yo una bruja

Llegaron a unas pequeñas casas, al final de la calle se encontraba una casa peculiar era color blanco con un fenix negro pintado en la entrada.

- Dile al abuelo que estoy aquí, decía Noe.

La pintura se movía entre las paredes y desapareció.

La puerta se abrió.

- Vamos entren rápido, por favor.

Un anciano con túnica negra se presentó ante ellos.

- Abuelo Tim, disculpa que llegue así pero ay una persona que quiero presentarte, ella es mi amiga Clelia la chica que salve en el bosque.

- Hola mucho gusto, decía Clelia.

- Un placer niña hermosa, decía el anciano.

- Ella es mi hermana lucero, decía Clelia.

Lucero extendió la mano y el anciano la tomó la observó con detenimiento. Sabía de quién se trataba.

- ¡Mira nadamas su majestad!, se inclinó el anciano.

- Por favor no, yo soy solo una persona más.

El anciano sonrió.

- Y que trae a su majestad a esta dimensión, acaso quiere terminar con todos nosotros.

- No solo quiero escapar de mi tío, no quiero casarme con el, mi padre murió y el ahora será el rey, quiere casarse conmigo para que nadie más dude de que el es el legítimo heredero de la corona, pero yo no puedo casarme, no quiero ser una Reyna y mucho menos ser la esposa de mi tío.

- Tranquila niña, aquí nadie va poder encontrarte.

- Es hora de irnos Clelia, decía Noe.

- ¿De que habla Clelia, pensé que te quedarías conmigo?, te necesito.

- No puedo hermana, solo se permite en esta dimensión a un extranjero, yo tengo que regresar para avisarle a Kira y mamá que estás bien, tengo que protegerlas a ellas también.

- Si te entiendo, pero tengo miedo.

- Prometo que te voy a visitar, para platicar contigo

La princesa abrazo a su hermana mientras las piedras caían por su rostro

- ¿promete que me vas visitar?

- Te lo prometo hermanita.

- ¿Clelia por qué tiene que ser así?

- Las cosas pasan por algo lucí, recuerda que tienes que encontrar la cura, por favor no llores.

La princesa tomaba sus lágrimas que seguían saliendo y respiro profundo, Clelia se despidió de ella con un beso en la mejilla y corría para alcanzar a Noe que caminaba con su abuelo, ellos también hablaban en privado.

Lucero miró como su hermana y Noe se alejaban y curzaban el portal.

El anciano camino sonriendo y míro a Lucero.

- Vamos princesa, debes tener hambre y estar cansada.

Lucero guardo sus lágrimas en un pequeño bolso de su vestido.

Sonrió pero en su pecho tenía un gran dolor por alejarse de su familia y aún le dolía la muerte de su padre.

El anciano le preparo una habitación era algo pequeña pero muy cómoda, le entrego algunas tunicas blancas, le preparo un delicioso estofado.

- Tomé asiento princesa.

- Solo lucí, por favor.

- Muy bien solo será lu, decía el brujo.

- Tengo que usar estás tunicas.

- Creo que por ahora sí lu, no todos son agradables como mi nieto y yo, el que sepan que la hija del Rey rojo está aquí nos trairia muchos problemas.

- ¿Por qué el Rey rojo?.

- Por qué regaba la sangre de nuestro hermanos muertos por todo el camino para darnos una lección.

- ¿Mi padre hacia eso?, decía lucero con tristeza.

- Si lu, hay muchas cosas que no sabes pero tú padre y tu madre se volvieron muy violentos con nuestra gente, no solo le temiamos muchos hermanos trataron de razonar con ellos pero fueron asesinados, algunos atacaron el reino pero solo fue inútil pues el número de muertos solo aumentaba, al saber la causa por la que el Rey nos mataba sabíamos que merecíamos morir, tu padre era un gran Rey el apreciaba mucho a nuestra gente, su mejor amigo era el hechicero blanco, eran como hermanos trato de ayudarte cuando eras niña pero no pudo, su aprendiz era muy bueno, cuando quiso encontrar a su aprendiz fue demasiado tarde, el hombre se había quitado la vida al saber lo que había provocado con solo pensar en maldecir a la hija de la mujer que deseaba, jamás imagino el poder que tenía, hasta que escucho que la princesa lloraba cristales, supo que su poder era incontrolable pues un simple pensamiento había provocado un mal.

- ¿Entonces el brujo que me maldijo ya está muerto?

- Si está muerto, el era un brujo especial pues tenía el poder de un hechicero también, lo estaban entrenando para que fuera el próximo en tomar el lugar del hechicero blanco, pero le fue difícil controlar su poder y al mirar a tu bella madre, su deseo por tenerla lo cego, ella y el habían hecho una linda amistad.

- ¿El hechicero blanco que era amigo de mi padre donde está?.

- Mi primo está en el palacio, el es el que gobierna este Reyno, junto a la bruja Blanca.

- Valla un hechicero y una bruja quien lo diría.

- Si verdad, pero gracias a ellos tenemos un hogar.

- Lamento que mis padres se volvieran locos.

- No es tu culpa linda, ¿qué quieres hacer, te gustaría ser mi aprendiz?

- Yo una bruja.

- ¿Por qué no?.

- ¿Pero puedo hacerlo?

- Claro, fuiste maldecida por un brujo-hechicero tal vez podamos encontrar la cura a tu mal y para eso necesitamos que sepas algo de brujería.

- ¿No entiendo?.

Una bruja puede convertirse en otra persona, en lo que alguien más quiere ver, puedes controlar tu tristeza, un brujo estudia y muta, pero un hechicero nace con un don.

- Me agradaría mucho, poder ser una bruja.

- ¿Y usted por qué no es hechicero, su primo es un gran hechicero?.

- No nací con ese don, para ser un hechicero naces con el poder.

Lucero estaba emocionada, lo único que quería era encontrar su cura y poder controlar el don que se le había otorgado por qué ahora lo miraba así sabía que su llanto podía provocar dolor a otros y era algo que quería poder controlar.

Esa noche sentía muchos sentimientos encontrados, había tristeza y felicidad en su corazón.

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Comments

Contreras Yecenia

Contreras Yecenia

wuaooooo súper interesante

2022-04-14

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