IV. EL DON

A la mañana siguiente me desperté con gran entusiasmo y le dije a mis padres que me habían llamado de la entrevista que presenté el otro día, dejé el niño en el jardín y de regreso usé la puerta del apartamento para llegar a la arboleda, en cuanto puse el primer pie en la casa, el general me estaba esperando con un traje impecablemente elegante.

-Estamos justos de tiempo Mariana, la corte es bastante exigente con la puntualidad y debes cambiarte es importante dar una buena impresión.

En una de las habitaciones, me cambie por un conjunto que clemencia había dispuesto para mí, un pantalón negro ajustado a las piernas, una camiseta básica negra, con un abrigo color mostaza y unas botas negras de tacón que subían hasta las rodillas, como último detalle unos delicados guantes de cuero.

Al salir de la casa fuimos en automóvil hasta una estación del metro, donde esperamos cinco minutos para partir, en todo el trayecto no logré acuñar una verdadera descripción de este lugar pues al igual que en la casa había una combinación de estilos de diferentes momentos de la historia, así como variedad de esbozos culturales, una muestra sin igual de diversidad.

- Abuelo ¿cómo se comprende el tiempo en este lugar?

-Mary el tiempo es igual en todas partes, simplemente algunas familias no tienen contacto con el mundo común por lo que las locaciones se ven antiguas, además nuestras habilidades de comunicación entre otras evitan que las ciudades tengan como centro de atención los elementos electrónicos.

-Que difícil debe ser saber cómo comportarse en cada ocasión

-Ya irás identificando las diferentes personas que se encuentran aquí, no te preocupes.

Al bajar del vagón del metro, salimos de la estación en lo que parecía más una estación de los años 20´s y con solo cruzar unas calles estuvimos frente a un hermoso edificio de apliques dorados con color ocre, todos se encontraban sumamente elegantes. Después de registrarnos y subir al tercer nivel fuimos guiados a una sala de juntas que era la estampa de una reunión actual de un grupo de empresarios.

-General de verí nos sorprendió gratamente su notificación de descendencia, sobre todo en estos tiempos que cada vez somos menos.

Mi abuelo con un tono aún más discreto respondió, Excelencia podrá imaginarse usted mi alegría

En ese momento un hombre tosco, con dos hermosas alas blancas, bastante grandes, que se veían tan suaves que quería tocarlas, habló con un acento que para mí pareció ruso, pero luego supe que era húngaro, tomó la palabra.

A-l grano quien se presenta hoy ante la corte

-Mi nieta, Mariana de la casa de verí, única descendiente del linaje y digna de su representación.

Entonces la mujer que primero había hablado y que parecía la líder del grupo me dijo con una voz dulce:

-Mariana te damos la bienvenida, cuéntanos cuál es tu don.

Como si se me hubiese olvidado hablar quede completamente muda pero en un tono muy suave respondí.

-Aun no lo sé, hace poco me enteré de todo esto

-Alguna vez ha notado algo particular de su parte – pregunto una mujer anciana que se encontraba junto al hombre tosco.

No como tal, lo único es que los sueños muchas veces me advirtieron de sucesos próximos, sin embargo, nunca logre descifrarlos correctamente a tiempo.

-Los sueños premonitorios son un rasgo común en su linaje, lo que fue de gran utilidad para su servicio en la guerra. La dificultad de interpretación se va a ir disipando con estudio y una guía adecuada, en cuanto a su don debe realizar una visita a la maestra Agatha quien la ayudara a identificarlo.

Después de una despedida tranquila que para mi abuelo fue exitosa, fuimos al cuarto piso donde nos dijeron que podíamos encontrar a la maestra, esta habitación tenía más la presencia de una terraza con gran variedad de plantas.

Cuando nos presentamos denotó ser una mujer bastante sencilla y con una hermosa energía de paz, me invitó a sentarme en una banca y me ofreció un té que preparo con unas hierbas contenidas en un frasco de vidrio, la conversación sobre cosas varias comenzó al fluir en una forma cálida y divertida. De repente quede absorta en mis pensamientos y solo veía la energía moverse y reagruparse en medio de una gran oscuridad, con las manos desbordando luz daba pequeñas formas a la energía. Sin previo aviso aterrice de nuevo en el pequeño jardín rodeado de cristal.

