Capítulo 2.

Mi rostro se esconde entre mis manos, mientras las lágrimas se escurren sin tomar medidas.

—Señor, ¿se siente bien?

—Tráeme toda la información de esa mujer. Si es cierto todo lo que dices, si esa mujer en verdad es Débora, no la dejaré ir por segunda vez.

—Hera Santoro; una mujer con 27 años de edad. La reina de la mafia italiana, llevando en poco tiempo un cargo tan importante en el que se ha ganado el respeto de todos. Muy poco se sabe de ella, pero lo necesario como para saber que su "padre" es un sobreprotector — Luciano deja unos documentos sobr la mesa —. Eso es todo lo que pude investigar, jefe.

—Muy buen trabajo — giro mi cabeza viendo a Matt.

—¿Tú crees que ella sea mi hermana?

—No sé si es la ilusión de tenerla conmigo, pero pienso que Débora está viva. Para responder tu respuesta se necesita tener cara a cara a dicha mujer, y así poner las piezas en su lugar. Pero, ¿cómo nos acercaremos a ella?

—Tú por eso no te preocupes, hombre — los tacones de Tiffany se aproximan —. ¿Para qué crees que me tienes contigo?

—Ni de loco permitiré que viajes a Italia. Eres mi amiga, no un animal al que quiero poner en riesgo.

Arregla el cuello de mi camisa.

—Se trata de mi amiga, ¿me escuchaste? Si el cáncer no me mató, mucho menos ella.

—No asegures algo que no se sabe.

—He esperado tanto un reencuentro con Débora; si moriré, será dando todo como mi familia me ha enseñado — golpea mi hombro, tomando los papeles —. ¿Cuándo viajamos?

—Esto no es tan fácil, Tiffany. Ni siquiera hemos pensado en como llevar a cabo esto.

—Si me disculpa hablar —Luciano interviene en la conversa—. Escuché hablar de un lugar que frecuenta la mujer; Hellqueen, ella es la dueña absoluta del lugar.

—Hellqueen —murmura Tiffany—, me gusta como suena. ¿Listo para empezar con el plan, Ángel?

...TIFFANY...

Un día después...

Me acostumbré contemplar a un amargado Ángel, desde que alejaron a Débora de su vida es otra persona.

—¿Cómo quedé? —me presento ante Matt y Ángel con un corto vestido, unos lentes de contacto color verdes y una peluca negra.

—Vas a hacerte pasar por otra persona, no seduciras a nadie —Matt ha sabido molestarme, por lo que le saco el dedo corazón.

—El caso aquí es que puedas tener un acercamiento con Hera — Ángel me pasa mi nueva identificación falsa—. A partir de hoy te llamas Beatriz.

—Me gusta — sonríe.

—Matt lo eligió.

—Está pésimo el nombre — sonríe ladeada mientras disfruto la amargura de Matt; es mi amigo, pero digamos que le estoy haciendo pagar el año que estuvo fuera del país, yéndose sin despedirse de mi.

—No vayan a comenzar a pelear, por favor. Se hace más de noche, entra. Luciano estara cuidándote en el interior del club. Ten precaución, no podemos confiarnos en nadie.

—Claro lo tengo — les hago la mano cuando paso por las puertas del lugar.

Sabía que no me beneficiaría tanto estar con un vestido tan corto como el que tengo, hace tanto frío que me siento ir volando con el viento.

No veo a nadie más que a hombres apostando, mujeres bailando en barras, pero no a la bendita mujer de la foto.

Un grande mano da un leve apretón en una de mis nalgas, haciéndome saltar del susto; un alto y rebusto hombre ha aparecido tan de repente.

—¡Oiga, que le pasa! — mi mano se deja llevar por mi Tiffany interior y ya golpeo su rostro con una cachetada.

Aprieta mi brazo.

—¿Sabes en el puto problema en el que te has metido al levantarme la mano, pequeña zorra?

—¡Suéltame! — silenciando mi boca con su mano me lleva a rastras al segundo piso, caminando por un pasillo oscuro —. ¡No me toques! ¡Suéltame, imbécil!

Me lanza a una esquina. Una pequeña cantidad sangre que ha salido de mi nariz, entra a la comisura de mis labios.

—Te enseñaré a respetar a tus mayores, hija de puta... —sus palabras no se completan y no entiendo la razón por la que ahora sangre cae de su cabeza. Al instante en el que el hombre cae de rodillas al suelo, me deja a la vista a la mujer de la foto; Hera, que sostiene una pistola plateada.

—¡Quiten a este hijo de su perra madre de mi presencia y desenlo como comida a los perros!

Su presencia descontrola mi manera correcta de respirar. Su rostro, su mirada, su voz; ella es Débora. El color castaño de su cabello ha cambiado por uno rubio; sus cortos vestidos han cambiado por faldas de cuero y blusas pegadas a su cuerpo del mismo material.

Sus botas de tacón avanzan hasta quedar enfrente de mí, con una sonrisa me extiende su mano.

—¿Te sientes bien? ¿Te lastimó? —la impresión no me deja tomar su mano—. Soy Hera, ¿puedo ayudarte en algo?

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Comments

Añiiz ❣️😻

Añiiz ❣️😻

Me encanta, Tiffany podrá ser feliz ❤️

2023-09-30

0

🤩🍀Claudia🍀🤩

🤩🍀Claudia🍀🤩

bueno Tiffany ya empezaste con el pie derecho con Débora

2023-02-09

0

🤩🍀Claudia🍀🤩

🤩🍀Claudia🍀🤩

claro que es Débora, lo sabía

2023-02-09

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