocho de la noche, Mark decidió regresar a su casa, lo acompañé hasta el estacionamiento y lo vi marcharse en su motocicleta, el mismo transporte en el que él me había traído a casa. Suspiré de cansancio cuando regresé a mi departamento, recogí mis cuadernos y los guardé en mi mochila; Mark me había ayudado a lavar los platos sucios, por lo que sólo tenía que darme un baño e ir a mi cuarto a hacer la tarea que tenía pendiente, mamá no regresaría esa noche.

Después de tener todo listo y estar a punto de quitarme la ropa para comenzar mi momento de relajación al tomar un baño, la puerta del departamento fue golpeada de manera brusca, sabía quien era la persona que se encontraba fuera, pero no quería abrirla.

Corrí hacía ella, suspiré antes de abrirla y cuando lo hice, coloqué mi mejor sonrisa al ver el rostro del casero al que le teníamos que pagar la renta del departamento.

—¡Buenas noches, señor Smith! —saludé con entusiasmo al señor con cara de poco amigos que se encontraba detrás del umbral.

—Tienes dos rentas atrasadas, Jhonson. No me importa porque no me lo has pagado, pero quiero ese dinero a fin de semana si no quieres que te eche ¿de acuerdo?

—¿¡Qué!? Pero usted sabe que no tengo el dinero para pagarle todo lo que debo en una semana.

—Eso a mí no me importa, Jhonson, pero necesito ese dinero en mis manos para el fin de semana.

—Deme un poco más de tiempo, y le pago todo lo que le debo en la siguiente renta, se lo juro.

—Acaba de inicia el mes, Jhonson, eso me dijiste el mes pasado y ya no confío en ti.

—¿No quiere todo ese dinero junto de una vez? Las dos rentas atrasadas y la de este mes ¿le parece? —lo vi a los ojos y coloqué mi mejor sonrisa, esperaba que me diera el plazo para poder pagar todo lo que le debía—. No se usted, pero a mí me parece una oferta genial.

El señor Smith suspiró y me señaló con el dedo índice de su mano izquierda en advertencia, pero al mismo tiempo, queriéndome decir que me daba el pase para entregarle la renta en la fecha que le dije.

Ese era un problema de todos los días, no de todos los meses; el señor Smith era alguien muy avaro que nos llegaba a pedir la renta antes del tiempo acordado. No me puedo quejar, no pide mucho por la renta del departamento, siendo que es un buen lugar, además, la renta no la pagamos semanalmente sino, mensualmente. Alboroté un poco mis cabellos, el simple hecho de saber que tendría que pagarle todo al señor Smith el mismo día en el que le pagaría las rentas atrasadas me provocaba estrés.

Mamá se mataba todos los días por trabajar turnos extras para conseguir más dinero del que conseguiría normalmente, papá y yo valorábamos mucho su esfuerzo, a pesar de eso, yo quería ayudarla pues no quería que siguiera sufriendo de dolor de pies; ella siempre me dice que lo que debo de hacer es estudiar y que cuando consiga trabajo, será el día en el que yo podré ayudarle, si bien es un trato, no me agrada, preferiría ayudarle desde ya.

Cuando terminé de bañarme, me acosté en mi cama, aún con el cabello mojado. Me esperé unos momentos en lo que se me quitaba la pereza para poder levantarme y terminar mi tarea.

Cuando me disponía dormirme, la pantalla de mi celular se encendió, lo tomé de mi buró y revisé que podría ser, siempre lo revisaba, pues podía ser un mensaje de mi madre con algo importante. Pero o, era Mark, molestando como solía ser su costumbre.

...“Cuestionario a la hora de receso,

...

...quiero ver que tanto aprendiste,

...

... si no, tomaré tu ignorancia como

...

...que no me hiciste caso, y si es así,

...

...castigo, te pegaré una pegatina en el trasero”....

Reí por el mensaje, pero no contesté, apagué el celular y me dispuse a dormir en ese momento. No era la primera vez que Mark hacía esa clase de cosas y me mandaba bromas por mensaje de texto; ese era el tipo de vínculo que ambos poseíamos, no éramos amigos tan cercanos, pero tampoco éramos como desconocidos.

