Una Caperucita Feroz

Una Caperucita Feroz

Capítulo 1: Mi Caperucita Roja.

Filadelfia.

29 de noviembre.

19:43 pm.

Sangre.

Ese rojo color carmesí que es característico en los animales, mancha mi vestido blanco y deja rastro en la nieve del bosque, intentando limpiar mi boca con mi antebrazo, me levanto con ayuda de un árbol dejando atrás a ese ciervo con el estómago abierto.

Me adentro más en el bosque sin siquiera saber hacia dónde estoy yendo, desde que tengo memoria he estado divagando sin rumbo y la verdad ¡Me gusta! Sentir el frío pasando por todo mi cuerpo hasta la punta de mi capa junto con ese cosquilleo es simplemente gratificante.

Miró al cielo y veo a una preciosa luna menguante, no ilumina mucho, pero es relajante observarla, detengo mi paso y me acuesto en la nieve para apreciarla mejor, respiro profundo y sonrió débilmente.

Es una noche maravillosa.

Pude comer, el frío está del horror, pero me conformó y además tengo a una hermosa luna que mira como mi sed de sangre aumenta cada día que pasa. Me permito darme un respiro mientras me restriego en la nieve.

Sí que está fría.

Soplo un poco y el humo que sale de mi boca me entretiene un rato, no es hasta que siento un hormigueo por todo mi cuerpo. Nuevamente, me pongo de pie con todo temblando ¿Qué esperaba? ¿Qué la nieve se vuelva calentita y que pudiera dormir en paz? ¡Ja! Ni en mis sueños más preciados pasaría eso.

A lo lejos veo que hay una cueva, aceleró mi paso para verificar y efectivamente lo es, ingreso en esta y la oscuridad me envuelve por completo, en el momento en el que llego al final, desato la capa que está amarrada a mi cuello y me acuesto, arropándome con la misma. Quedo mirando al frente mientras intento dormir.

¿Cuándo se va a terminar este infierno?

El frío, la comida, el sentimiento de soledad… Es horrible.

¿De verdad me lo merezco como dijeron ellas?

Y si me lo mereciera ¿Por qué justamente tengo que ser yo? ¿Por qué no alguien más?

Y ahí van esas preguntas sin respuestas que de repente aparecen en mi cabeza, dejando que el cansancio y el dolor me consuman cierro los ojos mientras quedo profundamente dormida.

[El sueño]

Coloreo un dibujo acostada en el piso tranquilamente, pero cuando escucho que alguien me llama me quedo quieta, sin renegar me levanto con cuidado y me paro atrás de ella, parece que sintió mi presencia porque se da la vuelta con una sonrisa que por alguna razón da miedo, bajo mi mirada y veo una canasta llena de pan, dulces entre otras cosas en sus manos.

—Lleva esto mi niña —ya sabía a donde se refería. Asiento con la cabeza y lo agarro para irme, pero me detiene con su mano en mi pequeño hombro. Mis manos comienzan a temblar, volteo lentamente la cabeza—, recuerda abrigarte —repito la acción anterior.

Dejo la cesta con cuidado en el suelo y me dirijo a mi habitación para agarrar la capa que me regalaron, agarro la cesta de prisa, pero empieza hablar de nuevo.

—Toma el camino largo, en los atajos siempre hay extraños —no entendí lo que quiso decir, pero decido ignorarlo—. Te amo mi niña o más bien mi Caperucita roja —ese apodo y esa frase hacen que tiemble todo mi cuerpo.

[Fin]

Despierto abruptamente por ese sueño, o tal vez pesadilla, recordar todo eso hacen que la presión en mi pecho aumente, me levanto del suelo y por la luz supongo que ya está amaneciendo.

Me coloco mi capa de nuevo y salgo de la cueva, es increíble que después de tanto tiempo sigan esos recuerdos en mi cabeza, con un líquido en mis ojos, sigo mi caminata dispuesta a buscar un río, me siento sucia, en el camino veo a un ciervo yendo a quien sabe dónde, la boca se me hace agua, pero decido apartar la mirada.

 No quiero más carne cruda.

¿No habrá otra forma de comerla?

Tuerzo mis labios lista para ir a atacar, pero mi oído capta el ruido de una cascada, sonrío con emoción y me desvío corriendo hacia allá, ¡al fin podré lavarme! Al llegar me quito la ropa con rapidez y me lanzó haciendo que salpique un poco, nado a la superficie y doy un chillido por lo fría que está.

¿Por qué no lo tome en cuenta? Creo que la palabra error es mi segundo nombre.

Nado un rato y poco a poco entró en calor, no sé cómo, teniendo en cuenta de que estoy rodeada de pura nieve. Me restriego la cara y el cuerpo para quitar los restos de suciedad y sangre, cuando ya estoy lista, agarro mi ropa y lavo las partes que están más manchadas, no queda igual de limpia que mi cuerpo, pero es mejor así, la pongo en una roca para que se seque con el sol mientras nado otro rato.

Me siento relajada por alguna razón, es refrescante poder lavarse después de un tiempo largo.

En ese preciso momento en el que el agua da mi reflejo me paralizó.

Mi felicidad no puede durar mucho, al parecer.

Me sorprendo de cuanto he crecido, mi cabello color castaño está largo, pero sumamente enredado, tengo algo que está alrededor de mi ojo que es negro ¿Qué será? Mi piel está con algunos rasguños y moretones, aún duelen algunos y eso que son de hace días, pero otros son bastante recientes.

Me sigo viendo cada cambio que he tenido, pero, de nada, la imagen cambia, ya no es esa chica que tiene la esperanza de que tendrá algún día paz, sino que se transforma en una niña.

