La Ciudad de Nueva York parecía estar en pausa dentro de la mansión de Roger Mancini. A pesar del ajetreo que lo rodeaba en el mundo de los negocios, él encontraba tranquilidad entre libros, vino y silencio. Roger no era el tipo de hombre que frecuentaba fiestas, aunque si alguien especial lo invitaba, no se negaba. Su vida era bastante estructurada: casa, empresa, gimnasio, vino, dormir. Así cada día, hasta ese jueves en que debía viajar a México por una importante propuesta de negocio.
—¿Organizaste mis documentos, Melissa? —preguntó desde la escalera, con voz firme.
—Sí, señor. Todo está en su maletín, incluido el itinerario de vuelo —respondió su asistente personal.
Roger asintió. En 48 horas estaría aterrizando en tierra mexicana, sin saber que algo más que negocios lo esperaría allá.
Ciudad de México — Heladería de Brenda
Eran las tres de la tarde. Brenda bajó de su oficina con el estómago rugiendo como león. Había pasado todo el día revisando papeleo, sin siquiera una mordida de algo dulce. Había pedido comida china, su favorita, y se sentó en una de las mesas de la heladería para no almorzar sola allá arriba.
—Señora, si necesita algo, avísele a cualquier mesero —dijo Mirian, una de sus empleadas.
—Gracias, mi amor, tú siempre tan servicial —respondió Brenda con una sonrisa de esas que animan el alma.
—Es un placer servirle.
El aroma del arroz frito y el pollo agridulce la envolvía. Brenda ya tenía los palillos en mano cuando notó que dos hombres entraban al local. Uno de ellos —alto, serio, elegante— la miró fijamente. Ella, con la boca llena, sintió que se ahogaba del susto y la vergüenza. ¿Por qué ese hombre tan guapo la miraba como si acabara de ver una estrella fugaz?
Al otro lado de la ciudad
—Buenas tardes, soy Roger Mancini. Tengo una cita con el señor Marcos Granada —anunció Roger al llegar a la empresa Tostec.
—Sí, señor Mancini. Un momento y lo hago pasar —respondió la secretaria.
Minutos después, Roger estrechaba la mano de Marcos, un empresario robusto, simpático, con olor a puro y perfume caro.
—Esto aquí está como para freír un huevo en la acera —bromeó Roger, secándose la frente.
—Jajaja, sí, mejor vamos a hablar en otro lugar. ¿Conoces algún sitio para refrescarnos? —le preguntó Marcos a su secretaria.
—Sí, señor. Hay una heladería muy buena a unas cuadras de aquí. Ambiente excelente y... muy bonita.
—Perfecto, mándame la dirección.
De regreso en la heladería
Roger y Marcos entraron, y Brenda ni se dio cuenta al principio. Pero apenas él la vio, se detuvo. Ahí estaba, con la boca llena, devorando arroz con más pasión que muchos devoran un beso. Le pareció adorable.
—Debe estar muy buena esa comida... se nota que la disfruta —dijo Roger, con media sonrisa.
Brenda, aún masticando como loca, lo miró con ojos grandes. Asintió, tragó, y respondió:
—Disculpe, señor, no había comido en todo el día. Lo mío no es la elegancia cuando tengo hambre, lo admito.
Roger soltó una risa baja.
—No se preocupe. Se ve que lo está disfrutando... y eso es lo importante.
Ambos se miraron por un segundo. Solo un segundo, pero lo suficiente para que algo se activara. Un primer cruce de caminos entre una fiestera encantadora y un empresario que no sabía que le acababan de mover el piso.
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Updated 32 Episodes
Comments
Mara Zurita
No entendí de dónde era Roger xq en el capítulo anterior hablo de España y en este de New York
2023-09-28
3
Adoración del Carmen Martinez sonni
vamos a ver q tal está está historia 😃
2023-09-14
1