Al día siguiente en la universidad, me sentía un poco confiada con la clase de la señorita Bladel, ya que, aunque mi cerebro no era una cámara fotográfica, si podía recordar las cosas que había visto el día de ayer con Mark. Me senté en mi asiento con una sonrisa en mi rostro a escuchar la clase de la señorita Bladel. A pesar de eso, no pude evitar el nerviosismo que me dio cuando ella me miró y me preguntó algo, yo temblé al momento de hablar, pero aún así, conseguí que ella asintiera y se fuera al frente de la clase.

—Espero que conteste de esa manera el examen, señorita Jhonson, porque no habrá más oportunidades para usted.

Aquello me había alterado un poco los nervios, yo era la clase de persona que al encontrarse nerviosa puede echar a perder varias, cosas, me ha tocado innumerables veces.

Era hora de ese tiempo que os podíamos dar para poder comer, así que yo salí disparada del salón de clases, dispuesta a ir a la cafetería; así que, a paso rápido me dirigí a ese lugar, en un momento a otro, Mark estaba a mi lado.

—¿Por qué corres, preciosa? —caminó a mi ritmo, justo a mi lado izquierdo, sonreía de esa misma manera que cuando se burlaba de mí.

—Porque tengo hambre, y porque me tiene que alcanzar el tiempo para ir a control escolar, me citaron.

—Uy, ¿te portaste mal? —preguntó con sorna.

—No, así que quiero saber porque me están citando.

—De acuerdo, estudiemos mientras comes y yo mismo te acompaño a control escolar ¿Qué te parece, preciosa?

—De acuerdo, pero no presiones, quiero disfrutar tranquilamente mi almuerzo.

Realmente, Mark no me había hecho ninguna pregunta durante el almuerzo, comió conmigo y me hizo reír con sus estupideces, solíamos compartir esta clase de momentos, no era nada raro, el problema era cuando las miradas hacia mi persona se convertían como chuchillas que me querían atravesar, las miradas de las chicas que me odiaban por el simple hecho de compartir la misma mesa que él.

Al finalizar el almuerzo, tal como lo había dicho, él me acompañó hasta control escolar, yo entré a las oficinas y él se quedó fuera; cuando la señorita me recibió, sólo me dio un papel y me dijo que me podía retirar. Cuando salí, ahí estaba Mark, le dije que me esperara unos momentos en lo que abría el sobre que tenía el sello de la escuela.

—¿Qué dice el papel? —me preguntó él.

Lo que decía ese papel me había dejado helada, un problema más.

—Nada, parece que la señorita Bladel la trae contra mí, mando una queja, pero no importa, si apruebo el examen esa clase de cosas van a dar igual.

Daba igual si le ocultaba las cosas a Mark, él no podía hacer nada por mí y además, él no tenía porque enterarse de mis problemas personales, así que guardé el papel en el bolso que me colgaba todos los días del lado derecho de mi cuerpo, y me dirigí a mi siguiente clase, separándome de Mark a quien le tocaba otra clase.

Capítulo 2.

Las clases con Mark no eran malas, él es un buen maestro, me tiene paciencia y suele repetirlo las veces que yo necesite, a pesar de que puedo ver su cara de disgusto muchas cuando no logro entender nada, él no es tan obvio y trata de ocultar su molestia, aún así, no se ha rendido.

Gracias a él, las cosas han mejorado mucho para mí en el ámbito escolar, siento que logro entender mejor lo que enseñan con su método infalible para aprender, aunque te quedes dormido, y es que no logro entender como fue que algo así no se me ocurrió a mí; resulta que él también a llegado a dormirse en las clases, pero no hay problema en ello, ya que graba las clases, es algo que no entiendo como es que no se me ocurrió a mí.

Los sábados eran días de descanso para Mark y para mí, no me veía a mí misma estar un día más al lado del señor playboy, estar con él me bajaba un poco la autoestima, sentía que los dos juntos desentonábamos bastante y que el estar al lado de un chico guapo haría que las personas se fijaran más en mí, en mi físico y en las muchas razones por las que no debería de estar al lado de ese chico.