¿Y cómo no reconocerla?

Por desgracia soy yo solo que más pequeña, una versión adorable, esta vez su cabello se ve hermoso, brillante, suave, ya no hay ese color característico alrededor de sus ojos color verdes, esa niña tiene una mirada inocente y una sonrisa de alegría, tiene una capa roja y un osito de peluche en su brazo izquierdo, el fondo es aún más hermoso hay una cabaña que parece estar situada en una montaña y el cielo azul brillando.

Y de nuevo el cambio, aunque más oscuro.

En la imagen ya no hay felicidad, sino sangre, la mirada es tan aterradora que podría atravesar tu alma sin piedad, el osito de peluche está sin cabeza, el atuendo está roto y su cabello está desorganizado.

—No, no, no —repito una y otra vez saliendo del río lo más rápido que puedo.

Siento que la cosa en mi pecho se saldrá en cualquier momento, el agua en mis ojos se acumula y mi respiración va demasiado rápido, me tiembla el cuerpo por el miedo y cuando no quiero pensar en nada los recuerdos empiezan a pasar por mi cabeza tan rápido que duelen.

—¡Eres un monstruo! —gritan mientras el golpe se estampa contra mi cachete.

Otro recuerdo.

—Déjame ir, por favor —el miedo reflejado en sus ojos era increíblemente satisfactorio.

Otro.

—¡¿Por qué no pudiste ser normal?! —El ardor en mi cachete es demasiado doloroso.

¡YA BASTA! ¡Tengo que parar esto!

Tengo que recuperarme, si no se apoderara de mí, como lo hizo aquella vez, de nuevo se está repitiendo la pesadilla.

Con mis manos trato de producirme dolor, jalándome el pelo, rasguñándome los brazos para no tener que recaer en su juego, pero es en vano, ya que siento mis uñas más largas. Oh no, si ellas están así, ¿Cómo estarán mis ojos? Me acerco a la orilla del río y están de color dorado muy fuerte.

— No, no, ¡No! —Mis dientes empiezan a doler y jadeo.

Tengo que recuperar fuerzas y por desgracia, eso se hace comiendo.

Sin dejar que pase más tiempo, me pongo solo mi capa y corro hacia el bosque en busca de algún animal antes de que la transformación se complete, dejo de correr y miro a todos lados desesperados, el sonido de una rama rota llama mi atención.

Un zorro rojo.

Camina lento, pero con su vista justo en mí, me agachó y nos acercamos entre sí, no es hasta que él se me lanza encima y me intenta morder el cuello para poder tener ventaja sobre mí, pero lo pateó y se choca contra un árbol dejándolo desorientado esta vez soy yo la que ataca para agarrar sus cuatro patas e inmovilizarlo, muerdo su panza arrancando su piel. El animal agoniza del dolor y da su último respiro, lo suelto con cuidado y comienzo a devorar su estómago.

No sabe nada bien la carne así, pequeñas gotas salen de mis ojos mientras sangre salpica en mi cara.

—Soy alguien despreciable... Soy alguien despreciable... —Repito cada que trago cada pedazo.

Cuando ya me termino todo, mis uñas, mis dientes y lo más seguro que mis ojos volvieron a la normalidad.

—¿Por qué tengo que ser un monstruo? ¿Por qué? ¡¿Por qué?! —Sollozo fuerte tapándome la cara con mis manos.

El hecho de que me lo hayan dicho hace bastante tiempo no quita la presión en el pecho cuando lo recuerdo.

Me levanto sin siquiera levantar la cabeza, me siento asqueada de mí misma, no miro al zorro por vergüenza y me dirijo al río para lavarme de nuevo, gracias al maldito ser que tengo. Cuando llego, todo sigue igual como si lo que acabará de pasar no fuera nada.

En el momento en que estoy a punto de meterme en agua mi oído detecta pisadas dirigiéndose aquí.

¿Un oso?

No, están hibernando.

¿Otro zorro?

Tampoco lo creo.

¿Qué es?

Me meto al agua para esconderme y poder ver de qué se trata, está un poco lejano, pero lo que puedo observar es que es una figura pequeña, delgada y camina en dos patas.

Cuando ya está cerca es...

¿Una mujer?

No.

Tiene cabello corto aunque fácilmente se lo hubiera cortado, trae una camiseta con mangas largas, algo en sus ojos, pero ¿y sus bolitas? Yo tengo unas bolitas en mi pecho y esa cosa no, qué raro, también trae ¿unos shorts? No, son más largos entre el medio, parece tener un bulto, miro la mía y no tengo algo así.

¿Qué es eso?

Esa cosa mira hacia los lados y se sienta en un árbol, en sus manos lleva lo que parece ser un libro, parece concentrado; salgo del agua sin hacer el más mínimo ruido y me acerco lentamente, cuando estoy lo suficientemente cerca él nota mi presencia y me mira asustado, baja su mirada y el color rojo se apodera de su cara.

¿Qué pasa?

—¿Q-quién eres? —Pregunta. Tiene una voz linda, relajante y no solo eso.

También tiene algo atrayente, una vibra, algo que me hace querer estar a su lado, ¿felicidad? No, deje de sentirlo desde hace mucho tiempo, aunque, a pesar de que su mirada transmita miedo, hay algo, un brillo, un hermoso brillo, pero de nuevo me desvié del tema. Pienso que soy yo la que debería preguntar eso.

****************

LeirianaFer

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Comments

Maria Hernandez

Maria Hernandez

una caperucita roja totalmente diferente ella es la caperucita roja loba jajajajajaja 😂😂😂

2022-07-20

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