Cada palabra era pronunciada por Carmelo con calma, pero impregnada de una frialdad y cinismo aterradores.
—¿Carmelo, cómo crees que voy a casarme contigo? ¡Tienes una relación con mi prima! —exclamó Mireya entre sollozos.
—Ni sueñes en romper el compromiso, Mireya. La única manera de que no te cases conmigo es estando muerta.
Con una fuerza inesperada, la sujetó por la quijada y la besó violentamente, un gesto que nunca había realizado antes. Mireya quedó paralizada, horrorizada ante la actitud de Carmelo.
—Recuerda esto, Mireya: tú eres mía, y siempre será así —sentenció él con firmeza.
En ese instante, Mireya descubrió una faceta desconocida de Carmelo que la llenó de miedo. Romper el compromiso era imposible, pero el deseo de casarse con él había desaparecido. Intentó contarle la verdad a su madre, quien la acusó de ser una mentirosa. Carmelo siempre había cuidado de proyectar una imagen de hombre pacífico y amable.
La boda estaba programada para el siguiente año, justo cuando Mireya culminara sus estudios. A pesar de que los preparativos avanzaban, Mireya no era la única persona asustada por Carmelo. Margarita también había sido víctima de su furia cuando la infidelidad quedó al descubierto.
—¡Carmelo, perdóname! —imploraba Margarita entre lágrimas, mientras él la azotaba contra la pared con una violencia desmedida. Su cuerpo estaba cubierto de golpes, aunque su rostro permanecía intacto.
—Si no me fueras útil, ya estarías muerta, Margarita. Esta es la única vez que te perdono un error así —dijo Carmelo, presionando su cuello con ambas manos.
—No volverá a pasar, te lo juro —susurró Margarita, luchando por tomar aire, convencida de que moriría en ese momento.
Los ojos de Carmelo reflejaban una locura inquietante. La miraba con desprecio, aunque disfrutaba de la relación con ella, no toleraba la idea de que Mireya descubriera lo sucedido. Con tono autoritario, ordenó:
—Desvístete.
Esa noche, Carmelo atacó repetidamente a Margarita, dejando su cuerpo marcado por el abuso. Temió por su vida, pero al amanecer, cuando finalmente él se marchó, Margarita apenas tuvo fuerzas para llegar a la ducha. Mientras el agua corría sobre su piel lastimada, reflexionó sobre la toxicidad de su relación. Se miró al espejo y descubrió un nuevo moretón que comenzaba a sangrar. Evitar ir al médico para evitar preguntas terminaría siendo una decisión que lamentaría más adelante, especialmente cuando intentó concebir y enfrentó dificultades.
Mireya, por otro lado, evitaba a Margarita en los eventos familiares. Aunque nadie daba explicaciones de su distanciamiento, el secreto sobre la relación entre Carmelo y Margarita era un rumor conocido entre la familia. En esa época, la infidelidad masculina no era mal vista, y muchos consideraban que Mireya no era la pareja ideal para Carmelo.
A pesar de todo, Mireya cambió su trato hacia él. Si bien en otro tiempo le había tenido aprecio y mostrado cariño, ahora le tenía miedo y estaba profundamente dolida por la traición y el ridículo que sufría. El rumor sobre la relación de Carmelo con Margarita se había esparcido por toda la universidad, y sus compañeros de clase se burlaban de su situación.
Margarita, al igual que Mireya, sentía un profundo miedo hacia Carmelo después de lo ocurrido. Sin embargo, su actitud orgullosa la protegía de las burlas y el ridículo. Nadie se atrevía a desafiarla.
Tras dejar a Margarita en aquella habitación, Carmelo reflexionó sobre cuánto la necesitaba. La experiencia de la noche anterior había sido muy placentera para él, y no estaba dispuesto a perderla. Sabía que Mireya jamás lo complacería de esa manera. Así que regresó a la habitación y, en un gesto típico de un abusador, la ayudó con sus heridas con una actitud cariñosa.
—Lo lamento, Margarita. Me hiciste enojar mucho —dijo con aparente arrepentimiento.
—Carmelo, no fue mi intención que Mireya se enterara —respondió ella, mintiendo
Carmelo sabía que ella le estaba mintiendo, pero decidió dejar que lo hiciera, porque Margarita, a diferencia de Mireya, le era útil en muchos sentidos.