Hoy era día de visita a mi padre, solía visitarlo más veces cuando no estudiaba la universidad ya que tenía más tiempo, pero ahora, sólo puedo visitarlo una vez a la semana, es algo que me da miedo, siempre vivo con el miedo de que un día me llamen al celular mientras estoy en la escuela y que me digan que mi padre acaba de fallecer, es un riesgo latente, no puedo simplemente aferrarme a la idea de que eso no sucederá.

Cada vez él luce más demacrado, se le puede ver en el rostro que está a nada de fallecer, me duele verlo así, pero después de un tiempo comprendí que yo no podía hacer nada para ayudarlo, más que darle mis fuerzas y sonreír siempre para él, lo que menos le gustaba a él era el verme triste ya que se sentía culpable de esto.

Cuando las visitas se acabaron, regresé mi departamento, esta vez mi madre si se encontraba presente, y además de ella, la garrapata.

—Hola, preciosa ¿Dónde andabas el día de hoy?

Suspiré con cansancio, aventé mis cosas al sofá y fui a saludar a mi madre, ignorando a Mark.

—Hola, mamá. ¿Cómo te sientes? —le di un beso en la mejilla y me alejé, ya que ella estaba parada frente a la estufa, cocinando algo.

—Bien, cariño, pero ¿Porqué eres tan grosera con Mark? Él estuvo aquí esperándote por más de una hora, no deberías hacerle el feo.

—Bueno, es raro verlo en mi casa, siendo que es nuestro día libre y se supone que no debería de verlo hasta el día lunes, cuando le toca darme clases otra vez.

—¿Es tu tutor? —preguntó ella, con sorpresa fingida en su voz.

—Así es mamá, creo que ya te lo había comentado y es hora de que las visitas se vayan, tu estás demasiado cansada como para recibir a zánganos que nada más quieren tu comida.

—No se preocupe, señora Jhonson, yo ya me iba —dijo, mientras se levanta de la silla que mi madre le había dado para que estuviera cerca de ella— Rachell tiene razón, se supone que nos deberíamos de ver el día lunes, pero estaba pasando por aquí y dije “Hey ¿Por qué no visito a mi amiga Rachell?

—Bueno, ya lo hiciste así que ya te puedes ir, fue un gusto verte, te cuidas, te portas bien, no te duermas en clase y nos estaremos viendo el día lunes.

Era algo obvio que lo estaba haciendo a propósito, mi madre siempre me había emparejado con él y le gustaba verme hacer el ridículo frente a ella, es más, le gustaba ver como mi madre especulaba sobre nuestra relación, por lo que no lo quería ni un minuto más con ella, no sabía cuantas cosas le habría dicho en mi ausencia, él no es de la clase de personas que se quedaban calladas.

Él no dijo ni una palabra más, así que lo vi marcharse como casi todos los días, con la única diferencia de que no se veía cansado, más bien se veía satisfecho, como alguien que estaba triste y acaba de reír mucho, como alguien que quería verme hacer el ridículo… y lo logró.

El día lunes me sentía extrañamente animada de poder estudiar, quería llegar a mi casa, hacer algo de ramen y estudiar junto a Mark, aunque después me diera un dolor de cabeza, pero las cosas no sucedieron así; en vez de ir a mi casa como lo habíamos estado haciendo, me dijo que lo hiciéramos en su departamento, me explicó que como él trabajaba en las tardes, ir a mi departamento y regresar al suyo le cansaba demasiado y se sentía muerto para la hora de trabajo; yo entendí la situación y lo acepté, tenía que hacer un esfuerzo por el esfuerzo que él se encontraba haciendo por mí, así que ese día estudiamos en su casa; a pesar de eso, él seguía haciendo un esfuerzo mayor por mí, llevándome a mi casa y cuidando de que no me sucediera nada malo en el transcurso.

