MI BERRINCHUDA
La música retumbaba en el bar, vibrando con cada latido del bajo. Luces de colores bañaban el lugar con una atmósfera vibrante, cargada de energía. Sentadas en una mesa junto a la barra, Brenda y su mejor amiga Juana observaban con complicidad el desfile de chicos que entraban y salían del local.
—Estás guapísima esta noche —dijo Juana con una sonrisa traviesa—. Bueno, ¿cuándo no lo estás?
—Gracias, cielo —respondió Brenda mientras se acomodaba un mechón de su melena negra—. Tú estás divina también, como siempre.
Brenda entrecerró los ojos al ver a un chico alto, moreno y de sonrisa encantadora que se acercaba al área de la pista. Ladeó la cabeza y se mordió el labio inferior.
—Mira ese chico de allá… ¿Está guapo, no?
Juana lo miró con descaro y rió.
—Claro que sí. ¿Será tu polluelo de esta noche?
Brenda soltó una carcajada suave mientras saboreaba su trago.
—Quizá —dijo, guiñándole un ojo.
Juana se levantó de golpe, con ese entusiasmo tan típico en ella.
—¡Ven, vamos a la pista! —exclamó, tomándola de la mano.
Las dos caminaron entre la multitud, moviéndose al ritmo de la música. Brenda no tardó en cruzar miradas con el chico misterioso. Él no dudó un segundo: se acercó y le ofreció su mano. Ella aceptó con una sonrisa, y pronto sus cuerpos se balanceaban al mismo ritmo, pegados, encendidos por la chispa del momento.
Pasado un rato, Juana los vio salir del bar, tomados de la mano, sabiendo muy bien lo que seguiría. Con una sonrisa resignada, se marchó sola, encendió su coche y se fue a casa a descansar.
Mientras tanto, Brenda y el chico se registraban en un hotel cercano. Ya en la habitación, la tensión entre ellos se desbordó.
—Estás muy guapo —susurró Brenda, acercándose a él—. Quisiera arrancarte esa camisa.
—¿Y por qué no lo haces?
—Porque esta noche, tú vas a hacerme tuya —dijo, provocadora.
Él no respondió con palabras. En cambio, la besó con intensidad, empujándola hacia la cama. Sus manos hábiles subieron su vestido mientras sus labios exploraban su piel. Brenda respondía con la misma pasión, entregada al momento.
La ropa voló. Los cuerpos se unieron con una mezcla de deseo y urgencia. Gemidos, suspiros, movimientos rítmicos llenaron la habitación. Fue rápido, intenso, eléctrico
.
Y cuando todo terminó, Brenda simplemente se levantó, se arregló el vestido, y se fue sin decir una sola palabra.
____
A la mañana siguiente, Brenda se sentía radiante. El sol entraba por la ventana de su departamento mientras se acomodaba para hacer una llamada.
—Hola, mi vida. ¿Llegaste bien anoche? —preguntó con voz alegre.
—Muy atareada la noche, ¿eh? —respondió Juana con una risa pícara.
—¡Jajajajaja! Tú no cambias —rió Brenda.
—Sabes que siempre me voy a casa cuando tú sales con un chico. No me gusta quedarme sola en el bar.
—Sí, lo sé. Bueno, hablamos más tarde. Iré a la heladería. Cuídate, bebé.
—Igual tú, linda.
Brenda, a sus 22 años, tenía una vida que muchas envidiarían. Alegre, carismática, con un cuerpo envidiable y una heladería construida con su esfuerzo. Pero, aunque disfrutaba cada noche de fiesta, aún no conocía el amor de verdad.
Lo que no imaginaba era que a miles de kilómetros de distancia, en Nueva York, alguien igual de solitario que ella se preparaba para entrar en su vida.
Su nombre era Roger.
Tenía 26 años, 1.85 de estatura, cabello castaño y una espalda tan ancha que parecía hecha para abrazar y no soltar jamás. Su físico era de esos que llamaban la atención sin esfuerzo, pero lo que más destacaba era su mirada: profunda, serena, y con un toque de melancolía que lo volvía misterioso.
Roger era dueño de una empresa de vinos que había heredado tras la muerte de su padre, ocurrida cinco años atrás. Aunque había sabido mantener el negocio con inteligencia y visión, la ausencia paterna le pesaba aún en el pecho. Su madre, por su parte, había optado por recorrer el mundo, buscando llenar el vacío con paisajes y aeropuertos. Él, en cambio, se quedó. Se volvió el hombre que debía ser. Responsable, exitoso, pero también distante.
Había tenido algunas relaciones, pero ninguna lo había tocado de verdad. Ninguna había logrado atravesar el muro que llevaba dentro. Su vida era pulcra, ordenada, y un tanto predecible.
Hasta que el destino, caprichoso como siempre, lo cruzó con Brenda.
Y ahí comenzó todo.
Hola chicos, esta es una novela de mi autoria!! No sé muy bien que hago pero me siento bien haciéndolo!! Acompañenme
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Updated 32 Episodes
Comments
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Gracias!
2024-07-08
0
Salomé Páez
construyó
2024-07-07
1
Erika Baraona
para mi gusto no me gusto el comienzo de la historia porque la proragonusgaces toda una mujer promiscua y muy fácil dimito de leerla
2024-05-10
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