EL EDÉN

EL EDÉN

I. ALUCINACIONES

La agencia de empleo estaba completamente llena. Observaba vagamente los detalles en el vestuario de mis acompañantes, como era de esperarse cada quien había elegido su mejor ropa para impresionar, incluso frente a mi estaba sentada una mujer de estatura mediana y robusta con tantos accesorios encima, yo podía sentir su incomodidad; el tiempo pasaba lento, todos esperábamos intentando exhibir la excelente disposición, ya que tener empleo es una regla de obligatorio cumplimiento para no ser considerado una ficha innecesaria en la sociedad.

A las 10 am, pasadas tres horas desde que había llegado, recostada en la ventana podía ver las gotas de la llovizna matutina deslizarse por el vidrio y el ajetreo de la ciudad, que no permitía olvidar lo importante que era tener éxito en esta entrevista…si no era así, ¿qué iba a decir en casa? Mi turno pareció un momento fugaz, las típicas preguntas y la preocupación de todo empleador hacia mí, por ser joven, un buen currículo, pero ser madre soltera, es decir todas mis intenciones centradas en hacerles comprender que contaba con el tiempo para cumplir laboralmente, así como también con apoyo en casa para que el niño no fuese un impedimento, con una sonrisa en el rostro, la representante de la agencia me enseño la puerta y aclaró que estuviera atenta a la llamada.

Durante el camino a casa que constaba literalmente de atravesar la ciudad me embargó una sensación profunda en el pecho, no la lograba definir del todo, no sabía si se traba de tristeza o felicidad algo como un presentimiento. Me convencí de que se trataba de ansiedad y probablemente un poco de calor, llegué a la unidad residencial, saludé como de costumbre al señor Jaime, el celador un hombre que superaba los 50 años, siempre demostrando que se sentía a gusto con sus funciones

-Buenos días, señorita ¿mucho trabajo? La noto ojerosa.

-Mmm buenos días, señor Jaime, debió ser la madrugada, ahorita almorzar y dormir un rato….

Sonriente seguí el camino y me percaté de que sí, tenía de hecho mucho cansancio, más de lo que uno esperaría solo por salir temprano en la mañana. Cuando entre al apartamento estaba mi mamá de pie en la cocina, ubicada justo al lado de la puerta, preparando el guiso de verduras con leche que hace cuando quiere tener un detalle conmigo, el olor de la comida hizo que mi sonrisa creciese un poco más, la saludé con un beso y le conté sobre la entrevista, quienes estaban en la agencia y lo que había sentido en el camino, entonces ella sugirió que me recostara un rato mientras salíamos a recoger el niño del kínder.

Con solo poner la cabeza en la almohada, quedé profunda y sentí nuevamente en el momento en que mi mamá puso la mano en el hombro para avisarme que ya era hora de salir.

-¿últimamente se te han aclarado los ojos Mariana?

-¿Enserio? No lo había notado

-Los tienes amarillos amarillos

-Esta mañana los tenía café como siempre

-Pues mírate, aunque yo siempre te dije que cuando estaba joven no los tenía así de claros, eso fue con el tiempo que se fueron volviendo amarillos …

Seguramente, quien sabe debe ser que se me ven más claros por cómo me está pegando el sol

Sin darle más trascendencia al asunto salimos del apartamento, me parecía que podía ver mejor incluso de lejos, encima sentía como si tuviera ambas manos dormidas, en el momento incomodo de las cosquillitas, me molestaba que el viento me tocara.

No dije nada porque no quería preocupar sin razón a mi mamá, recogí mi pequeñito que me esperaba con emoción de quienes hace tiempo no se ven, con una pintucarita en el lado derecho de la cara que les regalaban a los niños lo viernes por buen comportamiento.