Así fue durante toda la semana y siendo que el día miércoles era el examen, también estudie con él los días sábados y domingos, aunque terminábamos un poco más temprano como los días jueves, esos días eran los días especiales de Mark, donde su trabajo lo requería más temprano que de costumbre.

El mayor problema que se nos solía presentar eran los horarios, había ocasiones en las que él terminaba más temprano que yo o al revés; él fácilmente me podía esperar en su departamento, pero el que yo lo esperara afuera como un perro obediente me era incómodo y algo molesto; puedo decir que Mark es una persona bastante compresiva, que al momento en el que yo le dije de mi incomodidad, él aceptó y me dio una llave de su apartamento, una que yo podía usar a mi libre albedrio para entrar y salir cuando yo quiera, pero claro, no la usaría para hacer maldades y para irrumpir en un hogar que no era mío.

El sábado, que era uno de los días en los que me retiraba más temprano, decidí pasar a ver a mi padre, eran las 4 de la tarde por lo que me daba un poco de tiempo de estar con él. A pesar de que mi padre se veía cada vez peor, no dejaba de sonreír y de hacer chistes, era la manera en la que él me decía que no me preocupara de nada por que las cosas malas iban a pasar. Yo había estado manteniendo la fe en ello, mis padres eran lo más importante que tenía y no sabría que hacer el día en que mi padre falleciera.

Cuando salí del hospital el cielo estaba rojizo debido a que el sol se estaba ocultando. Debido a que quería despejar mi mente y mi corazón de los sentimientos que tenía al ver a mi padre decidí ir caminando a paso lento hasta el supermercado, ya que tenía que comprar las cosas que hicieran falta para la semana; mamá no tenía tiempo de hacerlo, por ello me encargaba yo misma de hacerlo.

Al llegar y tomar el carrito lo fui llenando con todo lo que yo considerara necesario, aquello que nos hiciera falta o que estuviese a punto de terminarse, cuando hacía las cuantas de cuando sería el total, me regresaba a algún pasillo en el que haya visto algo que quería pero que no fuese necesario, únicamente tomé un poco de sopa instantánea para los días en los que no tuviera tiempo de nada.

Las bolsas estaban llenas y pesadas, pero aún así, prefería ir caminando, pagar un taxi no era una buena idea en la situación en la que nos encontrábamos, siendo que debía el alquiler y la mensualidad de la escuela; todo se me había juntado en el momento menos indicado, el día menos indicado… en la vida menos indicada, aún no sabía como era que iba a pagar todo lo que debía, el alquiler del señor Smith, que al parecer, estaba impaciente por echarnos a mi madre y a mí, la mensualidad de la escuela, que no soportarían otro atraso como el de la vez anterior, ya que de ser así (según la carta que recibí), no me dejarían ingresar y tendría que hacer los exámenes de recuperación cuando pagara todo, y eso era otro punto malo, un examen de recuperación salí como una mensualidad, al mismo precio.

Subí a paso lento las escaleras, con el fin de retrasar lo inevitable, el tener que ver al señor Smith esperándome enfrente de la puerta como todos los días; extendiendo la mano y esperando que en ella apareciera mágicamente todo lo que le debía.

Al llegar a la puerta, me sorprendí de no verlo, así que, de manera rápida, busqué en mi mochila las llaves de la puerta. Sentí como me llenaba de desesperación al no encontrarlas, lo único que encontré fueron las del departamento de Mark. Pensé detenidamente el lugar en el que pudiera haberlas dejado, no se me cayeron, ya que las hubiera escuchado; en el supermercado no fue, alguien me hubiera avisado, no estaba del todo vacío, en el hospital tampoco, papá me hubiera llamado de ser así, mi última opción era Mark, así que le llamé al celular y este me mandó a buzón, le mandé un mensaje y este no le llegó.

No me quedó de otra, dejé mis compras con una de las vecinas y salí corriendo directamente hacía su departamento; el día de hoy, había realizado todo el cardio que realizo en un mes. Al llegar, subí por el elevador, recuperando mi respiración y mi ansiedad. Toqué el timbre de su departamento, nada. Fue cuando decidí abrir, estaba solo, prendí las luces de la sala y entre los sillones logré encontrar mis llaves, sonreí.

