Fragmento De Dios
En un salón de clases ruidoso y ajetreado, un grupo de chicos murmuraban y reían mientras miraban a un joven sentado en un rincón.
-¿Te enteraste? el niño maldito otra vez hizo de las suyas- dijo un chico de aspecto promedio.
-¿De nuevo?- Respondió otro, tal evento se estaba volviendo muy común estos días, ¿esta vez será igual?
-SI, Fue en la clase de la mañana, camino al aula, resbalo en un charco y choco con el profesor Steven hirviéndolo.
-JAJJA ¿cómo se puede tener tanta mala suerte? - ¿Algo como eso puede pasar? ¿Cuán desafortunado debes ser para que ocurra algo como eso?
El profesor Steve era el más estricto y despiadado del instituto ¿de todas las personas que podía enojar teína que ser este individuo? definitivamente no le espera nada nuevo a este chico.
Los jóvenes seguían murmurando y el “niño maldito” en cuestión, miraba por la ventana, ignorándolos, como si no tuviera nada que ver con él. Tenía piel clara, ojos oscuros, pelo largo y negro que le llegaba hasta los hombros, puente de nariz alto y boca pequeña, un joven ni demasiado apuesto ni demasiado feo. ¿Cuánto tendré que soportar esto?- pensó para sus adentros.
Así por la puerta entro el profesor Steven con una venda en la cabeza, miro profundamente a los estudiantes frente a él y dijo y dijo.
-¡Cállense mocosos! - Grito Steven y miro a los jóvenes- ¿Por qué no dejan de perder el tiempo y se ponen a estudiar?
-Será mejor que dejen de chismear o me veré obligado a adelantar el examen de la próxima semana-
Al escuchar eso, los jóvenes se pusieron pálidos y volvieron rápidamente a sus cuadernos. ¿Examen adelantado? por supuesto, no quieren tal cosa.
Steven dio una mirada profunda al niño maldito y empezó con su lesión. La herida en su frente no lo dejará olvidar a este alborotador.
……………………
Al cabo de unas horas solo la campana, y los jóvenes salieron, algunos miraron hacia atrás, esperando “inevitable” el desenlace.
-Edam te quedas, tengo que hablar contigo – dijo al Steven, naturalmente no iba a dejar las cosas así.
-Allí va de nuevo- Dijo él joven. Edam era lo que uno llamaría un buen chico; era trabajador y aunque sus notas no eran las mejores, aún eran bastante buenas; su personalidad tampoco no era mala. Tristemente, tenía un problema, y era que todas las personas que estuvieron demasiado cerca de él experimentarían desgracias e incidentes de todo tipo (por supuesto esto lo incluye a él) es por eso que lo llamaban niño desafortunado
-Con suerte El sermón terminará rápido, pensó, solo quiere terminar pronto he irse a casa.
……………………….
Después de algún tiempo de lo que él creyó fueron las 3 horas más largas de su vida, al fin lo dejaron ir a casa.
-Maldita sea, tendré que limpiar el aula por 3 meses- dijo resignado, ¿Qué hiso para que le sucediera algo como esto? no peso más y Tomo su bicicleta desgastada y se puso rumbo a su hogar.
Después de un camino serpenteante de una hora más o menos; (y casi atropellar a un gato) llego a una pequeña tienda en mal aspecto.
-¡Abuela ya llegue!- dijo, en ese momento una anciana encorvada salió de la cocina, tenía el cabello blanco y ojos que se entrecerraban en delgadas líneas, producto de la edad.
–¿Eres tú Edam?, Sabes que ya no escucho bien, Ya que estás allí, traen la caja a tus pies y ordénala en los estantes-
– Ok..- dijo, Tomo la caja y entro para posteriormente abrirla y colocar todos los objetos en los escaparates de la tienda.
Nuestro protagonista, Edam tenía aproximadamente unos 17 años, vivía en Seúl corea, desde hace unos 11 años, era extranjero, (lo que cualquiera notaria viendo rasgos occidentales), estudiaba en un instituto regular y tenía pasatiempos como jugar videojuegos y ver pelicular. En definitiva, un joven normal que podrías ver en cualquier lugar. Su única familia constaba de su abuela y su prima de 6 años, ya que sus padres murieron en un accidente cuando este era muy joven, desde entonces, su abuela lo había cuidado y él por su parte, la ayudaba con su tienda de artesanías y antigüedades.
En este instante Una pequeña joven salió de detrás de la anciana, con algo en sus manos.
–¿Hermanito ya llegaste? Mira abuela me enseñó a hacer bollos, míralos- dijo sonriendo. La niña pequeña.
–¿Es así mei mei? Los probare más tarde- dijo Edam dejando dejo su mochila y zapatos en la entrada.
-ya verás….- La joven se rio tontamente y corrió tambaleante de regreso llevando consigo una olla demasiado grande para ella, la joven tenía piel blanca, cabello Castaño claro y lindos ojos verdes que brillaban.
–Mejor dame eso, te caerás- si sigues saltando de esa manera ¿no dejarás caer la olla? ¿por qué mejor no se la das a tu hermano?
-Mei no es una niña, Mei ya es grande- resoplo, mi aparénteme enojada, Mientras Edam intentaba convencer a su hermanita terca, su abuela dijo.
-Edam, tu tía me dijo que tenía algunas cosas para mí en su casa en el campo, puedes ir por ellas?
-¿Tia Enma? está bien, voy en un momento- Así Edam comió algunos bollos mal hechos, tomo su bicicleta y se puso en camino a casa de su tía. Lo que no sabía era que ese viaje cambiario su vida para siempre.
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