Dulce Secreto •I

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Capitulo 1: Pasión

PASIÓN

La única hija de Edwin y Farah, querida y protegida por sus hermanos mayores, no es muy sociable debido a varias situaciones pasadas, una estudiante universitaria un tanto común, pero esconde un secreto, su pasión son las carreras ilegales pues ama ser libre, esos minutos tras del volante definen quien es en realidad.

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Un día normal, eso era, mi rutina diaria el despertador como siempre sonando a la misma hora, me arrepentía de haber escogido ese horario y de varias cosas más en mi vida, me levanté de la cama, hice mis necesidades, lavé muy bien mis dientes, coloqué en mi la ropa que usaría hoy y baje a desayunar no muy contenta.

- Buen día hija - saludó mamá sentada en su lugar, ella ya estaba terminando de desayunar puesto que debía trabajar desde muy temprano.

- Buen día - con un intento de sonrisa la vi a la cara

- Hija deberías considerar cambiar tu carácter y aspecto un poco, acepta ese día completamente pagado en el Spa que te regalé y ve con tu madre - esa persona que hablaba con sutiles palabras, pero algo fuera de lugar, era mi padre, se encontraba con un mandil atado a su cintura, sin camisa, en la cocina, y decía esas palabras sobre mí, ¡Sí! cualquiera diría que es muy lindo, como todo buen padre que se preocupa por su hija y que no es nada parecido a otros que no les interesa el bienestar de sus hijos o tienen sus preferidos, pero ¿Qué le podemos hacer?, cuando eres la única hija mujer y sobre todo la más pequeña de la casa había reglas y privilegios, aunque en ocaciones, me reprimían bastante.

- Buen día padre - lo abracé por la espalda me puse de puntillas y le di un beso en su mejilla, aunque su barba pica, me encanta, era mi padre, lo amaba tal como era y más que a nadie en el mundo, llevaba una mejor relación con él que con mi madre.

En cuanto dejé mis pensamientos a un lado se podían apreciar una especie de carcajadas muy sonoras y golpeteos como si de una carrera de caballos se tratase, y bueno, mentiría si fingiera no tener alguna idea de quienes eran; mis hermanos, tan extrañamente peculiares como cada día.

Cuando me decidí a correr hacia mi asiento para tratar de alcanzar las cosas que se me antojaba desayunar mi padre alcanzó mi brazo y me detuvo.

- Cariño no corras, ya está aquí servido tu desayuno, debes comer más para que no te vuelvas a desmayar como sucedió hace unos días - hablaba como un padre y como médico, pero con una pizca de culpa, aunque nunca entendí muy bien el porqué de esa culpa o temor que veía en su rostro y tampoco le tomé mucha importancia, asimilé su preocupación a una de un padre preocupado por su única hija.

- ¡Gracias papá te adoro! y sí comeré bien - me dirigía hacia el comedor, antes de cruzar preferí observar recargada en el marco de la puerta, estaban jugando y golpeándose, no entendía por qué, pero siempre fueron de esa manera, tan enérgicos y llenos de vida, muchas veces de pequeña me tiraron debido a sus juegos e imprudencias y creo que fueron las mismas en las que fui a parar al hospital. Siendo tan sólo una niña de apenas cinco años conocía ya lo que era un yeso por fractura. Estaba jugando en el jardín, sola como casi todos los días, porque así yo lo prefería, me columpiaba de un lado a otro en el lugar de juegos que mi padre había construido, para cuando sentí un empujón demasiado fuerte ya era tarde. No sé si fue inercia propia pero automáticamente metí las manos para no golpearme la cara, y ahí tenía lo que sería la primera fractura de tantas.

Después de recordar todo aquello que creí olvidado no entendía porqué estaba riéndome como si hubieran dicho o hecho el chiste del siglo, pero de lo que si estaba completamente segura es que ellos sacaban la mejor parte de mi, los amaba demasiado y aunque tres de ellos vivan fuera de la casa y los vea muy poco, siguen siendo mis atolondrados hermanos. En cuanto me senté.

- Frey, ¿No estarás pensando ir vestida así a la Universidad o sí? - mi querido hermano Eiden, nunca le ha agradado como me visto; claro, a un fanático de la moda nunca lo tienes contento. Tampoco es como si fuese muy femenina, él dice que una mujer es tratada por como se ve, aunque yo no pienso lo mismo, eso a mi parecer son pensamientos retrógrados de la sociedad, o en otras palabras 'Machismo'. Intenté dar una respuesta adecuada, pero, simplemente no se dio, la sutileza, claramente no era lo mío.

- Si hermanito, ya te había dicho que no pienso cambiar en “nada” - dije enmarcando la palabra nada tan sarcástica como siempre, dando mi frase con doble sentido, puesto que aunque ellos me deje hacer lo que yo quiera no significa que esten completamente de acuerdo con ello y aún así no me importaba.

- No cambias Freya - dijo moviendo la cabeza y se centró en terminar de desayunar. Yo por otro lado había dejado de tener apetito después de aquella charla así que apresuré a mi hermano.

- Hasta luego, ¿Nos vamos Elián? - este, para mi buena o mala suerte no sabía manejar, le tenía según sus palabras, aunque por su puesto tenía coche como todos los demás, su preciado auto era un Mazda CX 30, pero, a el no le gustaban autos de ningún tipo.

- Claro Frey - entramos directo a la cochera, cerró la puerta y ahí estaba uno de mis bebés recién sacado del autolavado, un Maserati Ghibli Ribelle, hermoso como su mismo nombre, una maravilla de auto, mí auto de uso diario, todos teníamos autos, era una de nuestras pasiones o hobbies como otros solían llamarlo, y bueno cuando tus padres son ricos, dueños de dos hospitales, te puedes dar este tipo de lujos, pero Edra y yo lo llevábamos un poco al extremo o al menos eso decían los aburridos de mis hermanos quienes no aceptaban que alguna ves, al igual que yo, recorrieron aquellas calles de manera ilegal, por otro lado le decía ser libre...

- Pero por favor no corras, recuerda los señalamientos y la velocidad estipulada, por favor - repetía muy insistentemente "por favor" y solo así logró sacarme de mi ensoñamiento, siempre que pensaba en autos, me perdía y olvidaba todo lo que estuviese haciendo.

- Claro hermanito, no tengas miedo y ponte el cinturón - dije con alevosía y superioridad subiendo a mi hermoso auto negro, puesto que no era muy fan de llamar la atención con autos de colores como la mayoría de niños ricos. Pero al parecer sólo se quedaba en eso, simples intentos porque mi auto era el más caro de todos en la zona.

Y fue así que nos dirigimos a nuestro destino, a una velocidad algo moderada por petición de mi querido y lindo hermanito. Quizá sea un tanto diablilla, pero no jugaría con algo que le dé miedo a mi hermano, no haría nada que no me gustaría que me hicieran definitivamente.

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*Si crees que eres pobre... ponle precio a tus manos y entonces podrás comprender lo afortunado que eres. *

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Comments

Zeneida Villasanti

Zeneida Villasanti

me entretiene el inicio

2022-04-29

1

Zeneida Villasanti

Zeneida Villasanti

me gusta el inicio.

2022-04-29

1

Zeneida Villasanti

Zeneida Villasanti

espero con ansias

2022-04-29

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