Me había acordado de que Mark debería de estar en el trabajo, me sentí estúpida por llamarle y me di la vuelta para irme; fue en ese momento cuando escuché un quejido, algo que me asustó porque según yo, no había nadie; presté atención, escuché otro y luego otro. Debí de haberme ido, pero la curiosidad me pudo más, así que caminé directo a donde escuché el sonido, siendo atraída por una luz púrpura que salía de debajo de una de las puertas; la habitación de Mark, tal vez.

Fue cuando lo volví a escuchar, ahora entendiendo que era, un gemido.

Me asomé por el espacio que dejaba la puerta entreabierta, pude ver una cámara colocada en una base, una laptop a un costado y como de esta salían muchos comentarios, como si fuera un “en vivo” de YouTube. Escuché una vez más el gemido y mi mirada se dirigió al lado contrario, podía ver a Mark.

Y me sorprendí, la curiosidad mató al gato.

Pude ver su cabello largo cubriendo parte de su cara, su boca entreabierta, su torso desnudo y su mano en su miembro erecto. Pude haberme quitado y salir corriendo, pero el imán que ejercía sobre mí su respiración agitada y los movimientos sobre su miembro me dejaron quieta, viendo algo que no debería de ver y sintiendo algo que no sentía desde hace años; reaccioné cuando escuché el último gemido salir de su boca y el líquido blanquecino salir de la punta de su glande; sentí mi boca seca y me alejé de la puerta para después salir corriendo.

Había visto a mi amigo masturbarse frente a una cámara ¿Ese era su trabajo?

Acaso ¿Él vendía su cuerpo?

Capítulo 3.

Aquello me había sacado un poco de orbita; nunca habría creído que alguien como Mark vendiera su cuerpo de esa manera, no digo que no pueda hacerlo y que no tenga con qué, más que nada es que nunca me lo esperé, es algo de su vida privada que no me concierne y no tenía por qué saberla, a menos que él estuviera interesado en decírmelo, algo que claramente no es así, él no se encontraba para nada interesado en decirme algo tan personal como eso; por eso dicen que la curiosidad mató al gato, si me hubiera ido cuando debía nada de eso hubiera pasado. Ahora me costaba ver su nombre sin imaginarme lo que sucedió, llevaba horas sin contestarle sus continuos mensajes llenos de bromas; me sentía extraña por ignorarlo de esa manera, no es que tuviera algo en contra de su trabajo, pero si me sentía incómoda al solo recordarlo todo, son esa clase de cosas que jamás se olvidan.

Podía ver un adelanto de sus mensajes en la parte superior de mi celular, me sentí culpable al ver que comenzaba a preguntar porque lo ignoraba, que mi mensajería se comenzara a llenar cada vez más rápido, preguntando la razón. Tarde o temprano, tendría que decirle la razón, pero en estos momentos preferiría que fuera más tarde que temprano, no estoy preparada para afrontarlo y decirle la verdad, no quería que me malinterpretara, que pensara cosas como que era una metiche o una persona de mente cerrada que creería que un trabajo como esos era malo.

No me afectaba su trabajo, ni que no me lo haya dicho, lo que me afectaba era haberlo visto en esas condiciones.

Coloqué mii celular en modo avión para seguir evitando el sonido de los mensajes y verme a mí misma en la obligación de hacer algo que no quería.

El fin de semana había pasado y con ello, me dejaban en el día más odiado de la semana, el lunes; no era que me disgustaran estos días, pero después de lo de Mark había querido que el tiempo se pasara con más lentitud para no llegar al lunes y tener que verlo sin poder evitarlo.

Al llegar al edificio en donde recibía mis clases, traté de fijarme en todos lados al mismo tiempo, para evitar topármelo. El destino parecía estar a mi favor por primera vez en la vida, ya que no lo vi en ningún momento del día, lamentablemente no siempre tenía que ser así, ya que, en la última clase, la de la señorita Bladel, era esa mi peor clase y en la que forzosamente me veía con Mark, así que pude ver su rostro entre el de los demás alumnos. La clase transcurrió sin problemas, no hubo nada que me pudiera dejar en peor estado del que me encontraba. Al finalizar, tomé mis cosas y me fui corriendo del lugar, escuchando a lo lejos los gritos de Mark.

