...III...
Él me miraba tal y como si le hubiera descubierto una infidelidad. Era un tarado. La semana anterior –o creo que un poco más antes– me había confesado su amor con casi las mismas súplicas, así que lo único que podía hacer era aguantarme la risa, y preguntarme qué mierda quería lograr.
En fin…
—¿Acaso no escuchaste sus varios «no»? —pregunté al ver que Ilia, aburrido de discutir, y cuando se colocaba detrás de mí en silencio—. ¿Estás sordo o qué?
—James... —pronunció muy lento mi nombre—, tú... ¿tú qué haces aquí? —Y se enredó para luego meter la pata—: James, no es lo que crees… —y yo tuve que forzar una sonrisa tranquila.
«¡¿Acaso eres idiota?!», quise decir, pero me aguanté.
No debía ser estúpido y reaccionar mal. Debía estar calmado. Tal y como si no me afectaran sus palabras.
Pero.
—Hablémoslo —dijo.
Y entonces:
—Largo —ordené en seco antes de que se le ocurriera decir otra estupidez—. ¿O quieres que llame a algún profesor para resolver este problema? Vete, no molestes a Ilia.
Entonces, este entendió al fin entendió. Se le reconectó la única neurona que tenía y dio media vuelta antes de enredar más el asunto. No obstante, se marchaba con una puta mirada incierta de preocupación. Ese idiota quería darme explicaciones, ¡se notaba en toda su cara! ¡Pero, ese era el peor momento!
«¿Acaso solo le funciona medio cerebro?».
—Es un puto marica —escupió Ilia y arrugó más el ceño cuando este por fin se alejó de nuestras vistas.
Él estaba asqueado con toda la situación y era comprensible.
A este beta que parecía omega, a veces sus asquerosos admiradores lograban romper su espacio y tranquilidad. Lo acosaban e intentaban sobrepasarse.
Si yo fuera él no podría soportarlo. La mayoría de personas que se acercaban a él no tenían buenas intenciones y si las tenían, siempre se dejaban llevar por su apariencia y eso a él lo molestaba.
Le jodía que lo tratarán de forma especial.
Por ello, traté de disipar el trago amargo con una pregunta fastidiosa:
—¿No dirás «gracias»? —mientras le jalaba de manera suave el cabello.
—Tú deberías dármelas a mí —bufó él deshaciéndose de mi con un manotazo—, estuve cuidando tu estúpida mochila todo este tiempo —y se aburrió de sí mismo, pero antes de dejar pasar lo extraño, preguntó—: ¿Tú y ese imbécil se conocen?
—Claro que sí —respondí sin tapujos—, ¿acaso no recuerdas que yo también estuve el día de partido para hacerlo trizas? —reforcé pero Ilia no se notó demasiado convencido, así que decidí soltar algunas verdades para que apagara de una vez su curiosidad—: Está bien, te lo contaré. Solo no se lo digas a Lenay, ya sabes cómo se pone... es solo que conozco a su madre. Ella va a la iglesia. Y como dijo que me pagaría muy bien por dos horas de mi tiempo, acepté darle clases de matemática.
Las cartas estaban sobre la mesa. Ilia debía estar por satisfecho. Pero...
—No me refiero a eso —renegó pescando lo extraño de mi explicación—. Pareció que tuvieran algo más, fue raro...
—¿Ah, sí?
—Ese sujeto es muy extraño, o no sé, se hace ideas él solo, es mejor que no te acerques mucho, se te puede pegar, es un maldito marica.
—Yo también estaba pensando en dejarle de enseñarle, el dinero no lo vale —respondí sin presura e Ilia me lanzó mi mochila.
—Lenay me dijo que iríamos a colarnos al cine, pero ya no me siento con ganas, ¿puedes decirle que me dolía la cabeza y me fui?
—¿Colarse?
—Dijo eso, pero creo que en realidad quiere ir a vengarse de no sé quién está vez, tú sabes lo usual, pelas y más peleas —explicó y entonces estiró sus brazos para relajar el cuerpo—. Me siento muy cansado para estar haciéndole caso, no estoy de ganas, me iba a ir hace rato, pero tenía que esperarte.
—¿A mí? —dudé casi riéndome—. Si es por mi mochila, pudiste devolvérmela y ya. O dejarla en el salón, nadie se la va llevar. No había necesidad de esperarme.
—Es porque quería advertirte —contestó molesto al escuchar las respuestas obvias que podía tomar.
—¿Advertirme?
—Sí.
—¿De qué?
—No te creas un buen samaritano y aléjate de personas que a la larga solo te harán daño.
—¿De qué hablas?
—De Aarón Cortés —dijo y mi cabeza recordó la maldita sonrisa de ese maldito perro en celo.
Carajo.
Me sentía descubierto.
—Es un alfa dominante —indicó Ilia y me sentí descubierto—. Yo no soy quién para decirte con quién juntarte, pero ten cuidado. —Puesto que, ¿cómo sabía de él?, Aarón era uno de los secretos más grandes que tenía—. He escuchado que le gusta someter todo beta que capte su atención. No te acerques a él o puedes terminar bien violado y con el culo abierto.
Ilia tenía la peor forma de expresarse, pero…
No estaba del todo equivocado. Él sometía betas. Aarón era un perro incontrolable. Aprovechaba la ley que protegía a los alfas en rut* y hacía de las suyas. Era una mala persona en muchos sentidos. Pero, eso me importaba poco.
Él la tenía grande y se movía bien.
Y eso, al final, era lo único que importaba.
...----------------...
(*) En rut: Es estar en celo, es decir el periodo de calor donde se quiere procrear sí o sí.
...--------------------...
...Próximo capítulo:...
...Ten cuidado...
...--------------------...
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 105 Episodes
Comments
Pipi
y si de verdad le hace eso??
2023-12-25
0
julieth paola
jajajajaja es un promiscuo. me agrada
2023-10-13
2
Uriel Zaret
Hay muchos personajes pero cómo solo me concentro en 3, me valen lo demás
2023-10-01
2