—Ya no te preocupes, Margarita. En algún momento esto iba a ocurrir - le dijo para clamarla
—Supongo que lo mejor será dejar las cosas así y terminar —respondió Margarita con tristeza.
—Margarita, no quiero que terminemos. Sabes que te necesito y que eres muy importante para mí — Dijo Carmelo
Carmelo le habló con dulzura mientras acariciaba su cabeza y arreglaba su cabello.
—¿Y qué es lo que quieres entonces, Carmelo? - preguntó Margarita con interés
—Sabes que no puedo romper el compromiso con Mireya, porque si lo hago, jamás cumpliré mi meta - respondió Carmelo
—Lo sé, Carmelo, y por eso no voy a interferir más entre ustedes y me haré a un lado - dijo Margarita
A pesar de la toxicidad de la relación, Margarita lo amaba y no quería terminar con él. Sin embargo, temía lo que Carmelo pudiera hacerle en otro momento de ira.
—Ten paciencia, Margarita, vamos a ser discretos a partir de ahora y te prometo que nunca más ocurrirá lo de anoche - prometió Carmelo
Carmelo le hablaba a Margarita con una dulzura que ella jamás había escuchado, y eso la cautivó por completo
—¿En serio, Carmelo? —preguntó Margarita con incredulidad.
—Siempre y cuando no me hagas enojar, prometo que no volverá a ocurrir. ¿Me perdonas?
Carmelo la abrazó y la besó, fingiendo ser cariñoso. En el futuro, evitaría hacerle daño, ya que Margarita, a pesar de ser la pariente pobre de los Moncada, estaba ganándose el apoyo de personas muy importantes.
Margarita continuó ayudando en la carrera de Carmelo, confiando en que eventualmente él se daría cuenta de que ella era mejor que Mireya. Su prima no era la adecuada para acompañarlo en su ascenso al poder. Después de la agresión, Carmelo se comportaba de manera amable con Margarita, como si aquella horrible noche nunca hubiera ocurrido. Como todo abusador, le prometió que no volvería a hacerle daño si ella no cometía errores que lo hicieran enojar.
Por otro lado, Armando y Carmelo estaban distanciados y apenas coincidían en la universidad. Faltaban dos semestres para culminar sus estudios, y Armando, quien inicialmente había sido irresponsable, ahora trabajaba activamente en el periódico de sus padres mientras asistía a clases. No tenía tiempo para escuchar rumores, por lo que ignoró el escándalo de Carmelo y las primas Moncada.
Mireya, en cambio, se sentía deprimida por las burlas y los rumores. Siempre había sido una persona débil que necesitaba ser salvada. Ahora que se distanciaba de Carmelo y no podía buscar la ayuda de su padre, no sabía qué hacer. Armando, ocupado con sus responsabilidades, asistía a clases con prisa. Sin embargo, en una ocasión escuchó a varias compañeras burlarse de Mireya, y no le gustó. Le parecía injusto que se hicieran bromas sobre la persona engañada mientras se aplaudía al engañador y se ignoraba a la tercera persona. Consideraba cobarde atacar al más débil.
—¿No tienen nada mejor que hacer? —les preguntó Armando con tono dominante.
—Disculpa, Armando. Es que esto es tan gracioso —respondió una de ellas.
—Entonces algo está mal con mi sentido del humor. ¿Se ríen de Mireya porque su novio la engaña? No entiendo cuál es el chiste - dijo Armando con sarcasmo
Armando era muy respetado por sus compañeros de facultad, y cuando comenzó a hablar a favor de Mireya, estos dejaron de molestarla en la universidad. Mireya interpretó esta actitud de manera diferente, porque estaba necesitada de atención, y ahora buscaba la compañía de Armando, quien siempre había querido mantener distancia por respeto a Carmelo, no obstante, ahora comenzó a sentir la necesidad de estar con Mireya también.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 80 Episodes
Comments
LectoraPR
Imagino que en futuro la mínima acción que le desagrade será el detonante para que Carmelo la agreda. Fue sincero y ella no entendió las palabras que dijo: Siempre y cuando no me hagas enojar.
¡Ilusa!
2024-11-22
1