Haberlo evitado casi todo el día de hoy había sido un milagro, por lo que no volvería a suceder en otros días, este había sido el milagro, mañana me podría ir mejor o peor y el día miércoles definitivamente es el día designado para arruinarme la vida, siendo que es el día de examen.

Al llegar a casa solo aventé mis cosas al sillón de la sala y me fui a mi cuarto, dónde me dejé caer como tabla en mi cama. Las cosas buenas que podía tener el que la casa estuviera sola era que mi madre no podía cuestionarme mi mal humor, ella siempre se la pasaba fuera, no me preguntaba por cómo me había ido, sentido o si estaba bien, no es que la culpe, no me quejo, sin embargo, creo que es algo bueno, no tengo porque responder preguntas incomodas o algo por el estilo.

Dormí plácidamente en mi cama alrededor de una hora y media, después de eso, me levanté a preparar algo de comer, ya que era demasiado tarde. Mientras la sopa instantánea se cocía en la estufa, me dediqué a hacer la tarea como era la costumbre; sin importar que tan ocupada me pusiera, sentía que me hacía falta algo, la necesidad y la costumbre de estar al lado de mi tutor, el que no sólo me ayudaba con mis tareas, sino que se aseguraba de que aprendiera lo que hacía falta.

El sentimiento de culpa me volvió a invadir como la primera vez, y ahora que lo analizaba mejor, el sentimiento debería ser doble por dos sencillas cosas: lo estaba evitando y además, estuve de metiche en su cuarto; en vez de ser él el que se tenga que explicar, debería de ser yo la que de las explicaciones de lo que estaba pasando, pero por más que lo pensaba, no me sentía lista para afrontar las cosas, no me encontraba lista para poder mirarlo de frente sin imaginarme aquella morbosa escena.

“¡Por Dios, lo miré morbosamente!”

Sí, ahora el sentimiento de culpa es peor que hace tan solo unos momentos.

Fue en esos momentos cuando el sonido de llamada entrante en mi celular me detuvo de seguir culpándome, pero al ver la pantalla, el número y el nombre del que llamaba, el sentimiento fue peor; Mark estaba llamando, y si no le contestaba seria peor que ignorarle los mensajes. Respiré profundamente, y descolgué para poder saludarlo sin problema.

―Hola, Mark ¿Cómo estás? ―” Que falsa te escuchaste”

― ¿Por qué saliste corriendo del aula? Te estuve gritando para decirte que no te podría dar clases el día de hoy, dime que sigues en tu casa.

― ¡Sí! De hecho, me había quedado dormida y estaba a punto de llamarte y decirte que llegaría tarde y que era mejor dejarlo para otro día.

―Muy bien, nos vemos mañana, pero antes quiero preguntar algo ¿Por qué me estas ignorando?

―Yo no te estoy ignorando ¿en qué te basas?

―Bueno, el domingo…

―Sabes qué, estoy algo ocupada con las tareas y esas cosas ¿te importaría hablar el día de mañana? ¿Sí? Bueno, hasta luego.

Sí, era una mala persona que le decía mentiras a las personas, pero sigo sin estar lista para afrontarlo de frente y hablar de lo que sucedió. Sería el miércoles, tal vez, cuando me sienta mejor y sin ninguna presión como la que tengo ahora, el examen me esta consumiendo las pocas neuronas disponibles que me quedan después de ver a Mark masturbarse.

Terminé con mis tareas, evitando pensar en el tema nuevamente, así que cuando terminé y le dije a mi madre que le dejaba comida en el microondas para que la calentara, me fui a dar un baño con agua caliente, esperando a que eso relajara mis músculos y me hiciera sentir mejor, tal vez me ayudara a espabilar para tomar decisiones más concretas como el hablarle a Mark y pedirle disculpas por ver su pene… no, eso no.

