Capítulo 5.

...HERA...

Se gira, cambiando su sonrisa apenas me mira a los ojos. Un fuerte dolor llega a mi cabeza sorpresivamente cuando nuestras miradas se cruzan en un momento donde mis fuerzas desaparecen, botando la navaja que hace momento sostenía.

—Débora... — susurra, despertando mi confusión.

—¿Qué?

Me toma del brazo, jalandome al él trás escucharse un disparo cerca. El peso de su cuerpo cae sobre el mío que está tendido en el suelo luego de una caída.

Saco la pistola de mi pantalón, disparándole al carro que se detuvo para matarme. Los Malditos hijos de puta de mis enemigos han vuelto a joderme la vida.

Le doy una mirada rápida al hombre que me salvó la vida, y el que ha recibido un disparo por mí sin yo darme cuenta.

—¡Mierda! — entre disparos que trato de esquivar, tomo del brazo al hombre, llevándolo a uno de los callejones para mantenerlo a salvo —. ¿Estás bien? — desabotono su camisa, revisando su herida en el abdomen.

—Claro que estoy bien — musita, casi sin fuerzas.

—Eres un imbécil, ni te conozco, pero ya me caíste mal. No puedes dar la vida por cualquier persona que recién conoces — sonríe ladeado—. Tú quédate aquí, arreglaré este problema.

Cargo mi pistola, asomandome en una de las paredes del callejón, dispuesta a salir a disparar, si no fuera porque mis hombres han llegado en dos carros. ¿La suerte esté sonriéndome o es impresión mía?

No sé quién está detrás de este ataque sorpresa, pero lo descubriré.

Vuelvo a asomarme, hiriendo a uno de mis enemigos con un preciso disparo en su estómago. El carro que hace minutos empezó a atacar contra mí, huyó de la misma manera en la que llegó; sin dejar rastros.

Vuelvo a echarle un vistazo al hombre que me acompañaba, percatandome que se ha desmayado.

—¡Lleven a este hombre a mi casa, y al imbécil que le disparé encierrenlo en una bodega y déjenlo listo para ser comida de ratas!

—¡Sí, señora!

Ha sido un día pesado, ¿o es idea mía?

Mis enemigos se multiplican como ratas que necesitan su esencial veneno para ser eliminados. Lo que me pregunto es por qué tanto odio contra mí, ¿ser mujer y perteneciente a la mafia es un pecado? Es una lástima ser mejor que los mismos hombres en los negocios, y es una lástima tener más vidas que un gato. En este mes ya van 10 intentos de asesinatos de enemigos gratuitos, lo que he empezado a investigar es quiénes son, no puedo estar preocupada toda la vida por recibir en algún momento un disparo en la cabeza. Pero si quieren guerra, guerra tendrán.

A la muerte no se le tiene que tener miedo, sino a morir sin antes haber luchado, y eso es lo que empezaré a hacer.

—Señora, ya hicimos lo que nos dijo. Encadenamos al hombre que intentó asesinarla, en este momento se encuentra en la bodega. Pero la herida se le ha vuelvo a abrir, puede que se muera sin antes darle información necesaria a usted.

—La suerte está de mi lado, no se morirá — llevo la copa de vino a mis labios —. ¿Cómo está el hombre que me salvó la vida?

—Él ya despertó, pero según el doctor necesita reposo.

—Perfecto — dejo la copa sobre la mesa—. Iré a verlo.

Entro a la habitación donde está el hombre con el que tuve un pequeño problema esta mañana.

—Hola — cierro la puerta con cuidado —. ¿Cómo te sientes? — me cruzo de brazos, mirándolo a los ojos.

—Como si un puto camión me hubiese pasado encima.

—¿Puedo saber por qué diste tu vida por mí? ¿Quién eres en realidad?

—No me creerías si te lo digo— enarco una ceja—. Soy tu admirador secreto — sonríe.

—Vaya, no sabía que tenía uno. ¿Cómo te llamas?

—Mi nombre es lo de menos. Sé que apenas me recupere no dudaras en amenazarme con una navaja.

—Si según tú yo haría eso, ¿por qué te tengo aquí? Sé pagar los favores, en este caso, te pagaré tu gran sacrificio de recibir una bala por mí. Tú solo dime que quieres a cambio.

—Eso suena muy interesante, pero no creo que vayas a cumplir tu promesa.

—Me caracterizo como alguien que cumple, habla ahora o sí me molestaré. ¿Qué quieres como pago por salvarme la vida?

—Trabajar para tí.

—¿Qué?

Mi hombre de confianza entra al cuarto tras tocar la puerta.

—Déjame sola, estoy en una conversación importante y odio ser interrumpida.

—Lo siento, señorita, pero es algo importante.

—Habla ya.

—Su padre ha llegado.

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