—No era mi intención, discúlpame —dijo Roger con una voz suave al otro lado del teléfono.
—Tranquilo, no pasó nada grave —respondió Brenda, algo risueña—. ¿Y eso que me llamas?
—¿Cómo así que "eso"? ¿Se te olvidó que quedamos en salir?
—¡Espera! ¿Es hoy? —preguntó ella, medio asustada.
Roger soltó una carcajada.
—¡Jajajaja! No, tranquila. Solo quería saber cómo estabas... y fijar el día para nuestra cita.
—Ahhh, entiendo. Pues estoy muy bien, acabo de cenar... y si te parece, podemos vernos el viernes o el sábado. Tú eliges.
—Qué bueno que ya comiste —dijo él, con tono insinuante—. Me hubiera encantado que fuera a mí a quien comieras...
Brenda se quedó en silencio, con los ojos abiertos como platos.
—¿Perdón? ¿Qué dijiste?
—Nada... solo que... qué bueno que cenaste —intentó corregirse, nervioso.
Ella sonrió para sí. Lo había escuchado perfectamente, pero quería ver si él se atrevía a repetirlo.
—Entonces, ¿el viernes? ¿Y también el sábado? —preguntó Roger rápidamente—. Incluso, si me dejas, hasta el domingo.
—¿No era solo una cita? —dijo ella con picardía.
—Sí, pero ya te quiero ver esos días. No me parece suficiente una sola vez.
—¡Jajajaja! Cuidado te enamoras de mí.
—¿Y si ya voy en camino?
—Jajajaja, puedes, pero no te prometo nada. No soy mujer de relaciones.
Roger se quedó unos segundos en silencio. Luego habló más serio.
—De eso hablaremos después. Por ahora, duerme bien. Sueña bonito.
—Igualmente, Roger. Buenas noches.
A la mañana siguiente, Brenda despertó descansada. Tras su rutina, se dirigió a la heladería. Mientras tanto, Roger alistaba su estrategia de conquista.
—Por favor, reserva el mejor restaurante que encuentres para mañana a las 8 —le dijo a su chofer.
—Sí, señor.
El viernes, a las 11:00 a.m., el celular de Brenda sonó. Contestó sin mirar quién era.
—Hola, hermosa —saludó Roger, con su voz profunda y juguetona.
—¿Hola? ¿Quién habla?
—¿Cómo así? ¿Ya te olvidaste del amor de tu vida?
—O me dices quién eres o cuelgo —le advirtió ella, confundida pero divertida.
—¡Soy yo! Roger... ¿Ya no te acuerdas de mí? —dijo con un toque nervioso.
—¡Ay, Roger! Disculpa, tengo la cabeza en mil papeles. Pero dime.
—¿Cómo estás?
—Excelente, ¿y tú?
—Mucho mejor ahora. Te cuento, ya reservé un restaurante para hoy a las 8. ¿Quieres que te recoja?
—¿Restaurante...? —Brenda frunció el ceño, dudando.
—¿Qué pasa? —preguntó Roger, sintiendo un leve fastidio.
—No, nada. Disculpa, ahí estaré. Pásame la ubicación.
Esa noche, Brenda pasó por su apartamento para alistarse. Eligió un vestido elegante, con ese toque sutil y sensual que la caracterizaba. Después de todo, tenía planes de ir al bar tras la cena.
Al llegar al restaurante, Roger ya la esperaba. Se levantó apenas la vio.
—Hola, preciosa —le dijo, impactado por su belleza.
—Hola. Tú siempre tan guapo —le respondió, coqueta.
Tomaron asiento y pidieron la carta.
—¿Ya pediste?
—No. Te estaba esperando.
Roger pidió la comida mientras no dejaba de observarla.
—Cuéntame de ti, Brenda... aunque se me hace más fácil llamarte "hermosa".
—Dime como quieras —respondió ella, jugando con la servilleta.
—Perfecto, hermosa entonces.
—Tengo 22 años. Soy la dueña de la heladería, me independicé a los 18. Mis papás me ayudaron un poco al principio, pero desde entonces todo lo he hecho sola. Me gusta salir, soy alegre, extrovertida... En fin, ya irás conociendo el resto.
—¿Y quieres conocerme tú a mí? —dijo Roger, alzando una ceja con aire coqueto.
—Sí, pero normal... —rió ella.
—Tengo 28 años. Soy dueño de una empresa en Nueva York. Amistoso, algo distante de las multitudes... y sin novia —agregó, lanzándole una mirada intensa.
—¡Jajajajajajajaj! Eso último no era necesario.
—¿Cómo no? ¿Y tú tienes novio?
—No.
—Eso me encanta.
Llegó la comida. Comieron entre risas, miradas y algunas frases cargadas de doble sentido. Roger pidió el postre, pero Brenda se levantó.
—No hace falta, ya estoy llena... y tengo que irme.
—¿Tienes otro compromiso? —preguntó él, con una mezcla de sorpresa y celos.
Brenda sonrió y se inclinó un poco hacia él.
—Quizá... o quizá solo quiero que te quedes con ganas de verme de nuevo.
Y con eso, se fue al baño, dejando a Roger con la sonrisa más boba y el corazón un poco más intrigado.
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Comments
Adoración del Carmen Martinez sonni
muy directa
2023-09-14
2