(2) C1 - Parte 2 : Homofobia

...II...

«Tenemos que ir a vengarnos». O quizá... «Iremos al boulevard, a ya sabes qué hacer», esas eran algunas de sus palabras antes de que la anarquía ocurriera.

Lenay siempre hacía de todo para arrastrarme hacia algún lugar. Siempre me obligaba a obedecerle. Me metía en problemas y ni perdón ni permiso pedía. La amistad era la excusa. Se le ocurría una idea y era todo. Obedecía. Le apoyaba y respaldaba sus tonterías para que no metiera la pata y luego...

—¡Oye! ¡Espera! —alguien quebró su voz interrumpiendo todos mis pensamientos—. ¡No te vayas! ¡Escucha! ¡Me gustas! —gritó—. ¡No me ignores, por favor! ¡Solo dame una oportunidad! ¡Por favor! ¡Dime que sí y te haré muy feliz! —pidió y yo...

«¿Qué demonios está pasando esta vez?», pensé. Pero pronto me di cuenta que esas palabras no iban hacia mí.

Sino que...

—No.

…Eran dirigidas hacia Ilia.

—Por favor... Soy una buena opción y nunca haré nada que te last…

—¡No! —repitió Ilia cortando su confesión—. Ni en tus sueños más repugnantes. ¿No entiendes que me das asco tú y tus sentimientos? —y luego de hacer una mueca de asco y retarlo con la mirada a seguir hablando para estamparle un puñetazo, todo quedó en silencio.

Ilia estaba sentado sobre una de las carpetas con una mirada de fastidio y con ganas de irse.

La insistencia de otro de sus estúpidos fans le fastidiaba.

¡Ya estaba hartos de ellos!

Pero, de seguro, me estaba esperando por alguna clase de orden de Lenay. Pues otra razón no parecía que hubiera. Ilia no daba tregua y dejaba con la palabra en la boca a la mayoría de sus admiradores. No se molestaba en escucharlos.

—¿Al menos podemos ser amigos? —rogó el otro, mientras daba algunos pasos hacia ellos—. Al menos eso me debes.

—Dije que NO —Ilia dio su negativa con más énfasis y lo empujó al ver que las manos de su intrépido fan se disponían a tocarlo—. ¿Acaso no escuchaste?

Ilia De Santis –llamado por sus admiradores como «El Girasol de Otoño»–, era el deseo secreto de muchos de nuestros compañeros y también parte de los sueños más atrevidos que podían tener. No era ninguna novedad ver algún admirador suyo rondar por los pasillos para verlo. Pues, él era... ¿cómo podría decirlo?, era muy bonito... ¡qué digo bonito! ¡Él era hermoso! Tanto como un omega –sin ser uno–, y esa particularidad, sin exagerar, había vuelto tonto a más de uno. Y, ¿quién podía refutarlo?

Ilia tenía una gracia indiscutible.

Hasta a mí me había atrapado un tiempo.

Su rostro parecía esculpido por un artista obsesionado con la belleza y perfección. Cada centímetro de su cuerpo contenían rasgos de delicada finura. Sus pestañas largas, sus labios rosas, sus ojos verdes, su nariz perfilada, su andrógino ser…

Era un verdadero tesoro.

Y no debo mentir, a mí también me gustaría alguna vez poner mis manos en…

—De-sa-pa-re-ce —silabeó él, tal y como se alejara a una alimaña, y yo decidí que ya era hora de intervenir.

Pues a veces la gente se ponía violenta con él. A este amigo mío, a veces, se le daba por sacar el peor lado de las personas. Era muy soberbio. No le gustaba ser visto como inferior y que le llamasen: lindo, deseable o –peor– débil. Saltaba a la violencia cuando escuchaba alguno de esos términos o cuando se sentía despreciado.

—Ve-te-a-la-mie-da.

Él era un beta. Sin embargo, eso qué iba a decepcionaba a sus admiradores.

—Eres mi luz —decían como el que tenía frente mío.

—¿Y eso debería importarme?

—Tú eres la persona que más admiro y, estoy seguro de que si me conoces mejor, vas a llevarte una mejor impresión de mí. Sí, sé que me equivoqué al confesarme en el partido, pero solo dame una oportunidad más, por favor. —E Ilia rio.

—¿Crees que cambiando de estrategia lograrás tu objetivo? —respondió encajando mi mochila en su espalda y su propia maleta debajo del brazo—. Eres patético y asqueroso. No te quiero más cerca de mí. Olvídate de mí, y borra mi número que yo ya te bloqueé. ¿Entiendes? Yo solo te fui a visitar al hospital para salvar el pellejo de Lenay. Solo fui amable porque mi papá conoce a tu madre. No te hagas ilusiones.

—No fueron solo las visitas lo que me hicieron enamorarme de ti, sino tus palabras. Eres muy amable, Ilia. Tu forma de ser me encantó. Eres lindo por fuera y por dentro. Tú eres...

—No, por favor —dijo y me ubicó con su mirada—, no sigas con tus mierdas que me harás vomitar otra vez.

Yo me ubicaba justo a solo unos cuantos pasos detrás de su insistente pretendiente, tenía toda la intención de ayudarlo, pero un «no» disimulado entreví en los ojos de Ilia y me detuve.

—Ilia, no te alejes de mí. No quiero que...

—Basta, no sigas, no tengo el tiempo ni la paciencia suficiente para escucharte —impuso—, apártate —exigió para poder pasar, pero este le tomó de la muñeca—. ¡Suéltame! ¿Qué no entiendes? —forcejeó—, ¡A mí me gustan las chicas! ¡Chicas! ¡Las conchas! ¡Maldito desviado! —gritó, jaló y se soltó del agarre, en tanto yo esperaba a que Ilia me diera alguna señal—. ¿Cuántas veces tengo que decirlo? —Pues a él no le gustaba que lo ayudaran—. No me agradas. Ni nunca lo harás.

—¡Pero, Ilia…!

—¡Basta! ¿Acaso quieres que le diga a Lenay que publique tus fotos?

«¿Fotos?», cuestioné y pronto me di cuenta de quién se trataba ese fan enamorado.

Este se había cortado el cabello, tenía puestos sus lentes y el uniforme formal (no el deportivo de siempre).

¡Era él!

El famoso capitán Smith del equipo de futbol. Al cual, Lenay y Neizan habían humillado el mes pasado por atreverse tocar a Ilia; del cual, me había servido más de una vez y… creo que no debí decir eso… Bueno, de cualquier forma, ¡él era un famoso alfa!

—¡Espera! —trató de detener, cuando Ilia lo empujó para pasar y largarse de ahí—. Espera, ¡Ilia!, por favor —desesperó—. Al menos, piénsalo un poco —suplicó y sacó una curiosa cajita negra de su bolsillo—. Al menos déjame darte lo que compré pa–para... pa... ¡¿James?! —sorprendió cuando al fin se dio cuenta de mi presencia y—: ¡¿Qué haces aquí?! —casi gritó.

Pues teníamos algo que no habíamos conversado bien y…

«Te amo», me había dicho no hace mucho.

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...Próximo capítulo:...

...No es lo que crees...

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