-¿Qué descubriste querida?

Y yo seguía sin saber que responder

-Sinceramente disfruté bastante reagrupar la energía.

-Cómo definirías tus sensaciones ¿furia, alegría, paz, compasión?

-Indudablemente compasión

Estamos de acuerdo por lo que pude compartir de tu experiencia cuentas con el don de la sanación, puedes acompañar a las personas en su proceso de recuperación física y espiritual.

No cabía de la dicha al escuchar esas palabras, hace un tiempo cuando salí del colegio había deseado estudiar medicina, pero por el costo del programa y la dificultad en acceso a una escuela pública me vi obligada a realizar el programa de administración, carrera a la que en el proceso le tomé un gran cariño.

- Es ¿enserio?

-Si querida estas hecha para servir a las personas a través de la sanación y no te sorprendas ya que nuestra vocación sale directamente del centro de nuestro don.

-Muchas gracias no alcanza a imaginar lo feliz que me ha hecho en este día.

-No hay nada más gratificante que ver esa expresión de satisfacción en los jóvenes que me visitan para encontrar su camino. Debes dirigirte al edificio de sanidad con la certificación que te voy a entregar para que te inscribas en el programa.

-Claro que sí allí estaré.

Al salir de la terraza no me contuve para brincar en un efusivo abrazo a mi abuelo y el me lo recibió con el mismo agrado, salimos del palacio de la corte y fuimos a una cafetería con unos pastelillos deliciosos, conversamos tranquilamente un rato y escuché tantos momentos hermosos que el atesoraba sobre mi abuela, que me abrieron un hueco en el corazón porque sonaba como si ya no existieran.

-Abuelo ¿ellas pueden venir aquí?

-Gracias a ti ya pueden hacerlo, pero tenemos que asegurarnos que el secreto de nuestra clase no corra ningún riesgo.

-Estoy segura de que mi mamá jamás le diría nada a nadie y en cuanto a mi abuela es un poco más complicado sus pensamientos ya no son tan claros.

Completamos todas las diligencias que teníamos para mi inscripción al programa de salud y recorrimos un poco más la ciudad. Cuando ya iban a ser las 5pm tomamos el metro de regreso a la estación del pueblo y de allí hicimos el pequeño recorrido en auto, pasar el tiempo con él era muy agradable parecíamos amigos desde siempre.

Los días comenzaron a transcurrir al compás de una rutina que por fin apuntaba a ser el camino hacia mis sueños, al menos podría ser profesionalmente lo que deseaba e incluso con un alcance medico mucho más amplio que el común, ya que mi relación con Esteban se estaba convirtiendo cada vez en un recuerdo más lejano. En una forma masoquista,cada mañana en el recorrido del metro iba escuchando te soñé de Vicente García y al llegar a la academia dejaba todos esos pensamientos a un lado como si se tratara de dos personas diferentes.

En las clases conocí dos grandes amigos Gregorio que no conoce la ciudad común y lucia que ha vivido gran parte de su vida en Bariloche. Hicimos un equipo genial y compartíamos nuestros dramas sin reprocharnos hasta sacar algún chiste de ellos. Los sábados estuvieron dedicados en su mayoría a compartirlos con mi mamá y como ya contaba con un poco más de disponibilidad de dinero podíamos salir a dar algunos paseos o comer donde nos llegara la hora del almuerzo, lo feo era tener que omitir contarle tantas cosas hasta que el abuelo creyera prudente compartir el secreto.

Ya habían pasado seis meses cuando terminé el primer ciclo del curso, entre las cosas más grandiosas era comprender la longevidad de nuestra clase, pues una persona de buenos hábitos podría vivir más de 800 años, por eso es por lo que el abuelo aun parecía ser un hombre en la edad madura siendo que tenía casi 89 años y si no hubiese pasado tanto tiempo en las ciudades comunes seguramente se vería más joven.

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