Así que mientras el agua caliente (traída desde el infierno para alguien como yo) me relajaba los músculos del cuerpo y el aroma del jabón y el champú me ayudaban a sentirme más limpia, sentí algo extraño en mi parte baja, algo como un pellizco pero no doloroso, fue como una sensación extrañamente placentera que me relajó un poco más, el agua caliente que resbaló hasta mi sexo me ayudo con esta sensación, sintiéndola mejor que hace unos momentos, un suspiro se escapó de ms labios cuando más agua cayó. Podría dejarme llevar por esa sensación, sumando los recuerdos de Mark dándose su propio placer me hizo caer más, tratando de recordar vivamente… y luego, fue como esos recuerdos fueron sustituidos por otros y me hizo despertar de mi fantasía como si esta se hubiera roto en muchos pedacitos.

No fue el recuerdo de Mark, ni las sensaciones que tenía en el cuerpo lo que me hicieron darme cuenta de todo, fueron los recuerdos de mi antiguo yo, ese ser que había dejado atrás, el que me había hecho daño; los recuerdos de mi ex pareja me golpearon fuertemente y sin ninguna consideración.

Ya había tenido un pasado que quería olvidar, algo que me terminó de convertir en lo que ahora soy, no alguien fuerte y con cosas buenas que sacar del ayer, sino con alguien que apenas está terminando de reconstruirse, que aún no termina de armar el rompecabezas.

Al salir de bañarme dejé todo ordenado en la sala, me puse mi pijama y me acosté en mi cama con el cabello mojado, ahora me sentía peor que antes, todos los recuerdos juntos me hicieron sentir una pésima persona, tenía que pedirle disculpas a Mark. Tomé mii celular y llamé al suyo, pero este me había mandado directamente al buzón, mi mente divago al mismo recuerdo ¿Estará trabajando? Inmediatamente lo borré de mi mente y pasé a pensar en lo que él me había dicho hace unas horas, no se iba a encontrar en casa.

Al día siguiente me sentía mal, como cuando realicé mi última dieta hace algunos días, no me sentía en mi mejor estado, tal vez, la culpa y otros recuerdos me habían dejado en un estado de zombi. Me ardían los ojos, aunque haya dormido bien; me dolía la cabeza y quería quedarme eternamente en mi cama, pero no podía hacerlo, tenía que seguir asistiendo a la universidad a pesar de todo.

Al llegar a el salón de mi primera clase, quería acomodarme en la silla y comenzar a dormitar, estaba cansada mentalmente, algo que no me sucedía en la preparatoria, yo era feliz en ella; mis padres tenían sus problemas económicos como cualquier persona normal, pero cuando él enfermó todo empeoró, desde ese momento nuestra vida se volvió un caos y las deudas crecieron, desde pagar sus tratamientos, sus intervenciones, las deudas principales, la universidad, el alquiler, todo se había juntado como si fueran uno solo, en el momento menos indicado… estaba cansada de tener que ver a mi madre demacrada, de ver a mi padre demacrado, estaba incluso cansada de mi propia ineptitud.

Cerré los ojos esperando el momento en el que me sintiera mejor, escuché pasos firmes acercarse a mi y detenerse a unos pocos centímetros de mi asiento, abrí levemente mis ojos y pude ver a Mark, de pie enfrente de mí, sin importarme, cerré los ojos y continúe descansando.

—¿Te encuentras bien? —preguntó, podía escuchar un poco de preocupación en su tono de voz.

Yo solo levanté mi pulgar en señal de que estaba bien, no sé si eso pudo haberle molestado o no, pero escuché sus pasos alejarse de mi zona. Durante todas las clases no pude haber estado más desconcentrada que nunca, podré haber estado despierta durante todo el tiempo, pero era como si mi mente no estuviera presente. Cuando regresé a casa, no pude evitar sentir que toda la presión se me venía encima y no pude evitar llorar. Al parecer, la culpa que sentía por lo sucedido con Mark hizo que todos mis sentimientos se juntaran y me sintiera aplastada.

Me sentía aplastada, hecha un desastre… todo era un desastre.

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