De regreso paramos en la heladería de la esquina, percibía que alguien me estaba mirando, con todas las sensaciones que había tenido ese día más bien podía ser que estaba en mis días. Mi pequeño Gabriel se durmió temprano por el cansancio de la semana y yo estaba pasando los canales a ver qué película me atrapaba, me quedé mirando por el costado y con paso fuerte sin saber por qué abrí la puerta de la habitación, no tuve palabras ya que al enfocar por completo no se trataba del pequeño corredor que de un costado tiene el único baño del apartamento y del otro lado tiene un estudio donde están los juguetes del niño, seguido a unos pocos pasos el espacio de sala y comedor. Esta vez se trataba de un lugar inmenso que a pesar de estar con visible deterioro no escondía su grandeza, del lado derecho había una escalera y del otro lado una pared adornada por una mesa al estilo Luis XV con un jarrón encima.

Gabriel comenzó a tocarme la cara y el cabello para que me levantara a prepararle un tetero, al despertar completamente, se vino al instante el sueño tan extraño que había tenido comenzando la noche, definitivamente tenía que dejar de ver tanto netflix. Tome el celular de la mesita de noche y tenía dos mensajes del papá del niño, para avisarme que a las 8 am pasaría por él para dar un paseo, enseguida vi que ya eran las 7:30 me levante corriendo para bañarme y tener el niño listo, darle la impresión a Esteban como si todo en mi vida siempre estuviese organizado, en punto las 8 estaba en la puerta siempre él tan puntual y con todo bajo control, tomé aire para llenarme de ánimos y abrir la puerta.

-¿Cómo le va mariana ya está listo el niño?

-Si, ya se lo entrego, en el bolso lleva todo lo necesario, lo espero de regreso a las 5pm

-Claro, aquí estará

Verlo me causaba una impotencia terrible, al recordar con el amor con el que nos tratábamos y como todo en un momento sin entender muy bien se fue al carajo, ambos cambiamos nuestras actitudes para estar en una guerra sin fin que llegó a un punto de no retorno… sin embargo frente a mi seguía ese hombre alto, con cabello castaño, ojos claros rasgados y de personalidad encantadora que me dejaba siempre sin aliento, más hoy como dos extraños, ganaba la batalla quien restara completa importancia al encuentro.

Por la ventana los podía ver salir del edificio, envueltos en una hermosa conversación en la que el niño respondía con risotadas a sus preguntas…. Como desearía que todo fuera diferente y hacer parte también de su complicidad, mi corazón se hundía al poner los pies en la tierra reconociendo que las cosas no eran así y que yo tendría que quedarme en casa matando el tiempo, disimulando como si tuviese muchas cosas que hacer.

Al rato salió mi papá de casa hacia el trabajo y como conocía perfectamente mi expresión de tristeza, se comprometió a llegar temprano para invitarme a comer, justamente se trataba de un día perfecto para ponerme una sudadera y ver una película romántica con mi mamá, para el almuerzo pediríamos una pizza que sería suficiente para las dos. Dando pasos largos hacia mi habitación, me detuve para organizar un poco el estudio de los juguetes, cuando abrí la puerta nuevamente me encontré con la estancia de la noche anterior, lo que significaba que no había sido simplemente un sueño, el miedo me hizo cerrar la puerta de un tirón y pase corriendo, me senté en la cama tome aire y frote las manos que nuevamente hormigueaban.

Todo tenía que ser una impresión o definitivamente me estaba volviendo loca, me armé de valentía y con rapidez estuve nuevamente tomando el pomo de la puerta, giré y abrí, esta vez tenía un estudio con todos los juguetes del pequeño regados por el suelo, la risa nerviosa me atacó por un buen rato en definitiva necesitaba ayuda, las cosas que habían sucedido recientemente me estaban jugando una mala pasada, después de terminar de organizar me levante del suelo, Salí de la habitación pero recordé que había dejado el celular sobre el escritorio, por lo que en un movimiento inconsciente abrí la puerta, estaba ahí clara e irrefutablemente frente a mí la estancia con la escalera.

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